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Personaje Militar Político
El segundo rey de Delhi, heredó un imperio bajo dominación musulmana. Su intransigencia en materia religiosa puso en apuros su gobierno y hubo de enfrentarse a una fuerte contestación interior. No tuvo éxito en su intento de invadir China y Persia.
lugar
Tui
Localidad situada en la provincia de Pontevedra, a orillas del río Miño y en la frontera con Portugal, los orígenes de Tui son romanos; en el año 137 a.C. una expedición romana encabezada por Décimo Xunio Bruto llegó a la zona del Miño, dominando este territorio en el transcurso del siguiente siglo. La antigua Tude, actual Tui, se convirtió en centro administrativo y militar de la zona, gracias a su estratégico enclave. Con la caída del Imperio Romano se produjo la llegada de diferentes pueblos, como el suevo, que dominó la zona desde principios del siglo V. Controlada por los musulmanes en el siglo VIII, fue, sin embargo, recuperada por una potente clase nobiliar un siglo después. A pesar de seguir sufriendo el acoso y destrucción a manos de los musulmanes, la urbe creció ostensiblemente durante la Baja Edad Media. El nacimiento de Portugal como reino independiente, en el siglo XII, convirtió a Tui en frontera natural con el recién nacido reino. En el año 1623, la ciudad recibió el título de Muy Noble y Muy Leal, añadiéndose en 1885 el de Excelentísimo Ayuntamiento. Durante los siglos XIX y XX se produjo una fuerte emigración hacia América especialmente, pasando después a Europa y a otras regiones de España. Actualmente, Tui y la región donde se asienta están tratando de incorporarse a la economía de mercado, realizando para ello una modernización industrial y agrícola.
Personaje Político
En 1244 a.C. accede Tukultininurta al trono de Asiria. Inmediatamente continuará los pasos de sus antecesores, Adadnirari I y Salmanasar I, a la hora de extender sus dominios. La zona del Zagros será rápidamente ocupada, sometiendo a los pueblos rebeldes a base de terribles campañas e imponiéndoles un fuerte tributo. El alto Tigris será el siguiente paso, luchando contra una coalición encabezada por el rey de Alzi que será derrotada, destruyendo unas 180 plazas fuertes. Una nueva coalición de principados se enfrentó a Tukultininurta, corriendo la misma suerte que la anterior. Tanto la zona del Zagros como el alto Tigris no sufrirán una ocupación asiria definitiva, sino que Tukultininurta se contentará con recibir un potente tributo y las correspondientes requisaciones. En las orillas del Éufrates se produjo un pequeño enfrentamiento con tropas hititas que se saldó con la captura de varios prisioneros, provocando la protesta de Tudhaliya IV y una encendida tensión diplomática entre ambas cortes. Sin embargo, esta tensión no evitó que Tukultininurta tomara la zona montañosa que aseguraba las rutas hacia la meseta irania. Nuevos focos de conflicto surgen en el horizonte. Las hostilidades son inauguradas por el rey de Babilonia que ocupó Rapiqu y Arrapha. Tukultininurta reaccionó con rapidez y llego a territorio babilonio, derrotando a los rebeldes. Babilonia sirvió de cabeza de puente para tomar Mari, Hana y buena parte de las tierras arameas, desde donde se dirigió a Transtrigrina para ocupar toda esta parte del Zagros. Estos éxitos provocaron que Tukultininurta erigiera una nueva capital junto a Assur, Kar-Tukulti-Ninurta. El triunfo fue bastante efímero ya que pronto los cassitas empezaron la resistencia mientras que los elamitas conseguían saquear Nippur, Isin y Der. Incluso Babilonia caía en manos enemigas. Estos hechos provocaron un aumento de tensión en Asiria, agotada de tanto esfuerzo militar y cansada de soportar al despótico Tukultininurta. Su propio hijo, Assur-nasir-apli, le asesinó y la lucha por el poder se inició, alcanzándolo otro hijo llamado Assur-nadin-apli, cuyo reinado durará tres años. Asiria se dividirá en principados rivales, algunos de los cuales contarán con la protección de Babilonia. En poco tiempo la situación sufre un giro radical.
