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Sobre el tema realizó Poussin por estas fechas, 1634-36, dos versiones: ésta del Museo del Louvre y otra, pintada para Cassiano dal Pozzo, cercana a los lienzos de la serie de Los Sacramentos. En cualquier caso, este cuadro, pintado para un mecenas desconocido, es una de sus grandes obras de la década. Inspirado en Guido Reni y Miguel Ángel, más que en el Domenichino, desarrolla la escena del Evangelio en forma de friso, estructurado simétricamente en dos grupos, entre los cuales se sitúa la figura principal, San Juan Bautista. A la izquierda sitúa un grupo de hombres, desvistiéndose para recibir el bautismo, cuyo modelado es similar al de la escultura clásica. A la derecha, como contrapunto, un grupo de mujeres asiste a la escena. Estas figuras se recortan sobre el río Jordán; el paisaje, con todo, es el escenario del suceso, lejos aún de los paisajes desbordantes que absorben las figuras de sus últimos años.
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Una de las obras más importantes pintadas por Domenico Veneciano es un retablo para la iglesia de Santa Lucia dei Magnoli, en Florencia. En la predella del altar encontramos esta imagen de San Juan Bautista en el desierto, recogiendo el momento en el que el santo cambia sus ricas ropas por una piel de camello, centrando el pintor su atención en el significado espiritual de la decisión del santo al sustituir una vida repleta de lujos por la vida piadosa. Domenico pinta la figura desnuda de manera relajada -es evidente que dentro del retablo apenas pasa desapercibido pero al contemplar la tabla en solitario se concede más importancia a la figura-; es una muestra de la preocupación en el Renacimiento por los modelos antiguos, transformando los tipos griegos por una figura religiosa con la simple colocación de un halo dorado alrededor de su cabeza. Otra importante innovación la encontramos en la ubicación del desnudo en el paisaje, más simbólico que realista ya que las elevadas montañas refuerzan la decisión del santo de abandonar el lujo por la piedad. La pintura flamenca y Andrea del Castagno son dos de las referencias artísticas empleadas por Veneziano que podemos observar en esta escena.
Personaje
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Esta es una obra de plena madurez artística de El Bosco. El pintor, que había realizado un viaje a Venecia, amplió sus paisajes tal vez por influencia de los italianos o tal vez por influencia del alemán Patinir, famoso por sus bellísimas panorámicas. La escena consiste en la representación de la vida contemplativa en medio de las tentaciones del mundo. San Juan Bautista debería ser un ermitaño sometido a duras disciplinas y ayuno. Sin embargo, aparece como un sereno filósofo, vestido de púrpura, en medio de un paisaje absolutamente maravilloso, alejado del desierto en el que debería encontrarse. Plantas, animales, colores, brillos rodean al santo, que los ignora para concentrar su mirada en el cordero místico, al que señala. Junto al santo crece una planta fascinante, de frutos ponzoñosos y que el santo ni siquiera nota.
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La temática infantil será para Murillo una de sus favoritas, tanto si se trata de niños populares -como Tres muchachos o la Muchacha con flores- o divinos cono los Niños de la Concha o este San Juanito que contemplamos. En el Evangelio de San Lucas (Cap. 1, 80) se hace referencia a la infancia de san Juan Bautista con estas palabras: "El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y habitó en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel". Murillo sitúa al pequeño santo en un austero paisaje, acompañado del Cordero. En este momento le visitan unos angelitos por lo que eleva su mirada hacia el cielo. La sensación de austeridad y soledad del niño está perfectamente conseguida por el maestro. La composición se organiza a través de diagonales encadenadas, creando el ritmo estructural. La potente iluminación procedente del cielo que baña el cuerpo del santo y el cordero crea efectos de claroscuro, recordando a algunos trabajos de Ribera, aunque Murillo se inclina por crear sensaciones atmosféricas, de la misma manera que Velázquez.
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El San Juanito aparce sentado sobre una piedra, llevándose la mano derecha al pecho en señal de penitencia y dirigiendo la mirada hacia el cielo de donde le llega una rayo de luz. A su lado encontramos el Cordero que simboliza a Cristo. Las figuras aparecen ante un fondo de paisaje. Al igual que el Buen Pastor Niño, la composición se estructura con una pirámide mientras que diversas diagonales dotan de mayor ritmo al conjunto. La atmósfera conseguida gracias a la luz y el color son una muestra clara de la admiración de Murillo por los maestros venecianos. La pincelada es rápida y diluida cercana al estilo de Velázquez. Resulta curioso comparar esta idealizada escena con los asuntos costumbristas protagonizados por niños en los que Murillo emplea un naturalismo que aporta cotidianidad a las estampas.
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Quizá sea ésta una de las composiciones ejecutadas por Rembrandt con un mayor número de personajes al representar la multitud de personas de diferentes razas e incluso animales que escuchan la predicación del Bautista en un paisaje inspirado en el mundo holandés, siguiendo a Jacob van Ruisdael. Las figurillas están iluminadas por un potente foco de luz que destaca sus gestos y actitudes, la mayoría ajenos a las palabras de san Juan, personaje protagonista que gesticula para reforzar su predicación. Esta grisalla serviría como boceto preparatorio para un aguafuerte que nunca se llegó a realizar, o al menos no ha llegado hasta nosotros. El sistema ya había sido empleado por Rembrandt como se aprecia en el Ecce Homo. Esta Predicación del Bautista fue adquirida por Jan Six en 1658.
Personaje Religioso
San Juan Crisóstomo se formó en la escuela de Libanio junto a San Basilio el Grande mientras que los estudios de teología los realizó con el obispo de Tarso, Diódoro. En el año 376 fue ordenado sacerdote, destacando por su apasionada elocuencia por lo que recibió el sobrenombre de "Boca de Oro". Fue elegido arzobispo de Constantinopla en 398 pero la emperatriz Eudoxia le acusó de hereje cinco años después y fue enviado al exilio. El pueblo reclamó su presencia y san Juan regresó a Constantinopla pero Eudoxia consiguió que fuera de nuevo desterrado. Fue obligado a trasladarse al Ponto, muriendo durante el viaje.