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Personaje Político
Fue en 1930 uno de los primeros miembros del Partido Comunista. Arrestado por los franceses, cumplió hasta 1948 diez años de cárcel. Tras la liberación se implicó en la resistencia anticolonial y ascendió progresivamente a la dirección del Viet Minh en Conchinchina. Tras los Acuerdos de Ginebra (1954) organizó en el Sur la oposición al régimen Diem. En 1959 defendió la necesidad de apoyar la lucha armada. En 1961 fue elegido secretario general del Partido, cargo que ocupó hasta su muerte. Tras la desaparición de Ho Chi Minh en 1969 Le Duan emergió corno el número uno de la dirección colegiada. Dirigió al triunfante final de la guerra, siendo el principal artífice de la reunificación de Vietnam. Lanzó luego ambiciosos planes de industrialización e inspiró directamente la política exterior. Se retiró poco antes de morir.
obra
Su estilo es ligero y de tendencia post-impresionista, muy del agrado de la pujante burguesía de la época, que veían en los vibrantes colores y elegantes trazos, teñidos de melancólica bohemia, un complemento ideal a los decorados sinuosos de la estética modernista.
Personaje Escultor
Antoine le Moiturier trabaja en Borgoña y es quien finaliza los sepulcros que dejó sin acabar Juan de la Huerta. Con casi seguridad se le puede atribuir otro gran Santo Sepulcro: el que se encuentra en la iglesia de Semur-en-Auxois, aunque procede de un convento desaparecido (les Carmes). En él ha desaparecido la inmensa corpulencia de los seres sluterianos. El color le concede una dimensión distinta. La obra final, muy nueva de diseño, aunque menos perfecta de ejecución que se le ha atribuido con no tanto fundamento, es el sepulcro de Felipe de Pott (Museo del Louvre). El gusto por la teatralidad, siempre presente en la escuela, se hace más expresivo: el yacente de Felipe de Pott es paseado a hombros de encapuchados que apenas permiten que se distingan los rasgos de sus rostros.
obra
La alegría primaveral ha inundado las obras de Vincent, dejando de lado la tristeza de la etapa de Nuenen y los primeros meses de París para convertirse en el maestro del color. Los contactos con Pissarro van a motivar un importante cambio en la pintura de Vincent, apartando los tonos verdes a los marrones de algunos meses antes - véase Le Moulin de la Galette -. La amplia perspectiva, tomada al aire libre, permite contemplar los dos molinos del fondo, recortando sus esbeltas siluetas sobre un bello cielo azulado. Esta escena sí se asemeja más al Van Gogh conocido por el gran público.
obra
Le Moulin de la Galette era toda una institución en Montmartre en los años finales del siglo XIX, lugar de peregrinación incluso para los artistas extranjeros que llegaban a París. No era más que un barracón construido junto a dos viejos molinos de viento, pero ya se sabe que cuando un lugar se pone de moda no tiene porque ser una maravilla. Esta sala se llenaba de muchachas que a través del baile iniciaban la relación con los numerosos hombres que acudían siendo representada por multitud de artistas desde Renoir a Toulouse-Lautrec pasando por Van Gogh. Lo más habitual era mostrar la diversión de su interior pero Vincent nos ofrece su ubicación entre las huertas de Montmartre, formando parte de un sugerente paisaje. La silueta del molino se recorta sobre el azul del cielo, otorgando una mayor importancia al destartalado edificio. Algunas figurillas pueblan el espacio de alrededor mientras que en primer plano apreciamos diversas casetas de los hortelanos de la zona. Las tonalidades claras empleadas y el efecto ambiental obtenido se inspiran en el Impresionismo, preocupado Van Gogh por mostrar a través de sus escenas efectos de luz y de color siguiendo a su amigo Pissarro.
obra
Uno de los lugares más visitados en el París del siglo XIX será Le Moulin de la Galette, viejo molino reconvertido en sala de fiestas. Artistas como Renoir, Toulouse-Lautrec o los españoles Ramón Casas y Santiago Rusiñol han recogido en sus lienzos este importante lugar de diversión, plagado de señoritas de fácil conquista por las que los parisinos abarrotaban el local. Si esos artistas nos mostraban la diversión del interior, Vincent nos lo presenta desde el exterior, en un tarde nubosa de otoño, con algunas personas en la calle, alrededor de los edificios. La silueta del bello molino y las edificaciones colindantes se recortan sobre el fondo azulado de las nubes, creando una magnífica sensación de frío y soledad, quizá los sentimientos de Van Gogh en París por esas fechas, buscando un lugar de escape como ya habían hecho Gauguin o Bernard. La luz se convierte en una de las mayores preocupaciones del pintor, influido por el contacto con el Impresionismo en estos primeros meses de estancia parisina. Los paisajes urbanos pueblan sus lienzos, interesándose por captar lo instantáneo, sin ninguna preocupación subyacente. La pincelada suelta, a base de pequeños toques de color, se asemeja a la empleada por Pissarro, el anciano artista con el que Vincent tenía más contacto. Los tonos empleados - oscuros en su mayoría - vienen motivados por la atmósfera de la escena así como la atracción hacia esas tonalidades heredadas de la Escuela de La Haya.