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CAPITULO X Tráfico y comercio que por la ciudad y rio de Guayaquil se hace entre las provincias del Perú, Tierra Firme y costa de Nueva España y el que con estas mantiene aquel corregimiento de los frutos que produce 483 De dos maneras se debe considerar el comercio que goza Guayaquil. Uno, reciproco, de los frutos y generos de su jurisdiccion; y otro, transitorio, en que, sirviendo como de escala para todas las provincias del Perú, Tierra Firme y Guatemala, es su puerto donde desembarcan los generos que, haviendo hecho travesía de mar, passan á la sierra y, por el contrario, se despachan los que baxan de las provincias de la sierra á lograr la oportuna ocasion de embarcaciones que los conduzcan á los puertos de una y otra costa; y siendo estos dos tráficos de tan distinta calidad, trataré primero del reciproco dexando para despues el transitorio. 484 El cacao, que se debe mirar como uno de sus frutos principales, tiene su salida tanto para Panamá como para los pueblos de Sonsonete, el Realejo y otros de aquella costa sujetos á los reynos de Nueva España y de la misma forma para todos los del Perú, aunque en estos es muy corto su consumo, siendo digno de reparo que en aquella ciudad y su jurisdiccion que tan copiosamente lo produce es donde menos se gasta por ser su consumo poco comun. 485 La madera, que podremos poner en segundo lugar, logra su mayor salida para el puerto del Callao, y alguna vez para los que median entre Guayaquil y este; el costo que tiene á aquel vecindario se reduce á el de su corte, labranza y conducion hasta el estero ó rio immediato, por donde ha de baxar á Guayaquil, y ó bien allí ó en la Puná, hasta cuyo sitio van los navios á la ligera para no calar mucho, hacen la carga de ella; esto se nota regularmente en los que de proposito han ido á aquel puerto á carenar y en los que salen de la fabrica si no tienen destino á otro viage donde consideren mayores utilidades, y con este beneficio ó bien subsanaran por entero el costo de la carena, y aun suelen quedar gananciosos, ó gran parte del de la fabrica. 486 Si las dos especies antecedentes que Guayaquil expende por el comercio son tan quantiosas como se puede inferir de su abundancia, la de la sal no es menor aunque esta solo tiene salida para los pueblos interiores y terrestres de la provincia de Quito. Agreganseles á estos el algodón, arroz, pescado salado y seco, siendo general la salida de los dos primeros tanto para las provincias terrestres como para las maritimas. 487 En quarto y ultimo lugar, hace comercio aquella jurisdiccion con las de la sierra en crecidas porciones de ganado bacuno, mular y potros, que, criandose abundantemente en sus dilatadas sabanas, los remite á aquellas que no son tan abastecidas como lo necessita su consumo. 488 Además de los quatro renglones antecedentes, hay otros menores que se tienen por de poco momento á su correspondencia. Estos son el tabaco, cera, maní, ají, lana de ceibo y algunos otros que, aunque cada uno no merezca por sí tanta atencion, todos juntos no son de menos entidad que uno de aquellos. 489 La lana de ceibo es la producion de un arbol muy crecido y coposo que tiene el mismo nombre, cuyo tronco es derecho y no muy desigual; su hoja, mediana y de figura redonda; vistese frondosamente de una florecita blanca, y en ella forma un capullo ó boton que se vá engrossando hasta pulgada y media y dos de largo y como una de diametro, dentro del qual se contiene la que llaman lana. Luego que ha madurado y secadose el capullo, se abre y dexa libre la que contenía, que, ensanchandose, forma un copo semejante al del algodón pero con un viso algo colorado. Esta lana es el tacto mucho mas suave y delicada que el algodón; su pelo, mas pequeño y sutil, por cuya razon es comun sentir de aquellos naturales que no se puede hilar, pero yo hago juicio que esto depende de no haver buscado con la diligencia el medio de conseguirlo; y no hay duda que, si se facilitara, mas propiamente se le pudiera dar el nombre de seda de ceibo por su mucha suavidad que el de lana. Lo unico en que hasta el presente ha tenido algun uso es para hacer colchones, y es mas propia para este efecto que ninguna otra cosa, assi por el mejor descanso que ofrece su natural delicadeza quanto por la facilidad que, puesta al sol, se ensancha y levanta tanto que estira el lienzo en que está oprimida hasta dexarlo templado, sin que disminuya de aquel estado quando se retira á la sombra, á menos de que perciba entonces alguna humedad, que es el contrario con que se comprime entre sí. Reputase allí ser la qualidad de esta lana fria en extremo, y por esta razon no la usan tanto como pudieran, pero yo conocí varias personas que toda su vida havian dormido sobre ella sin que les haya causado ningun contrario efecto en la salud. 490 En correspondencia de los generos con que aquella jurisdiccion abastece hasta las mas distintos, recibe de las del Perú para su propio consumo vinos, aguardientes, aceyte y frutas secas de la de Quito, bayetas de la tierra, tucuyos, harinas, papas, puercos salados, perniles, quesos y, á este respeto, otros comestibles; de la de Panamá, los generos que se llevan de Europa en las ferias; y de las de Nueva España, hierro del que se saca en aquellas partes, el qual no tiene tanto valor como el de Europa por ser de calidad agria y vidriosa, pero se aprovecha y consume en aquellas cosas donde no se de impedimento este defecto y, assi, se emplea muy poco de él en las fabricas de los navios que allí se construyen, para los quales y los que se carenan entra de aquella misma costa alquitrán y brea y, ó bien de ella ó del Perú, jarcia de cañamo, aunque estos ultimos efectos, no menos que el hierro de Europa, los llevan los dueños por su quenta, y no se hace comercio de ellos entre los moradores de aquella ciudad. 491 Por lo tocante al comercio transitorio, no es menor su tragin que el del antecedente; componese de la correspondencia que hay entre el reyno de Quito y el de Lima, de los plantíos de viñas y olivares; y en aquel, de las fabricas de paños, bayetas, tucuyos, sargas, sombreros, medias y otras muchas cosas de lana; y siendo menester en él, para la perfeccion de los tintes, la tinta añil, de que carece, va esa á Guayaquil de la costa de Nueva España para el abasto de los obreros que hay en la sierra y provincia de Quito. 492 Estos comercios principalmente se frequentan interin que dura el verano, que es en el que pueden baxar de la sierra los efectos que produce y subir á ella, assi los de Guayaquil como los de los otros puertos y costas que precisamente han de hacer su transito por allí, pero nunca dexa de haver embarcaciones en aquel rio porque los efectos propios de aquella jurisdiccion tienen siempre comodidad para salir de ella por mar. Solo este continuo y grande comercio pudiera haverla sostenida contra los saqueos de pyratas que ha soportado y los efectos del fuego que por tantas veces la han destruido; y unicamente con el comercio y sus utilidades está hoy tan lucida y ensanchada como si desde su fundacion todo huviera sido prosperidad para su engrandecimiento en quanto puede permitirlo la calidad del terreno, su temperamento y pensiones á que está sujeta en el ibierno, segun queda yá expressado.