Personaje Político
La política expansionista iniciada por Assurdam II y continuada por Adadnirari será seguida también por el sucesor de este último, Tukultininurta II. Las fronteras del sur y este del reino serán su centro de atención, sometiendo la zona de Nairi y cobrando un excelente tributo consistente en plata, hierro, bronce, paja, trigo y hombres. En el año 885 a.C. realizó una campaña hacia el Tigris, destruyendo varias ciudades arameas, y el Éufrates. Las riquezas procedentes de los saqueos y de los correspondientes tributos sobre las zonas sometidas afloraban en Asiria, cuyo esplendor económico vendrá simbolizado por la restauración del palacio real. Assurnasirpal II continuaría la política expansionista que tan buenos resultados daría a su padre.
lugar
Situada en el Estado mexicano de Hidalgo, a unos 60 kms. al norte de Ciudad de México, y a la misma distancia de Teotihuacan. La zona por la que se extendió su dominio alcanzó parte del Valle, recorrido por las aguas de un río que recibe asimismo el nombre de Tula. Fue construida sobre un cerro en el que se abre una gran plaza en torno a la cual se elevan varios edificios importantes del antiguo centro ceremonial, de modestas dimensiones en comparación con otros de la misma etapa. Los primeros habitantes de la región en donde se encuentra asentada Tula llegaron alrededor del 700 d.C. procedentes de la parte noroccidental, que limitaba con Mesoamérica; probablemente eran de origen chichimeca. Estos grupos étnicos llegan a adoptar las deidades mesoamericanas y las técnicas agrícolas de la región. Tiempo después llegaron los nonoalcas, pueblo de habla náhuatl que rendía culto al dios Quetzalcoatl. La fusión de ambos puso las bases de lo que posteriormente serán los toltecas. La tradición afirma que la ciudad se fundó en el 968, año en que el soberano Ce Acatl Topiltzin, posteriormente Quetzalcoatl, decidió erigir una nueva capital que sustituyera a Colhuacán. Tula también recibió el nombre de Tollan ("lugar de Tules" o sencillamente "ciudad") y Tollan-Xicocotitlán ("Tula cercano al Xicuco"), lugar mítico que aparecía con insistencia en varios documentos prehispánicos. Al principio se trató de una simple aldea que comenzó a crecer con la caída de Teotihuacan, pasando a llamarse Tula en el Horizonte Post-Clásico. Las fuentes etnohistóricas hablan de grupos semibárbaros (los chichimecas) que, procedentes del norte de Mesoamérica y comandados por su jefe guerrero Mixcoatl ("Nube Serpiente"), padre de Ce Acatl Topiltzin, conquistaron el valle de México, Morelos e Hidalgo y se asentaron en la posteriormente llamada Tula. Durante su periodo de mayor apogeo, los toltecas alcanzaron el norte y occidente del Altiplano Central, el Bajío, la zona del Golfo de México, el noroeste de Yucatán y el suroeste de lo que es actualmente los Estados Unidos. A mediados del siglo XI llegó al poder Huemac, último gobernante de la ciudad, quién tuvo que hacer frente a sequías, hambrunas, guerras y toda una serie de infortunios que terminaron con la caída de Tula en 1168. Sin embargo, siempre mantuvo población, siendo ocupada posteriormente por los aztecas, quienes consideraron a los habitantes toltecas que habían permanecido en ella tras su caída como seres superiores. El periodo que va del año 900 al 1100 será el de máximo apogeo tolteca y en el que se llevarán a cabo las principales construcciones. El centro ceremonial contaba con templos, plazas, altares, juego de pelota y palacios. El trazado urbano cubría unos 16 kilómetros cuadrados de superficie, con zonas de culto religioso, administración, talleres de artesanos, barrios residenciales y zonas de reunión, extendiendo su dominio hacia los cerros cercanos como, por ejemplo, el Xicuco. Entre sus elementos innovadores se encuentra el de la escultura; los chac mool y los atlantes (de alrededor de 4,50 m.) eran esculturas monolíticas antropomorfas que hacían las funciones de columnas. Desde el punto de vista arquitectónico se nota la influencia de Teotihuacan, principalmente, en el uso del talud y tablero para las construcciones. La aportación tolteca más importante fue el "espacio interior", es decir, la creación de espacios interiores más amplios gracias a techos sostenidos por columnatas. El centro ceremonial es donde se ubican los edificios más importantes; consta de cinco estructuras principales, con dos juegos de pelota (del 650 aproximadamente), los denominados edificios B y C, y el Palacio Quemado (destruido en 1168). La plaza central de unos 120 m. de lado contaba además con un altar en el centro de la misma. La construcción más imponente de Tula es el edificio C o Templo de Tlahuizcalpantecutli, venerado en su aspecto de "estrella matutina". El Templo del Sol o Tezcatlipoca blanco y el Templo de Quetzalcoatl completan el panorama arquitectónico. También la cerámica ocupa un lugar de honor en el arte tolteca; destacan las ollas, figurillas aplanadas, esculturas huecas y vasijas con la efigie de Tláloc, con variaciones de color que van del café al naranja y al rojo.
