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A fines del siglo II a. C., un artista desconocido -alguien ha pensado en un Alejandro o Hagesandro, basándose en una dudosísima inscripción- realizó la que quizá sea la obra más famosa del neoaticismo: la Venus de Milo. Por encima de toda la literatura de que ha sido objeto desde su hallazgo en 1820, lo cierto es que esta escultura constituye una magistral adaptación de una obra atribuida a veces a Lisipo: la Afrodita de Capua. Posiblemente llevaba en la mano una manzana -símbolo de la isla de Milo-, pero lo principal es el modo en que el artista logró un movimiento ondulante del cuerpo, dando vida y vibración al elegante y frío esquema del siglo IV a. C. Sin duda es esa combinación de estructura clásica y realismo anatómico y epidérmico la base del aprecio popular que aún hoy conserva la Venus, a pesar del relativo desdén al que la crítica erudita la viene condenando.
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El tema de los cajones en las composiciones de Dalí es tan conocido como el de sus relojes. El artista parte de las teorías psicoanalíticas de Sigmund Freud y afirma que los cajones son "una especie de alegorías destinadas a ilustrar una cierta benevolencia, a aspirar los innumerables perfumes narcisistas que emanan de cada uno de nuestros cajones... La única diferencia entre la Grecia inmortal y la época contemporánea es Sigmund Freud, quien descubrió que el cuerpo humano, puramente platónico en la época de los griegos, está hoy lleno de cajones secretos que sólo el psicoanálisis está en condiciones de abrir". La opinión de Dalí sobre Venus de Milo con cajones declina su originalidad a Marcel Duchamp, quien se encargó de construir la maqueta a pesar de que Dalí ya había dibujado los cajones sobre una escayola. En 1964 esta obra recibe nueva impresión en bronce patinado. Sin embargo, la idea de los personajes-mueble había sido utilizada ya en el siglo XVII por el manierista italiano Giovanni Battista Bracelli como ordenación de formas geométricas en el espacio, aunque Dalí la transformara para buscar la esencia de lo que somos y de lo que contenemos. Otros ensayos en donde Dalí investiga con cajones secretos de imágenes que guarda nuestro subconsciente aparecen en "El artista surrealista en el night-club", imagen que aparece en la revista "American Weekly" el 3 de enero de 1937; Estudio de la portada de la revista del número 8 de "Minotaure" y la portada misma del año 1936; Mujer-cajón, maqueta para la portada del catálogo de la exposición de Dalí en la Galería Julien Levy de Nueva York, de 1936; El escritorio antropomórfico, 1936; La ciudad de los cajones, estudio para El escritorio antropomórfico, de 1936; Busto con cajones, de 1936 o Canibalismo de los cajones, 1937.
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Una de las obras más espectaculares de Tiziano, realizada durante su estancia en la Corte de Urbino. La Venus fue adquirida por Guidobaldo della Rovere, el hijo del duque de Urbino, haciéndose diferentes interpretaciones; se ha considerado como una alegoría nupcial en clave neoplatónica, un retrato de la esposa de Guidobaldo que acababa de abandonar la pubertad o sencillamente el retrato de una conocida cortesana de la ciudad. No tenemos datos fidedignos que avalen ninguna de las hipótesis, lo que motiva desconcierto entre los especialistas. Es la primera ocasión en que Tiziano pinta una figura de Venus, mostrándola en un interior, situada sobre un diván tapizado en rojo cubierto con una sábana blanca. En primer plano, dirige su mirada al espectador con cierta provocación. En su mano derecha porta unas flores mientras que con la izquierda cubre su pubis. Sus rubios cabellos caen sobre sus hombros, creando una figura de evidente clave erótica. Se trataría de una representación real de alguna mujer concreta, de carne y hueso, olvidando imágenes que muestran el ideal de belleza. Al fondo apreciamos la estancia contigua con una ventana que permite ver el cielo y un árbol. Dos jóvenes se afanan en buscar ropas en un arcón, siendo esta escena un precioso complemento a la figura desnuda. Tiziano dirige un potente foco de luz sobre el cuerpo de Venus, otorgando así mayor veracidad al conjunto. La claridad de la carnación y las telas blancas sirven de contraste con la pared sobre la que se recorta la mitad superior de la joven y con la tela del diván. El maestro no ha olvidado la preocupación por la perspectiva, perfectamente creada a través de las baldosas, la columna del fondo y el árbol. Esta Venus es la figura de mayor belleza salida del pincel de Tiziano.