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Capítulo X Sucesos en un Katún 10 Ahau El nombre del año en que llegaron los Dzules: De mil quinientos y diez y nueve años, así: 1519. Este año era cuando llegaron los Dzules, aquí hasta la tierra de nosotros, los Itzaes; aquí a la tierra de Yucalpetén, Yucatán, que decían Mayá los Itzaes. Así lo dijo el primer Adelantado don Juan de Montejo, porque así le había sido dicho por don Lorenzo Chablé, quien, cuando la llegada de este conquistador a Tixkokob, recibió a los Dzules con toda la voluntad de su corazón. Y el origen de que le diera por nombre don Lorenzo Chablé, fue porque dio de comer carne asada a los Dzules y a todos los capitanes. Tuvo un hijo que se llamó don Martín Chablé. Ese era el año que caminaba cuando empezaron a prepararse los Dzules para conquistar aquí, a Yucalpetén. Lo supo el Sacerdote y Profeta nombrado Ah Xupán. Nos entró el cristianismo en 1519 años. Se fundó la Iglesia de Hoó (Mérida) en 1540 años. Se concluyó la Iglesia de Hoó en 1599 años. Hubo vómito de sangre y empezamos a morirnos en 1648 años. Hubo hambre los cinco años, de 1650, 1651, 1652, 1653 y 1654 años. Cuando se acabó el hambre, hubo una gran tempestad. En ella murió el Padre Agustín Gómez. En 1661 hubo grandes sequías. En 1669 "fuego santo" (viruela). En 1692 años, llegó el Diez Katún, empezó el Nicté Katún (el Katún de la Flor). * * * Hace tres meses que está presente, Padre. Es el retoño ruin del Yaxum. Después tendrá dura la pezuña; después tendrá nueve cerros, Padre, el ruin retoño del Yaxum. No van a entender que fue creado en el Sol, en presencia de los dioses. En el duodécimo año se dirá su nombre. Míralo. De tigre es su cabeza, de un palmo son sus dientes, raquítico es su cuerpo, de perro es su cuerpo. Atravesado de dolor tiene el corazón; y bien come y bien bebe. Tal vez no habla ni oye. Será mentirosa su palabra. De ningún modo se descubre. La hermandad de los esclavos de la tierra desaparecerá de estos lugares. Va a ser envuelta en redes la hermandad de los esclavos de la tierra, y los hijos de sus hijos, muchachos impúberes, árboles de la tierra de mañana. Someteos, vosotros, hermanos, vosotros, hermanitos, y sufrid la carga del Katún, que viene. Si no la sufrís, se encogerán vuestras piernas y os cambiarán por otros. Si no la sufrís, roeréis los troncos de los árboles y las hierbas. Si no la sufrís, como hormigas entrarán los venados a vuestros pueblos y entrará el Enemigo, que regresará adentro de vuestros pueblos, adonde no es su lugar, y entrará a las casas la tiña y será el tiempo de la muerte repentina de los animales. Llegó a su estera; un pecado es su voz, un pecado su enseñanza: Es el Katún del pecado. Muy recortado es el pan del Nicté Katún que es el que llegó con infinitos dolores en su estera, cachorro chupador, lleno de pecado de adulterio. En él viene la Bula. En seis partes se dividió. Tres veces ha de pasar la Bula. Cuando vaya a llegar el Juez de la Bula, si "el del bastón de plata" va a ser el Juez tal vez va a cambiar velas de cera blanca. Y por estas velas blancas, bajará la justicia venida del cielo, y subirán los hombres cristianos ante el rostro de la justicia, que hará temblar el cielo y la tierra. Dolorosamente va a acabar el Nicté Katún. Acaso nadie haya llegado a hablar siquiera, cuando sea colgado de la nuca en el palo de las horcas, que entonces habrán cubierto toda esta tierra. ¡Vendido acabará su historia el Nicté Katún! No es preciso que entregúeis vuestra cabeza al Arzobispo. Cuando vaya a bajar, id a esconderos en los montes. Si os entregáis, iréis "detras" de Jesucristo. Están ahora con los Cocomes. Cuando vaya a acabar su visita vendrán sus velas y sus flores rociadas. Por esto lo comprenderéis. Y entonces tronará en seco el cielo. Y entonces hablará lo que está escrito sobre las paredes. Y diréis que eso es Dios también. Y tendréis fe en que es Dios. Acaso el hombre sabio que esté delante de vuestros ojos entienda. Y entonces se irá al monte delante de los cristianos, que no entenderán. Y nada más. Al decimocuarto año de su gobierno, llegará el Hijo, don Antonio Martínez y Saúl. Éstos son sus nombres desde que salió del cielo. Se fue a Tzimentan. Allí está en Tzimentan. Le dijo a una Reina que se casara con él, y a los siete años la recibió en casamiento. Y se le abrió la puerta del oro. En la "casa de aprender el mal" se lo enseñaron. Y entonces inventó barcos. Trece veces cuatrocientos. Y levantó guerra en Habana, la tierra en donde está el que representa al Rey, Habana. Y fue dicho al oído del Rey por su representante. Tenía (Martínez) un espía detrás de él, desde que fue allí. Y oyó también que iba a ser prendido. Y entonces salió de allí y se fue a Tzimentan. Allí fue alcanzado. A los tres meses de haber salido llegó el aprehendedor, a Tzimentan. Y allí entonces lo prendió. Y allí él le cortó el habla al aprehendedor, cuando llegó a Tzimentan, diciéndole; "¡Quita de allí, hombre! Hace tres meses que llegué." Y dice: "Hoy hace tres meses que saliste. Tres meses tardaste en llegar. Ya que llegaste, serás encerrado en el calabozo, mientras yo vengo. Yo te sacaré del calabozo. Aunque tú seas Capitán, dos tendré a mis espaldas." Y dice: ¡"Acércate, desdichado viejo con ese fusil cargado!" ¡Va a arder el mar. Voy a alzar velas!" Y tenía fuego en su mirada. - "Vas a zarpar con "espuma en el agua", va a oscurecerse el sol con la lluvia". Y se le cayó la lengua. Y entonces se decía el Capitán: - "Va a ser estrellado contra la tierra también por la tempestad. ¡Entonces puedo sentarme en mi banquillo mientras vienen los mil doscientos barcos! Y se estará diciendo a sí mismo también el Rey: "¡Prepárate, señor, ya vienen los franceses!" - "Bueno -me dijo- vamos a morirnos porque somos hombres. ¿Por qué se te caen las fuerzas por un hombre como tú? ¡Defiéndete! ¡Voy a darte el justo precio de los barcos! Con eso se levantó mi lengua. - "Ardió, ardió el mar; diré que se volcó el firmamento; pero cuando bajé dos barcos estaban a la vista." - ¿Cómo te llamas? -me dijo: -- Yo soy hereje. Vas a purificarme. Me vas a bautizar. Voy a cambiar mi nombre, el Martínez. "Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo" es mi nombre. Y saqué el Libro de las Siete Generaciones para leerlo. Cuando terminé, pasaban ya tres meses. Los Alcaldes, entonces, dijeron que entregara el impuesto de mi vecindad, "un medio hombre". - "De donde se paga tu vecindad, mi vecindad, la de todos, de allí has de pagar mi vecindad". "Yo soy recién llegado." Esto digo. Que bajó la Justicia para que subieran los cristianos a la bienaventuranza. Y se acabará por pedir que le prueben al Rey si no saben que salen de dentro de la tierra piedras y de dentro de la tierra árboles y se vuelven hombres para fundar pueblos. No hay tigrillos que muerdan; eso era en el Nueve Ahau Katún. Cinco años faltan. Detrás de ellos estoy hablando. Llegará el tiempo en que baja el tributo. Cuando lo hayan pagado levantará a sus guerreros el Gran Padre. No creais que desperdiciaréis la guerra. Con ella viene la redención del pueblo por Jesucristo, el Guardián de nuestras almas. Así como en la tierra, así recibirá también vuestras almas en su santo cielo, hijos míos, el verdaderos Dios. Amén.
