Las Bodegas Güell son un curioso edificio placado de piedra autóctona sobre aparejo de ladrillo, con muro en talud y cubierta a dos aguas, muy bien integrado en el paisaje.
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monumento
Las Bodegas Güell fueron construidas en una finca de 825 hectáreas, comprada por Eusebio Güell en la zona del Garraf, termino municipal de Sitges, en 1872. En 1882, Gaudí recibió el encargo de proyectar un pabellón de caza, que, por la razón que fuere, no se llegó nunca a realizar. Años más tarde, en 1895, se aplicó en la ampliación de las bodegas, que habían sido añadidas unos años antes, a la antigua masía originaria, incluida junto con otras dependencias para animales de granja y demás servicios, en la compra antes citada. Aunque se las considera obra de Gaudí, todavía no ha acabado de esclarecerse si fue una obra hecha en colaboración con uno de sus más estimados compañeros del taller, Francesc Berenguer i Mestres, si se la cedió tiempo después de haber aceptado la encomienda o, como apuntan algunos, fue obra enteramente de Berenguer. La confusión se generó por testimonios de ambos, que en ocasiones se adjudicaron la autoría y en otros, la negaron. Fuera quien fuese, el conjunto presenta un claro estilo gaudiniano, que denota a Gaudí como al principal inspirador. La construcción es un curioso edificio placado de piedra autóctona sobre aparejo de ladrillo, con muro en talud y cubierta a dos aguas, muy bien integrado en el paisaje. Hoy día, el complejo pertenece a una empresa privada que lo explota como restaurante.
obra
En los bodegones de Cossío, así como en sus marinas, se da rienda suelta a la capacidad creadora. Aporta a los objetos un tratamiento que recuerda a Ucelay, con que entabló amistad durante su estancia en París. Ambos artistas anulan la temporalidad en sus obras, característica común con otros pintores realistas más jóvenes.
obra
Pablo Picasso siempre fue un modelo para los artistas españoles y el lenguaje lítico de su etapa surrealista funciona como tal desde los primeros años de la década en la obra de Alberto Sánchez, Benjamín Palencia o Moreno Villa.
obra
Juan Van der Hamen fue conocido en la Corte española por sus excelentes bodegones o naturalezas muertas. En el más austero estilo naturalista, este bodegón se distribuye armoniosamente a lo largo de una escueta mesa de madera, sin apenas profundidad, expuestos los objetos como en una alacena. La oscuridad borra cualquier referencia y hace brillar en su presencia física estas piezas de cristal o cerámica con un fuerte foco de luz frontal. Los volúmenes adquieren una presencia que parece hiperreal, lo que ha hecho que se conceda a este tipo de bodegones significados simbólicos de cariz espiritual. Van der Hamen presenta un bodegón de dulces, austero sin embargo en cuanto a composición, algo propio de la tradición española, que contrasta con la exuberancia de los bodegones del Barroco centroeuropeo. Alineado, alternando objetos altos y bajos, presenta unas copas de cristal prístino, en las cuales parece complacerse jugando con las transparencias y los destellos de luz. Hay también un jarro de cerámica roja, unos barquillos, un plato con bizcochos e higos escarchados y una jarra con limonada, en la cual unas moscas pasean, permitiendo al pintor mostrar su habilidad para el detalle diminuto.
obra
Aunque dentro de otras composiciones incluyan detalles de naturaleza muerta, no es frecuente encontrar cuadros de este género entre la obra de los grandes maestros de la pintura española, ya que el paisaje y el bodegón estaban considerados, en la España del siglo XVII, géneros de segunda categoría. Existían artistas especializados como Arellano o Van Der Hamen o se recurría a pintores extranjeros, con preferencia flamencos. Ésta es la cuestión por la que, cuando algún pintor de primera fila como Zurbarán realiza un bodegón, los especialistas intentan buscar un significado oculto, sobre todo religioso, que no ha de tener necesariamente. El maestro se interesa, en este caso, por alinear varios objetos de cerámica y bronce para estudiar el efecto de la luz sobre ellos. Los contrastes de luces y sombras son muy marcados, destacando asimismo la altísima calidad de los objetos que nos muestra el artista. Su minuciosa pincelada y su perfecto dibujo dan al espectador una muestra de buen arte realista.
obra
Fray Juan Sánchez Cotán posee varias obras muy similares a ésta, como el Bodegón del Cardo en el Museo del Prado. La interpretación que se ha dado a estas naturalezas muertas de escasos alimentos, todos ellos austeros y geométricamente dispuestos sobre un nicho, ha tratado de encontrar un significado religioso a la obra, pero nada ha sido demostrado. Como en otras obras del autor, los elementos de la composición penden de cordeles blancos o reposan sobre lo que parece ser el alféizar de una ventana o el nicho de una fresquera. Los vegetales que en este caso se incluyen en el lienzo son frutos de huerta, propios del verano. La elección de esta época para los bodegones también la encontramos en Caravaggio, uno de los primeros en practicar el bodegón. Ejemplo de estas frutas se encuentran en su Cesto de frutas de la Pinacoteca Ambrosiana de Milán.
obra
El estilo primitivo de Sánchez Cotán ha sido adaptado en esta obra por Alejandro Loarte. Lo que en el pintor fraile era amplitud del espacio y reflexión geométrica sobre los objetos aquí se ha convertido en abundancia y cercanía. Los objetos representados son muy similares a los que aparecen en el Bodegón del Cardo, de Cotán. Sin embargo han sido tomados desde un punto de vista mucho más cercano y los vegetales están amontonados, lo que les hace parecer más exuberantes y jugosos. Es innegable que el artista ha seguido la composición habitual en este género, disponiendo las diversas verduras a lo largo de un nicho en sombra, pero las ha dotado de un volumen y color muy personal.