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La antigua colegiata de Notre-Dame la Grande de Poitiers se edificó siguiendo los modelos de la catedral de Angulema, en la primera mitad del siglo XII. Lo más espectacular es su fachada que no deja adivinar la estructura interna del templo, por lo que recibe el nombre de fachada pantalla. Las torrecillas laterales presentan haces de columnas que sostienen linternas cupuladas, elementos característicos de la escuela de Aquitania. La fachada tiene tres pisos y viene determinada por una acentuada vertical constituida por la portada principal, la ventana superior y la mandorla del frontón. El piso bajo remite a una arquitectura de varias naves, con la portada central y las arquerías ciegas mientras que el piso intermedio se subdivide en dos zonas, mostrando las figuras de los apóstoles y los santos Hilario y Martín (o Marcial) circunscritas en arcadas, como si de un sarcófago se tratara. En el tercer piso contemplamos la mandorla, en la que se ubica Cristo con los símbolos de los evangelistas. Este esquema de división en la fachada no ayuda al efecto de unidad. Capiteles, arcos y arquivoltas se cubren de una suntuosa ornamentación, resultando un conjunto de gran belleza.
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La iglesia de Notre-Dame-du-Haut en Ronchamp es, sin duda, una de las obras más polémicas de Le Corbusier. Recién terminada, en 1956, Giulio Carlo Argan pudo afirmar: ¿Es que, después de la "machine á habiter", Le Corbusier quiere patentar ahora una "machine á prier" ? Y ciertamente el arquitecto meditó sobre el problema histórico del espacio sagrado y comprendió cómo con un lenguaje lleno de memorias vanguardistas podía expresar retóricamente un sentimiento e, incluso, un acontecimiento religioso. Pero todo ello lo planteó con los medios específicos de la arquitectura, con dos curvas que comprimen un espacio, la de la colina y su opuesta, la del tejado de la iglesia. En medio, las luces, las paredes, el suelo y la cubierta dirigen al fiel hacia el altar, sobre el cual hay una imagen móvil de la Virgen que, como en el Barroco, puede atender a los requerimientos íntimos del interior o recibir, a través de una ventana, a las multitudes del exterior. Una ventana milagrosa que es perforación de un muro cóncavo, que acoge, como Bernini con la Columnata de San Pedro a los Peregrinos
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Tras el fracaso de la relación entre Vincent y la prostituta Sien Hoornik, el pintor regresa a la casa familiar en Nuenen. En un viejo lavadero se crea un estudio e inicia su ingente producción - unos 200 cuadros en los dos años de estancia -. La culminación de esta etapa de Nuenen la encontramos en los Campesinos comiendo patatas, pero Vincent también se interesará por los paisajes de los alrededores del pueblo como la Alameda en otoño o esta iglesia. A base de experiencia y mucho tesón, el joven pintor va adquiriendo nociones artísticas. El tiempo pasado con Anton Mauve sólo ha servido como primer escalón de su aprendizaje. Consciente de ello, Vincent no se soltará a la ejecución de escenas detallistas y plenas de dibujismo; como aquí observamos, su pincelada es muy suelta y empastada, creando las figuras a base de manchitas de color. Las tonalidades empleadas son oscuras, acentuando la tristeza de la escena con el cielo tormentoso que contemplamos tras la iglesia. Van Gogh ha observado numerosas obras de los artistas de la Escuela de La Haya con los que entroncará en estos años debido al estilo y al colorido que apreciamos. Incluso parece que nos encontramos ante un artista diferente al contemplar estas obras, más acostumbrados al estilo característico de los Lirios o los Girasoles.
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Posiblemente fuese un templo de tres naves pero en la actualidad sólo existe una, de tres tramos y sin crucero.