contexto
Emplazada a 2.000 m sobre el nivel del mar en una región semiárida, constituye el centro de civilización mesoamericano más septentrional y, por lo tanto, en continua relación con las comunidades seminómadas del norte de Mesoamérica. El área está ocupada desde el Formativo Medio, y durante el Clásico se considera subsidiaria de Teotihuacan. Desde finales del Clásico, el asentamiento consta de dos centros, Tula Chico y Tula, los cuales terminan por unirse dando lugar a un área urbana aproximada de 11 kilómetros cuadrados que, junto a las periferias, aloja unos 60.000 habitantes. El centro neurálgico de la ciudad es el Recinto Ceremonial, limitado al oeste por el Templo del Sol -Tezcatlipoca Blanco del Este- y al norte por el Templo de Quetzalcoatl. La arquitectura tolteca, de menor calidad que la fundamentada en tradiciones mesoamericanas más antiguas, introduce nuevas soluciones técnicas, como una vasta galería porticada que da paso a grandes espacios interiores. Los templos, de forma cuadrada y dos habitaciones interiores, se elevan sobre una plataforma formada por piedras y tierras y revestida por losas de piedra bien cortadas. Los espacios habitables son más amplios mediante otra innovación técnica de gran importancia: la introducción del pilar y la columna como elemento estructural en la arquitectura, que confiere a las habitaciones más profundidad y la apertura de espaciosos recintos. Otra novedad de interés, seguramente generada en el norte de México, es la escultura arquitectónica utilizada como refuerzo de la ideología militar. Se hacen corrientes las escenas macabras de cráneos y rostros humanos que emergen de las fauces de un ser monstruoso que mezcla elementos de jaguar, pájaro y serpiente, una alusión a Venus como Estrella de la Mañana (Tlahuizcanpantecuhtli). También se introduce la construcción del Coatepantli (muro de serpientes), donde se representan procesiones de jaguares y coyotes comiendo corazones humanos, y caballeros jaguar y águila, un motivo que se repite frecuentemente en las pilastras y columnas, así como en las banquetas de los templos. De innegable relevancia arquitectónica son los denominados Atlantes, unas inmensas cariátides compuestas por varios tambores de piedra que representan guerreros toltecas que portan escudos y lanzadardos (atlatls) y se asocian al Templo de Quetzalcoatl, así como las grandes cabezas de serpientes que sirvieron de base a las colimbas colocadas a la entrada del templo. Otra innovación de interés la constituyen las salas hipóstilas, como las existentes en el Palacio Quemado, en cuyo interior se alojan banquetas decoradas con dignatarios o sacerdotes en procesión pintados en rojo, amarillo, azul, blanco y negro. El Adoratorio, el Juego de Pelota y otros edificios integran el Recinto Principal. En el exterior, conjuntos de apartamentos y grupos de chozas completan el patrón urbano del centro. Los toltecas elaboraron también otro tipo de esculturas que no estuvieron integradas a la arquitectura. Estas tallas fueron confeccionadas en tres dimensiones, con volúmenes muy geométricos como el cubo, el cilindro y el prisma rectangular, y tienen un aspecto de tosquedad que en poco recuerda a la maestría alcanzada por los olmecas y por la mayoría de las tradiciones