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Aunque con dudas, se considera que este retrato y el Retrato de mujer que se encuentra en la misma colección son obras de Carel Fabritius. Su similitud con el estilo de Rembrandt en la década de 1640 es manifiesta pero encontramos ciertas características definitorias de su estilo, especialmente la aplicación de toques de óleo en los rostros, coloreando y estructurando con ellos. El modelo se presenta en primer plano, ataviado como un rico burgués de Amsterdam con su amplio sombrero, sus oscuros trajes y su blanco cuello de fino encaje. Recorta su figura sobre un fondo claro que sirve para contrastar con sus ropas, impactando un fuerte foco de luz en el rostro para destacar la personalidad, especialmente los ojos que se dirigen al espectador. Esa pincelada rápida también la apreciamos en el cabello y en las manos, configurando un excelente retrato.
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Desgraciadamente desconocemos la identidad de los numerosos personajes retratados por Antonello da Messina, produciéndose gracias a sus obras un rotundo cambio en la concepción retratística. Como bien se observa en este personaje, la figura ha abandonado el perfil característico de los retratos quattrocentistas realizados por Masaccio, Pisanello o Piero della Francesca para mostrarse en tres cuartos, proyectándose desde una zona de sombra. La influencia de la pintura flamenca será considerable al aportar tanto este cambio de posición como el interés por profundizar en el carácter del modelo y la minuciosidad de los detalles en los ropajes. El fondo oscuro aporta mayor volumetría al conjunto, sirviendo de precedente para los retratistas del Cinquecento como Tiziano.
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La concepción del retrato en Venecia será alterada de manera radical por Giorgione y Tiziano en los primeros años de la década de 1510. La fuerza de los modelos y la grandiosidad que manifiestan serán los elementos novedosos tomados de la pintura religiosa, diferenciándose así de los demás retratos venecianos del momento. Tiziano avanzará en estos conceptos e incorporará un especial interés por captar la personalidad de los modelos, como bien podemos apreciar en este ejemplo. El protagonista aparece en primer plano, vestido con sus mejores galas y dirigiendo su inteligente mirada hacia la lejanía. La oscuridad de los vestidos y del fondo permiten centrar nuestra atención tanto en la cabeza como en la mano, interesándose el maestro por representar los gestos de sus modelos.La influencia de la pintura nórdica que llegaría a Venecia especialmente de la mano de Durero se manifiesta en la inclusión de la figura en una estancia que nos permite contemplar un paisaje de fondo gracias a la ventana. Si bien la fórmula ya había sido empleada en Venecia, Tiziano incluye novedades al eliminar las referencias descriptivas en la estancia para concentrar su atención en la figura.
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La autoría de este retrato ha estado muy debatida debido al mal estado de conservación en que se halla, apuntándose a Giorgione, Palma el Viejo o Tiziano. Las escasas cualidades pictóricas que se encuentran y la espontaneidad expresiva de la figura apuntan a los pinceles de Tiziano como los autores del retrato, relacionado con otro trabajos de la década de 1510 como el Caballero de la Orden de Malta.Las características generales del retrato corresponden a las que presentan las obras del maestro de Cadore en estas fechas: figura recortada ante un fondo neutro, potente iluminación procedente de la izquierda, cuerpo girado en tres cuartos, mirada perdida y cabeza ligeramente inclinada, añadiendo la expresividad del modelo, intentando captar la personalidad.
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La retratística veneciana del Cinquecento tiene en Tiziano y Giorgione a sus dos grandes renovadores. Sus obras presentan un grandioso efecto y los modelos expresan una intensa fuerza, apartándose de los retratos de los otros maestros venecianos. Tiziano profundizará en esta línea expresiva y aportará a sus retratos una excelente captación psicológica en todos sus personajes, dotándoles de fuerza y expresividad. Estas características se pueden apreciar en este lienzo vinculado a la serie de Vicenzo Mosti o el Hombre del guante, en los que los modelos aparecen representados ante un fondo neutro, con la cabeza inclinada y la mirada perdida. La luz ocupa un papel destacado en la composición al impactar en la figura para aportar una mayor dosis de volumetría y resaltar las calidades de las telas o los diferentes detalles, como el fino anillo que el protagonista luce en el índice de la mano derecha. Las tonalidades oscuras de los trajes hacen más austeros los retratos masculinos, mientras que en los femeninos se permite una mayor libertad cromática como se aprecia en el de Laura Dianti.
