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Ingres adoptó el método que habían establecido los pintores del Renacimiento de dibujar las figuras desnudas primero, vestidas después. Este sistema de trabajo lo había aprendido en el taller de David, y le confirmó en su práctica el que Rafael, uno de sus modelos pictóricos, también lo llevara a cabo. De tal modo, el acorazado Roger de la versión definitiva aparece aquí con la figura de un joven casi adolescente, completamente desnudo, ensayando la postura con la que aparecerá en el cuadro final cuando atraviesa con su lanza la boca venenosa de la hidra. También realizó bocetos de Angélica.
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En este caso podemos ver la sección ideal de la ciudad que Leonardo quería proyectar para Milán. Se trata del corte vertical de un edificio de aspecto renacentista (en Milán primaba la arquitectura gótica), así como del subsuelo, en el que podemos ver dos galerías subterráneas. La idea de Leonardo consistía en construir una ciudad a dos niveles: el inferior serviría para el tránsito de carros y el pueblo más bajo, con aberturas de ventilación y comunicación con el nivel superior cada centenar de metros. El nivel superior estaría dedicado a paseo y jardines, siendo usado por los ciudadanos de mayor categoría.
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Como es bien sabido, en el Barroco italiano la técnica del dibujo era considerada imprescindible en la formación de todo pintor. Sólo los seguidores de Caravaggio preferían ignorar esta disciplina. Los jóvenes debían comenzar por copiar grabados de maestros consagrados; luego, pasaban a dibujar partes de cuerpos, tomados de modelos clásicos y del Renacimiento. Cuando dominaban esta parcela, pasaban a copiar estatuas completas. El último paso era asistir a escuelas en que grandes maestros enseñaban sobre la copia de modelos vivos, como hacían el Domenichino y Andrea Sacchi, lecciones que frecuentó Poussin a fines de los años 20. Este dibujo, actualmente en paradero desconocido, es uno de los estudios que tanto gustaban a Poussin en su perfeccionamiento del dibujo y el conocimiento de la anatomía humana, estudios que, con variantes, realizó durante toda su vida. Sin embargo, éste presenta caracteres peculiares, muy personales, no asimilables a otros maestros del Barroco francés. Aunque puede recordar a cuerpos como el del Narciso dormido de Eco y Narciso, no se corresponde con ninguna de las obras conocidas de Poussin. Tampoco se ajusta al repertorio de hombres decapitados de La toma de Jerusalén. Es una obra difícilmente encuadrable, pero de un extraño sabor barroco en su retorcimiento, procurando extraer todas las posibilidades del cuerpo que estudia.
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Tiziano puso especial interés en la ejecución del retrato del duque de Urbino, Francesco Maria della Rovere, a tenor de los estudios preparatorios que nos han quedado. Si bien el más importante es el del duque en cuerpo entero -a pesar de que al final el retrato se cortó por los muslos- no debemos desdeñar este estudio de yelmo que se identificaría con el que aparece tras el duque, sobre la mesa cubierta con un tapete de terciopelo rojo. Tiziano demuestra su habilidad para trabajar con el carboncillo y la tiza blanca, creando una perfecta imitación del pulido metal en el que no faltan los brillos que resultan al impactar la luz en el yelmo.
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Leonardo dibujó múltiples estudios de plegados de telas y ropajes, por separado. Están concebidos como auténticos estudios de volumen y sombreado. Probablemente este caso sea un estudio previo a la Anunciación de los Uffizi, puesto que aunque los plegados no son idénticos, la postura básica es la misma del ángel que trae su mensaje a María.
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Leonardo realizaba estudios pormenorizados de los elementos de cada uno de sus cuadros, muy escasos y extremadamente cuidados en sus detalles. Por la fecha de este estudio, podemos imaginar que se trata de un dibujo posiblemente para la Adoración de los Magos. En cualquier caso, el artista ha eludido prácticamente todas las alusiones al cuerpo humano o a su entorno para fijarse exclusivamente en la construcción de un volumen a través de los vestidos.
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La pose de la figura para la que Leonardo dibuja este vestido, así como la fecha posible de realización nos hace pensar que el boceto era uno de los estudios previos para la Anunciación de la Galería de los Uffizi. Sin referencias al cuerpo humano, Leonardo ha conseguido dar la impresión de la presencia física del ángel tan sólo a través del sombreado y los pliegues de la túnica.