Este Ecce Homo y su compañera la Dolorosa fueron adquiridos por Carlos IV y están documentados en el Palacio Real de Aranjuez en 1818. Cristo, con la corona de espinas y el manto rojo del martirio, presenta el rostro pensativo y la mirada baja y perdida, presagiando el dolor y la cercana muerte que redimirá a la humanidad. La similitud con algunos Cristos de Tiziano es significativa, lo que indica la admiración de Murillo por la escuela veneciana.
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Vasari identifica esta tela como la realizada para Giovanni Van Haanen, comerciante flamenco establecido en Venecia. El lienzo estaría expuesto en el palacio de la familia en San Beneto, sobre el Gran Canal, cuyas fachadas habían sido decoradas por Pordenone.Tiziano retoma en esta gran tela la disposición arquitectónica ya empleada en la Presentación de la Virgen en el Templo, pintado cinco años antes. Sobre la elevada escalinata se disponen todos los protagonistas, distribuyendo de esta forma a los diferentes grupos de figuras que constituyen la composición. Sin embargo, en esta obra podemos apreciar un mayor dramatismo tanto por el tema elegido -el momento en que Pilatos presenta a Cristo ante el pueblo para que elija quien debe ser sacrificado: Jesús o Barrabás- como por el movimiento de las figuras, algunas tremendamente escorzadas como el joven que juega con el perro en la zona de la izquierda. Los expresivos gestos de los modelos también refuerzan la tensión dramática de la escena así como el empleo del color, jugando con los contrastes entre azul, rojo y blanco. La iluminación utilizada tiene un papel semejante, impactando en aquellos personajes principales y estableciendo contrastes de luz y sombra que cargan de dramatismo el momento. De esta manera, Tiziano se relaciona estrechamente con el Manierismo.En 1992 Polignano ha confirmado la hipótesis de Ridolfi, quien en 1648 planteaba que algunas de las figuras protagonistas son retratos de personalidades de la época. Así se piensa que Pietro Aretino sería Pilatos; en Caifás se reconoce a Bernardo Ochino, predicador de la Orden de los Capuchinos que escapó a Alemania en 1542 para huir de la Inquisición; los caballeros de la zona derecha serían Solimán el Magnífico y don Alfonso de Avalos, protagonistas de una serie de tratados de paz que acabaron con los enfrentamientos hasta 1571; las dos figuras femeninas del centro serían Lavinia, hija del pintor, y la pequeña Adria, hija del Aretino y Caterina Sandella, nacida en 1537.
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El tema del Ecce Homo será tratado en numerosas ocasiones por Tiziano. Es una imagen piadosa que recoge el episodio de la Pasión de Cristo donde Poncio Pilatos muestra al pueblo a Jesús, flagelado y coronado de espinas, para que ellos tomen la decisión de qué preso debe será liberado: Cristo o Barrabás. Esta temática era muy popular ya desde el Quattrocento y en el Cinquecento se intensificará.En esta imagen, Cristo está representado de medio cuerpo, con los elementos identificativos de su escarnio por parte de los soldados: la corona de espinas, el manto púrpura, la caña como bastón de mando y las manos atadas con una cuerda. Sostiene su cabeza derecha, con orgullo, a diferencia de la obra de Dublín en la que se presenta resignado y con la cabeza inclinada.Algunos especialistas consideran que en este lienzo existe colaboración de los ayudantes. Sin embargo, el empleo de la luz dorada que envuelve la figura, la pincelada rápida y empastada, la economía tonal y las sensaciones atmosféricas son elementos que identifican el estilo de Tiziano en los años finales de la década de 1550, por lo que posiblemente nos encontremos con una obra autógrafa.
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Se puede ver en esta pintura de Metsys unas características comunes con la obra de El Bosco. Cierto es que Metsys no pinta escenas de brujería ni cuadros plagados de pequeñas figuras, sin embargo le fascina el contraste entre la belleza y la fealdad.
