San Damián aparece aquí como la efigie de un noble aristócrata que hubiera encargado su retrato a un gran pintor italiano. El formato central y la pose de la figura nos recuerda aquellos retratos de Venecia, Roma o Florencia, con los personajes importantes del momento: nobles, intelectuales, artistas... típicos del Cincuecento.Yáñez de la Almedina fue un pintor español que introdujo prontamente los usos del Renacimiento. En esta obra deja ver la influencia de Tiziano y Leonardo. El santo posa elegantemente, con ricas telas adornadas con pieles de la mejor calidad, perfectamente plasmadas en su aspecto material. Se toca con un gorrito italiano y viste a la última moda. Tanto su piel como sus vestidos están realizados en una densa gama cálida, que contrasta con el fondo de paisaje. Éste, muy lejano, sigue la teoría de la perspectiva aérea de Leonardo y se torna de un brumoso color azul pálido, que aureola la figura del santo, quien no lleva nimbo o atributo alguno de su santidad.
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Personaje
Religioso
San David fue primado de Gales, cargo desde el que fundó numerosos monasterios en tierras galesas. Consiguió reunir una fabulosa biblioteca que sería destruida por los vikingos. La leyenda cuenta que fue hasta Jerusalén para ser consagrado en la ciudad santa.
obra
En 1645 Murillo recibe su primer encargo importante. Se trata de una serie de grandes lienzos destinada al claustro chico del convento de San Francisco en Sevilla. Once de los trece lienzos que constituían el encargo narraban temas de exaltación cristiana o caridad en la vida de diferentes frailes de la Orden como este cuadro que contemplamos. San Diego de Alcalá era un humilde hermano lego procedente de Sevilla que vivió en el convento franciscano de Alcalá de Henares durante la primera mitad del siglo XV, hasta su muerte en 1463, siendo canonizado en 1589.Murillo nos muestra al santo en el momento de ofrecer una plegaria de acción de gracias antes de servir a los pobres la comida que tiene en una olla. El protagonista aparece arrodillado, en la zona izquierda de la composición, acompañado de un niño de espaldas en la misma postura. Las demás figuras aparecen en diferentes posturas, ordenándose en planos paralelos y captando diferentes actitudes que parecen tomadas del natural, en sintonía con los mendigos de Velázquez. La influencia de Zurbarán y Herrera el Viejo se manifiesta en la pincelada espesa y lisa, la iluminación tenebrista empleada, el evidente naturalismo que define la escena o los colores terrosos empleados, sin eludir los pliegues del hábito del monje. La Cocina de los ángeles es uno de sus compañeros de la serie.
Personaje
Religioso
Político
Profesor en Oxford, alcanzó el arzobispado de Canterbury en 1234. Predicó en Inglaterra la Sexta Cruzada y se enfrentó a Enrique III. Pasó el final de sus días en la abadía francesa de Pontogny. Fue canonizado en 1249 y su fiesta se celebra el 16 de noviembre.
obra
Este lienzo fue pintado para el altar mayor de la iglesia de San Eleuterio en Vicenza. Los especialistas consideran que existiría una importante colaboración de Francesco Bassano, especialmente en la zona del cielo, entre cuyas nubes aparece Cristo, sosteniendo en su mano izquierda la hostia. La escena se desarrolla en el interior de un templo, distribuyendo el pintor las figuras de tal manera que la mirada del espectador se dirige al protagonista, san Eleuterio, quien eleva su mirada para contemplar el milagro. La pintura de Bassano es de caracteres descriptivos, matizados ejemplarmente en el juego de claroscuro. Su arte está exento de la grandilocuencia y monumentalidad de los grandes maestros venecianos, pero no deja de ser otra opción estética, esta vez pintoresca y de enorme cotidianidad, que pronto recuperará el Barroco.
obra
Tal y como veíamos en el San José de Robert Campin, bajo la efigie de los santos más comunes de los Países Bajos se hallan retratados diversos oficios. Petrus Christus titula esta obra San Eligio, aunque podría tratarse de una escena profana en la tienda de un orfebre. Esta identidad del mundo de los santos con la actividad cotidiana de los profesionales de los Países Bajos se debe sobre todo al carácter del mercado del arte en estos años. Tras varios siglos de monopolio de la Iglesia en la producción del arte, el florecimiento económico de las provincias del norte y de Italia favoreció la aparición de una clase alta, burguesa, dedicada al comercio y a las actividades manuales. Estos nuevos clientes, con mucho dinero, llenaron sus casas y sus capillas con objetos de arte para aumentar su prestigio y su poder social. De tal modo, los cuadros que representan a los patronos de los oficios, o a los propios clientes como asistentes a las escenas sagradas, proliferan y extienden el nuevo estilo realista que caracteriza a la pintura flamenca. En el caso de Petrus Christus, nos encontramos ante el supuesto discípulo de Jan van Eyck. Es ante todo, su heredero pictórico, el mejor continuador del realismo simbólico como podemos comprobar en esta escena. San Eligio era el patrón de los orfebres. De hecho, su rostro parece un retrato. El cuadro era un encargo del gremio de orfebrería de Brujas para su capilla particular. San Eligio está sentado en un mostrador que da a la calle, según la costumbre flamenca, y pesa unas piezas de oro. En primer plano gracias a la aparición del espejo cóncavo tan frecuente en Países Bajos (recordemos el Matrimonio Arnolfini o la Dama en el Baño), vemos una calle de la propia ciudad de Brujas, con dos paseantes que se acercan a la tienda. Tras el santo, dos nobles personajes ricamente vestidos, parecen querer comprar algo. En los estantes vemos la mercancía: muestrarios de anillos y sortijas, ramas de coral rojo, colgantes, cuentas de materiales diversos... Una imagen, en fin, más próxima al documento de las costumbres que a la obra religiosa.