La última morada de Ciro presenta, en su grandiosidad, la misma sencillez que acompañó al fundador del imperio. Originalmente la tumba estaba rodeada de un jardín y un muro de adobe. Sobre un estereobato de seis escalones, cada vez menores, se levantó la cámara cubierta con un tejado de enormes losas a dos aguas. La entrada se cerraba con dos puertas, interior y exterior. El trabajo de cantería, de gran perfección, recoge experiencias jonias, pero también urartias. Estrabón cuenta que Aristóbulo encontró dentro de la cámara un lecho de oro, una mesa con copas y un féretro de oro. Una inscripción decía así: "Hombre, yo soy Ciro, el que fundó el imperio de los persas y fue rey de Asia. No me envidies por este monumento".
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obra
La última morada de Ciro presenta, en su grandiosidad, la misma sencillez que acompañó al fundador del imperio.
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Enterramiento de la Edad del Bronce similar a un domo o una burbuja de piedra, a la que se accedía por un corredor. En estas tumbas era enterrados los nobles y ricos.
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Dentro de la cultura ibérica, uno de los aspectos más importantes es el relacionado con el mundo funerario. El rito de enterramiento más común fue la incineración, siendo depositadas las cenizas en urnas, como vasos cerámicos, cajas de piedra o esculturas también en piedra, como las Damas de Elche o de Baza. Este recipiente, a su vez, se depositaba en una tumba que, en función del rango social del difunto, podía ir desde un simple hoyo hasta una gran construcción funeraria, como la sepultura en forma de torre del Pozo Moro, en la que se debió enterrar a un jefe militar. Otra variante de tumbas relevantes son las llamadas de cámara, como ésta hallada en Galera, Granada. Se trata, en este caso, de construcciones subterráneas de planta cuadrangular a las que se accede por un estrecho pasillo. Estas tumbas, en ocasiones, aparecen resaltadas al exterior mediante grandes túmulos circulares de tierra. En el interior de la tumba, del siglo IV antes de Cristo, además de los objetos que habrían de acompañar al difunto en el otro mundo, se hallaba una urna funeraria realizada en piedra y decorada con bandas horizontales y ondas pintadas en rojo. Estos motivos fueron copiados de ciertos detalles ornamentales que aparecen en los vasos griegos importados por los iberos.
obra
Este monumento funerario, realizado por Hendrik de Keyser, para Guillermo I de Orange, fue concluido por el hijo del artista Pieter. Se trata de un pabellón con de arcadas de mármol blanco y negro, en cuyo interior se encuentra la figura yacente del soberano. En las hornacinas de las esquinas, se representan las alegorias de las cuatro virtudes, ninguna de las cuales y siguiendo el puritanismo de la época, aparecen desnudas.
obra
Esta pintura procedente de la tumba de Horemheb, num. 78 de la necrópolis de Tebas, fechada hacia el 1420 a. C., nos presenta una magnífica representación de la raza negra, en claro contraste con la fisonomía egipcia, que además destaca por un logradísimo movimiento, imitando las danzas negras de las culturas africanas.