Busqueda de contenidos
obra
Una bella y engalanada moza intenta huir ante la presencia de una anciana pobre que pide limosna sin percatarse de que es su propia madre. La desagradecida señorita no quiere ver sus ancestros, aludiendo Goya a una práctica muy habitual en su tiempo y años después como era el abandono de los hijos e hijas ilícitos en instituciones benéficas, relacionándose indirectamente con los matrimonios pactados en los que no había lugar para el amor.
obra
El modo de representar a Dios Padre había variado con frecuencia, aunque todos coincidían en destacar el modelo bizantino como el más majestuoso y digno de todos. Este estilo bizantino para mostrarnos a Dios en su trono es el que recuperan los hermanos Van Eyck para rematar el Políptico de Gante, una de sus obras más famosas. Dios está en un magnífico trono y lleva las dos coronas, una bizantina en la cabeza con la tiara papal, y otra a los pies, como señor de lo terrestre además de señor de lo espiritual. Porta además un cetro en la mano, mientras que con la otra bendice a los espectadores. Su traje está lleno de pedrería, perlas y riquísimos bordados, pintados de una manera prodigiosa, según el realismo simbólico que hizo tan famoso a Jan van Eyck, el más joven de los dos hermanos pintores. Hubert fue quien comenzó el políptico y probablemente esta figura en principio era la de Cristo en Majestad. A esta idea contribuye la decoración del trono, un dosel con bordados de oro que nos muestran a un pelícano alimentado a sus polluelos con la sangre de su pecho. Este es un signo exclusivo de Cristo. Sin embargo, parece que hubo un cambio en el programa cuando Hubert murió y se hizo cargo del trabajo su hermano Jan. Así, el menor transformó a Cristo en Dios Padre para cargar el acento del conjunto en la Santísima Trinidad, añadiendo la paloma del Espíritu Santo sobre el panel de la Adoración del Cordero Místico, que representa nuevamente el sacrificio de Cristo por los hombres.
obra
Este ovalado lienzo se sitúa al lado de la escena de Moisés haciendo manar agua de la roca, relacionándose ambos iconográficamente. Tintoretto elige el momento de la aparición de Dios a Moisés para anunciarle la tierra prometida, interpretado con sutileza manierista tanto en la luz como en la distribución de las figuras en el espacio, anticipando el Barroco.
obra
Se cree que esta pieza podía formar parte del friso del denominado "templo antiguo" de la Acrópolis de Atenas, tras la renovación que sufrió por parte de los Pisistratidas. Se representa la imagen de algún dios que sube con movimiento vivo y ágil a su carroza.