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La Universidad de Cervera es el mayor empeño arquitectónico emprendido en Cataluña durante el siglo XVIII. El edificio universitario empezó su construcción en 1718, gracias al patrocinio personal del rey Felipe V, agradecido por la colaboración prestada por esta población a su causa durante la Guerra de Sucesión. Françesc Montagut es el autor de los diseños, modificados dos años más tarde por Alexandre de Rez. El ingeniero Françesc Serrano será el encargado de dirigir la primera fase de la construcción. El espacio universitario se distribuye alrededor de tres patios a los que se abren las residencias para profesores y alumnos, las aulas y la iglesia. El proceso constructivo de la institución educativa fue largo, dilatándose hasta 1789, lo que supone la aparición de variaciones estilísticas en el conjunto. La portada principal se construyó entre 1726 y 1740, reflejando en su remate el estilo rococó mientras el primer cuerpo es de líneas severas; consta de columnas compuestas pareadas que enmarcan el gran arco de medio punto que sirve de acceso mientras el segundo cuerpo presenta un ritmo curvilíneo, adquiriendo mayor importancia lo decorativo, especialmente gracias al remate ascensional en el que apreciamos una mezcla de elementos curvos y contracurvos de gran elegancia. La fachada se continúa con dos pisos, con espacios rectangulares cegados el bajo y ventanas coronadas con frontones curvos el superior. Los planos de la capilla fueron ejecutados por Alexandre de Rez pero en el año 1751 sufrió importantes reformas, llevadas a cabo por Miquel Marín y Pere Cermeño. Presenta una fachada de líneas clásicas flanqueada por dos torres laterales. Sobre el crucero se levanta una cúpula, finalizada en 1789, mejorando con de esta manera la primitiva deficiente iluminación del recinto.
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La Universidad Nacional y de Capodistria se construyó entre 1839 y 1864 con los planos del arquitecto C. Hansen. La financiaron las aportaciones de griegos de la diáspora y los filohelenos. Edificio sobrio y elegante que constituyó "el más hermoso monumento de la ciudad moderna", construido en época del rey de Otón, el edificio tiene estructura en forma de H, inspiración de la antigüedad, y está decorado en su fachada por una columnata jónica y esculturas de I. Kossos y G. Fytalis, entre las cuales están representados Rhigas Velestinlis y el patriarca Gregorio V, primeras víctimas durante las revueltas contra el ocupante turco. En el interior, podemos observar una amplia pintura mural de K. Rahl y E. Lebiedzky que representa el coro de las musas danzando alrededor del trono del rey Otón, alegoría de la renovación de las ciencias y las artes en la Grecia liberada.
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Las primeras referencias documentales sobre la Universidad de Valladolid se fechan en el año 1293 y en ellas se la menciona como ejemplo para la creación de la Corporación Universitaria de Alcalá de Henares. El origen de la Universidad vallisoletana es algo dudoso apuntándose como motivo de su creación la falta de recursos en el Estudio General de Salamanca, lo que motivaría el traslado de profesores y alumnos a la ciudad del Pisuerga. En virtud de una Bula emitida por Clemente VII el Estudio particular vallisoletano se convierte en General, proporcionando Alfonso XI los recursos necesarios. Será en 1417 cuando Martín V autorice al Estudio de Valladolid la enseñanza de Teología, lo que convierte en verdadera Universidad, al crearse después estudios de Cánones, Medicina y Artes. Los edificios que albergaban los estudios sólo daban a la calle Librería -el cercano Colegio de Santa Cruz se abría a una manzana entera- pero en 1714 se construye una fachada que se abre a la plaza de la Universidad La fachada universitaria se traza con la pureza y aspiración de la mejor proyectiva retablística barroca. Es una feliz tentativa de ordenación monumental en la que el autor, F. P. de la Visitación, con habilidad y riqueza de temperamento, extrajo aquello que mejor