A principios de julio, el ejército americano partió al ataque para salir de la península de Cotentin, mientras los ingleses y canadienses atacaban Caen. La nueva ofensiva contra la ciudad martirizada comenzó el 4 de julio con la toma del aeropuerto de Carpiquet. La noche del 7 de julio comenzó la preparación aérea con un bombardeo, en la margen norte de Caen, aislando a las tropas en línea con las tropas que se encontraban retiradas. A las 4:30 horas entró en juego toda la artillería, incluidos los dieciséis pulgadas del acorazado Rodney. Siguieron los bombardeos que sembraron la destrucción en toda la ciudad. A las 7:30 horas atacaron los destacamentos. Fue una lucha durísima: todos los barrios se vieron transformados en un nido de resistencia que los atacantes tuvieron que neutralizar uno a uno. Después de dos días de resistencia, el general SS Kurt Meyer se negó a sacrificar su propia división y la trasladó a la orilla derecha del Orne. Caen fue entonces liberada, al menos en parte; lo será totalmente el día 9. Para los alemanes, al situación se fue haciendo cada vez más seria. La caída no podía estar lejos si seguían así las cosas. El 9 de julio, día de la toma de Caen, un teniente coronel se presentó en Roche-Guyon para preguntar a Rommel que cuánto tiempo creía que podría detener la invasión. Rommel respondió: "Quince días; tres semanas como mucho".
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Manet alquiló durante una temporada el estudio del pintor sueco Otto Rosen, antes de instalarse en la rue d´Amsterdam. El taller de Rosen se asemejaba a un invernadero, por lo que lo empleó como fondo del retrato doble de su amigo Jules Guillemet y de su joven esposa norteamericana, propietaria de una tienda de modas. La obra fue realizada para ser presentada al Salón de 1879, junto a Pareja en un balandro, en un último intento del pintor por cosechar el deseado éxito oficial. Los modelos aparecen en una actitud cotidiana, sentada la joven y en pie, contemplándola, su marido. Tras ellos observamos la poblada vegetación del estudio y, junto a ella, una preciosa maceta de tonalidades azules. El estilo de Manet es muy delicado, dibujando las manos y los rostros con extrema dedicación, interesándose por los detalles como en sus primeros cuadros. Las tonalidades oscuras vuelven a aparecer y contrastan con la claridad de las carnaciones, especialmente la femenina. También contemplamos diversos tonos de verdes que chocan con los del primer plano. La mirada perdida de la dama difiere de la de su marido, que la observa atentamente con gesto de amor y ternura. Con esta obra, Manet renuncia a las teorías impresionistas que aparecían con cierta frecuencia en sus obras desde la estancia en Argenteuil, junto a Monet - Claude Monet y su esposa o Pavimentadores de la rue Mosnier, por ejemplo -. La excelente calidad de la obra no tuvo una crítica positiva, aunque se empezaron a oír voces a su favor como las de Huysmans o Castagnary.
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Hacia 1883 Renoir inicia un periodo de crisis que le llevará al llamado "periodo seco", momento en el que se siente más atraído por Rafael e Ingres que por efectos de luz o de color. Por esta razón, los trabajos realizados en estos momentos muestran un cuidado dibujo y unas tonalidades más frías y suaves. Curiosamente, el maestro pierde su afición a representar escenas de la vida cotidiana, a excepción de algunos retratos familiares como éste que contemplamos. El niño que con el pelo largo y el aro contempla los juegos del crío con el cubo sería Edmond Renoir, sobrino del artista; Melanie Porteret, la cuñada del pintor, está sentada tras su hijo; Aline Charigot, la futura esposa de Renoir, es la mujer que tocada con un elegante y florido sombrero, se apoya en una sombrilla al tiempo que lleva su mano izquierda a la cara. Al fondo observamos algunas mujeres y niñas paseando por el jardín del Luxembourg -también se apunta al jardín de las Tulleries como escenario de la composición- envueltas en una atmósfera de clara vinculación impresionista, ya que la evolución al nuevo estilo se produjo de manera paulatina. Quizá lo más significativo sea la utilización de unas tonalidades más anaranjadas, aunque su aplicación aún sea densa y compacta.
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En los años finales del siglo XIX las visitas a los museos se hicieron más frecuentes entre los miembros de la burguesía, especialmente las mujeres. El Museo del Louvre dejaba de ser una especie de coto exclusivo para los artistas y abría sus puertas a una importante cantidad de visitantes que contemplaban sus cuadros o preferían leer en la tranquilidad de sus salas, actitudes que vemos en las dos figuras que protagonizan este grabado de Degas. La zona izquierda de la composición está ocupada por una columna, influencia de la fotografía en la pintura, recurso muy típico del Impresionismo. Las líneas verticales y horizontales organizan el conjunto al gusto de Degas.
