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obra
La iglesia de los Jacobinos (Predicadores) de Toulouse, iniciada a partir de 1292, es uno de los edificios más paradigmáticos de la escuela gótica del sur de Francia. El convento se conserva en su mayor parte (claustro, sala capitular...) y en él, la iglesia ocupa la zona sur. Contra lo que se había considerado tradicionalmente, no es el resultado de un proceso de obra continuado; sin embargo, no puede negarse a sus artífices el mérito de haber sabido dotarla de una gran unidad. Es de dos naves, separadas por pilares circulares, extraordinariamente esbeltos, en los que apoyan los nervios de los seis tramos de bóvedas cuatripartitas. En la zona inmediata a la capilla presbiterial, la cubierta se resuelve con una magnífica bóveda en forma de palmera, imprescindible para salvar el espacio poligonal. Plásticamente, tanto este recurso como el interior del edificio en líneas generales, posee una belleza extraordinaria. Las capillas, entre contrafuertes, se alinean alrededor de toda la iglesia y sobre ellas se sitúa una línea de grandes ventanales que propicia la iluminación óptima del mismo. En este sentido su luminosidad tiene poco que ver con la penumbra que preside muchos otros edificios levantados contemporáneamente en esta zona. A pesar de que la solución adoptada en esta iglesia es magistral y no tiene parangón conocido, no acaba de funcionar como lugar de culto. Parece incluso inadecuada para el convento de una orden que fundaba su razón de ser en la predicación contra la herejía. La iglesia de los Jacobinos de Toulouse no puede encajar de ningún modo en el ambiente de los dominicos, de los que se ha dicho incluso que pudieron ayudar a difundir un modelo de iglesia de nave única que no presentaba impedimento visual alguno, y permitía por ello seguir cómodamente la prédica que se desarrollaba en el púlpito.
museo
Entre los años 1715 y 1730, los jesuitas construyeron esta ostentosa iglesia barroca siguiendo el ejemplo romano. Tiene una sola nave con una espléndida bóveda de cañón, diferenciándose así de otras iglesias romanas de la Compañía de Jesús, como por ejemplo Il Gesú. La decoración interior a base de ricos mármoles, concluida en 1729, según los planos de Domenico Rossi, llama poderosamente la atención. Destaca el lienzo que representa El martirio de San Lorenzo (1548-1559), obra de Tiziano, encargado al pintor para el altar de la capilla funeraria de la familia Massolo.
obra
Fotografía cedida por la Sociedade Anónima de Xestión do Plan Xacobeo
monumento
En su origen, la iglesia de los Remedios estaba bajo una advocación diferente, Santa María. La actual iglesia empezó a edificarse a partir de 1590, terminándose en el siglo XVIII. Santa María era demasiado pequeña para albergar a la población y, por ello, se construyó la nueva, de nave única, ya bajo advocación de Nuestra Señora de los Remedios. En 1696 se colocó el retablo barroco, la cúpula de media naranja y las capillas del Señor de la Humildad y del Rosario, Sagrario actual. Las hornacinas del retablo mayor alojan imágenes de la patrona, talla sedente del siglo XIII, aunque mutilada para vestirla. En el siglo XVIII se llevaron a cabo una serie de reformas, comprándose además el órgano, elevándose la torre y construyéndose un segundo cuerpo en ladrillo rojo.
monumento
En la plaza del Limbo, así llamada porque allí se encontraba el cementerio de los niños muertos sin recibir el bautismo, se alza la iglesia de los Santos Apóstoles, construcción de los últimos años del siglo XI. En los siglos XV y XVI fue reformada, reformas que continuaron entre 1930-38. La fachada es románica y el portal es renacentista, obra de Benedetto da Rovezzano. A la izquierda del portal una inscripción latina hacia alusión a la fundación de la iglesia por Carlomagno y su consagración por el arzobispo Turpin, con Rolando y Olivier como testigos. En el interior del templo se conserva el original diseño basilical, dividido en tres naves por columnas de mármol verde de Prato con capiteles compuestos. Las pequeñas ventanas de la parte superior son de época románica. Un ábside semicircular cierra la planta mientras que en los laterales se abren capillas laterales construidas entre los siglos XV y XVI. En esta iglesia se conservan algunas astillas de sílex que fueron tomadas del Santo Sepulcro de Jerusalén por un caballero florentino durante la primera cruzada. Cada año, durante el Sábado Santo, el obispo de Florencia utiliza estos trozos de piedra para encender el fuego sagrado apagado el Viernes Santo. Los fragmentos se llevan a la catedral desde la iglesia de los Santos Apóstoles en una ceremonia denominada "Lo scoppio del carro". Un carro gigante llamado el "Brindallone" cargado de petardos se conduce hacia la catedral, uniéndose a través de un alambre con el altar mayor. En el momento del "Gloria in Excelsis" de la misa de Pascua, un cohete en forma de paloma es deslizado por el alambre y explota los petardos. Si el vuelo de la paloma se ha realizado sin ninguna dificultad, es señal de buena cosecha y de un año feliz.