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Parece que esta figura coronaba el amontonamiento de ofrendas, tal vez se tratase del retrato de una difunta o quizá hiciera alusión a alguna divinidad. Lo que sí es seguro, es la importancia de la mujer en los rituales prehistóricos. Como en todas las venus encontradas, en ésta se resaltan los atributos femeninos, especialmente el pecho y el vientre, descuidando el tratamiento de las extremidades, lo que nos permite deducir que este tipo de figuras tenían mucho que ver con la fecundidad o maternidad.
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Mientras que Tiziano realizaba las famosas Poesías - véase Danae - para Felipe II, ejecutó también varios asuntos mitológicos protagonizados por Venus. El maestro creará un asunto totalmente original como es "La toilette de Venus" sin ningún precedente anterior. El único ejemplo conservado es éste que observamos, aunque debían existir más versiones, desgraciadamente desaparecidas. La figura de la diosa desnuda, cubriéndose parte del pecho con la mano y el pubis con un rico manto bordado, se recorta sobre un fondo neutro. Dos amorcillos la acompañan; uno porta el espejo en el que Venus se mira y otro procede a coronarla. La luz resbala por el cuerpo femenino y resalta la blancura de su piel, mientras que los amorcillos quedan algo más oscurecidos. El dibujo que exhibe el maestro es de gran belleza, añadiendo un efecto atmosférico a la composición que parece difuminar los contornos. Su pincelada es cada vez más rápida, sin atender tanto a los detalles, mientras que el color empleado continúa con su viveza. Estas obras han recibido la denominación genérica de "Impresionismo mágico".
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Para Rubens el maestro por excelencia será Tiziano, al que copió en su estancia italiana y durante la visita a Madrid en 1628. En esta ocasión reelabora un lienzo pintado por el maestro veneciano hacia 1555 y que hoy conserva la National Gallery de Washington. La diosa de la belleza aparece de espaldas, contemplando su atractivo rostro en el espejo que pone ante sí el amorcillo, mientras una esclava negra peina sus dorados cabellos. La postura de la diosa corresponde a los característicos escorzos tan admirados por el pintor flamenco, mostrando también el canon de belleza habitual en sus trabajos -véase el Juicio de Paris o las Tres Gracias-, recibiendo Venus un potente foco de luz dorada procedente de la izquierda para crear un acentuado contraste con el fondo, sintonizando con los trabajos de Caravaggio. El soberbio dibujo y la acertada aplicación del color serán características habituales en la pintura de Rubens, interesándose en esta década de 1610 por los detalles, como podemos observar en la calidad de las joyas que porta la diosa.
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Alrededor de esta obra existen diversas controversias entre los especialistas tanto en relación con la fecha de ejecución como con la iconografía del trabajo.En primer plano, en la zona de la derecha, contemplamos una mujer desnuda, tumbada, acompañada de un sátiro que levanta los velos para observar su belleza. En la zona de la izquierda se nos muestra un grupo de cazadores que irrumpe en la escena y un sátiro acompañado de una mujer vestida. En el fondo aparecen unos perros devorando a un ciervo mientras que una jauría se dirige a este lugar. En el centro de la composición y en la zona más elevada se aprecia a Cupido lanzando sus flechas al grupo de la derecha.La única explicación plausible sobre esta amalgama de asuntos vendría a través de la elaboración de este trabajo en diferentes momentos. Panofsky sugiere que la obra fue empezada hacia 1515 -vinculándose con una alegoría de las tres edades del hombre en el que el cazador representa la vida activa, la pareja que vemos a su lado simboliza la vida contemplativa y el sátiro se identifica con la vida placentera y voluptuosa- pero otros especialistas piensan que fue iniciada en 1520 para Alfonso d´Este y continuada en 1560, convirtiéndose en un cuadro de caza para Felipe II.La obra perteneció a las colecciones reales españolas desde 1567 y aparece en los inventarios como Venus. Su denominación corresponde a su emplazamiento en el madrileño Palacio de El Pardo donde se mantuvo durante largo tiempo. Sin embargo, en algunos inventarios aparece citada como Júpiter y Antíope al representar el momento en el que Júpiter, disfrazado de sátiro, levanta el velo para disfrutar de la belleza de Antíope. Posteriormente, Júpiter sedujo a la bella princesa de Tebas y de ese amor nacieron dos hijos, Zeto y Anfión. Los dos niños fueron abandonados en un monte donde un pastor los encontró y los cuidó, siendo los vengadores de su madre cuando Lico y Dirce traten a ésta de manera vejatoria.Las figuras se integran a la perfección en el paisaje, siguiendo las líneas marcadas por Giorgione en los primeros años de la centuria. La luz tiene un importante papel en la composición, resbalando sobre las figuras para acentuar su volumetría y destacar las tonalidades de vestidos y pieles. El resultado es un trabajo de una calidad difícilmente superable, a pesar de estar situada cronológicamente en una fase identificada por los especialistas como "conservadora".El cuadro fue regalado por Felipe IV a Carlos I de Inglaterra y posteriormente pasó a Francia donde fue adquirido por Luis XIV.
