La piedad demostrada por san Bonifacio le valió para ser nombrado papa en el año 418 y más tarde recibir la canonización. Ayudó a san Agustín a desarrollar su obra.
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Personaje
Literato
Religioso
Inicia su formación en la cripta de Santa Engracia, una de las escuelas más prestigiosas de los tiempos visigodos. Su hermano Juan y San Isidoro de Sevilla fueron sus maestros, lo que aparece en el libro de las Etimologías. Cuando falleció su hermano Juan, que ocupaba el arzobispado de Zaragoza, ocupó su cargo. Braulio fue elegido para exponer al Papa Honorio I. Braulio de Zaragoza desempeñó una gran actividad cultural. Se hizo cargo de la dirección de la escuela de Zaragoza y de revisar los manuscritos de la biblioteca real. Es autor de los "Cánones del Concilio V de Toledo" y del "Triunfo de los santos mártires de Zaragoza", entre otras obras. Es también una de las principales fuentes para el estudio de la época.
obra
Este lienzo pertenece a la serie de cartujos ilustres del convento de Nuestra Señora de la Defensión. Para ver sus características definitorias, nos referimos al comentario del Beato John Houghton.
obra
La expresión de recogimiento y meditación que impera en esta figura es propia del estilo de Pereira, quien tuvo una importante actividad en Madrid durante los años centrales del siglo XVII, dedicándose fundamentalmente a la realización de obras en piedra para ornar el exterior de edificios religiosos, como es el caso de la que ahora nos ocupa. La imagen muestra la preferencia de su autor por un lenguaje sereno y elegante, lleno de sobrio misticismo y ajeno a la crudeza dramática imperante en la escuela castellana.
obra
Francisco Ribalta fue el pintor más importante de la escuela valenciana del siglo XVII. Formado en El Escorial en los años ochenta, allí aprendió el lenguaje del manierismo reformado, para después evolucionar hacia el naturalismo tenebrista del Barroco, que él define con total plenitud aproximadamente desde 1620, impregnándole de la honda espiritualidad que caracteriza a la escuela española. Modelos concretos, iluminación tenebrista e interés por la realidad inmediata, por lo tangible y lo emocional, caracterizan sus trabajos de los últimos años, entre los que destaca su famoso San Bruno, cuya imagen monumental y austera anuncia el arte de Zurbarán.
Personaje
Religioso
Dedicado a la enseñanza en Rheims, optó por la vida de eremita bajo la dirección de Robert de Molesme. El obispo de Grenoble (Francia), Hughes, le encomendó la zona montañosa de la Chartreuse, lugar en donde construyó un oratorio y en el cual, en 1083, nació la orden de los Cartujos. Llamado a Roma en 1084, jugó un papel fundamental en las reformas de Urbano II. Aunque nunca fue canonizado, la Santa Sede autorizó su culto a los cartujos en 1514 y extendió su culto a la Iglesia universal en 1674. Su festividad se celebra el 6 de octubre.
obra
Zurbarán realizó una serie de cuatro lienzos con los fundadores de las cuatro Órdenes principales de España. Las características definitorias de las cuatro obras están concentradas en el comentario de Santo Domingo, a cuyo análisis nos remitimos.
obra
Esta obra fue realizada por Ribera para Giovan Battista Pisante, prior de la cartuja de San Martino de Nápoles y promotor de una serie de encargos importantes como la Piedad o la Comunión de los apóstoles. El reducido tamaño de este cobre hace pensar que se trata de una imagen para devoción personal del prior, ubicado en sus estancias privadas. El tema está relacionado con el fundador de la Cartuja, en el momento de recibir de dos ángeles la Regla de la Orden. El santo aparece a las puertas de una caverna, arrodillado y dirigiendo su mirada hacia el grupo celestial. La figura está bañada por una luz dorada que permite contemplar las calidades de las telas, el naturalista gesto de devoción del santo o la calavera del fondo. El cielo azulado y un paisaje cierran la composición, creando efectos de atardecer en las nubes anaranjadas. La factura utilizada es rápida y empastada, consiguiendo sensaciones atmosféricas heredadas de los venecianos.
obra
Zurbarán realizó este enorme lienzo en fecha desconocida para la comunidad de la Cartuja de las Cuevas. Representa la visita que uno de los fundadores de la Orden, San Bruno, efectuó al papa Urbano II. La escena resulta muy fría e inexpresiva, sentimiento que se ve reforzado por la torpeza de la composición: nuevamente Zurbarán se muestra incapaz de diseñar correctamente un interior arquitectónico y de proyectar la perspectiva hacia el fondo. El artista, sin embargo, compensa sus carencias con una poderosa narración psicológica del episodio. Conocida es la severidad de la Orden cartuja, que no come carne y tiene voto de silencio. Esta rigidez se transmite en la figura del santo, abrigado por un cortinaje rojo y cerrado completamente sobre sí mismo. Sus líneas son geométricas y muy puras, lo que convierte su imagen casi en una abstracción del recogimiento ideal que debe mostrar un monje cartujo. Al otro lado de la mesa, el poderoso pontífice mira desafiante al espectador. Viste riquísimas sedas y encajes y está bajo un dosel recto y oscuro, firmemente asentado y protector, como ha de ser el propio poder del papa. El único motivo lujoso y colorista de la escena es la estupenda alfombra turca que abriga el suelo de la fría estancia. Tal vez el colorido y la sensualidad que transmite, de origen netamente oriental, presta el contrapunto a una escena llena de formalismo y contención.
obra
Francisco de Herrera, el Viejo, se formó en el Manierismo, aunque la mayor parte de su producción la desarrolló en un estilo naturalista áspero y desabrido. Tal vez sea un residuo manierista la composición inestable de este cuadro, que centra el tema en una diagonal que atraviesa el lienzo, dejando vacía la superficie. Pero el resto de elementos pictóricos son claramente naturalistas, como la sobriedad del dibujo, la reducida gama de color, las figuras realistas hasta el punto de aparentar retratos... El tema del lienzo es San Buenaventura recibiendo el hábito de franciscano. Pertenece a una serie de lienzos que se encargó para el colegio de San Buenaventura en Sevilla, y fue pintada a medias por Herrera y Zurbarán.