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De los meses noveno, décimo y undécimo En el primer día de este mes, llamado Tlaxichinaco, hacían sacrificios a Hoitzilopochtli, dios de la guerra, que consistían en banquetes, bailes y en ofrecerle las primeras flores. El primer día del décimo mes, nombrado Xicot Huetzi, estaba dedicado a Xiuhteuhtli, dios del fuego, se celebraba echando en una enorme pira un buen número de esclavos, a los cuales todavía vivos se les arrastraba al altar de ese dios y se les arrancaba el corazón. El modo de celebrar la fiesta era el siguiente: traían arrastrando de las selvas un árbol sumamente alto hasta el patio del templo donde lo levantaban después de haberle cortado todas las ramas. En seguida lo acostaban poco a poco para que no fuese a hacerse pedazos contra el suelo y, más tarde, atado con muchas cuerdas y adornado y vistoso por muchos papeles, clamando y gritando todos, lo levantaban de nuevo y lo afirmaban en un agujero en tierra. Hecho esto, los que iban a ofrecer esclavos vivos para que fueran quemados, se adornaban con varias plumas, caracolillos, flores y gargantillas de piedras preciosas; se teñían el cuerpo de amarillo, color peculiar del dios del fuego y consagrado a él, y así cantaban y bailaban, no sin gran concurrencia, hasta bien entrada la noche. A los cautivos los rociaban con el polvo de yauhtlino, con el cual suele hacerse más embotado y más suave el sentido de la muerte, y atados de manos y pies, se los ponían sobre los hombros y danzando al derredor de la pira los iban echando uno por tino en el fuego, pero antes de que exhalaran el alma con este género de muerte (como si se hubiera permitido que perecieran quemados por el fuego) arrancados a Vulcano, les sacaban el corazón para ofrecerlo al dios y así eran inmolados todos hasta el último. El ídolo de ese dios estaba fijado en la punta del árbol y concluidos los sacrificios arremetían en contra de él con gran ímpetu. Y todos aquellos que se distinguían por sus fuerzas y su velocidad eran considerados fortísimos y dignísimos; el que iba antes que todos y subía más ágilmente hasta el último penacho del árbol, echaba abajo el ídolo. El undécimo mes se llamaba Ochpaniztli, en cuyo primer día se hacían sacrificios a la madre de los dioses llamada Tetehuinaotoci o Nuestra Abuela. Bailaban en su honor en maravilloso silencio y sacrificaban una mujer vestida como esa diosa y adornada con otros ornamentos. Cinco días antes del principio de este mes cesaban todas las solemnidades y fiestas, y desde que comenzaba se hacían bailes hasta el día octavo, pero todos en silencio y sin que se tocaran ningunos atabales o sonajes. Concluido esto, la mujer que iba a ser inmolada, que decían ser la imagen de Diana, se adelantaba con las ceremonias del culto divino, llevando la cara y el hábito de esa diosa y acompañada de numerosa caterva de mujeres, especialmente de parteras y de titicis. Las cuales divididas en dos batallones en campos opuestos, emprendían una batalla arrojándose bolas de pachtli y clavas entretejidas de nochtli y no cesaba el juego antes de que transcurrieran cuatro días. Después ponían gran cuidado en que la mujer consagrada a la diosa no se percatase de que tenía que morir, porque se tenía por malo y terrible agüero si la tristeza opacaba su rostro o si derramaba lágrimas. Ya llegada la noche en que tenía que ser inmolada, adornada con hermosas y muy preciosas vestiduras y peinada con gran cuidado, la conducían al templo en increíble silencio y con engaño, como si la fueran a entregar como mujer a alguno de los varones principales de la ciudad en vez de llevarla a la mesa mortal y al horrendo tálamo de Ditis, y allí acostada de espaldas sobre la espalda de alguno, se le cortaba la cabeza lo más rápidamente posible e inmediatamente después se la desollaba. Al punto un joven robusto se vestía esa piel el cual, acompañado de numerosa comitiva y con gran solemnidad, llevaban al templo de Hoitzilopochtli donde tenía que arrancar él mismo con sus propias uñas los corazones de cuatro cautivos y entregar los otros esclavos, que no eran pocos, al sacerdote para que después fuesen inmolados. En el mismo mes el rey o el régulo de aquella ciudad o plaza en la que se habían celebrado los predichos sacrificios, hacía alarde de sus fuerzas militares, y escogía a aquellos que hasta ese tiempo nunca habían estado en la guerra y a los cuales asignaba armas y otros adornos militares y eran inscritos en el número de los atletas para que después cuando se presentase la ocasión estuvieran presentes en las batallas. Y se hacían otras muchas cosas, las que como no parecen de gran importancia, y también en gracia de la brevedad, las pasaremos sin mencionar.
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CAPITULO X Que trata de la fundación de la cabecera de Quiahuitztlan y de sus señores y gobernadores Hemos tratado de la sucesión de los Xicotencas largamente; razón será que tratemos de la cuarta parte de Tlaxcalla, que será de la cabecera de Quiahuitztlan, que no menos valor tuvo que las demás cabeceras, ni menos origen ni principio. Es de saber que cuando los chichimecas, primeros pobladores, vinieron poblando por Amaquemecan y vinieron rodeando las faldas de la Sierra Nevada y Volcán, algunos de ellos siguieron el rumbo del Norte y fueron a poblar las tierras de Tullantzinco y demás provincias de aquella sierra, como atrás dejamos referido. Mas algunas cuadrillas y legiones se quedaron en la provincia de Tepetlaoztoc, que en una legua de Tetzcuco hacia la parte del Norte, donde hallaron muy grandes cuevas en que vivir, y ansí se llama Tepetlaoztoc, porque quiere decir en lengua nahuatl mexicana. "En las cuevas de la Tezca". Y allí poblados, pasaron adelante sus capitanes más principales y, caminando, llegaron a la provincia de Tlaxcalla, en