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Éste es uno de los mayores lienzos pintados por Toulouse-Lautrec y está dedicado al Moulin Rouge, el templo de ocio de París en el fin de siglo. No deja de ser una estampa familiar, puesto que recoge alrededor de una mesa a varios amigos del pintor: a la izquierda está el barbudo Edouard de Jardin hablando con la bailarina Macaroni; frente a él, vemos a Paul Sescau y Maurice Gilbert; Jane Avril aparece de espaldas, destacando su brillante pelo rojizo; al fondo se sitúa La Goulue, retocándose el moño junto a su compañera Môme Fromage. A continuación destaca la pequeña figura de Toulouse-Lautrec acompañado por su primo Tapié de Céleyrand. En primer plano, iluminado su rostro desde abajo para conseguir un aspecto fantasmal, se encuentra la bailarina May Milton. Posiblemente esta zona de lienzo fue añadida en 1895 cuando Henri conoció a la artista, siendo originalmente el cuadro más cuadrado y más íntimo. La influencia de la fotografía y de la estampa japonesa - de la misma manera que hacía Degas - va haciéndose notar cada vez más en el arte de Lautrec. Curiosamente, repite el esquema compositivo de obras anteriores como el Baile en el Moulin de la Galette, con la diagonal característica, colocando a las figuras en diferentes planos para crear sensación de profundidad. Toulouse-Lautrec está interesado en mostrar una imagen de modernidad a través de sus escenas de cabaret o prostitución. Quizá por eso su preocupación por la luz y el color - que tanto interesan a los impresionistas - pasa a un segundo plano, llamándole más la atención las figuras, sus expresiones y actitudes. Más que un pintor, Henri es un cronista de su tiempo que emplea los pinceles en lugar de la pluma.
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El "Moulin Rouge" era el local favorito de Toulouse-Lautrec, punto de encuentro de artistas, bohemios, prostitutas, nobles y ricos burgueses. El ambiente reinante es narrado de esta forma por un anónimo reportero: "A altas horas de la noche, el escenario es indescriptible. La bebida despierta las pasiones latentes de los que bailan, pasiones que en este lugar no deben contenerse de modo alguno. Se juega a los caballos, las mujeres pasan por toda la sala a hombros de los hombres, todo el mundo pide de beber a grito pelado. (...) Después se deja la sala libre para la actuación final del grupo, que brinda el baile más extraño que uno pueda imaginarse en este ambiente estrafalario". En esta composición que contemplamos aparecen dos bailarines profesionales ocupando su posición en la pista mientras que al fondo observamos las diferentes mesas y algún camarero. Henri se interesa por recoger en sus trabajos una estampa del ambiente divertido del local, como si de un cronista del pincel se tratara. Su estilo rápido y dibujístico, donde la línea no se deja comer por el color, identifica este ambiente de placer que el pintor vivió y nos transmite con sus obras.
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El lugar de ocio favorito para Toulouse-Lautrec era el "Moulin Rouge" mostrándonos en sus trabajos la diversión, el baile, el flirteo o las tertulias como si de un cronista de su tiempo se tratara, recogiendo con pinceles todas sus vivencias y a los personajes que desarrollan la vida nocturna. En esta composición nos encontramos ante cuatro figuras en una mesa, tres hombres y una bella mujer, mientras que al fondo se intuyen los reservados. El efecto ambiental ha sido captado de manera perfecta por el pintor, destacando la importancia otorgada a la línea, mostrando unos trazos firmes que difieren del dibujo clasicista de Ingres.
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Uno de los espectáculos más originales del "Moulin Rouge" era el baile de "quadrille" donde cuatro bailarinas danzaban al son de una frenética música. Este baile tenía lugar en el centro de la pista del local por lo que el público elegante se retiraba a las mesas para contemplar el espectáculo. En primer plano encontramos a una pareja de espectadores que se aleja para dejar paso a las profesionales, una de las cuales ha ocupado su lugar, levantando sus faldas ligeramente con su potente gesto. Otra pareja se retira al fondo donde contemplamos los espejos del local y la barandilla del segundo piso. Toulouse-Lautrec se interesa por representar el ambiente de su local favorito, eligiendo un encuadre fotográfico para acentuar la naturaleza de crónica patente en sus trabajos, como si de un moderno "paparazzi" se tratara. En la composición domina el acentuado dibujo de trazos rápidos, firmes y seguros - alejado del estilo clasicista de Ingres - reforzando cada una de las siluetas. El colorido vivo y alegre del lugar también está presente, aplicado de manera rápida y violenta. Las luces artificiales también interesan a Henri, proyectando sombras malvas que enlazan con la pintura impresionista. El recuerdo de las escenas de café pintadas por Degas está presente en este tipo de trabajos.
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La inauguración del "Moulin Rouge" en 1889 supuso para Toulouse-Lautrec uno de los momentos más felices de su vida ya que se iniciaba una fructífera relación con el local de moda más importante de París. En el vestíbulo de ingreso se encontraba su obra En el circo Fernando y más tarde realizará diversos carteles publicitarios del templo del ocio parisino. Los bailes, las atracciones musicales y las bailarinas harían famoso este lugar; entre las actuaciones destacaba la de Pétomané, famoso por sus pedos musicales. En el Moulin siempre había ambiente, como refleja esta escena en la que encontramos las inconfundibles figuras de Valentin le Désossé - el deshuesado, por su tipo delgado y ágil - y de una bailarina que puede ser la Goulue - la Golosa, por su insaciable apetito -. Tras ellos vemos a un grupo de amigos del pintor con sombreros de copa, indicando que es un lugar de mayor categoría que "Le Moulin de la Galette", el lugar de diversión más popular famoso por el cuadro de Renoir. En primer plano y cerrando el círculo se encuentran dos mujeres de perfil - una de ellas, con un alegre vestido rosa - y un hombre cuya silueta se recorta debido a la influencia de la fotografía, muy habitual en aquellos años como había puesto de moda Degas. El colorido empleado por Toulouse-Lautrec es más vivo, más alegre que en obras anteriores, lo que puede indicar la atracción del pintor hacia el lugar que está representando. La pintura de Henri se hace más personal y olvida el poso realista de sus primeras obras. Su interés por el dibujo - que duraría toda su vida - se puede apreciar en el gusto por la línea que observamos en las figuras. La alegría del local ha sido captada perfectamente, lo que demuestra su integración plena en él.