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Más aficionado al paisaje, no es muy habitual la realización de naturalezas muertas en la producción de Monet. Posiblemente sea una obra más comercial debido a la nefasta situación económica que atravesaba el pintor y su familia. Ese año de 1880 realizará su primera exposición individual en la que cosechó un importante éxito de ventas, ayudando a mejorar la delicada situación financiera. Precisamente esta muestra se debió a la negativa de Monet a participar en la quinta exposición de los impresionistas, debido a diferencias con Degas. Renoir y Sisley siguieron a Claude y tampoco enviaron sus trabajos. Este bodegón muestra el alejamiento de Monet de la tradición barroca al eliminar el detallismo clásico a la hora de trazar una naturaleza muerta. Las peras, las uvas y las manzanas reciben un tratamiento totalmente impresionista, aplicando el color con rápidos toques de pincel, desinteresándose de las formas y de los contornos para crear una sensación, un efecto atmosférico. La luz impacta en algunas frutas, resaltando los reflejos con cortas manchas blancas. Las sombras coloreadas serán otro elemento imprescindible de este estilo que descompone la pintura en efectos de luz y de color, resultando imágenes de enorme belleza.
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Durante sus primeros años, Manet sintió especial atracción por los bodegones, tomando como referencia las obras de Chardin que contempló en el Louvre, así como estampas de los pintores flamencos y holandeses del Barroco. Su afición por los maestros antiguos le llevó a esta temática en la que emplea tanto pescados como flores. Son obras ejecutadas con gran maestría en las que los contrastes cromáticos y lumínicos acentúan su belleza. En este bodegón marino los pescados han sido colocados sobre una tela blanca que acentúa los contrastes. Un cuchillo se proyecta hacia el exterior para marcar la volumetría del conjunto, en un alarde de virtuosismo digno de Velázquez. Las tonalidades oscuras son las preferidas por el maestro, quien se decantará por un aclarado de la paleta tras su contacto con Monet y el Impresionismo.
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La importancia de Chardin en la pintura moderna europea ha sido señalada de antiguo. Con independencia de que se le adscriba frecuentemente al rococó, debe señalarse que sus obras han resistido las más sutiles interpretaciones. Por ejemplo, el ilustrado Diderot le admiraba, sobre todo por la calidad de su pintura, por la habilidad de su técnica, entendida como un fin en sí misma, sin que en el género menor que cultivó en ocasiones haya podido ser desvelado significado simbólico codificado alguno, al margen de su representación del tiempo, imagen de un instante.
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Deudor de Snyders en lo esencial de su aprendizaje y orientación, Fyt logró alejarse del nexo rubeniano latente en su maestro, atenuando tanto su desorden compositivo como su vena decorativa, para buscar más los contrastes lumínicos con que realzar los volúmenes, potenciar los efectos plásticos y táctiles y acusar los acentos cromáticos.
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En el Barroco Español los bodegones son considerados piezas de segunda categoría por lo que los artistas suelen dedicarse a la pintura religiosa y a los retratos. Aun así existen algunos artistas especializados en esta temática como Sánchez Cotán, Juan van der Hamen o el propio Juan Bautista de Espinosa. El esquema empleado por estos maestros es muy similar como podemos comprobar en este bello lienzo: ante un fondo neutro se colocan las piezas de fruta y las diferentes vasijas, situadas todas ellas sobre una mesa de madera o el alféizar de una ventana. Algunos elementos - como en este caso las uvas - se proyectan hacia el espectador para implicarle en el asunto. La minuciosidad y la veracidad con que son interpretados todos los elementos es magistral, alcanzando un realismo increíble. Las manzanas o las uvas que observamos se exhiben con el polvillo característico de la fruta, creando un sensacional efecto naturalista. La luz procedente de la izquierda incide sobre los objetos, creando sensación de profundidad al dejar algunas zonas a contraluz. El perfecto dibujo, la técnica precisa y la habilidad a la hora de crear las transparencias y calidades de las pieles indican que Espinosa conocía a la perfección los bodegones procedentes de Flandes que llegaban a España, asimilando su estilo con gran maestría.