la cual hallaron poblados a sus amigos los chichimecas, que vinieron rodeando las Sierras Nevadas y Volcán, y hallando pobladas y ocupadas tan buenas y fértiles tierras, trataron con Culhuatecuhtlicuanez para que les acomodase en alguna parte de lo mucho que tenía como Señor Universal de toda la provincia de Tlaxcalla y Texcalticpac. Dióles cómodamente lo que fue necesario para su poblazón; de suerte que tuvieron conocido lo que habían de poseer. Y esto les sucedió antes del gran cerco que se les hizo por los huexotzincas, porque se hallaron en Texcalticpac a la defensa de su patria. Luego de como pasó la refriega, se fueron a poblar la parte de Quiahuitztlan, que es la cuarta cabecera de Tlaxcalla, que dicen de Citlalpopocatzin. El primer Señor de ella fue Mizquitl, al cual le sucedió Timaltecuhtli. A éste le sucedió Tozcoyohuatecuhtli; a éste, Cohuatzintecuhtli; a éste, Quetzalhuitzin; y a éste, Zacancatzin, que no reinó más de un año. Y por su muerte, le sucedió Iyactzin; y a éste, Citlalpopocatzin. Llamose ansí, porque cuando nació se vio en el cielo una cometa muy grande y espantoso que echaba muy grande humo de muy grande cola. En el tiempo en que éste reinaba vino Hernando Cortés, que, ansímismo, le fue leal amigo y de todos los cristianos y ayudó en la conquista contra los mexicanos valerosamente. Después de sus días, quedó en el gobierno de esta cabecera Quetzalcohuatecuhtli. A éste sucedió Tlatlachtzintemilotecuhtli, llamado D. Antonio. Muerto éste, sucedió D. Thomás de Santa Cruz y, porque fue incapaz para el gobierno, le sucedió D. Julián Motolinía, y a éste, D. Antonio de Luna, que hoy vive. Hase de advertir aquí que al principio y origen de esta cabecera fueron heredando por línea recta y derecha sucesión hasta Xipantecuhtli y hasta Citlalpopocatzin. Como fue la herencia sucediendo en hermanos, cuando vino a dar la vuelta, que habían de heredar los hijos del primer hermano, obo discordias. Dende allí en adelante, como eran todos primos y hermanos, acordaron que sucediese el señorío por elección, como fuese ésta entre los mismos pretensores e interesados. Esto se ha venido guardando y observando hasta hoy. Finalmente, que con esto he acabado de tratar de la descendencia de las cuatro cabeceras de TlaxcaIla, reinos y señoríos, que no fue otro nuestro fin, aunque, para mayor claridad, quiero ponerlo por más extenso, porque no se oscurezca su memoria por la venida de los cristianos y primeros españoles.
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CAPITULO X Dáse una breve noticia de los minerales de plata y oro de que abunda la provincia de Quito y del methodo de extraer el metal en algunos de oro 1019 Siendo, como todos saben, una de las riquezas que componen el patrimonio de los reynos y provincias del Perú y aun de todas las Indias occidentales los preciosos minerales que, fixos en sus venas, penetran en ramificaciones diversas toda la extension de sus paises, merece la mayor recomendacion en ellos la que los logra en mayor numero y donde la extraccion de los metales es mas quantiosa, de tal modo que, compitiendo el privilegio de la primacía á la natural fertilidad del terreno, no hace eco la abundancia de las miesses en aquellos territorios que, agradecidos al trabajo del labrador, vuelven con excessivas creces las simientes que se les confiaron si al mismo tiempo, abiertas las entrañas de la tierra, no embelesan la atencion del minero con la copiosa rendicion de los metales; no son de entidad los fértiles pastos de que lozanamente se cubren las campañas si, embutidas las piedrezuelas que, ocultas, guarda aquella aparente costra de materia tosca, no lisongean la vista del que las solicita, y la facil producion de cosas, que en la realidad son los dones mas excelentes de la naturaleza para la comodidad de la vida humana, no es estimada á proporcion que lo deberia ser quando las venas de la tierra dexan de contribuir en briscados copos abundantes porciones de fina plata. Es esto de tal modo que, mudadas las suertes en aquellas partes, solo goza el nombre de rica la provincia en donde por mas parages se desentrañan los metales, aunque en la realidad sea tan pobre de los restantes frutos que haya de recurrir á los que le subministran otras para la subsistencia de las gentes que se ocupan en el exercicio de los metales, y como pobres son reputadas y en la realidad lo son por las señales aparentes las que, abundando en ganado, pródigas en frutos, comodas en los temples y colmadas de las riquezas mayores, ó no están sus entrañas tan penetradas de minerales preciosos ó se han dexado olvidar con el descuido sus labores. Sucede esto y se hace tan palpable que, sin entrar en muy prolixo examen, lo advierte luego la vista, y se presenta la causa á la razon. Son aquellos paises como una estancia passagera, donde la plata y el oro, saliendo de su centro para empezar á viajar, apenas se detienen algun poco que no continúen con presurosa diligencia hasta passar á otros distantes reynos, siendo en el suyo propio donde hacen menos demora, propension tan general en todas las Indias que no hay en ellas ni poblacion ni provincia en la qual no se observe esto con una misma regularidad, proviniendo, como se dexa entender, de que, siendo cosa indispensable en todas ellas el consumo de los generos y efectos de Europa, son estos los que, passando á aquellas partes, quedan substituidos en el lugar de los metales, obligandolos á que vengan y ocupen el lugar que ellos tuvieron donde fueron fabricadas. 1020 En la provincia que no se trabajan minas aun la riqueza de los frutos descaece, de modo que no se manifiesta en ella porque la falta ó escasez de dinero contribuye á que sus precios sean tan inferiores que, no incitando las ganancias á la aplicacion del labrador, dexa este de sembrar lo que pudiera y se contenta solo con aquello que es proporcionado al regular consumo y á lo que puede expender con moderada estimacion. Y como todo lo que entra en cambio de estos frutos, quando logran tener fuera algun despacho, vuelve á salir á trueque de los efectos y generos de Europa, siempre queda escasa de dinero y siempre es pobre faltandole, tal vez aún para proveerse, de lo que necessita. No sucede lo mismo en las otras abundantes de minerales pues, siendo estos el objeto que llama la aplicacion de sus moradores, al passo que se apartan de allí las riquezas, salen otras de los senos de la tierra; y con su misma succesiva extraccion, ni se carece de los generos de Europa ni de frutos aunque la esterilidad de su suelo los escasea ó la rigidez del clima no los permita, pues acude de todas partes á participar de la riqueza de metales y permutarse con ellos quanto se puede apetecer ó ser preciso para las necessidades de la vida. Pero es, sin duda, que la provincia donde la