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El descubrimiento de la firma en la zona inferior -"Ticianus f."- ha provocado un cambio de atribución en este retrato que antes estaba considerado como de Tintoretto. La fórmula empleada por el artista corresponde a los retratos de los años iniciales de la década de 1520 realizados por Tiziano -véase el retrato de Vincenzo Mosti o el de Baldassare Castiglione- en los que el modelo se recorta ante un fondo neutro y recibe el potente impacto de una luz dorada procedente de la izquierda, resaltando el rostro y las manos. De esta manera, el maestro intenta presentarnos la personalidad de su modelo a través del gesto y la expresión, realizando una profunda captación psicológica que nos permite acercarnos al personaje. Así, los modelos de Tiziano nunca pasan desapercibidos para el espectador, sintiendo atracción o repulsa pero nunca indiferencia. Esta fórmula será continuada por los artistas del Barroco como Rembrandt o Velázquez, e incluso más adelante por Goya.
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No son muy frecuentes los retratos en la producción de Monet, más aficionado al paisaje. Sin embargo, en los que realizó manifiesta su calidad artística de la misma manera que en el resto de sus obras. Desconocemos la identidad de este joven hombre que aparece representado de perfil, dirigiendo su mirada hacia el suelo en un gesto de tristeza, melancolía o vergüenza. El rostro recibe el impacto de la luz mientras que el resto queda emborronado, sin interesar al artista los detalles del traje. De esta manera concentra toda su atención en un gesto, resaltado por la iluminación empleada, dirigiendo nuestra atención hacia aquí y renunciando a los detalles. La similitud con trabajos de Manet en estos momentos resulta significativa -Manet era para los jóvenes artistas un punto de referencia desde la presentación de su Desayuno en la hierba- pero no debemos olvidar las vinculaciones con el realismo de Courbet, uno de los maestros más admirados por Monet en sus primeros años. Resulta curioso comparar esta imagen con un retrato destinado a la venta como el de Madame Gaudibert por lo que podemos deducir que el modelo es alguien cercano al pintor.
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Los retratos de Botticelli en sus últimos años se verán reducidos a la figura, eliminando los paisajes o las referencias espaciales de sus primeras obras - Retrato de una dama o Giuliano de Médici - para mostrar un fondo neutro, intentando que el espectador no se distraiga en elementos superfluos. Estos retratos mejoran al incorporar una mayor dosis de naturalismo, interesándose por aspectos psicológicos del personaje. Es el caso de este hombre desconocido, posiblemente un importante personaje de la Florencia de fines del Quattrocento, vestido de negro para que el público se centre en su desconfiada mirada. Las líneas del rostro están esculpidas como si de una estatua se tratara, resaltando el carácter volumétrico de la figura a través de la iluminación empleada. La relación del artista con Verrocchio o Donatello provocará ese sensacional efecto escultórico que otorga Botticelli a sus personajes. Se ha especulado con la posibilidad de que fuera Michelle Marullo Tarcagniota, pero no existen suficientes datos que aseguren esta hipótesis.
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El retrato flamenco normalmente se realiza sobre un fondo neutro. El ejemplo que se nos muestra en este óleo de Van Scorel está, empero, recortado sobre un fondo de paisaje muy claro y luminoso, con ruinas clásicas al fondo. Estos detalles nos hablan de una honda influencia de la pintura italiana del Renacimiento sobre este autor, que combina los rasgos flamencos e itálicos para producir un tipo de retrato muy especial. Flandes carece de restos romanos, así que las ruinas que aparecen al fondo sólo pudieron ser copiadas de grabados italianos. Eso explicaría los errores tectónicos que aparecen en la construcción, puesto que el artista no llegó a ver un edificio así. El modelo señala a estas ruinas con una mano, mientras que la otra reposa sobre un perrito dormido, atributo de fidelidad. Tal vez se quiera aludir con las arquitecturas clásicas a la formación intelectual del retratado, que de esta manera aparecería caracterizado como un humanista.