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Son muy ricos y abundantes los datos que poseemos relativos a las condiciones de vida de los obreros que trabajaban al servicio del Estado y que debían constituir un amplio número, a juzgar por la política de obras públicas desarrollada por buena parte de los faraones. El poblado de Deir el-Medina, cercano a Tebas, albergaba a obreros y artesanos empleados en la construcción de la necrópolis faraónica. A lo largo de cinco calles y en casas encaladas vivían nubios, descendientes de los antiguos hicsos y egipcios, todos libres. Su régimen alimenticio, a base de pan, carne de buey, ternera, gacela, aves y todo tipo de verduras, más leche, vino y cerveza, pone de manifiesto que vivían con agradable bienestar dentro de su oficio. La actividad era presidida por una administración compuesta por dos jefes y un consejo de obreros, escribas y alguaciles. Todos los trabajadores estaban afiliados a cofradías religiosas y celebraban sus fiestas, oficios y procesiones. Los salarios debían ser más que suficientes, ya que muchos de los obreros eran dueños de las casas en las que viven junto con su mujer o concubina. Estos obreros están exentos del pago de impuesto, a excepción del impuesto personal que gravaba a todos los egipcios. Un contramaestre dirige y vigila la actividad, anotando las faltas al trabajo que se produzcan. Está justificada la ausencia por enfermedad, por celebración de la fiesta de la madre y por ausencia o discusión con la esposa. Otras ausencias no estaban justificadas y recibían una sanción. Un tribunal de obreros decide sobre los litigios que no afectan a lo criminal. A cada brigada se le asigna un médico que regularmente acude en visita al poblado, en virtud de unos acuerdos de higiene en el trabajo. Los salarios eran pagados, generalmente, en víveres: cerveza, grano, pan, pescado seco y verduras, aceite cada diez días y un suplemento de carne en los días festivos. Se tenía conciencia del derecho a ser bien tratado y, cuando tras la semana normal de ocho días de trabajo no se descansan los dos siguientes, o cuando los alojamientos del lugar de trabajo se consideran inadecuados o insuficientes, había protestas y huelgas. Las narraciones de la época dicen que "se tumban". Las condiciones de vida de los obreros que no trabajaban a las órdenes del faraón diferían considerablemente, por lo que estos trabajadores deben ser considerados unos privilegiados.
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Las mujeres realizaban diversas actividades en el seno de su ayllu, y en beneficio de la propia comunidad. Recordemos que el espacio y la propiedad privada entre los andinos importaba muy poco. La agricultura, el tejido, la preparación de alimentos o la crianza de los hijos, eran las tareas habituales de las mujeres andinas. De hecho, cuenta el Padre Arriaga que, en los entierros de las mujeres, junto al cuerpo se depositaban sus útiles de trabajo, "vasos y mazorcas de algodón hilado" mientras que junto al cuerpo de los hombres se dejaban sus útiles de labranza o su armas. En las tareas agrícolas, si hemos de fiarnos de las representaciones iconográficas, el hombre abría la tierra y la mujer depositaba la semilla. En este acto había un símbolo de relación con lo sagrado, de vinculación con la Pachamama. Todavía hoy en algunas comunidades campesinas son las mujeres las responsables de seleccionar y guardar las semillas. Gráfico Murúa y Guamán Poma describen los grupos de edad que los Incas establecían en sus pueblos. Según estos cronistas, en las distintas poblaciones se dividía a hombres y mujeres por edades, y en cada grupo se especificaba una tarea concreta, según la capacidad de las mujeres u hombres que conformaran el grupo. Entre las mujeres se establecía la siguiente división, siendo el grupo más importante (por su mayor dedicación a tareas productivas) el de las mujeres entre veinticinco y cincuenta años: 1?) Auca camay o guarmi. Mujeres de veinticinco a cincuenta años, casadas y viudas de los hombres en edad de tributar, en guerra o en otros servicios. Su tarea principal era tejer ropas para el Inca y sus capitanes. 2?) Indias viejas, payacona, según Guaman Poma, que todavía desarrollaban ciertas capacidades. 3?)Puñuc chacuas. Viejas de más de sesenta años, "viejas que no eran de provecho más de para dormir, sin hacer otra cosa de consideración". 4?) Hanca cuna.Viejas ciegas y cojas y mancas 5?) Cipas o mozas casaderas. Era el grupo más numeroso. De ellas salían para los acllahuasi, y servían al Inca, al Sol, o eran entregadas a los curacas por el Inca. 6?) Coro cuna. De doce a dieciocho años. Realizaban tareas aydando a sus padres, generalmente cuidando ganado. 7?) Pau aupallac, "las que cogían flores" para realizar los tintes de los tejidos ceremoniales. 8?) Pullac. De cinco a nueve años. Solo jugaban, y ayudaban a sus padres con algunos trabajos, como recoger leña y agua. 9?) Lloclla: niñas que apenas aprendían a andar. 10?) Quirao picac: niñas que aún están en la cuna. Esta distribución general por grupos de edad no agota todas las posibilidades de trabajo de las mujeres en el Incario. También sabemos que existía el oficio de partera, entremezclado a veces con el de curandera. A cualquier cura debían preceder sacrificios, de ahí la importancia de estas mujeres en las que lo médico se entremezclaba con los ritual. A veces también practicaban abortos, si la madre lo pedía. Y es precisamente la elaboración de hierbas y bebedizos con propiedades médicas, una de las actividades señaladas para las mujeres, que solían heredar el oficio de madres o abuelas. También había hechiceras, a las que se acudía para lograr el amor de otra persona, o para adivinar el futuro. En las prácticas adivinatorias empleaban la coca.