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Nos encontramos ante una de las versiones del Cristo solo, de medio cuerpo, "imago pietatis" muy representada durante el Cinquecento, que Tiziano empezó a realizar durante la segunda mitad de la década de 1540. Además de numerosas obras que se han perdido, ejecutó una versión para Carlos V que hoy guarda el Prado y otra versión en Sibiu que se diferencia con ésta en la actitud de Cristo. El Salvador es una figura monumental y dramática, flagelado y coronado de espinas, con las manos atadas y la caña como bastón de mando -donde apreciamos un repinte-, emergiendo de la sombra, rodeada su divina testa de una aureola. Sin embargo, su actitud es de sumisión, agachando la cabeza para aceptar el martirio al que le someten los soldados. Se trata de una imagen de gran sobriedad, elaborada en tonalidades sombrías que reviven gracias al rojo del manto y de la sangre. La iluminación empleada refuerza el momento dramático que vive Jesús, acentuando los contrastes entre luces y sombras, de la misma manera que pronto hará Tintoretto.Este Ecce Homo recuerda a algunos modelos de la estatuaria clásica que serían transformados por la pincelada atrevida del maestro, empleando un toque rápido y abocetado que otorga a la tela un aspecto inacabado. Algunos especialistas enlazan esta obra con la pintura de ascendencia nórdica que tanto estimó Tiziano en su juventud, especialmente Durero.
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Atribuido tradicionalmente a Tintoretto, en 1935 se consideró una obra tardía de Tiziano aunque se plantea la colaboración del taller en la cabeza del niño de primer plano. El maestro recoge el momento en que Pilatos presenta a Cristo al pueblo para que éste decida que preso soltar, si Jesús o Barrabás. Cristo aparece ataviado como el "rey de los judíos" con la corona de espinas, la caña entre las manos como bastón de mando, una tela asemejando el manto real y las manos atadas con cuerdas. A su lado observamos a Pilatos, vestido a la moda renacentista, con un gesto indiferente que contrasta con la resignación del Salvador y la ironía del joven. Tiziano se presenta aquí como un perfecto expresionista, interesándose por captar los gestos y expresiones de sus modelos para acentuar el dramatismo del momento. A esto ayuda la iluminación empleada, creando acentuados contrastes de luz y sombra, así como la pincelada rápida y fluida, siguiendo el estilo identificado como "impresionismo mágico". El colorido es cada vez más limitado, trabajando con rojos, blancos y pardos, otro elemento identificativo del estilo final del maestro.
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Las grisallas eran realizadas por los artistas como preparación de una obra definitiva, no destinándose a la venta. Entre las escasas obras de Rembrandt conservadas en esta técnica destacan la Predicación de San Juan Bautista y este Ecce Homo, ejecutada para la realización de un aguafuerte. Pilatos y los Sumos Sacerdotes se encuentran en primer plano, perfectamente detallados, mientras que Cristo, acompañado de los soldados, se desplaza a un segundo término, trabajados de una manera más rápida. Lo mismo ocurre con la muchedumbre que espera en la plaza, destacando las arquitecturas de inspiración romana. La iluminación ocupa un papel primordial en la composición, como es habitual en toda la producción del maestro; procede de la derecha e impacta en los Sacerdotes, máximos culpables del castigo que sufre Jesús. En sus gestos grotescos podemos encontrar una ligera referencia a la Pintura Flamenca. Uno de ellos sostiene la Vara de la Justicia que es entregada a Pilatos, quien la rechaza horrorizado, sabedor de la inocencia del hombre al que se está acusando.
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La singular concepción de la imagen en Berruguete llevó al escultor a acentuar deliberadamente ciertas deformaciones que, en obras como el Ecce Horno y el San Sebastián, también del Museo de Valladolid, suponen un intento de sustituir el canon de Bigarny por otro más estilizado y alargado, dando pruebas de su interés por el tema de las proporciones, aunque éste fuera asumido con una intención antinormativa, típicamente manierista.