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Cuando Fortuny realiza escenas de temática oriental renuncia a los aspectos más exóticos que habían tratado los franceses Fromentin o Delacroix para introducirnos en un mundo anecdótico y cotidiano, como si de un cronista se tratara. Entre estos asuntos populares donde lo que interesa al artista es la luz, debemos incluir esta escena presidida por el cadáver del ahogado al que se acercan otras figuras apenas esbozadas. Los rápidos toques con que el maestro ha aplicado el color contrastan con el refinamiento y el detallismo de las Odaliscas ya que Fortuny se interesa por captar el ambiente, renunciando a detalles superfluos como más tarde harán los impresionistas.
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Fortuny se especializará en una temática oriental que tendrá una considerable acogida entre los clientes europeos, especialmente franceses, que a través del marchante Goupil adquieren los trabajos del pintor catalán. Alejado de la temática romántica, Fortuny se interesa por asuntos cotidianos, presentando la vida íntima que él conocía perfectamente gracias a sus viajes a Marruecos. La demanda exigía unas características determinadas que Fortuny va a ofrecer con una elevada calidad: minucioso dibujo, estilo preciosista que resalte los detalles, colores vivos y temática exótica. El pintor catalán demuestra aquí su dominio técnico al emplear un acertado dibujo y una pincelada rápida pero precisa al mismo tiempo con la que destaca todo tipo de detalles, sin abandonar un cierto interés hacia la luz que en trabajos personales será más atrayente como en la Calle de Tánger o el Mercado de flores. Algunas zonas del lienzo quedan sin cubrir para centrar su atención en las figuras y en los objetos, realizando una verdadera labor arqueológica para recopilar todos los elementos que forman sus cuadros, preciosismo en la ejecución que llegó a fatigar al pintor, amenazando en varias ocasiones con abandonar ese estilo. Pero el alto nivel de vida que Fortuny y su familia llevan le impide dar el paso necesario para acercarse a un estilo más moderno como el Impresionismo, con el que el artista se siente más identificado. Para la figura del momo eligió como modelo una monita que había regalado al artista la duquesa consorte de Castiglione-Colonna, Adelaida d´Afry.
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La atracción por el mundo árabe surge con motivo del primer viaje de Fortuny a Marruecos, pensionado por la Diputación de Barcelona para realizar una serie de obras en las que recogiera las hazañas de las tropas voluntarias catalanas mandadas por el general Juan Prim. Pero el maestro se sintió más interesado por la luz del desierto y por los tipos marroquíes que por las maniobras militares, hasta el punto que llegó a aprender árabe para pasar desapercibido en los ambientes autóctonos. Esos tipos marroquíes van a ser muy empleados por el pintor para protagonizar sus cuadros, recogiendo un amplio catálogo de figuras y de situaciones dignas de formas parte de las Mil y una Noches. En este caso vemos una serie de figuras sobre una pared, destacando la minuciosidad y el virtuosismo con que trabaja Fortuny, teniendo en cuenta que la tabla sobre la que pinta tiene el tamaño de una postal. Los detalles de los trajes, el colorido de los rostros o el ambiente de la escena están captados con tanta nitidez que da la impresión de que el espectador tiene a los personajes a su alcance.
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El objetivo del viaje de Fortuny a Marruecos en el otoño de 1871 acompañado por Tapiró y Ferrándiz era tomar algunos apuntes con los que completar el gran lienzo de la Batalla de Tetuán que la Diputación de Barcelona le había encargado algunos años atrás. El pintor catalán elaboró algunos estudios previos de las tropas marroquíes, como estos soldados a caballo que contemplamos, quizá más interesado por la sensación atmosférica que les rodea. Las figuras parecen atravesar una tormenta de arena, diluyendo sus contornos. El tratamiento pictórico de la acuarela es en esta obra más convencional al trabajar en rápidos toques, quedando el dibujismo de otros trabajos - el Condesito, por ejemplo - apartado por completo.
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Los asuntos orientales definen una parte de la producción de Fortuny aportando en ellos una mayor soltura y unos estudios lumínicos casi impresionistas. En este lienzo nos encontramos ante un grupo de marroquíes realizando maniobras militares, tratándose posiblemente de un estudio preparatorio para los cuadros de batallas encargados por la Diputación de Barcelona. La gran diferencia con los asuntos orientales de los maestros románticos - Delacroix o Ingres - la encontramos en la narración de aspectos cotidianos, alejándose del exotismo para presentar escenas reales. Fortuny emplea una pincelada rápida y empastada, quedando relegado el dibujo virtuoso que le caracteriza a un segundo lugar, resultando una obra de clara libertad pictórica.
Personaje
Disfrutaba una encomienda en Perú cuando contrajo matrimonio con Sebastián Sánchez de Merlo, quien a su vez había heredado otra de su anterior mujer, Ana Suárez. Una vez viuda volvió a casarse con Diego Carvajal, que la sobrevivió. Entonces surgió un problema legal ya que no estaba estipulado que los hombres pudieran heredar encomiendas.
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