mesoamericanas. Un punto de interés es la presencia de imágenes innovadoras con respecto a la iconografía tradicional en Mesoamérica. Destaca en este sentido el Chac Mool, una figura humana reclinada con los codos apoyados en el suelo y las manos confluyendo sobre el abdomen y, en ocasiones, sosteniendo un receptáculo; una escultura que alcanzará una gran distribución a lo largo del Postclásico. Otros ejemplos muestran atlantes con los brazos en alto utilizados para sostener altares y tronos, y portaestandartes, todos ellos inspirados en tradiciones formuladas en el área del Bajío y del norte de México, y con una continuidad que perdurará hasta tiempos aztecas. Junto a ellos existen también tallas de influencia maya, como las tres estelas encontradas en la ciudad, cuyo relieve profundo recuerda el conseguido en Piedras Negras. Las figuras tienen tocados con el signo del año y es común la representación de Tlaloc, con una iconografía que, sin duda, está en consonancia con las escenas características del área maya, de Cacaxtla y del centro de México. Por lo demás, el registro arqueológico de la capital tolteca contradice ampliamente los pasajes de las crónicas, que caracterizan al pueblo tolteca (un término que se traduce como maestro artesano) como el más diestro en las artes y en las ciencias de la historia de Mesoamérica. Estos mismos datos señalan que los posteriores aztecas, que intentaron enlazar sus genealogías con los dirigentes de Tula y reinterpretaron la historia, tergiversaron la leyenda tolteca, que nos habla de grandes guerreros que colonizaron extensos territorios mesoamericanos a la caída del período clásico. Al contrario, la arqueología nos dice que los toltecas apenas si consiguieron dominar el norte de la cuenca de México y una estrecha faja de territorio que enlazaba con el suroeste de los Estados Unidos, y que tenía diferentes ramificaciones, la cual ha sido denominada Ruta de la Turquesa. Pero sí es cierto que los toltecas reforzaron las grandes rutas de comunicación de Mesoamérica, por las que se distribuyeron recursos de regiones muy variadas, algunos muy poco conocidos hasta entonces en la región; y que ello posibilitó en ocasiones la fundación de nuevos asentamientos y la expansión de la frontera norte de Mesoamérica. La Quemada y Casas Grandes al norte de México surgieron entonces como centros de civilización, que controlaban los afloramientos de hematita, pedernal, calcedonia y turquesa; con ellos penetraron pipas de arcilla y elementos arquitectónicos ajenos a la tradición mesoamericana. Por estas rutas internacionales se distribuyó un tipo de cerámica que tuvo gran aceptación durante el Postclásico, la Tohil Plomiza, y se generalizó el uso del metal. No cabe duda de que la propaganda difundida por los comerciantes toltecas a lo largo de estas extensas rutas contribuyó de modo especial a confeccionar esa leyenda de destreza, poderío y esplendor. Esas mismas fuentes a las que nos hemos referido comentan que, tras su derrota por parte de los partidarios de Tezcatlipoca, Quetzalcoatl salió de Tula hacia Tlapallan. Coincidiendo con esta misma fecha de 987 d. C. aparece en Yucatán un líder que se hace llamar Kukulcan, que en yucateco se traduce como "serpiente emplumada", la asimilación en Yucatán de Quetzalcoatl.