riqueza de los minerales y la de su fertilidad concurriessen igualmente, sería mas excelente que las otras á quienes falte uno ú otro beneficio; la de Quito pudiera reputarse por de aquellas, siendo en frutos la mas pingue de todo el Perú, en gentío, la mas poblada, assi de indios como de españoles, en ganados, la mas abastecida, en fabricas, la mas laboriosa, y en minas, si no la mas pródiga, no menos rica que qualquiera de las otras adonde la naturaleza ha derramado todo el esmero de sus favores, pero parece que la suerte, queriendo aún en ello no singularizar a ninguna, negó á esta el genial concurso de las gentes para que á un tiempo no se aprovechassen de todos los beneficios que ofrece su país, pues no es facil encontrar otra razon que disculpe á los de la provincia de Quito el no tener aplicacion á la labor de las minas. Assi, aunque son muchas las que hay descubiertas, y por estas se puede congeturar no sean cortas las que encierren aquellas cordilleras, son en reducido numero las que se trabajan, con particularidad en lo que se estienden los corregimientos; por esta razon, amortiguada allí la riqueza, no tiene brios la fertilidad ni la abundancia de aquella tierra para brillar tanto como otras del Perú, donde la plata rueda, y con esta es grande el lucimiento de sus habitadores y su descanso. 1021 De los muchos minerales que se contienen en la provincia de Quito, se trabajaron en la antiguedad algunos que no gozan este beneficio en los presentes tiempos. Entonces reconocia su ventaja aquel país, y aun todavia se conservan memorias de la opulencia en que estuvo, manteniendose con las riquezas que de él se sacaban. Los vecindarios de que entonces constaban, tanto la ciudad capital como todas las otras, eran mas crecidos, y, sobresaliendo los caudales de algunos de sus moradores, hacian eco en lo demás del Perú. Perdieronse los ricos minerales que encierra la jurisdiccion de Macas por la sublevacion de los indios y no se procuraron recuperaron, de suerte que con el transcurso del tiempo hasta la memoria de los sitios donde determinadamente estaban se obscureció; descaecieron las labores de las minas de Zaruma porque empezó á olvidarse allí el arte de beneficiar los metales y faltó la aplicacion en las gentes para dedicarse á ello, y al mismo respeto fue experimentando su decadencia toda la provincia; y sin faltarle aquella fertilidad y abundancia que siempre gozó como propia de su clima, fue apagandose la sumptuosidad de tal suerte que yá el presente no es sombra de lo que fue ni luce en ella aquella riqueza de que antes hacía obstentacion, pues, á proporcion que ahora le entra en cambio de sus texidos y frutos, la plata que estos producen en Lima y Valles necessita expenderla y que vuelva á salir en trueque de generos de Europa y assi no se vé allí, como yá dexo advertido en otra parte, aquella abundancia de oro y plata que es regular en las otras provincias mas meridionales. 1022 Lo que ha quedado gozando sin descaecimiento de toda la riqueza, general antes en la provincia de Quito, es lo que participa del govierno de Popayán porque en todo él son muchos los minerales de oro que hay, y en gran numero los que se trabajan; y para que los curiosos no echen menos sus noticias, haré memoria de los mas principales, y del modo de beneficiar en ellos el oro por ser distinto del que se acostumbra en las minas de Caxa, continuando despues con la de los demás minerales que se conocen en la extension de aquella provincia. 1023 Todo lo que comprehende la jurisdiccion de Popayán es muy abundante de minas de oro, de tal suerte que con la diferencia de trabajarse en unos partidos mas que en otros en todos se saca oro á proporcion, yendo cada vez en aumento los descubrimientos y labores de nuevas minas, y esto contribuye no poco al aumento de aquellas poblaciones sin embargo de la incomodidad que ofrecen algunos de sus temperamentos. Los partidos de Cali, Buga, Almaguer y Barbacoas son entre los pertenecientes á la provincia de Quito los mas ricos de este precioso metal, y nunca se cessa de trabajar en sus minas, con la particularidad de que, no teniendo el oro ninguna mezcla con otra suerte de metales ó cuerpos, su beneficio es mucho mas simple y facil, pues no se necessita de azogue para él; assi, es este oro el que se saca en lavadero y, saliendo en polvo, se le dá este nombre. 1024 Las minas en que se cria el oro de estos partidos no son de Caxa, como las regulares de plata ó muchas que hay de oro de la misma especie, esto es, que no están encallejonadas y comprehendidas como entre dos guardas ó murallas naturales donde se encierra el metal, sino que se halla esparcido, mezclado con la tierra y piedras de aquellos sitios que son propios de él. En la misma conformidad que las arenas, se suelen encontrar interpoladas con tierra de distintas especies; assi, toda la dificultad en sacarlo consiste en separar de la tierra los granos de oro, lo qual se hace con gran facilidad por medio de los arroyos y conductos de agua, sin cuyo auxilio nunca lo podrian conseguir. Esta providencia es tan necessaria en los minerales de la especie que quedan descritos como en los de Caxa, de donde los metales de plata y oro salen unidos á otros cuerpos y jugos porque, despues de haver hecho en ellos el beneficio que piden segun calidad con el azogue, entre el de el lavado quando están en disposicion de recibirlo, y con él se separan las lamas y lo que estas contienen, dexando limpio el cuerpo de metal compuesta de azogue y oro ó plata, segun la especie del que se beneficia. 1025 El modo que tienen en toda la jurisdiccion de Popayán para extraer oro consiste en cabar la tierra del mineral, y, sacandola de él, la van depositando en una cocha ó estanque grande hecho á este fin, en el qual, junta aquella porcion que es proporcionada á su cabida, dexan que corra el agua hasta que se llene, teniendo dispuesto un conducto que la dirija á ella para poderlo hacer guando sea necessario. Estando en esta conformidad, mueven dentro de aquel estanque la tierra que, yá hecha lodo, está en él para que lo mas ligero vaya saliendo por otro conducto que sirve de desague; y, assi, continuan hasta que, á fuerza de moverlo solo, queda en el fondo aquello mas pesado, como son las piedrecillas, las arenas y el oro; despues que logran ponerlo en este estado, entran cogiendolo al rededor con movimiento pronto y uniforme y remudando las aguas, vá separandose lo meos pesado de lo mas solido, y queda el oro al fin en el fondo de la batea, limpio de todo lo que antes hacia mezcla con él. Lo regular es hallarse en granos tan pequeños como menuda arena, por lo que se le dá el nombre de oro en polvo, pero tambien suele haver puntas y pepitas tal vez grandes, otras veces medianas, aunque por lo regular son pequeñas. Las aguas que salen de esta cocha van á parar á otra que está algo mas abaxo, en la qual vuelve á quedar detenido todo lo pesado, y, haviendo concluido con el lavado en la primera, passan á hacer la misma diligencia en la que sigue para sacar aquello mas liviano, que por su mucha pequeñez con el movimiento y la corriente del agua pudo salir envuelto con la tierra y otras escorias; y ultimamente, si quieren, para no desperdiciar nada, lo vuelven á repassar en una tercera cocha, aunque yá en esta es muy corto lo que se suele recoger. 