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Viernes, 3 de agosto Partimos viernes 3 días de agosto de 1492 años, de la barra de Saltes, a las ocho horas. Anduvimos con fuerte virazón hasta el poner del Sol hacia el Sur sesenta millas, que son 15 leguas; después al Sudueste y al Sur cuarta del Sudueste, que era el camino para las Canarias. Sábado, 4 de agosto Anduvieron al Sudueste cuarta del Sur. Domingo, 5 de agosto Anduvieron su vía entre día y noche más de cuarenta leguas.
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Lunes, 3 de diciembre Por causa de que hacía siempre tiempo contrario no partía de aquel puerto, y acordó de ir a ver un cabo muy hermoso un cuarto de legua del puerto de la parte del Sueste. Fue con las barcas y alguna gente armada; al pie del cabo había una boca de un buen río, puesta la proa al Sueste para entrar, y tenía cien pasos de anchura; tenían una braza de fondo a la entrada o en la boca, pero dentro había doce brazas y cinco y cuatro y dos, y cabrían en él cuantos navíos hay en España. Dejando un brazo de aquel río fue al Sueste y halló una caleta, en que vido cinco muy grandes almadías que los indios llaman canoas, como fustas, muy hermosas y labradas, que eran, diz que era placer vellas, y al pie del monte vido todo labrado. Estaban debajo de árboles muy espesos, y yendo por un camino que salía a ellas, fueron a dar a una atarazana muy bien ordenada y cubierta, que ni sol ni agua no les podía hacer daño, y debajo de ella había otra canoa hecha de un madero como las otras, como una fusta de diez y siete bancos, que era placer ver las labores que tenía y su hermosura. Subió una montaña arriba y después hallóla toda llana y sembrada de muchas cosas de la tierra y calabazas, que era gloria verla; y en medio de ella estaba una gran población; dio de súbito sobre la gente del pueblo, y como los vieron, hombres y mujeres dan de huir. Aseguróles el indio que llevaba consigo de los que traía, diciendo que no hubiesen miedo, que gente buena era. Hízolos dar el Almirante cascabeles y sortijas de latón y contezuelas de vidrio verdes y amarillas, con que fueron muy contentos. Visto que no tenían oro ni otra cosa preciosa y que bastaba dejarlos seguros, y que toda la comarca era poblada y huidos los demás de miedo (y certifica el Almirante a los Reyes que diez hombres hagan huir a diez mil; tan cobardes y medrosos son, que ni traen armas, salvo unas varas y en el cabo de ellos un palillo agudo tostado), acordó volverse. Dice que las varas se las quitó todas con buena maña, rescatándoselas, de manera que todas las dieron. Tornados adonde habían dejado las barcas, envió ciertos cristianos al lugar por donde subieron, porque le había parecido que había visto un gran colmenar. Antes que viniesen los que había enviado, ayuntáronse muchos indios y vinieron a las barcas, donde ya se había el Almirante recogido con su gente toda. Uno de ellos se adelantó en el río junto con la popa de la barca e hizo una grande plática que el Almirante no entendía, salvo que los otros indios de cuando en cuando alzaban las manos al cielo y daban una grande voz. Pensaba el Almirante que lo aseguraban y que les placía de su venida, pero vido al indio que consigo traía demudarse la cara y amarillo como la cera, y temblaba mucho, diciendo por señas que el Almirante se fuese del río, que los querían matar, y llegóse a un cristiano que tenían una ballesta armada y mostrólá a los indios; y entendió el Almirante que les decía que los matarían todos, porque aquella ballesta tiraba lejos y mataba. También tomó una espada y la sacó de la vaina, mostrándosela, diciendo lo mismo. Lo cual, oído por ellos, dieron todos a huir, quedando todavía temblando el dicho indio de cobardía y poco corazón, y era hombre de buena estatura y recio. No quiso el Almirante salir del río, antes hizo remar en tierra hacia donde ellos estaban, que eran muy muchos, todos teñidos de colorado y desnudos como sus madres les parió, y algunos de ellos con penachos en