contexto
La decadencia de los centros mayas del Clásico ocurrida a lo largo del siglo IX no llegó al norte de Yucatán sino hasta 150 años más tarde, de manera que en este reducido momento de tiempo se desarrolló el pujante estilo Puuc en ciudades como Uxmal, Sayil, Kabah o Chichén Itzá; sin embargo, estas urbes decaen hacia el año 1.000 d.C. a excepción de Chichén Itzá, que inicia una etapa de poderío político que culmina con el primer Estado centralizado de la historia maya, afectando al norte del Yucatán. Para el estudio de esta ciudad a partir del año 1.000 contamos con la tradición oral recogida en crónicas indígenas y con la arqueología; ambas a veces se complementan, pero en muchas ocasiones se contradicen, produciendo una gran confusión acerca de la evolución histórica de Chichén. La evidencia señala que la primera llegada de grupos itzá de origen Chontal procedentes de las tierras bajas de Tabasco pudo ocurrir hacia el 800 d.C. Las crónicas hacen referencia a la llegada de un segundo grupo Itzá encabezado por Kukulcán (Quetzalcoatl) que llegó a la ciudad en el 987 d.C., estableciendo allí una capital de características toltecas. Ambos se superpusieron a las viejas poblaciones Puuc del Clásico Tardío que habían levantado los edificios del Viejo Chichén y, mientras este sector estaba aún en funcionamiento, construyeron las subestructuras del Templo de Kukulcán y del Templo de los Guerreros. Después, y en una última etapa entre el 987 y el 1.187 d.C., se construyó el sector nuevo de la ciudad con los magníficos edificios de estilo tolteca. Chichén Itzá se emplazó en una región de pozos naturales (cenotes) que proporcionaron a la ciudad suficiente agua, en particular el denominado Xtoloc, mientras que el Cenote de los Sacrificios tuvo una naturaleza más ritual. Edificios con elementos del centro de México se levantaron en el sector nuevo, como plataformas de danza combinando talud y tablero, tzompantlis o altares de cráneos, el Templo de los Guerreros con sus pilares que sostuvieron una techumbre plana, salas hipóstilas como el grupo de las Mil Columnas y templos como El Castillo. Estos se decoran con caballeros águila, serpientes devorando corazones, jaguares, cráneos y otros diseños que son característicos en el arte tolteca. Junto a ellos, dioses de naturaleza mexicana como Quetzalcoatl, Tezcatlipoca y Tlalchitonatiuh. Este sector nuevo es mexicano en cuanto a planificación y colocación de los edificios, aunque se nota claramente una tradición arquitectónica maya de tierras bajas que tenía por aquel entonces más de un milenio. Desde el punto de vista social y político, el gobierno de Chichén Itzá no se redujo a esta ciudad, sino que se amplió a casi todo el centro y norte del Yucatán. Este éxito político estuvo alentado por las nuevas ideas procedentes del centro de México, que transformaron la sociedad maya hacia niveles más seculares, pragmáticos y militarizados, profundizándose la competición por nuevos territorios y productos estratégicos. También se produjo una nueva orientación en las redes comerciales internacionales, en los que jugó un especial papel el comercio costero y la navegación; Puerto Cerritos fue un puerto Itzá en el norte del Yucatán que, junto con Isla Mujeres, sirvió de punto de comunicación para los mercaderes que enlazaron la costa del Golfo -y con ella el centro de México- con Centroamérica, teniendo como intermediaria a la península del Yucatán, cuyo poder político estuvo centralizado en Chichén Itzá.
contexto
Si la importancia del Toletum romano no decayó con la invasión visigoda, llegando a convertirse en capital del Reino, la llegada de los musulmanes supuso que la ciudad se convirtiera en una de las más importantes de al-Andalus. El Toledo andalusí que sucedió a la conquista de Tariq en el 711, llamado Tulaytula, conoció un periodo de enfrentamiento al poder de los emires y califas de Córdoba. Fueron frecuentes las rebeliones que tuvieron a Toledo por epicentro, aglutinando en torno suyo a descontentos con el centralismo de la capital cordobesa y, en ocasiones.Las guerras frecuentes hicieron que la etapa de esplendor del Toledo musulmán no se iniciase sino hasta el siglo XI, cuando ya el poder califal se había desmoronado y al-Andalus era un territorio dividido en varios reinos islámicos, llamados taifas. Toledo fue la capital de una de éstas a partir de 1036, cuando Ismail Dahfir, del clan bereber de los Beni Dilnun, proclama la independencia. A partir de entonces Toledo será gobernada por una dinastía local, que incluye a tres soberanos.El primero de ellos será Ismail Dahfir (1036-1038), quien luchó contra los cordobeses para mantener la independencia. Le sucedió