1026 Este trabajo se hace en todos los minerales pertenecientes á la jurisdiccion de Popayán con negros esclavos que cada dueño de minas tiene para sus labores, y, regularmente, mientras los unos están lavando, se emplean los otros en cortar material, y assi no tienen lugar de parar los lavaderos. La ley de este oro es por lo regular de 22 quilates, alguno passa de ella y llega hasta 23, y, por el contrario, baxa tambien aunque no es comun que sea menos de 21 quilates. En el partido de Chocó, haviendo muchas minas de lavadero como las que se acaban de explicar, se encuentran tambien algunas donde, por estar disfrazado y envuelto el oro con otros cuerpos metalicos, jugos y piedras, necessita para su beneficio del auxilio del azogue; y tal vez se hallan minerales donde la platina, piedra de tanta resistencia que no es facil romperla ni desmenuzarla con la fuerza del golpe sobre el yunque de acero, es causa de que se abandonen porque ni la calcinacion la vence ni hay arbitrio para extraer el metal que encierra sino á expensas de mucho trabajo y costo. Tambien se encuentran entre estas minas algunas donde hay mezclado con el oro el metal de Tumbaga, tan fina y con las mismas propiedades que la del Oriente, siendo la mas singular en ella el no criar verdin ni extraerse por medios de los accidos, como sucede con el cobre ordinario. 1027 Del oro que se saca en todos estos lavaderos ó minas de la provincia de Quito mucha parte circula en ella, pero se detiene allí poco tiempo porque inmediatamente continúa su curso acia Lima, y esta es la que en alguna manera ayuda á sostenerla para que no descaezca enteramente; otra gran porcion se dirige inmediatamente acia Santa Fé ó Cartagena, la qual no es regular entre en Quito. 1028 En el partido de la villa de Zaruma, que pertenece al corregimiento de Loxa, hay varios assientos de minas de oro, y aunque de poca ley porque no excede de 18 quilates y baxa hasta 16, son tan abundantes que, puesto en ley de 20 quilates, dexa mas utilidad á los mineros que la que dan otras minas, donde el oro tiene por sí esta ley y acude regular. En los tiempos passados se trabajan muchas betas pero ya ha descaecido tanto la aplicacion de aquellos habitadores que son muy raras las que están corrientes. El beneficio de estos metales se hace por medio de azogue, y todas las que hay allí son minas de Caxa. Lo mismo que las minas de Zaruma, experimentan otras tambien de oro que hay en la jurisdiccion del govierno de Jaén de Bracamoros; de estas se sacaban grandes porciones havrá cosa de 80 á 100 años, pero desde que los indios de aquellas partes, á imitacion de los de Macas, se sublevaron, quedaron olvidadas enteramente, y nunca se ha hecho diligencia de volverlas á descubrir para beneficiarlas. El oro que de ellas se sacaba, aunque no era de tanta ley como el de la jurisdiccion de Popayán, excedia con mucho á el de Zaruma, y todavia sacan los indios alguno en porciones cortas quando la urgencia los obliga á valerse de este recurso para pagar el tributo; entonces, se encaminan á algun arroyo ó rio esperando para practicarlo á su creciente, lavan en ellos las arenas que lleva envueltas y, sacando aquello que con precision necessitan, dan a mano á la faena sin fatigarse en sacar mayor porcion. A proporcion de lo que passa con estas, se nota lo mismo en otras varias que hay descubiertas en todo el país de aquella provincia. Una de ellas está en la jurisdiccion del assiento de Latacunga y en terminos del pueblo de Angamarca, la qual tuvo á su cargo en los tiempos passados cierto vecino de allí llamado Sanabria, siendo tanta la abundancia del rico metal que se sacaba que para no perder tiempo en sus labores las hacia continuas de noche y de día, teniendo á este fin porcion de negros esclavos, con los quales repetia las tareas mientras era de noche, y de día empleaba en ello á los indios; el accidente casual de un derrumbo, causado por un horrible temporal, le cerró enteramente la entrada, y, no haviendo podido conseguir su descubrimiento, quedó oculta hasta que, despues de muchas diligencias practicadas por varios sugetos, uno mas afortunado logró que, con la casualidad de otra formidable tempestad y un aguacero que á ella siguió, se descubriesse en parte el año de 1743, y este feliz sucesso le empeñó para continuar en sus labores. 1029 A este respeto, hay noticias de otras muchas minas en la jurisdiccion de aquella provincia con señales de haverse trabajado en varios tiempos y sacado de ellas copia de metal; y aunque parece que su naturaleza ó disposicion es mas propia ó adequada para minas de oro, no faltan betas de plata en abundancia y con grandes muestras de riqueza, siendo evidentes señales que lo confirman las muchas que se han registrado en las Caxas reales y Audiencia de Quito, y con especialidad algunas que modernamente se han trabajado aunque con poco fomento; de este numero, podrá ser la llamada Guacaya, en la jurisdiccion de Zicchos, terminos de Latacunga, y otra que á cosa de dos leguas de la antecedente está tambien de plata; en entrambas se trabajó algun tiempo pero nunca passaron sus labores de la superficie de la tierra, y esto provenía de que las personas que estaban hechas cargo de ellas no tenían caudal propio ni fomento de otros para adelantarlas. La mas famosa de este partido, entre las varias de plata que hay en él, es una distante del pueblo de Zicchos cosa de 18 leguas nombrada Sarapullo, en la qual se hizo algun trabajo y fue preciso suspender las labores por no tener el minero aquellos fondos que se necessitaban. 1030 No abundan menos que en el corregimiento de Latacunga en los demás las muestras de ricos minerales aunque no se conozcan descubiertas en ellos tantas minas. En el de Quito se conserva con esta fama el cerro de Pichincha, y algunos granos de oro, que se suelen sacar de él lavando las arenas de sus arroyos, son suficiente prueba para acreditarlo, bien que no hay noticias ni rastro en todo lo que puede registrarse en aquel cerro de haver en él mina formal ni de que estuviesse descubierta ó se trabajasse en otro tiempo, pero esto no debe ser estraño quando los derrumbos, que con los temporales y el transcurso del tiempo se hacen, son capaces de desfigurarlas tanto que no queden indicios de ella, y solo la aplicacion y el trabajo las puede volver á descubrir, dedicándose especialmente á conseguirlo. Además de este cerro, en toda su cordillera, no menos que en la oriental de Guamaní y en varios otros parages y quebradas, hay los mismos rastros de contenerse en ellos minerales ricos. 