la cabeza y otras plumas, todos con sus manojos de azagayas. "Lleguéme a ellos y diles algunos bocados de pan y demandéles las azagayas, y dábales por ellas a unos un cascabelito, a otros una sortija de latón, a otros unas contezuelas, por manera que todos se apaciguaron y vinieron todos a las barcas y daban cuanto tenían por quequiera que les daban. Los marineros habían muerto una tortuga, y la cáscara estaba en la barca en pedazos, y los grumetes dábanles de ella como la uña, y los indios les daba un manojo de azagayas. Ellos son gente como los otros que he hallado --dice el Almirante--, y de la misma creencia, y creían que veníamos del Cielo, y de lo que tienen luego lo dan por cualquier cosa que les den, sin decir que es poco, y creo que así harían de especería y de oro si lo tuviesen. Vide una cosa hermosa no muy grande y de dos puertas, porque así son todas, y entré en ella y vide una obra maravillosa, como cámaras hechas por una cierta manera que no lo sabría decir, y colgado al cielo de ella, caracoles y otras cosas. Yo pensé que era templo, y los llamé y dije por señas si hacían en ella oración; dijeron que no, y subió uno de ellos arriba, y me daba todo cuanto allí había, y de ello tomé algo". Martes, 4 de diciembre Hízose a la vela con poco viento y salió de aquel puerto que nombró Puerto Santo. A las dos leguas vido un buen río de que ayer habló. Fue de luengo de costa, y corríase toda la tierra, pasado el dicho cabo, Lesueste y Ouesnoroeste hasta el Cabo Lindo, que está al cabo del Monte al Leste cuarta del Sueste, y hay de uno a otro cinco leguas. Del Cabo del Monte a legua y media hay un gran río algo angosto. Pareció que tenía buena entrada y era muy hondo. Y de allí a tres cuartos de legua vido otro grandísimo río, y debe venir de muy lejos. En la boca tenían bien cien pasos y en ella ningún banco, y en la boca ocho brazas y buena entrada, porque lo envió a ver y sondar con la barca; y viene el agua dulce hasta dentro en la mar, y es de los caudalosos que había hallado y debe haber grandes poblaciones. Después del Cabo Lindo hay una grande bahía que sería buen pozo por Lesnordeste y Sueste y Sursudueste. Miércoles, 5 de diciembre Toda esta noche anduvo a la corda sobre el cabo Lindo, adonde anocheció, por ver la tierra que iba al Leste, y al salir del sol vido otro cabo al Leste, a dos leguas y media. Pasado aquel, vido que la costa volvía al Sur y tomaba Sudueste, y vido luego un cabo muy hermoso y alto a la dicha derrota, y distaba de este otro siete leguas. Quisiera ir allá, pero por el deseo que tenía de ir a la isla de Baneque, que le quedaba, según decían los indios que llevaba, al Nordeste, lo dejó. Tampoco pudo ir al Baneque, porque el viento que llevaba era Nordeste. Yendo así, miró al Sueste y vido tierra y era una isla muy grande, de la cual ya tenía diz que información de los indios, a que llamaban ellos Bohio, poblada de gente. De esta gente dice que los de Cuba o Juana y de todas esotras islas tienen gran miedo, porque diz que comían los hombres. Otras cosas le contaban los dichos indios, por señas, muy maravillosas; mas el Almirante no diz que las creía, sino que debían tener más astucia y mejor ingenio que los de aquella isla Bohio para los cautivar que ellos, porque eran muy flacos de corazón. Así que porque el tiempo era Nordeste y tomaba del Norte, determinó de dejar a Cuba o Juana, que hasta entonces había tenido por tierra firme por su grandeza, porque bien habría andado en un paraje ciento y veinte leguas, y partió al Sueste cuarta del Leste. Puesto que la tierra que él había visto se hacía al Sueste, daba este resguardo, porque siempre el viento rodea del Norte para el Nordeste y de allí al Leste y Sueste. Cargó mucho el viento y llevaba todas sus velas, la mar llana y la corriente que le ayudaba, por manera que hasta la una después de mediodía desde la mañana hacía de camino ocho millas por hora, y eran seis horas aún no cumplidas, porque dicen que allí eran las noches cerca de quince horas. Después