El 27 de septiembre de 1821 Constable realiza este boceto que contemplamos en el que se lee "tarde del 27 de septiembre, muy luminosa, después de la lluvia con viento del oeste". De esta manera, el pintor británico nos demuestra su interés hacia los fenómenos atmosféricos y las luces de cada momento por lo que se convierte en un claro antecedente del impresionismo. Las pinceladas son rápidas y abocetadas, presentando la naturaleza de manera más abstracta y vital, por lo que para algunos especialistas los bocetos están considerados como auténticas obras de arte. Venturi ha dicho en referencia a los bocetos: "En las réplicas pintadas para el público, Constable demostró la habilidad del técnico, del realista, del minucioso, diligente, tenaz, terrenal (...) Pero cuando pinta para su propia satisfacción ... entonces transforma todo lo que yace bajo el cielo en una visión artística unificada, que pertenece al mundo del arte, a la vida teórica y no a las contingencias mundanas. Entonces es una artista puro".
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En el invierno de 1821 se produjo en el Elba un deshielo particularmente violento, del cual ha quedado constancia por la descripción realizada por Carl Gustav Carus. Friedrich aprovechó esta misma circunstancia para realizar estos estudios al óleo sobre placas de hielo. Este género del estudio al óleo había tenido su auge desde el cambio de siglo, y se realizaban sin un fin inmediato, es decir, como pequeñas obras en sí mismas. En cualquier caso, la obra que aquí vemos, y las dos del mismo título, sirvieron para varios fines; uno de ellos como ilustración científica. Sin embargo, el más importante es el de haber servido de base a la realización de la obra capital El mar helado, de 1823-24. A pesar de que fueron fechados y atribuidos por mano ajena, como se aprecia en la parte superior con la inscripción "Caspar David Friedrich F + en Dresde el 7 de Mayo de 1840", el corte del lienzo, fragmentado en tres - uno de cuyos trozos ahora apreciamos - es del momento. En la parte inferior pueden apreciarse las señales de los clavos que lo fijaban a alguna base antes de ser reutilizado para el estudio.
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Junto a Estudio de placa de hielo y el siguiente del mismo título, fue realizado por Freidrich durante el deshielo del Elba en el invierno de 1820 a 1821. Este fragmento en particular es de gran interés, pues forma parte, sin modificar, de El mar helado, de 1823-24. Es precisamente el bloque de hielo al que se había atribuido un significado simbólico en el cuadro, puesto que el fragmento en forma de flecha señala, en aquella obra maestra, hacia la embarcación naufragada. Por este estudio sabemos que, aun siendo así, no obedece a un capricho del artista, sino que se trata de una forma real, copiada dos años antes; ello no obsta al uso intencionado de dicha forma. Posee, como los otros estudios sobre placas, una atribución y datación escrita por mano ajena en 1840.
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Se trata del tercer fragmento de los estudios llevados a cabo al óleo por Friedrich durante el deshielo del Elba en el invierno de 1820 a 1821, hoy conservados en Hamburgo. Como los anteriores, es parte de la base de que se sirvió el artista para la realización de El mar helado, tres años más tarde. Fue datado y atribuido por mano ajena, según se aprecia en la parte superior, en 1840. Sin embargo, parece que la rotura del lienzo es del momento, pues los indicios llevan a considerar que se aprovechó un lienzo anteriormente en uso, y que dichos fragmentos fueron fijados, como muestran las señales de los clavos, antes de ser pintados.
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Los dibujos Windsor son una copiosa recopilación de dibujos de Leonardo que la familia real británica posee, en su Biblioteca Real, propiedad última de la reina Isabel II. Entre esta colección tenemos este estudio de planta, alargada, simétrica, cargada de frutos y florecillas. El artista la ha captado con tal rigor que nos recuerda a las láminas de los tratados de medicina y botánica, dos siglos posteriores a los trabajos del pintor italiano.Estos estudios eran válidos por sí mismos a los ojos de su autor, pero además los usará para incluirlos en sus obras al óleo, lo que dado lo dificultoso de la atribución de los cuadros, permite a veces datarlos y confirmar la autoría de Leonardo.
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Entre los dibujos Windsor se ha encontrado la pista de un cuadro perdido de Leonardo da Vinci. Era un Cristo Salvador del Mundo, que debió pintar hacia 1510-15. De este cuadro tan sólo nos queda este boceto con unos estudios de pliegues de vestidos, una costumbre muy común en Leonardo, que nos ha dejado abundantes trabajos preparatorios de sus cuadros al óleo, frecuentemente inacabados.
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La luz adquiere un importante papel en el estudio de Rembrandt, interesado como estaba por las iluminaciones tomadas de Caravaggio y Tiziano. Dos grandes ventanales presiden la pared del fondo por donde recibe la luz la modelo que se sitúa en primer plano, desnuda de medio cuerpo hacia arriba. Los trazos ejecutados por el maestro son rápidos y seguros, sintetizando formas, mostrándose como un habilidoso dibujante.
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En la primavera de 1809 Friedrich retorna a casa; en mayo se desplaza a Neubrandenburg, para regresar a Dresde a finales de julio. Durante ese viaje realizó numerosos estudios de encinas, robles y bosques, que luego fueron incorporados en diversos lienzos. Es el caso de éste que nos ocupa ahora. La línea boscosa que bloquea una continuidad gradual de la visión en su Paisaje de Bohemia, ejecutado hacia 1810, hoy en la Staatsgalerie de Stuttgart, procede precisamente de este estudio. Lleva la fecha de 9 de junio de 1809 en la parte superior derecha. Los robles, asumidos en su individualidad, tenían en aquella época una significación patriótica concreta, como símbolo de lo fuerte y duradero, de lo pagano y libre; en definitiva, de las esencias germánicas, patrióticas. Por ello, y en la vertiente heroica y religiosa de este simbolismo, aparece asociado a tumbas y túmulos. Durante los años decisivos de las guerras napoléonicas fue un motivo recurrente en Friedrich.