podía servir a elevar el tono de su decoración. La fachada está compuesta por un orden gigante tetrástilo corintio, alzado sobre altos pedestales. El frente de piedra se corona por un potente edículo. Tres cuerpos, ordenados en esquema vertical, servirán de habitáculo a un programa iconográfico albergado en hornacinas y espaciado por los interejes, la calle central y el frontispicio del remate. La escultura corre a cargo de Antonio Tomé y de sus hijos Narciso y Diego. El espíritu de invención que en el programa aparece lo constituye la interpretación de la Sabiduría y de aquellos que la respetan y la impulsan. Las esculturas son alegorías de la Ciencia que se imparte en la Universidad; por ello aparecen en el primer cuerpo la Retórica y la Geometría, en el segundo la Teología, la Ciencia Canónica y la Ciencia Legal, y en la cumbre la Astrología, la Medicina y la Filosofía. Como colofón, en lo más alto, la Sabiduría. La versión brillante del saber se complementa con las imágenes de los reyes que protegieron la Universidad a lo largo de la Historia. Es la imagen simbólica de la protección de la ciencia que se encarna en la Monarquía y en nombres como Juan I, Alfonso VII, Enrique III y Felipe II, soberanos que aparecen sobre la balaustrada. Es una obra razonadora, que justifica cada detalle por puntuales razones históricas, científicas, académicas, y que ha quedado en la vanguardia del siglo XVIII como un testimonio de una nueva inquietud artística y semántica. El edificio universitario se derrumba en 1909, conservándose la fachada, siendo sustituido por una construcción de Teodosio de Torres. En 1939 el nuevo edificio sufre un incendio que destruye el edificio superior, introduciéndose desde se momento numerosas modificaciones.
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Uno de los mayores alicientes y verdadero animador de la vida urbana compostelana es su carácter universitario. Miles de estudiantes pasean por las aulas de su Universidad, una de las de mayor solera intelectual de España. El antiguo edificio de su Universidad se remonta al año 1501, aunque el aspecto actual del edificio corresponde a finales del siglo XIX. En estas fechas se añade un colegio de jesuitas y, algo después, es levantado un nuevo piso. Del conjunto universitario merece la pena destacar, por su belleza artística, la sillería del coro del Rectorado y el Aula Magna. También debe ser tenida en cuenta su rica Biblioteca, con un importante fondo de incunables. La antigua Universidad ha perdido, por motivos de funcionalidad, parte de sus viejas atribuciones. Necesidades de espacio han desplazado a la mayor parte de los centros docentes a la Ciudad Universitaria, de forma que en la antigua Universidad quedan las Facultades de Geografía e Historia y el Instituto de la Lengua Gallega. Existen además otros edificios universitarios, como la Facultad de Medicina, el Colegio Mayor Fonseca o el Archivo Histórico.
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La Universidad barcelonesa hasta el siglo XIX se asentaba en el ruinoso edificio del convento del Carmen. En mayo de 1853 se ordenó la reconstrucción de la Universidad, encargándose a Elías Rogent el trazado y los presupuestos del proyecto. El arquitecto, principal representante de la tendencia neorrománica y de carácter neomedieval en Cataluña, fue el autor del entonces único edificio universitario, que albergaba todas las facultades. La Universidad, situada en la plaza homónima, ocupa dos manzanas del Ensanche y es de estilo gótico civil italiano, muy de moda en el ámbito alemán. En esta obra, Rogent asume el historicismo partiendo de unos principios nacionales y, con un repertorio de formas propias, producto de sus investigaciones, lo que significa el abandono en parte de la vía arqueologista. El arquitecto sigue las teorías racionalistas de Viollet-le-Duc, para lo cual prescindió en fachada de todo ornamento arqueologista, mostrando las posibilidades de una renovación absoluta. En el interior, aunando la dicotomía que caracteriza al arte medieval hispano, utiliza los lenguajes cristiano e islámico.