anduvo diez millas por hora, y así andaría hasta el Poner del sol unas 88 millas, que son 22 leguas, todo al Sueste. Y porque se hacía de noche, mandó a la carabela Niña que se adelantase para ver con día el puerto, porque era velera; y llegando a la boca del puerto, que era como la bahía de Cádiz, y porque era ya de noche, envió a su barca que sondase el puerto, la cual llevó lumbre de candela; y antes que el Almirante llegase adonde la carabela estaba barloventeando y esperando que la barca le hiciese senas para entrar en el puerto, apagósele la lumbre a la barca. La carabela, como no vido lumbre; corrió de largo y hizo lumbre al Almirante, y, llegado a ella, contaron lo que había acaecido. Estando en esto, los de la barca hicieron otra lumbre: la carabela fue a ella, y el Almirante no pudo, y estuvo toda aquella noche barloventeando. Jueves, 6 de diciembre Cuando amaneció se halló cuatro leguas del puerto. Púsole nombre Puerto María, y vido un cabo hermoso y al Sur cuarta del Sudueste, al cual puso nombre Cabo de Estrella, y parecióle que era la postrera tierra de aquella isla hacia el Sur, y estaría el Almirante de él veintiocho millas. Parecióle otra tierra como isla no grande al Leste, y estaría de él cuarenta millas. Quedábale otro cabo muy hermoso y bien hecho, a quien puso nombre Cabo del Elefante, al Leste cuarta del Sueste, y distaba ya 54 millas. Quedábale otro cabo al Lessueste, al que puso nombre el Cabo de Cinquin; estaría de él veintiocho millas. Quedábale una gran escisura o abertura o abra a la mar, que le pareció ser río, al Sueste, y tomaba de la cuarta del Leste, habría de él a la abra veinte millas. Parecióle que entre el Cabo del Elefante del de Cinquin habría una grandísima entrada, y algunos de los marineros decían que eran apartamiento de la isla; a aquella puso por nombre la isla de la Tortuga. Aquella isla grande parecía altísima tierra, no cerrada con montes, sino rasa como hermosas campiñas, y parece toda labrada o grande parte de ella, y parecían las sementeras como trigo en el mes de mayo en la campiña de Córdoba. Viéronse muchos fuegos aquella noche, y de día muchos humos como atalayas, que parecía estar sobre aviso de alguna gente con quien tuviesen guerra. Toda la costa de esta tierra va al Leste. A horas de vísperas entró en el puerto dicho, y púsole nombre Puerto de San Nicolás, porque era día de San Nicolás, por honra suya, y a la entrada de él se maravilló de su hermosura y bondad. Y aunque tiene mucho alabados los puertos de Cuba, pero sin duda dice él que no es menos éste, antes los sobrepuja y ninguno le es semejante. En boca y entrada tiene legua y media de ancho, y se pone la proa al Sursueste, puesto que por la grande anchura se puede poner la proa adonde quisieren. Va de esta manera al Surueste dos leguas, y a la entrada de él, por la parte del Sur, se hace como un angla, y de allí se sigue así igual hasta el cabo, adonde está una playa muy hermosa y un campo de árboles de mil maneras y todos cargados de frutas, que creía el Almirante ser de especerías y nueces moscadas, sino que no estaban maduras y no se conocían, y un río en medio de la playa. El hondo de este puerto es maravilloso, que hasta llegar a la tierra es longura de una nao no llegó la sondaresca o plomada al fondo con cuarenta brazas, y hay hasta esta longura el hondo de quince brazas y muy limpio; y así es todo el dicho puerto de cada cabo, hondo dentro una pasada de tierra de 15 brazas, y limpio; y de esta manera es toda la costa, muy hondable y limpia, que no parece una sola baja, y al pie de ella, tanto como longura de un remo de barca de tierra, tiene cinco brazas, y después de la longura del dicho puerto, yendo al Sursueste, en la cual longura pueden barloventear mil carracas; bojó un brazo del puerto al Nordeste por la tierra dentro una grande media legua, y siempre en una misma anchura, como que lo hicieran por un cordel; el cual queda de manera que estando en aquel brazo, que será de anchura de veinticinco