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En la ciudad castellana de Salamanca la arquitectura civil va a rivalizar con la religiosa en los primeros años del siglo XVI, tal y como se aprecia en tres palacios construidos hacia 1510: la Casa de Abarca, la Casa de las Muertes y la Casa de las Conchas. En estas construcciones se pone de manifiesto cómo elementos italianos, góticos y mudéjares se conjugan para crear fachadas de gran plasticidad siguiendo el estilo denominado plateresco. La Casa de las Conchas, quizá la más popular de las tres, fue levantada como residencia para el doctor Talavera Maldonado, caballero de la Orden de Santiago, lo que indicaría la presencia de las conchas, atributo del apóstol, en la decoración de las fachadas, contabilizándose alrededor de 400. También destaca en la decoración de la fachada el escudo del doctor sostenido por leones y las ventanas, las del piso bajo protegidas por rejerías goticistas y el resto ajimezadas, cada una con un dibujo distinto. El edificio se ordena en torno a un patio interior en referencia a los palacios florentinos del Quattrocento, con dos galerías de arcos mixtilíneos, decorados en las enjutas de la galería inferior por escudos sostenidos por cabezas de león. La Casa de las Conchas fue declarada Monumento Histórico-Artístico por Real Orden de 6 de mayo de 1929.
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Dentro del aspecto general de Rabanal de Camino algo abandonado que muestran sus casas, podemos admirar en esta localidad leonesa algunos ejemplos arquitectónicos que nos evocan tiempos más prósperos. De entre estos, es destacable esta Casa de las Cuatro Esquinas, célebre por haber hospedado al rey Felipe II a su paso por Rabanal.
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En la Casa de las Flores, Zuazo debía organizar 288 viviendas de 88 a 170 metros cuadrados, en un bloque compacto y armonioso de tan sólo seis plantas, trabajado y aparejado impecablemente con el ladrillo.
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El esquema de la Casa de las Flores, ensayado ya en Centroeuropa (concretamente en Amsterdam y en algunos grupos residenciales de Viena, servidos por calles-jardines-espacios públicos), suponía una alternativa a la degenerada manzana del ensanche madrileño proveniente del Plan Castro.
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Secundino Zuazo Ugalde, tras la aproximación a un estilo nacionalista enraizado con el barroco andaluz en su ecléctico Palacio de la Música (1924-1928), crea una obra cumbre de este período con su Casa de las Flores. Se trataba de organizar 288 viviendas de 88 a 170 metros cuadrados, en un bloque compacto y armonioso de tan sólo seis plantas, trabajado y aparejado impecablemente con el ladrillo, calado en las esquinas sur con espléndidas terrazas aún en galería, componiendo una manzana entera cuyo corazón se abre al aire libre y contiene jardines de recreo. Esto permite una mejor ventilación y vistas para las habitaciones interiores, solución inexistente en los edificios prerracionalistas. El esquema, aun ensayado ya en Centroeuropa (concretamente en Amsterdam y en algunos grupos residenciales de Viena, servidos por calles-jardines-espacios públicos), suponía una alternativa a la degenerada manzana del ensanche madrileño proveniente del Plan Castro. Coincide, en el fondo, con el interés higienista del GATEPAC cuando aborde un "Ensayo de distribución de una manzana del ensanche de Barcelona" ("A.C." n.? 11. 1933).
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El nombre de esta mansión plateresca parece deberse a las cuatro calaveras que adornan los pedestales de las ventanas superiores, tapadas durante mucho tiempo. La leyenda popular considera que en los cimientos de la casa aparecieron los cadáveres de los hermanos Manzano, decapitados por doña María la Brava en época medieval, cuando la ciudad se encontraba dividida en banderías. El arquitecto encargado de construir esta mansión fue propiedad de Juan de Alava. La fachada es simétrica, presentando el escudo del arquitecto en el dintel de la puerta, escudo que se repite en el balcón. Seis finos medallones y pilastras completan un conjunto digno de resaltar.
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El proyecto de la llamada Casa de las Pomas, situada en la Rúa Nueva de Santiago, se debe a Diego de Romay, siendo posteriormente modificado por Andrade.