Estudió en la escuela de Alejandría. Ordenado diácono, cuando todavía era un adolescente fue elegido secretario del obispo de Alejandría. Desde entonces comienza a ocupar un lugar importante en el conflicto que se genera entre Arrio y el obispo de Alejandría. Desde un primer momento se muestra contrario al Arrianismo, convirtiéndose en su principal oponente. Atanasio, incluso, llegó a crear una doctrina que sostenía que Jesucristo (el hijo de Dios) tenía la misma esencia que el padre, frente a la unidad absoluta que Arrio atribuía a Dios. Hacia el 328, Atanasio fue nombrado obispo de Alejandría. En cinco ocasiones sufrió el exilio. Por otra parte, destacó por su actividad literaria. Es autor de obras como "Historia de los arrianos", "Apología contra los arrianos" o "Discurso contra los arrianos".
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Personaje
Político
Educado en el seno de una familia pudiente, ya percibe en sus progenitores su oposición a la ocupación de Birmania por parte de Gran Bretaña. Seguidor de las ideas de sus padres, durante su época de estudiante participó en distintos movimientos para promover la independencia del país. Incluso, llegaría a convertirse en presidente de la Unión de los Estudiantes de la Universidad de Rangún. Desde esta plataforma y con la ayuda de U Un, otro líder estudiantil, organizó huelgas y otras actividades de protesta que le llevarían a la cárcel en alguna que otra ocasión. En 1940 deja su país e inicia un largo viaje en busca de ayuda para acabar con el imperialismo británico. Durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial continúo proclamando sus ideas nacionalistas en defensa de la independencia birmana. Para lograr este objetivo mantuvo relaciones con el ejército japonés. De esta relación surgiría el Ejército de la Independencia, conocido como Burma. Desde este momento, la trayectoria política de Aung San cobraría un fuerte impulso. Entre 1943 y 1945 fue titular del ministerio de defensa. Aunque Birmania se había dejado de ser una colonia británica, su victoria al término de la Segunda Guerra Mundial significaba un incremento de su poder. Esta situación provocó que Aung San negara su apoyo a los aliados. En este momento surge la Organización de Voluntarios, un ejército que se convertiría en el principal defensor de la independencia birmana. En 1946 es nombrado dirigente de la Liga Popular de Liberación Antifascista. En estos años Attlee, el Primer Ministro Británico, siguió trabajando en el proyecto para lograr la independencia birmana, objetivo que se logró en 1947. En este año fue elegido en las elecciones presidente por la Liga Popular de Liberación Antifascista. Pero en poco tiempo esta formación fue acusada de colaborar con los británicos, al seguir siendo miembro de la Commonwealth. En el mes de julio de este mismo año, Aung San y otros seis gobernantes fueron asesinados estando en el Parlamento.
obra
Entre los miembros del Apostolado que guarda el Museo del Greco - procedente del Hospital de Santiago de Toledo - destaca San Bartolomé, una de las figuras más interesantes salidas de los pinceles del cretense. Viste túnica y manto blanquecinos, porta en su mano derecha el cuchillo con que fue desollado mientras con la izquierda sujeta una cadena que ata un diablo pintado de manera caricaturesca. La enorme figura del santo está elaborada con una pincelada rápida y empastada, apreciándose los toques de color en el lienzo, en el estilo característico de Doménikos en sus últimos años. Los acentuados pliegues impiden contemplar la anatomía del cuerpo, ofreciéndonos una ingente masa de telas que no parece corresponder con la musculatura del personaje. La estilizada figura se corona con una espectacular cabeza tremendamente expresiva, de mirada y gesto individualizados que parecen confirmar la hipótesis del doctor Marañón, que consideraba a los locos del cercano Hospital del Nuncio como los modelos empleados por El Greco para esta serie. San Andrés y el Redentor son compañeros de este magnífico trabajo.
obra
La figura elegante de San Bartolomé representa la vejez frente a la juventud del San Juan Bautista. De esta manera contrapone Ribera las edades del hombre, formando parte de una serie en la que la contraposición entre las edades en las mujeres están representadas por la Magdalena penitente y Santa María Egipciaca. El santo aparece con su tradicional cuchillo, atributo que alude a su martirio -fue desollado vivo-, sentado en unas rocas y cubierto con un amplio manto de color marfil. La figura se encuentra en una cueva que permite contemplar un fondo de paisaje en la izquierda, con tonalidades de atardecer. El naturalismo con el que está tratado el rostro del santo y la anatomía que podemos apreciar sigue la línea marcada por el artista desde el primer momento, interesándose al mismo tiempo por recoger las calidades de las cosas. Al tratarse de modelos populares, dota de mayor cotidaneidad al asunto, acercando la religión al pueblo. La composición se inscribe en una monumental pirámide de referencia renacentista mientras que en la iluminación encontramos ligeras referencias al tenebrismo aunque aquí la luz empleada sea más dorada y pretenda conseguir cierto efecto atmosférico de inspiración veneciana. La técnica es más pictoricista, aplicando el color de una manera rápida y empastada como observamos en el cabello o la barba.