pasos, no se puede ver la boca en la entrada grande, de manera que queda puerto cerrado, y el fondo de este brazo es así en el comienzo hasta el fin de once brazas, y todo basa o arena limpia, y hasta tierra y poner los bordos en las hierbas tiene ocho brazas. Es todo el puerto muy airoso y desabahado de árboles, raso. Toda esta isla le pareció de más peñas que ninguna otra que haya hallado. Los árboles más pequeños, y muchos de ellos de la naturaleza de España, como carrascos y madroños y otros, y lo mismo de las hierbas. Es tierra muy alta, y toda campiña o rasa y de muy buenos aires, y no se ha visto tanto frío como allí, aunque no es de contar por frío, mas díjolo al respecto de las otras tierras. Hacia enfrente de aquel puerto una hermosa vega y en medio de ella el río susodicho; y en aquella comarca, dice, debe haber grandes poblaciones, según se veían las almadías con que navegan, tantas y tan grandes, de ellas como una fusta de quince bancos. Todos los indios huyeron y huían como veían los navíos. Los que consigo de las isletas traía tenían tanta gana de ir a su tierra que pensaba, dice el Almirante, que, después que se partiese de allí, los tenía de llevar a sus casas, y que ya lo tenían por sospechoso, porque no lleva el camino de su casa, por lo cual dice que ni les creía lo que le decían, ni los entendía bien, ni ellos a él, y diz que habían el mayor miedo del mundo de la gente de aquella isla, así que, por querer haber lengua con la gente de aquella isla, le fuera necesario detenerse algunos días en aquel puerto, pero no lo hacía por ver mucha tierra, y por dudar que el tiempo el duraría. Esperaba en Nuestro Señor que los indios que traía sabrían su lengua y él la suya, y después tornaría, y hablará con aquella gente, y placerá a Su Magestad, dice él, que hallará algún buen rescate de oro antes que vuelva. Viernes, 7 de diciembre Al rendir del cuarto del alba, dio las velas y salió de aquel puerto de San Nicolás y navegó con el viento Sudueste al Nordeste dos leguas hasta un cabo que hace el Cheranero, y quedábale al Sueste un angla y el Cabo de la Estrella al Sudueste, y distaba del Almirante veinticuatro millas. De allí navegó al Leste, luengo de costa hasta el Cabo Cinquin, que sería 48 millas; verdad es que las veinte fueron del Leste cuarta del Nordeste. Y aquella costa es tierra toda muy alta y muy grande fondo; hasta dar en tierra es de veinte y treinta brazas, y fuera tanto como un tiro de lombarda no se halla fondo, lo cual todo lo probó el Almirante aquel día por la costa, mucho a su placer con el viento Sudueste. El angla que arriba dijo llega diz que al Puerto de San Nicolás tanto como tiro de una lombarda, que si aquel espacio no se atajase o cortase quedaría hecha isla, lo demás bojaría en el cerco treinta y cuatro millas. Toda aquella tierra era muy alta y no de árboles grandes, sino como carrascas y madroños, propia, diz, que tierra de Castilla. Antes que llegase al dicho Cabo Cinquin con dos leguas, halló un agrezuela como la abertura de una montaña, por la cual descubrió un valle grandísimo, y vídolo todo sembrado como cebadas, y sintió que debía de haber en aquel valle grandes poblaciones, y a las espaldas de él había grandes montañas y muy altas. Y cuando llegó al Cabo Cinquín, le demoraba el cabo de la isla Tortuga al Nordeste, y habría treinta y dos millas; y sobre este Cabo Cinquin, a tiro de una lombarda, está una peña en la mar que sale en alto que se puede ver bien. Y estando el Almirante sobre el dicho Cabo, le demoraba el Cabo del Elefante al Leste, cuarta del Sueste, y habría hasta él setenta millas, y toda tierra muy alta. Y a cabo de seis leguas, halló una grande angla, y vido por la tierra dentro muy grandes valles y campiñas y montañas altísimas, todo a semejanza de Castilla. Y dende a ocho millas halló un río muy hondo, sino que era angosto, aunque bien pudiera entrar en él una carraca, y la boca toda limpia, sin banco ni bajas. Y dende a diez y seis millas, halló un puerto muy ancho y muy