Abul asan Yaya ben Ismail ben Dylinun al-Mamun (1038-1075), conocido por los cristianos como "Almamún" o "Alimenón".Con él el reino de Toledo inicia una etapa de esplendor, llegando a tener bajo su dominio a Córdoba y Valencia. Aliado de Fernando I de Castilla y León, quien le ayudó a tomar el poder, más tarde ambos se enfrentaron en el campo de batalla, siendo derrotado el musulmán. También mantuvo buenas relaciones con Alfonso VI, a quien albergó en Toledo tras ser derrocado por su hermano Sancho II. La vida del rey al-Mamun acabó en la recién tomada Córdoba, donde fue envenenado.El último rey musulmán de Toledo es Yahya ben Ismail ben Yahya Al-Kadir (1075-1081), nieto al-Mamun. Parece que su periodo de gobierno no fue brillante, pues a la pérdida de los territorios conquistados por su antecesor hubo de unir las frecuentes sublevaciones y algaradas. La población de Toledo se hallaba dividida entre los partidarios de mantener la paz y alianza con el rey de Castilla y León, fundamentalmente sectores mozárabes y judíos, y los detractores de ésta, ayudados por al-Mutawakkil de Badajoz, quienes querían iniciar las hostilidades. La situación se saldó inicialmente con la toma de Toledo por parte de Al-Mutawakkil, obligando al rey toledano al-Kadir a refugiarse en Cuenca. Este a su vez cedió los derechos sobre Toledo a Alfonso VI, a petición de que el monarca castellano-leonés le ayudara a reconquistar el reino de Valencia. La entrada de Alfonso VI en Toledo se producirá finalmente en 1085, siendo uno de los momentos más importantes de la llamada Reconquista y dando inicio una nueva etapa en la historia de la ciudad.En su periodo musulmán, Toledo debió de aproximarse a los 40.000 habitantes, emplazados de manera abigarrada en un enjambre de callejas y cuestas, entre la Vega y el Tajo. Precisamente su peculiar localización, dominando los riscos que la separan del Tajo, hizo que en la ciudad la ciencia árabe se afanara por idear ingeniosos sistemas hidráulicos, con el fin de proveer a sus habitantes de agua para el consumo y el riego.Los textos antiguos y los restos arqueológicos nos hablan de algunas construcciones singulares, como la almunia real, un gran huerto ideado para lograr el disfrute de los sentidos, con jardines que imaginan el paraíso y una gran alberca en el centro de la cual se halla un quiosco de grandes vidrieras.En Toledo coexistieron la población islámica, la cristiana y la judía. Fruto de esta etapa es la existencia de mezquitas, iglesias y sinagogas, así como una tradición artesanal en la que aparecen rasgos de estos tres elementos. Merecen la pena ser destacadas edificaciones como las sinagogas del Tránsito y de Santa María la Blanca, la Puerta del Sol, torre albarrana de estilo mudéjar del siglo XIV, o la Mezquita del Cristo de la Luz o de Bab al Mardum.Importante fue también su papel como centro cultural, pues en Toledo se refugiaron buena parte de los intelectuales andalusíes que huyeron de la desintegración del califato, de las luchas intestinas y de la ortodoxia religiosa representada por almorávides y almohades, que obligó a muchos musulmanes y judíos a instalarse allí. Consecuencia directa fue la instauración en Toledo, a partir de la conquista de Alfonso VI, de una Escuela de Traductores, en las que se habrían de traducir importantes obras científicas de autores como Ptolomeo o Avicena.
lugar
En el sur de Navarra, muy cerca de Zaragoza, se encuentra el pueblo de Tulebras, el más pequeño de la comarca a la que pertenece, la Ribera. La historia del pueblo está asociada a la fundación del Monasterio de Santa María de la Caridad. Se trata del primer convento cisterciense femenino de España, allá por el año 1157 cuando las monjas, procedentes de Tudela donde habían fundado su primer monasterio, llegaron al pueblo gracias a la donación del rey Sancho el Sabio. El periodo de esplendor de esta institución corresponde con la Edad Media, viviendo su primera crisis en el siglo XVI y la definitiva en el XIX, cuando se produjeron las diversas desamortizaciones. En la actualidad, Tulebras tiene poco más de cien vecinos.
Personaje Político
Hijo de Chintila, éste le designó como su sucesor. Su elección fue refrendada por una asamblea de nobles y obispos. Sin embargo, rápidamente se arrepintieron de esta elección al percatarse de que podía ser el origen de una monarquía hereditaria. Fue entonces cuando Chindasvinto dirigió una conjura para destronarle. Para ello le obligó a vestir el hábito de monje. De esta forma logró invalidar su reinado de acuerdo con la ley que negaba a quienes hubiesen portado hábitos a ser coronados. En el año 642 fue desterrado y recluido hasta su muerte en un monasterio.