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Con motivo del matrimonio entre Gerolamo Marcello y Morosina Pisan el 7 de octubre de 1507 le fue encargada a Giorgione esta Venus dormida. El maestro de Castelfranco dejó inacabada la obra al fallecer inesperadamente de peste en octubre de 1510, siendo Tiziano el encargado de realizar el paisaje en el que se ubica la Venus. Michiel en 1525 será quien nos cuente esta distribución del trabajo, aludiendo también a una figura de Cupido realizada por Tiziano que hoy no existe en el lienzo. Las casas que se aprecian en la colina son muy similares a las que aparecen en el Noli me tangere de la National Gallery de Londres por lo que se considera que ésta sería la parte del paisaje que pintó el de Cadore. Otros especialistas piensan que el paisaje no sería la zona en la que intervino Tiziano, sino en las telas blancas y rojas sobre las que descansa la sensual figura de la diosa. Venus aparece recostada ante un fondo de paisaje, en el que la figura se integra espectacularmente. Una luz dorada baña el sensual cuerpo, cubriéndose la diosa el pubis igual que hacían las Venus puditicias de la antigüedad. Dicha iluminación resalta las brillantes tonalidades de las telas. La sensación atmosférica creada es una herencia de Leonardo, artista por el que Giorgione sentía especial admiración.
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En las pinturas mitológicas realizadas en los años centrales de la década de 1610, Rubens combina de manera sobresaliente su maestría con el color, adquirida tras su estudio de los maestros venecianos -Tiziano, Tintoretto, Veronés- con su conocimiento de la antigüedad. Las referencias a las esculturas clásicas inundan este tipo de composiciones como se observa en Venus, Ceres y Baco o esta Venus frigida, para la que se inspiró en la Afrodita acurrucada de Diodalsas, cuya copia romana se conserva en el British Museum de Londres.La figura de la Venus aparece en la zona derecha de la composición, dando la espalda al espectador, protegiendo del frío con su blanco velo al pequeño Cupido. Tras ellos, observamos un sátiro, figura que lleva en sus manos la cornucopia con las frutas que simboliza la abundancia. El paisaje del fondo es un añadido posterior.Las luces y los colores están inspirados en la escuela veneciana pero podemos apreciar un guiño a la escuela flamenca a la que Rubens pertenece al interesarse el maestro por los detalles, haciendo gala de un exquisito dibujo. La figura de la diosa corresponde al canon de belleza habitual en el maestro flamenco, una dama con blancas carnes por cuyo cuerpo resbala la luz para acentuar su belleza.Este obra deriva de una máxima popular recogida por el dramaturgo Terencio: "Sine Cerere et Libero (ie Bacchus) friger Venus" (Sin comida ni bebida el amor se enfría).
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Este dibujo a tinta china recuerda otra interpretación clasicista de Ingres, titulada Amazona herida. Como en aquélla, esta Venus herida por Diomedes imita un bajorrelieve griego de época helenística. El suave sombreado y la planitud general de la escena son los indicios que nos remiten al tema del relieve. La escena está entresacada de una de las lecturas preferidas del autor, la "Ilíada" de Homero, de donde se surtió para muchos de sus cuadros. Diomedes era uno de los héroes que se alineó en el bando de Aquiles en el asedio de Troya. Hirió a la diosa Venus, que protegía a uno de sus enemigos, y como consecuencia el castigo de Diomedes fue terrible, con la muerte y la pérdida de sus bienes.