hondo, hasta no hallar fondo en la entrada ni a las bordas a tres pasos, salvo quince brazas, y va dentro un cuarto de legua. Y puesto que fuese aún muy temprano, como la una después del medio día, y el viento era a popa y recio, pero porque el cielo mostraba querer llover mucho y había gran cerrazón, que es peligrosa aún para la tierra que se sabe, cuanto más en la que no se sabe, acordó de entrar en el puerto, al cual llamó Puerto de la Concepción. Y salió a tierra en un río no muy grande que está al cabo del puerto, que viene por unas vegas y campiñas que era una maravilla ver su hermosura. Llevó redes para pescar, y antes que llegase a tierra saltó una lisa como las de España propia en la barca, que hasta entonces no había visto pez que pareciese a los de Castilla. Los marineros pescaron y mataron otras, y lenguados y otros peces como los de Castilla. Anduvo un poco por aquella tierra, que es toda labrada, y oyó cantar el ruiseñor y otros pajaritos como los de Castilla. Vieron cinco hombres, mas no les quisieron aguardar, sino huir. Halló arrayán y otros árboles y hierbas como los de Castilla, y así es la tierra y las montañas. Sábado, 8 de diciembre Allí en aquel puerto les llovió mucho con viento Norte muy recio. El puerto es seguro de todos los vientos excepto Norte, puesto que no le puede hacer daño alguno, porque la resaca, es grande que no da lugar a que la nao labore sobre las amarras ni el agua del río. Después de media noche se tornó el viento al Nordeste y después al Leste, de los cuales vientos es aquel puerto bien abrigado por la isla de la Tortuga, que está frontera a treinte y seis millas. Domingo, 9 de diciembre Este día llovió e hizo tiempo de invierno como en Castilla por octubre. No había visto población, sino una casa muy hermosa en el puerto de San Nicolás, y mejor hecha que en otras partes de las que había visto. La isla es muy grande, y dice el Almirante no será mucho que boje doscientas leguas. Ha visto que es toda muy labrada; creerá que debían ser las poblaciones lejos de la mar, de donde ven cuándo llegaba, y así huían todos y llevaban consigo todo lo que tenían y hacían ahumadas como gente de guerra. Este puerto tiene en la boca mil pasos, que es un cuarto de legua; en ella ni hay banco ni baja, antes no se halla cuasi fondo hasta en tierra a la orilla del mar, y hacia dentro en luengo, va de tres mil pasos todo limpio y base que cualquiera nao puede surgir en él sin miedo y entrar sin resguardo; al cabo de él tiene dos bocas de ríos que traen poca agua; enfrente de él hay unas vegas las más hermosas del mundo y cuasi semejables a las tierras de Castilla, antes éstas tienen ventaja, por lo cual puso nombre a la dicha isla la Isla Española.
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Persisten las tradiciones líticas Humaitá y Umbú de la faja costera y sur de Brasil. Los sitios se sitúan a lo largo de ríos o pantanos, pero a veces ocupan abrigos rocosos. Raederas, bifaces, instrumentos de percusión, guijarros y puntas de proyectil con acanaladura son los rasgos más característicos: no existen piedras de moler. Muchos concheros del sur de Brasil y de las Antillas Mayores son abandonados hacia el 2.500 a.C., pero la fase Macaé de Río de Janeiro y el complejo Cubagua del este de Venezuela aún los tiene. Alrededor del 3.000 a.C. las tierras bajas comienzan a experimentar un proceso de aridez, lo que reduce la extensión de las costas y de los bosques amazónicos. El avance de la sabana y los pastizales proporcionan menores recursos y más dispersos para los cazadores-recolectores; y la supervivencia de los grupos sólo fue posible mediante la reducción de su tamaño y/o un incremento en su movilidad. Se continuó manufacturando cerámica en la costa de Colombia, donde se ha reconstruido una secuencia de varias fases culturales. La fase Tesca es de particular interés, debido a que posee desgrasante de concha y decoración de rejilla, las cuales se desarrollarán en zonas distintas durante el período siguiente.
