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Este fresco era la escena central del primer tramo del lado sur de la faja decorativa con los episodios de la Historia de San Francisco, en Asís. La escena relata el encuentro entre un caballero y San Francisco, al que le donó su capa, siendo éste uno de los primeros acontecimientos en los que el santo se muestra predispuesto para su vida de pobreza posterior. Giotto sitúa la narración en un paisaje, siendo el centro compositivo la cabeza del santo, ya con aureola, que divide los dos mundos entre los que tendrá que elegir. A la izquierda, sobre el macizo rocoso, se sitúan las arquitecturas típicas de una ciudad; en el otro extremo, el edificio de un monasterio. Las líneas de las dos montañas convergen en la cabeza del santo, cuando éste le ofrece su capa a un noble empobrecido. La zona central del paisaje se presenta vacía, con lo que la acción de San Francisco cobra más fuerza. La rotundidad de los personajes se muestra clara en contraposición al paisaje, pero éste se presenta como un marco bien construido y creíble donde tiene lugar la acción. Su relación con los protagonistas viene dada por las tonalidades de color, con las que Giotto representa las vestimentas de los personajes; ambos elementos están compuestos a base de manchas de colores de la misma gama, con lo que la separación primera sólo es un instrumento que hace más obvia la representación concreta y natural que ha conseguido el pintor. Ambos elementos quedan constituidos en una relación convincente: el contexto del paisaje es el que posibilita, de forma verosímil, la acción del primer término.
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Giulio Romano y Francesco Penni serán los responsables de la decoración de la última stanzia que la muerte de Rafael dejó inconclusa. En la Stanza de Constantino se pintaron dos frescos: la Batalla del Puente Milvio y la Donación de Rioma. En esta última obra, Giulio Romano parece complacerse en la traza de arquitecturas insólitas de columnas salomónicas. El episodio recoge la legendaria entrega por parte del emperador al papa de la Donación de los territorios pontificios. El papa Silvestre I presenta el rostro de Clemente VII, el pontífice que encargó la decoración de la estancia.
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Por las pequeñas dimensiones de este retrato se puede afirmar que el cuadro formaba parte originalmente de un díptico que en el otro lado tendría una imagen devota, como por ejemplo la Virgen con el Niño que se encuentra en este mismo museo. Si unimos las dos imágenes, nos podemos hacer una idea de cuál fue el encargo que este hombre pidió a Bouts: un estuche pintado que al abrirlo nos muestra a un lado una imagen de la Virgen, y al otro lado, su propio retrato rezando continuamente a María (o a la imagen que hubiera encargado). Estos objetos, los dípticos, tenían mucho éxito en los Países Bajos, porque permitían al cliente transportarlo en sus viajes y crear las condiciones adecuadas para un momento de reflexión y meditación personal.
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Petrus Christus debió de pintar un tríptico, cuya tabla central se ha perdido. Se conservan tan sólo las dos alas laterales, con los retratos del donante y de su esposa, a la que vemos en esta tablita. Los esposos aparecen rezando en sus respectivas habitaciones. La dama viste lujosamente y a través de la ventana se observa un lejano paisaje, sugerente y tranquilo. Es una típica imagen flamenca, que suele colocar estos motivos paisajísticos junto a sus retratados, lo que da amplitud y amenidad a las efigies.
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El donante que Petrus Christus retrató en esta tabla era el cliente de un tríptico, del que la tabla central se ha perdido. El retrato del caballero era el ala derecha del tríptico, y la izquierda nos muestra a su esposa, conservándose las dos en el mismo museo. El modo de representar a ambos es muy similar. El donante arrodillado está en la intimidad de sus habitaciones privadas, en un reclinatorio pintado que debía de ser muy similar al reclinatorio real del cliente, donde colocaría el tríptico para realizar sus oraciones cotidianas. El caballero se ha descalzado de sus zuecos, dejándolos abandonados sobre el suelo, lo que indica el recogimiento y la privacidad de este momento.
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El tríptico de la Epifanía del Museo del Prado se completa con esta ala lateral izquierda, que nos muestra al donante que encargó el tríptico. Su pareja es otra Donante, la esposa del cliente, a la que presenta también una santa para interceder por su alma ante las figuras divinas. Ambos están acompañados por los escudos heráldicos de sus respectivas familias, para ayudar a identificar a los comitentes de la obra, además del retrato ejecutado por El Bosco. No olvidemos que este tipo de obras se encargaba para iglesias, donde los poderosos exhibían su poder económico y hacían gala de sus virtudes cristianas, las poseyeran o no.
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Esta Donante, cuya pareja se encuentra al otro lado del tríptico de la Epifanía, tiene su parte posterior pintada. Es el ala lateral derecha del citado tríptico y las pinturas de sus reversos muestran la milagrosa Misa de San Gregorio.
termino
acepcion
Persona que financiaba una obra de arte, generalmente de tipo religioso, y cuya imagen solía aparecer en estas representada en actitud orante.