La estancia del joven Goya en el taller de José Luzán fue muy fructífera, asimilando el estilo barroco de su maestro con pasión como podemos observar en esta escena. Dios Padre preside la composición sentado sobre un trono formado por nubes y la bola del mundo, acompañado de una corte de querubines en diferentes y forzadas posturas recordando a los realizados por Murillo. Un ángel en un magnífico escorzo sostiene el trono de Dios, sobre el que encontramos la paloma del Espíritu Santo, destacando entre el cielo anaranjado, recurso muy típico entre los artistas para hacer referencia a lo sobrenatural. La Virgen María junto al Niño Jesús y san José, con su vara florida, se sitúan en la zona terrenal, junto a san Joaquín y santa Ana, las figuras más ancianas que completan la escena. El empleo de una iluminación intensa que acentúa las tonalidades, la expresividad de las figuras y el abocetamiento general de la escena indican la personalidad de Goya, todavía en gestación debido a su temprana edad, unos 17 años. Este lienzo formaba pareja con la Aparición de la Virgen del Pilar.
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lugar
Capital y ciudad principal de Libia, en la cota noroeste, a unos 200 km. de la frontera con Túnez. Es un puerto importante y su industria se basa especialmente en la pesca. Está situada a orillas del Mediterráneo, en la parte occidental de un fértil oasis. Actualmente, Trípoli es un importante centro político - administrativo y comercial, gracias al tráfico de su puerto. Se piensa que Trípoli tuvo origen prehistórico, siendo conocida con el nombre de Makar Wiar, como emporio comercial de los fenicios. Los puertos de Oea, Sabratha y Leptis Magna, fundados por los emprendedores navegantes fenicios en su expansión mediterránea formaron un único emporio llamado por los griegos Tri Polis (tres ciudades). Posteriormente, pasó a ser una colonia romana, convirtiéndose en una de las tres principales de la provincia junto a Leptis Magna y Sabrahta, éstas últimas de mayor importancia, en etapa republicana. A partir del principado de Augusto, la ciudad inició un fuerte desarrollo. Quedan pocos restos del periodo romano en Trípoli, a excepción del arco de Marco Aurelio, en la ciudad antigua. En el siglo V fue conquistada por los vándalos y, en el 533, Belisario, tras arrebatársela a éstos, la anexionó al imperio Bizantino. El dominio bizantino, sin embargo, duró apenas un siglo, ya que en el año 642 fue tomada al asalto por los árabes, y conquistada definitivamente en el 646. Durante los siglos XV - XVI, el territorio fue dominado por los otomanos, a excepción de la Cirenaica, donde el jeque Muhammad ibn Ali al-Sanusi estableció una cofradía de sanusíes. A principios del siglo XX, Italia ocupó Libia; el estallido de la I Guerra Mundial obligó a los italianos a evacuar el país, a excepción de los puertos de Trípoli, al - Hums y Zuwarah. Fue bombardeada masivamente durante la II Guerra Mundial y, en1949, Libia pasó a ser un país independiente. Se ha expandido masivamente desde la revolución de 1969, alcanzando los 620.000 habitantes. Trípoli todavía conserva una serie de monumentos y edificios históricos importantes. El Castillo español en el puerto está fechado en el siglo XVI y alberga en su interior un museo enfocado a la prehistoria, arqueología, etnología e historia natural. Desde el punto de vista urbanístico, la ciudad se halla dividida en dos partes: la ciudad vieja, de típica impronta árabe y turca, y la ciudad nueva, con los barrios residenciales. La ciudad vieja se caracteriza por los callejones estrechos y los souks o mercados para tejedores y artesanos. Hay varias mezquitas con ricos tesoros artísticos y hermosos jardines del siglo XVIII. La ciudad nueva debe mucho a la arquitectura del periodo italiano, con un elegante paseo marítimo y grandes avenidas.
obra
El retablo de Cortona presenta una división estructural a la que Fra Angelico no logra dar continuidad, quedando las imágenes independientes entre sí. La tabla central tiene como motivo la Virgen con el Niño. María se presenta encima de una tarima de mármol con decoración clásica de recuadros de diferentes colores. La zona central del pedestal termina en una estructura muy elegante de arco conopial; más atrás, retranqueado y en horizontal, el entarimado continúa. Para cubrir el espacio que queda en primer plano, Fra Angelico opta por una solución decorativa, importante además en la configuración del efecto de profundidad: coloca en primer término, sobre el suelo, dos jarrones con flores blancas y rojas. Sobre esta brillante solución perspectiva, se presenta María sentada en su trono, cuyo desarrollo adopta un carácter absolutamente arquitectónico: mientras que los brazos del trono están recubiertos por un brocado en oro y negro, el resto de la estructura se continúa mediante columnas en espiral y el remate de un arco con molduras decorativas, que logran dar más prestancia a la figura de la Virgen. Por detrás del trono y a menor escala, algunos ángeles conversan y ofrecen flores a la Madre de Dios, certificando de este modo la consecución de un espacio real. Jesús, cubierto parcialmente por una túnica de matizado color rosa, se sitúa de pie en las rodillas de su madre, en actitud tierna. El Niño va nimbado de oro con el símbolo de la Pasión de la cruz grabado en rojo. En los paneles laterales se sitúan San Juan Evangelista y San Juan Bautista a la izquierda, San Marcos y María Magdalena a la derecha. Los cuatro santos están de pie portando sus elementos iconográficos característicos, pero el espacio creado no sólo es diferente al de la tabla central, sino también distinto para las tablas laterales. Ni la tarima marmórea veteada de la izquierda se corresponde con la de San Marcos y la Magdalena, ni el banco de detrás de los santos está constituido de la misma forma, con lo que se pierde inexplicablemente la tan deseada unificación del escenario. Rematan la estructura de madera unos medallones con el tema de la Anunciación, de carácter muy esbozado, y una Crucifixión muy sumaria en la tabla central, sin apenas elementos espaciales. Una atención mayor en la creación del espacio y una realización más convincente la logrará Fra Angelico en el Tríptico de Perugia, tan sólo un año posterior a la conclusión de este Retablo de Cortona.
obra
Concebido como un altar en miniatura para la devoción privada, con ejemplos muy abundantes en los siglos IX y X, es sin ninguna duda el mejor de ellos. Cristo entronizado está acompañado de la Virgen y San Juan y flanqueado por santos en un estilo rígido, atemperado por la concepción clásica de las figuras y los pliegues y las formas plásticas en un espacio poco profundo.
obra
El excelente tríptico de la Epifania que se conserva en la colegiata de Covarrubias fue realizado por un maestro anónimo vinculado con la escuela flamenca, apreciándose en su composición ecos de la pintura de Van der Weyden y de Memling, especialmente en la acusada verticalidad de las figuras. Apreciamos cierta relación con las formas renacentistas en la majestuosidad de las figuras, la belleza idealizada de la Virgen y su aire melancólico.