1031 Passando con la especulacion á examinar los partidos de Otabalo y villa de San Miguel de Ibarra, se encuentran á la primera vista, en los territorios pertenecientes al pueblo de Cayambe, entre las faldas y cordilleras del nevado cerro Cayanzburo, las memorias y antiguas noticias de haver allí unos minerales de mucha riqueza que tuvieron labores en tiempo de la gentilidad, y se sacaba de ellos mucha copia de metal; en las inmediaciones del pueblo de Mira, entre varios cerros que conservan igual fama, hay uno nombrado Pachon, que la tiene mas acreditada con el exemplar de haver sacado de él grande riqueza pocos años há un vecino del mismo pueblo. Ninguna de estas se trabaja, y no es de admirar á vista del abandono en que están las descubiertas y que son mas conocidas. 1032 Todo el país de Pallactanga, en la jurisdiccion de la villa de Riobamba, se compone de minerales de plata y oro, y es tanta la abundancia de los que hay en todo este corregimiento que una sola persona de las que conocí en aquella villa, y mas se señaló en cortejarnos y á toda la compañia francesa, tenia registradas por sí en las Caxas reales de Quito 18 betas distintas de plata y de oro, todas ricas y de buena ley. En esto se particularizan tanto que, solo conservando en mi poder la certificacion original, podría atreverme á decir que, ensayados en Lima por el mismo interessado los metales de una de aquellas betas, que era de los que los mineros llaman negrillos, certificó el ensayador general Don Juan Antonio de la Mota y Torres en 27 de diciembre de 1728 haver encontrado en ellos que correspondía á 80 marcos de plata por cada caxon, cosa la mas monstruosa que se puede imaginar, pues, segun lo regular, se tienen por ricas las minas que rinden de 8 á 10 marcos de plata por caxon, el qual consta de 50 quintales de mineral, como sucede en las de Potosí y Lzpes, en las quales, aun siendo necessario el acarreto del mineral desde aquellos parages en donde se saca á otros mas comodos donde se les dá el beneficio, y crecidos los gastos que para él se ofrecen, no solo sufragan para todos con 10 marcos por caxon sino que dexan ganancias sobresalientes. Assi, hay otras muchas minas en diversos parages donde el caxon solo rinde despues de beneficiado 6 ó 5 marcos de plata, baxando aún hasta tres, las quales se pueden beneficiar por hallarse en paises comodos, donde los mantenimientos son baratos y abundantes y muchas las gentes para trabajar en las tareas de las minas por jornal no crecido. 1033 Además de las riquezas que la fama divulga hallarse depositadas en las entrañas de aquellos cerros que pertenecen á la jurisdiccion de Cuenca, de que es solo prueba la tradicion de los antiguos indios, hay parages en donde se encuentran minas descubiertas y que se han trabajado en los modernos tiempos, bien que no con aquella aplicacion que se requeria para lograr el todo de las utilidades que podían ofrecer. Una de estas se hallaba en las tierras pertenecientes al partido de Alausí y distante de una hacienda llamada Susña cosa de seis leguas; el dueño de esta con sus negros y indios, quando las regulares tareas de su hacienda cessaban y le permitian la oportunidad para ello, hacía sacar el mineral y lo beneficiaba, reconociendo en las utilidades que le dexaba su mucha riqueza; pero, como su caudal no era suficiente para seguir estas labores con continuacion sin que descaeciessen las de la hacienda, nunca pudo darles el fomento necessario para que produxessen porciones crecidas de plata en correspondencia de las muchas que prometian. A este respeto, está todo aquel país tan dotado de minas que, si la inclinacion de los habitadores se dedicasse á su beneficio, no se les aventajarian en la abundancia ni en la riqueza las muchas de que blasonan y con que se han adquirido tanto nombre las provincias meridionales del Perú. Pero no sucede assi, no encontrandose otra razon para su abandono que la mucha abundancia de mantenimientos que hay en aquel país y el poco valor de ellos; con que, satisfechos sus moradores teniendo con menos fatiga lo preciso para la vida, no se apresuran á querer desentrañar las riquezas que están depositadas en los senos de la tierra; y de esto se sigue que, no haviendo caudales opulentos entre los vecindarios de aquellas ciudades y poblaciones grandes, falta la proporcion para poder emprender el trabajo de las minas, en el qual, antes de purificarse los metales y de quedar en líquida plata ú oro, tienen que passar por las operaciones del beneficio, siendo preciso consumir en ello sumas considerables. A esto se agrega que, si alguno de sus moradores muestra inclinacion por esta parte, los demás, con la aprehension de que las minas atrassan los caudales, lo miran como hombre fanatico que busca su perdicion; y, procurando apartarlo de estas ideas, si no lo consiguen, se alexan al menos de su trato, precabiendose de que los inficione con sus maximas; assi, no deberá hacerse estraño que, siendo segun las muestras tan ricas aquellas minas, no haya quien las apetezca y desee utilizarse en la extraccion de sus metales porque generalmente miran todos con horror este exercicio por la falta de uso que hay de él, lo que no sucede en las provincias meridionales del Perú, donde los mineros famosos son hombres de estimacion, de caudales crecidos y de las primeras familias de aquellas partes, á distincion de los mineros de poca consideracion, que tambien los hay entre los muchos que se emplean en el beneficio de los metales y labores de las minas. 1034 Al modo que en los corregimientos de la provincia de Quito, abundan tambien los minerales de metales preciosos en los goviernos de Quijos y Macas; el de Jaén los tiene sobresalientes, y no menos los de Maynes y Atacames. Por lo perteneciente al primero, es, sin duda, que los indios de las orillas del Marañón, lavando las arenas de algunos rios que descargan en él sus aguas, sacaban oro; y debiendo assignarle á este un cierto origen, es forzoso lo haya de tener en las minas de aquel territorio. Por lo correspondiente al segundo, se estima por, sin duda, que las riveras de los rios de Santiago y de Mira están llenas de venas de oro, como lo acredita la experiencia, pues los mulatos y mestizos lavan y sacan de entre las arenas algunas cortas porciones de él; pero no haviendose jamás dedicado unos ni otros á descubrir las minas principales, se dexa de trabajar en ellas con formalidad. 