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Constituido como 307th Pursuit Squadron (Interceptor) el 21 de enero de 1941 en la base de Baer Field (Indiana) y asignado nueve días más tarde al 31st Pursuit Group, uniéndose a los otros dos escuadrones que le acompañarán hasta la actualidad. Realiza su período de instrucción en esta misma base y solamente se traslada a una nueva durante en el tiempo de permanencia en los Estados Unidos, antes de su traslado a Gran Bretaña y posteriormente al norte de Africa. Ya en su campaña italiana, el 29 de mayo de 1944 el comandante del 307th Fighter Squadron, el mayor Sam Brown, volando como escolta de una fuerza de bombarderos que atacaban los alrededores de Viena, mantiene un "dog-fight" junto con los demás componentes del escuadrón y derriba tres aparatos alemanes, pero a su vuelta, y debido a las averías sufridas durante el combate, se vio obligado a saltar sobre sus propias líneas. Las siguientes acciones se centran principalmente en combatir a las fuerzas del Eje que ocupan el norte de Italia, pero quizás sus misiones más difíciles consistieron en proteger a los bombarderos de la 15th Air Force que atacaban la bien defendida refinería de petróleo de Ploesti. En una de estas acciones, el capitán Robert Ridde realiza el primer derribo de un caza alemán sobre los cielos del complejo petrolífero; dos aparatos derribados y otros dos averiados son el saldo del ataque efectuado el 23 de junio de 1944. Estos son meros ejemplos de la actividad desarrollada por este escuadrón. Finalizado el conflicto en Europa se traslada a los Estados Unidos, siendo desactivado el 7 de noviembre de 1945 en la base de Drew Field.
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La historia de este escuadrón es un calco de la de sus otros dos hermanos de Grupo, el 307 y el 309. Se constituye en la base de Baer Field (Indiana) el 21 de enero de 1942 y es asignado al 31st Fighter Group el día 30 del mismo mes. Su periodo de entrenamiento y actuación a lo largo los frentes de Africa del Norte e Italia corrió un camino parejo respecto a los otros dos componentes del Grupo.
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Sigue las mismas vicisitudes que sus dos hermanos, el 307 y el 308, participando en las mismas campañas y utilizando el mismo tipo de aparatos. Finalizada la contienda es también desactivado, pero rápidamente vuelve a prestar servicio en el 31st Fighter Group, al que pertenece hasta nuestros dias, volando el F-16 Fighting Falcon.
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El 31th Fighter Group se activó en la base de Selfridge Field (Michigan) el 1 de febrero de 1940 como 31th Pursuit Group (Interceptor); siéndole asignados los 39th Fighter Squadron, 40th Fighter Squadron y 41st Fighter Squadron, los tres constituídos el 22 de diciembre de 1939 y activados el 1 de febrero de 1940. Equipados con Bell P-39 y Curtiss P40, realizan con estos aparatos el correspondiente curso de entrenamiento, trasladándose a la base de Baer Field (Indiana) el 6 de diciembre de 1941, y a la de New Orleans (Luisiana) en febrero de 1942. En enero de 1942 se pensó transportar en vuelo sus P-39 a Gran Bretaña, vía Atlántico Norte, pero el proyecto es cancelado. Los escuadrones que componen el Grupo se asignan al 35th Fighter Group el 15 de enero de 1942, quedando a la espera de nuevas unidades. Para paliar esta carencia son constituídos el día 21 del mismo mes en la base de Baer Field tres nuevos Fighter Squadron: los 307th, 308th y 309th, los cuales se activan el 30 de enero de 1942, equipados con Bell P39 Airacobra y Curtiss P-40, con los que realizan tareas de entrenamiento. Se vuelve a retomar el proyecto de enviar el Grupo al teatro de operaciones europeo, y así, el equipo de tierra embarca el 4 de junio de 1942 a bordo del Queen Elizabeth, arribando a Clyde el día 10 del mismo mes. También se toma la decisión de que el material aéreo con el que volaban en los Estados Unidos se quede en New Orleans, al considerarse que el P-39 no era un aparato adecuado para ese teatro de operaciones, por cuyo motivo el equipo de vuelo parte hacia Inglaterra al mes siguiente hasta llegar a la base de Atcham, donde es equipado con Spitfire Mk.Vb, el único caza disponible que puede enfrentarse a la Luftwaffe. De esta manera pasa a ser el primer Grupo de la 8th Air Force que entra en servicio, el 5 de agosto de 1942. Las operaciones del