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Schmidt-Rottluff pinta una calle de Dangstadt, donde estuvo en el verano de 1908 en compañía de Heckel, el artista plástica y temáticamente más próximo al de todo el grupo. El cuadro se construye con planos de color rojo y verde fuertes opuestos y en toques cargados de pintura en un impresionismo monumental como lo definió Kirchner en la "Crónica". Junto a las Casas rojas de Heckel (1908, Bielefeld, Kunsthalle) estuvo en la exposición de la sala Richter en 1909.
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Renoir había conocido a Monet en el taller de Gleyre donde ambos estudiaban junto a Sisley y Bazille. En el verano de 1869 los dos jóvenes artistas pasaron bastante tiempo juntos ya que Monet poseía una casita en Saint-Michel y allí trabajaron directamente del natural; se interesaron especialmente por un cabaret flotante en la zona de la Grenouillère al que los parisinos acudían en masa los domingos. Los dos artistas realizaron diversos trabajos en similares estilos surgiendo un claro germen del impresionismo.Pero Renoir había descubierto el lugar un año antes y ya había realizado esta imagen que aquí contemplamos, en la que encontramos claras referencias al nuevo estilo: interés por la luz tomada directamente del natural; sombras coloreadas; pinceladas rápidas y abocetadas; empleo de colores vivos. Se preocupa especialmente por el reflejo de la luz en el agua o cómo pasa esa luz a través de los árboles. Las figuras que pueblan el paisaje serán una constante en la pintura de Renoir, el gran pintor de personas, apreciándose también aquí una de sus temáticas favoritas: la representación de escenas populares en las que se narran las actividades de la burguesía parisina, entre las que destacan le Moulin de la Galette. Sin embargo, el empleo de tonalidades oscuras y el abuso del negro son una clara referencia a Manet y Courbet. El propio Renoir admitió que "cuando se nos acabó el negro empezó el impresionismo".
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La Grenouillère era una zona de esparcimiento situada a orillas del Sena, en la isla de Croissy, entre Bougival y Argenteuil, donde había restaurantes y locales de ocio frecuentados por los parisinos en los fines de semana. El lugar había sido descubierto por Renoir en el año 1868 y al año siguiente acudió junto a su buen amigo Monet para trabajar ante el mismo motivo: uno de los cabarets flotantes de la zona. Así surgen una pequeña serie de lienzos en los que los dos jóvenes artistas presentan unas características similares, trabajando en un estilo tremendamente cercano: interés hacia la luz tomada del natural, luz que provoca el empleo de unas tonalidades determinadas; pinceladas rápidas y cortas que dotan a la composición de un aspecto de mosaico; empleo de sombras coloreadas y tonalidades complementarias; efecto atmosférico que envuelve las escenas y desdibuja los contornos de objetos y personajes; admiración por la "impresión" que surge en el instante ante los ojos del artista. Básicamente éstas serán las características principales del estilo que pronto saldrá a la luz: el impresionismo, estilo que tendrá sus fuentes en la Escuela de Barbizon que tanta admiración causará en los jóvenes creadores.
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En esta composición Mary Cassatt se siente atraída por la manera de captar diferentes figuras al aire libre, de igual manera que hacían Manet, Monet o Renoir. Y es que para los impresionistas, la luz natural será uno de sus grandes retos, interesándose especialmente por los estudios lumínicos. Cassatt ha situado a tres figuras en un jardín, iluminando plenamente a las dos primeras por lo que sus contornos se difuminan y apenas podemos observar con nitidez sus facciones. Sin embargo, el rostro de la tercera figura queda en una zona de sombra al situarse bajo el sombrero por lo que sus rasgos han sido representados con mayor detallismo. El dibujismo tradicionalmente académico deja paso a la pincelada suelta, a la mancha, recurriendo a una gama de tonalidades oscuras para rodear a los tres personajes, destacando los colores blancos de cuellos, puños o sombrero.
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Los temas más queridos por Degas son a menudo de carácter intimista: escenas de baño, planchadoras en su trabajo o sombrereras descansando. Esta escena se podría encuadrar en ésta última temática al mostrarnos a una joven contemplando un sombrero que sujeta con sus dos manos. En la mesa sobre la que se apoya se exhiben más sombreros de variados colores mientras que la pared del fondo tiene uno de los espejos de la tienda en el que se refleja la luz. Los colores ocres y marrones dominan un conjunto que se anima con los azules, rojos, verdes y blancos, rompiendo así la monotonía. La perspectiva empleada por el pintor es muy habitual en su obra ya que recurre a una visión elevada, como si se alzara a una escalera para contemplar el episodio que está pintando. La rapidez de la ejecución contrasta con la delicadeza del dibujo, especialmente de la figura en la que capta su expresión.
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Siempre se ha considerado a Degas como el pintor que nos muestra múltiples aspectos de la Opera. Su gran alumna Mary Cassatt no queda a la zaga al ofrecernos una imagen que pasó desapercibida para el maestro: el flirteo y el cotilleo entre los espectadores adinerados que ocupaban los palcos. En este caso, observamos a una mujer acodada en la barandilla mientras observa con sus anteojos, bien lo que ocurre en la escena o lo que sucede en otros palcos. Al fondo podemos apreciar a un hombre que descaradamente apunta con sus anteojos al palco que ocupa la protagonista de la composición. Las tonalidades negras y rojas se adueñan del conjunto, contrastando con el blanco-amarillento del frente de los palcos. Mientras que la zona del primer plano está más matizada, en el fondo encontramos un difuminado mayor debido a la sensación atmosférica tan del gusto impresionista. El dibujismo de la figura de la dama supone un nuevo contraste sí lo comparamos con el fondo.