obra
Natural de Canaá de Galilea, san Bartolomé fue introducido entre los apóstoles por san Felipe, resaltando Jesús su inocencia y sencillez de corazón. A la muerte del Salvador evangelizó en Armenia, Persia, Arabia y la India, contándose que llegó a traducir el Evangelio de san Mateo al hindú. Ésa sería la razón por la que aparece en esta imagen con un libro en sus manos, eludiendo el tradicional cuchillo con el que fue desollado. Algunos especialistas piensan que se trata de san Pablo. El apóstol está pintado con gran naturalismo, resaltando sus rasgos de anciano educado e inteligente. La figura se recorta sobre un fondo neutro, mientras que su amplitud queda oculta bajo los pesados ropajes. Las pinceladas rápidas y vibrantes protagonizan el lienzo, que enlaza con la Escuela veneciana.
obra
Los Apostolados eran series de cuadros que tenían por tema las figuras de los doce apóstoles. Zurbarán, como otros pintores de su época, realizó series de este tipo, a la cual pertenece el lienzo que ahora contemplamos, acompañado por otros como San Pedro, Santiago el Mayor y San Andrés. Los rasgos estilísticos son idénticos a otras obras del período de madurez de Zurbarán, que está entre las décadas de 1620 y 1650. Este lienzo no está fechado, pero sí su compañero San Pedro, que ostenta el año 1633 como el de su ejecución. Un rasgo muy interesante de este apostolado es que la luz llega a cada figura desde un origen diferente. En San Bartolomé la luz parece venir ligeramente desde abajo y desde atrás. Por lo demás, la realización es del todo punto similar a la del resto de los apóstoles, de los que se distingue en su atributo, una cuchilla que sirvió para arrancarle la piel.
obra
San Bartolomé formaba parte de un Apostolado -junto a San Mateo y Santiago el Mayor- pintado por Rubens hacia 1610-1612. La figura se recorta sobre un fondo neutro -igual que sus compañeros- destacando el anciano rostro de cabellos blancos que eleva su mirada al cielo. Sus manos, muy iluminadas por el fuerte foco de luz procedente de la izquierda, sostienen el cuchillo que simboliza su degollación, provocando una clara muestra de tenebrismo que pone a Rubens en contacto con Caravaggio. El santo ha sido captado con el mayor realismo posible como se puede apreciar en sus arrugas o en sus manos deformes. El amplio canon empleado relaciona la figura con Miguel Ángel.
Personaje
Religioso
Hijo de Talmai, fue elegido por Jesucristo para ser uno de los doce apóstoles. Murió desollado por lo que fue canonizado.
obra
La figura de San Bartolomé resulta de las más dramáticas en la producción de Ribera por la brutalidad de su martirio. En una de las leyendas sobre su vida se hace referencia a su muerte, por orden del rey Astrages, al haber convertido al cristianismo a todos sus súbditos. El castigo para el apóstol sería el más cruel: sería desollado vivo, momento que recoge el maestro valenciano en este espectacular lienzo que fue donado por la viuda del duque de Osuna a la Colegiata de Osuna en 1627. El santo está atado a un árbol mientras que el verdugo procede a quitarle la piel. La escena se desarrolla al aire libre, apreciándose un fondo de paisaje, en sintonía con el San Sebastián que también formaba parte de la colección del duque. Ribera ha captado la intensidad dramática del momento, centrando su atención en el gesto de dolor del santo que grita y dirige sus ojos al cielo, suplicando la fe necesaria para soportar el martirio. La anatomía del personaje parece tomada de los clasicistas boloñeses, ejecutando un perfecto y dinámico escorzo con el que refuerza la tensión del momento. La iluminación tenebrista empleada ayuda a acentuar esa tensión, resbalando un potente foco de luz por el cuerpo del santo y quedando en semipenumbra las zonas de menor interés narrativo, como el personaje de perfil del fondo. Las tonalidades oscuras son también una clara muestra de la influencia de Caravaggio en esta primera etapa de Ribera, momento en que el naturalismo está impactando con fuerza en la pintura napolitana.Existe un grabado realizado por el maestro en estas fechas con el mismo tema aunque se aprecian diferencias respecto al lienzo
obra
La cantidad de copias y réplicas que se han realizado de este apóstol certifican que se trata de una de las mejores muestras de la serie pintada por Ribera en la década de 1630, encabezada por el Salvador. El maestro valenciano ha representado al santo apóstol que murió desollado como un hombre maduro, trabajo por la edad y los sufrimientos, buscando como modelo un hombre de la calle lleno de naturalidad, sin renunciar a la espiritualidad y la fe que desprende el personaje. Se trata de un anciano de venerable barba blanca, con el rostro y las manos curtidas por la edad y la labor. Su cuerpo se moldea gracias a la iluminación empleada, un potente foco de luz procedente de la izquierda que destaca la figura ante un fondo neutro. Esa luz resbala por el amplio manto con el que se cubre el santo y apenas deja ver el cuchillo que se convierte en su símbolo, creando un admirable juego de luces y sombras tomado de Caravaggio. La calidad de las telas o el verismo de las arrugas será continuado en la pintura española por Zurbarán. San Simón o San Matías son algunos de sus compañeros.