Grupo comienzan el 26 de julio de 1942, fecha en la que realiza su primera salida conjuntamente con unidades de la RAF, y el 29 del mismo mes se establece como el primer Grupo de la 8th Air Force que comienza a realizar misiones de combate. Poco dura esta actividad, pues el 12 de septiembre es asignado a la 12th Air Force como parte de las fuerzas que van a operar en el Norte de Africa, que dará comienzo con la "Operación Torch", aunque continúa realizando misiones desde Inglaterra hasta el 9 de octubre. En este periodo "inglés" realiza 1.286 salidas, en la que derriba seis aparatos. Durante este periodo de permanencia en Gran Bretaña recibe la codificación característica de la RAF, es decir, un conjunto de dos letras que identifican al escuadrón y una letra individual que determina cada uno de los aparatos que lo constituyen. El 10 de octubre de 1942 los aparatos del Grupo se envían al norte de Africa vía Gibraltar, mientras que el personal lo hace el día 26 desde el puerto de Clyde, también con el mismo destino. Desde los primeros momentos de la guerra en Africa el Grupo es equipado con el Spitfire MkNb trop. Con estos aparatos realiza las campañas del Marruecos Francés, Argelia, Túnez, Sicilia y el sur de Italia, y con ellos vuela hasta finales de 1943, momento en el que empieza a recibir los más potentes Spitfire Mk.VIII y posteriormente los Mk.IX. El 1 de abril de 1944 comienza la transferencia del 31 Fighter Group a la 15th Air Force, dejando sus Spitfire en beneficio del N.A. P-51B. Esta transición se realiza rápidamente, ya que el día 21 del mismo mes 36 Mustang despegan de la base de San Severo con la misión de proteger a los B-24 Liberator que realizarán un raid de bombardeo sobre la refinería de Ploesti, en Rumania. De regreso a la base reclaman la destrucción de 17 aparatos en el suelo y otros 10 en el aire, por lo que reciben su primera Distinguished Unit Citation. Hasta el final de la II G. M. los escuadrones del Grupo que combaten a las fuerzas del Eje lo hacen en las campañas de Roma y Arno; en el apoyo a la invasión de Normandía, sur de Francia, norte de los Apeninos, zona del Rhin, Europa Central y Valle de Po, durante las cuales recibe su segunda Distinguished Unit Citation por sus acciones sobre Polonia el 25 de julio de 1945. Terminada la contienda el 31st Fighter Group se traslada desde la base italiana de Triolo a la base estadounidense de Drew Field, donde es desactivado.
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La totalidad de los efectivos del 71 Eagle Squadron pasan a formar parte del 334 Fighter Squadron, ya dentro del 4 Fighter Group, cuando se constituye el 22 de agosto de 1942 y se activa el 12 de septiembre del mismo año. Los Spitfire con los que operaba son transferidos como fuerza aérea a este nuevo escuadrón. Pasa toda la contienda basado en Debden, en Inglaterra, desde donde realiza misiones en la ofensiva aérea sobre Europa, participando en las campañas de Normandía, norte de Francia, zona del Rhin, Ardenas, Alsacia y Europa Central. Cuando termina la II G. M. es trasladado a la base de Steeple Morden el 23 de julio de 1945.
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Segundo escuadrón componente del 4 F.G. y, como sus hermanos, procedente de un Eagle Squadron. Constituido también el 22 de agosto de 1942 y activado el 12 de septiembre del mismo año. La diferencia existente entre la constitución y la activación de un escuadrón en la USAAF consiste en que la primera incluye una lista inactiva en la que se especifica el número o nombre o ambos a la vez de la unidad a la espera de su activación; mientras que la segunda es tomar las unidades constituídas y colocarlas en una lista activa para su organización y asignación de personal. Participó en las mismas campañas que el 334 Fighter Squadron.
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Tercer y último componente del Eagle Group, que pasa a formar parte del 4 F.G. dentro del VII Fighter Command. Sigue por los mismos derroteros que sus dos escuadrones hermanos, participando en las mismas campañas. Como complemento a lo indicado para los tres escuadrones, es de destacar que sus emblemas, aunque utilizados por las unidades, no fueron aprobados oficialmente hasta pasada la guerra. Así, el emblema del 334 Fighter Squadron es aprobado el 9 de marzo de 1953; el del 335 F.S. el 7 de noviembre de 1958 y el del 336 F.S. el 15 de octubre de 1947.