Esta típica figura de santo se identifica por su atributo del martirio, una cuchilla con la que se le arrancó la piel al mártir. Sus características plásticas son iguales a las de otros lienzos de la serie del Convento de San Francisco, como Santo Tomás.
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Herrera el Viejo forma parte de la primera generación del Barroco en Sevilla. Dentro de ese estilo pintó este San Basilio dictando su doctrina, un cuadro de teología que le encargaron los monjes basilios de Sevilla. El lienzo mantiene una estructura compositiva manierista, puesto que Herrera se había formado durante este período; sin embargo, el modo de ejecutar la pintura, con los angelotes, el cielo en gloria, los personajes de gran tamaño y acusado dinamismo, habla de la grandiosidad del Barroco, que estaba implantándose con éxito entre los pintores españoles.
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La posible explicación para la presencia de San Bavón en este tríptico dedicado al Juicio Final la tenemos descrita en el análisis de su compañero Santiago de Compostela. Ambos están realizados en grisalla y representan dos posturas opuestas: Santiago está en el exterior, en una especie de desierto, mientras que Bavón se encuentra en el interior de un edificio de una ciudad nórdica. Santiago es un peregrino, pobre y descalzo, mientras que Bavón es un elegante joven ricamente vestido. Santiago tiene su mérito en la peregrinación y la difusión de la palabra de Dios, mientras que Bavón tiene un papel más activo en la curación de los enfermos y la limosna a los pobres. Ambos forman en conjunto las dos posibles vías del cristiano: la contemplativa, más adecuada para el clero, y la activa, que debería ser desempeñada por los laicos, en especial por ricos y nobles.
Personaje
Religioso
En el año 683 era elegido pontífice Benedicto II, hombre nacido en Roma especialista en música sacra y en las Sagradas Escrituras. Gracias sus mediaciones consiguió que el emperador Constantino IV delegara en el exarca de Ravena el derecho que le asistía a ratificar a los papas. En el año 1964 fue canonizado y proclamado patrón de Europa por Pablo VI.
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Al poco tiempo de llegar Doménikos a España recibe un importante encargo en la ciudad de Toledo: la realización de los retablos de la iglesia del convento de Santo Domingo el Antiguo. El cliente que encargaba tan destacado proyecto era el deán de la catedral toledana, Don Diego de Castilla, padre de Don Luis de Castilla, con quien había coincidido Doménikos en el palacio Farnesio de Roma. Esto hace suponer a algunos especialistas que el traslado del pintor a España vendría motivado por este trabajo. Doménikos no sólo se encargará de las pinturas sino de la traza general de los retablos, lo que indica su dominio de la arquitectura y de la escultura, artes por las que no ha pasado a la historia. El San Benito se situaba encima de los Santos Juanes junto a su compañero San Bernardo, concretamente sobre San Juan Bautista, en una de las calles laterales. San Benito había sido el fundador de la Orden benedictina, a la que pertenecían las monjas que ocupaban el convento desde su fundación a finales del siglo XI. Vemos la figura del santo en tres cuartos, con el hábito negro de los benedictinos y portando el báculo de plata, oro y pedrería en la mano izquierda. Destaca el fuerte efecto realista de la figura, que ofrece la sensación de estar ante un retrato. Las nubes y el celaje de fondo conforman una especie de nimbo alrededor de la cabeza del santo, única referencia espacial que nos muestra El Greco. Los amplios hábitos van a ser tradicionales en este artista, eludiendo la representación de la anatomía a excepción de las manos, en las que refleja la espiritualidad de sus figuras. El canon estético empleado se amplía a marchas forzadas, creando personajes enormes y generalmente con la cabeza pequeña, como en este caso.
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Rizi será el encargado de realizar los lienzos para el altar mayor y los laterales de la iglesia del Monasterio de San Millán de la Cogolla, conteniendo escenas de la vida de san Benito. En esta ocasión nos encontramos al santo fundador de la Orden Benedictina sentado, bendiciendo un pan que le es entregado por un monje arrodillado, escena que es contemplada por un caballero en la zona derecha de la composición. Rizi presenta una técnica suelta y vigorosa, interesándose por los efectos violentos de luz.
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San Benito de Nursia ocupa la esquina superior izquierda del Políptico de la Misericordia, situado junto al Angel de la Anunciación y sobre el San Sebastián y San Juan Bautista. El hábito monástico con sus marcados pliegues y el rostro expresivo del personaje son los dos centros de atención de esta tabla, cuyo fondo dorado otorga un cierto aire goticista al conjunto. Sin embargo, la volumetría y el aspecto escultórico del personaje, efectos conseguidos gracias a la iluminación empleada - al formar marcados claroscuros -enlazan directamente con el Quattrocento, especialmente con Masaccio, cuya obra debió de admirar Piero della Francesca durante su estancia en Florencia en el año 1439.
Personaje
Religioso
Los datos biográficos sobre san Benito de Nursia proceden en su mayoría de los "Diálogos" de san Gregorio Magno. Benito se educó en Roma dentro del cristianismo, a la sombra de su hermana Escolástica. Desde la Ciudad Papal se trasladó a Subiaco donde estuvo tres años dedicado a la plegaria y la penitencia. Los monjes que vivían en los alrededores y los que integraban la comunidad de Vicovaro le reclamaron como abad. Estas continuas reclamaciones para guiar y aconsejar a los que se le acercaban motivaron su renuncia a la vida eremítica, aunque siempre manifestó ciertas dosis de eremitismo en su forma de actuar. En el año 529 debe abandonar Subiaco debido a las envidias que despertó entre algunos miembros de la comunidad, instalándose en Cassino. Construyó una casa en el monte que rodeaba la ciudad donde se dedicó a difundir el mensaje de Cristo, surgiendo de esa manera el primer monasterio donde aplica la regla benedictina. Entre sus bases debemos destacar la independencia de la comunidad y la organización autónoma. El monje debía separarse del mundo acogiendo una vida de trabajo en campos y escritorios. Desde el monasterio de Montecassino la regla benedictina se extenderá por toda Europa.
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Al profesar en la Orden de San Benito, Rizi se dedicará a pintar escenas destinadas a la decoración de los monasterios en los que habitó, convirtiéndose en un auténtico especialista a la hora de representar a san Benito. En esta ocasión, encontramos al santo en el centro de la composición, vestido con una elegante casulla, en el momento de bendecir la hostia, representado el milagro de la transubstanciación que era negado por los protestantes. De esta manera, Rizi se vincula al movimiento contrarreformista cuya iconografía estaba generando importantes novedades. El contraste entre tonalidades oscuras y blancas es una de las características de la composición al igual que el naturalismo con el que se tratan los rostros y la minuciosidad y delicadeza de los detalles, especialmente las indumentarias.