Busqueda de contenidos

obra
Si bien no existen dudas sobre la autoría ni la fecha de ejecución gracias a la inscripción que se lee bajo la ventana -"MDLXI ANNO... NATUS AETATISSUAE XLVI TITIANUS PICTOR ET AEQUES CAESARIS") la identificación del retratado trae más problemas. El personaje sujeta una palma en su mano izquierda y posa en una estancia que se abre a un paisaje con una iluminación crepuscular en la zona de la izquierda -de la misma manera que en sus retratos de juventud- apreciándose en el alféizar una caja de colores y una espátula. El hombre envuelve su amplio cuerpo con un manto azul y dirige su intensa mirada al espectador.Se ha especulado con la identidad, apuntándose a su amigo Pietro Aretino; su hermano Francesco Vecellio; el pintor Antonio Palma, sobrino de Palma el Viejo y padre de Palma el Joven. Se trate de quien se trate, parece que nos encontramos ante alguien muy cercano al artista, mostrando el modelo una importante dosis de intimismo, que unido al realismo y la personalidad que transmite, convierten este retrato en uno de los más impactantes de la década de 1560.
obra
Este desconocido personaje es uno de los retratos más destacados de Lorenzo Lotto. El joven hombre de melancólico rostro está absorto en pensamientos que le impiden continuar su lectura, resplandeciendo la palidez de su rostro ante el fondo negro. De esta manera, Lotto se interesa por resaltar la personalidad de su anónimo modelo, acercándose a los grandes maestros del Renacimiento: Leonardo, Tiziano, Giovanni Bellini o Mantegna. Sobra la tela que cubre la mesa encontramos pétalos de rosa, cartas, un anillo de compromiso y un pequeño lagarto, posible alusión a la caducidad de la vida o a un amor perdido y nunca olvidado.
obra
Desconocemos la identidad de este joven retratado por Botticelli ante un fondo negro para resaltar la volumetría y centrar nuestra atención en su atractivo rostro. Quizá sea algún miembro de su taller o un paje de la familia Médici, encontrando una interesante relación con un retrato de joven muy similar pintado por el maestro en esas mismas fechas. La figura se presenta de frente, resaltando sus anchas facciones a través de un potente foco de luz que procede de la izquierda. A diferencia de sus primeros retratos, en los que el artista mostraba referencias espaciales, en estos últimos trabajos el fondo neutro hace que nos concentremos en el rostro, destacando la expresividad que transmiten. Los mínimos detalles del traje y la delicadeza de las líneas que constituyen la figura demuestran la elevada capacidad como dibujante que siempre exhibirá Botticelli.
obra
Como la mayoría de los retratos que Zurbarán pintó, que dicho sea de paso no fueron demasiados, desconocemos la identidad del modelo. Parece ser un niño de diez ó doce años, hijo de una familia noble. Se ha especulado acerca de su parentela pero el rastro de su ascendencia se ve complicado por el detalle del sombrero, según la moda holandesa, por lo que podría ser un joven flamenco de la Corte madrileña. Zurbarán emplea el tipo de retrato imperante, con las piernas abiertas a compás, lo cual daba siempre un aire desgarbado a los retratos oficiales españoles. Zurbarán recurre a sus técnicas habituales para este cuadro, con una acertada elección de colores, con una gama dominante en rojos y marrones. Destaca la figura contra un fondo negro y equilibra su gran masa de color con el cortinaje rojo de la esquina. El rostro del pequeño aparece serio y algo distante, característica también predominante en los retratos del artista, quien sin embargo dotaba a sus figuras inventadas de mayor expresividad que a sus modelos naturales.
obra
El tío Dominique será uno de los modelos favoritos para el joven Cézanne. Tenemos diferentes retratos ataviado con bonete, como abogado o como un monje, todos ellos en una postura similar al situarse en primer plano, ocupando la mayor parte de la superficie pictórica, dirigiendo su intensa mirada hacia el frente, aunque en este caso parece bajar la vista en función del recato monacal. El hábito blanco, las manos cruzadas a la altura del pecho, la gran cruz sobre una cinta azulada y el rostro del tío son los limitados focos de atención de la composición en la que se renuncia a referencias espaciales de cualquier tipo. Las pinceladas son tremendamente violentas, aplicando el color con espátula tal y como observamos en el hábito o el rostro, interesándose más por el color que por el detallismo habitual en los retratos neoclásicos. Con esta forma de modelas obtiene una mayor expresividad y un impacto visual más fuerte, características identificativas de la primera etapa del maestro de Aix.
obra
Existen varias dudas alrededor de ese retrato. Tradicionalmente se ha identificado como Lavinia, la hija de Tiziano, pero sólo el cabello rubio de la modelo sirve de base para esta hipótesis. También se ha considerado como un retrato de Clelia Farnese, encargado, por tanto, por algún miembro de la poderosa familia del papa Paulo III. Esta hipótesis tampoco atrae a numerosos especialistas, que incluso llegan a plantear si de verdad estamos ante una obra de Tiziano o si se trata de un trabajo realizado por su algún miembro de su círculo. En cualquier caso, resultan admirables las brillantes tonalidades rosas y doradas del vestido, aplicadas con una pincelada rápida. También es destacable la captación psicológica de la joven, centrando su atención en el gesto y la mirada.
obra
Gauguin sentía gran respeto y admiración por Cézanne, de quien poseía algunas obras que se negaba a vender, incluso en los peores momentos. En esta escena quiere hacer una especie de homenaje a Cézanne, colocando como fondo un lienzo suyo con una naturaleza muerta al que Gauguin tenía mucho cariño y que vendió al marcharse a Tahití. En primer plano contemplamos a una mujer - que algunos especialistas interpretan como la esposa de Cézanne - sentada en un sillón con un rostro similar a una máscara, efecto remarcado por los profundos ojos negros que no miran a ningún lugar concreto. El colorido azulado es el otro gran protagonista de la composición, animado por el color blanco y el rosado de la carnación de la mujer. El primitivismo en este lienzo estaría representado por la máscara, anticipándose al interés de Picasso por este tipo de elementos primitivos.