1035 Lo mismo que sucede en aquella provincia con las minas de oro y plata se experimenta con las de los otros metales y piedras de que tambien abunda, siendo de ningun aprecio para sus moradores. No se diría que possee completamente riquezas aquella provincia si á los minerales de oro y plata no correspondiessen los que son precisos para la extraccion de estos y demás menesteres de la vida, ó no sería ser rico en minerales aquel país si solo se ciñesse á los dos mas principales. Para que no tuviesse, pues, que apetecer en esta parte, lo dotó tambien la naturaleza de minerales de azogue, los quales se hallan acia la parte austral de toda la provincia, en los terminos del pueblo que tiene el mismo nombre y es perteneciente al corregimiento de Cuenca; sacabase de él en los tiempos passados para el beneficio de aquellas minas pero despues se prohibió enteramente su extraccion con el motivo de que en todos aquellos reynos no quedassen corrientes otras que las de Guancavelica y de que se evitasse por este medio el fraude que se reconocia en los quintos, sacando azogue de contrabando y abasteciendo con él las minas que debian tomarlo de las Caxas reales á donde pertenecian ó del assiento principal. El fin fue muy conducente para el logro de lo que se deseaba, pues, no sacandose el azogue mas que de unas minas, será menos frequente el fraude que beneficiandose en distintas; pero es constante, assimismo, que el haverse cerrado estas ha contribuido en parte á que descaezcan las labores de las de plata en toda la provincia de Quito tan considerablemente como se experimenta y que, entrando en examen del inconveniente, será facil encontrar remedio para aprovecharse de su riqueza sin el temor que obligó á aquella providencia. 1036 A este respeto, dando credito al dictamen de algunos naturalistas y á las muestras que se dexan percibir bien patentes, havremos de convenir en que el territorio sobre que está fundada la ciudad de Cuenca sea todo mineral de hierro, cuya vena se descubre en los derrumbos de algunas quebradas, y los pedazos que se sacan de sus barrancos no dexan duda en ello, assi por el color y peso como por la propiedad de unirse á lo tocado con piedra imán aquellas pequeñas particulas despues de polvorizadas, y muchos hombres inteligentes en esta especie de minas asseguran no solamente serlo de hierro pero abundar en la vena este metal, cuya calidad no es facil averiguar sin hacer experiencia para ello. 1037 Assimismo, no es dudable que si el desvelo de aquellos moradores se dedicasse á ello se encontrarían tal vez minas de cobre, de estaño y de plomo, de las que ahora no se tiene noticia, siendo muy regular que no falten donde hay tantas de los metales mas preciosos, como lo es el que con estos se crien el cobre y el plomo, pues lo contrario se nota con estrañeza. En el capitulo siguiente daré algunas noticias de otros minerales que se hallan en aquella provincia, particularmente de las piedras especiales que la adornan, para que por todos modos se conozca lo mucho y muy particular que en sí comprehende.
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CAPITULO X Ocupaciones y ejercicios que tuvo en el Colegio y Misiones que salió a predicar. No habiendo tenido efecto la fundación de las Misiones de San Saba por los motivos expresados en el antecedente Capítulo, ya no volvió el R. Padre Guardián a hablar nada a nuestro Venerable Junípero sobre que se volviese a las de Sierra Gorda de donde había salido, bien fuera para que estuviese a mano, por si de repente se tratase en el Superior Gobierno de la reducción de los Apaches (por aviso de la Corte) o porque esperaría el Prelado a que el Venerable Padre se lo insinuase; pero el humilde, y obediente Siervo de Dios, no quiso jamás mostrar más inclinación que a la voz del Superior, resignado ciegamente (para no errar) a la voluntad del Señor expresada en la del Prelado. Quedóse en el Colegio hasta el año de 1767, en que lo destinó la obediencia para estas Misiones de Californias, y estuvo sin el ejercicio de predicar a los Infieles poco más de siete años, en cuyo tiempo trabajó mucho en la conversión de los pecadores en las Misiones que predicó así en el distrito del Arzobispado de México, como en los de otros cuatro Obispados. En la Capital de México predicó dos años en las Misiones que cada trienio hace nuestro Colegio de San Fernando con mucho fruto, y no fue poco el que el V. Padre logró con sus fervorosos Sermones. En uno de ellos (a imitación de su devoto San Francisco Solano) saco una cadena, y dejándose caer el hábito hasta descubrir las espaldas, después de haber exhortado a penitencia, empezó a azotarse tan cruelmente, que todo el auditorio se deshacía en lágrimas; y levantándose de él un hombre, fue a toda prisa al Púlpito, quitó la cadena al Penitente Padre, bajó con ella, hasta ponerse en lo alto del Presbiterio, y tomando ejemplo del V. Predicador, se desnudó de la cintura para arriba, y empezó a hacer pública penitencia, diciendo con lágrimas y sollozos: "Yo soy el pecador ingrato a Dios, que debo hacer penitencia por mis muchos pecados, y no el Padre que es un Santo." Fueron tan crueles y sin compasión los golpes, que a vista de toda la gente cayó, juzgándolo todos por muerto. Habiéndolo oleado allí, y sacramentado, murió poco después. De esta alma podemos creer con piadosa fe, que estará gozando de Dios. Fuera de la Capital predicó el V. Padre en el Arzobispado, haciendo fervorosas Misiones, en el Real de Zimapan y sus contornos, en muchos Pueblos de la Provincia del Mezquital, en la de la Huasteca, en su Capital, Villa de Valles, Aquismon, y otros muchos lugares, en cuya Misión gastó nueve meses, los siete en actual ejercicio de predicar y confesar, y los dos restantes en ida y vuelta, por lo muy apartado que está de México, en cuya Misión logró mucho fruto, por hacer cuarenta años que no había habido otra. En el Obispado de la Puebla de los Angeles hizo Misiones en la Costa del Mar del Norte, o Seno Mexicano, en Tabuco, Tuxpan, Tamiagua, y otros muchos Pueblos, distantes de México más de ochenta leguas. En el Obispado de Antequera, o Oaxaca, misionó en muchos Pueblos a petición del Illmô. Señor Obispo Don Buenaventura Blanco, dando principio cien leguas distante de México, a la raya del Obispado de Campeche, hacia Tabasco, en aquellas Poblaciones de la Costa donde nunca se había oído Misión. Y para acercarse a la Capital de Oaxaca, para donde lo llamaba su Illmâ., hubo de navegar el Venerable Padre ocho días por el gran Río llamado de los Miges, donde tuvo que padecer, tanto él, como sus Compañeros, muchos trabajos por los excesivos calores, molestia de zancudos, y peligro de Caimanes, sin poder salir de la canoa a tierra por los Tigres, Leones, Víboras y demás animales ponzoñosos de que están abundantes aquellos lugares, y por este motivo despoblados de gente que los habite. Después de ocho días de tan peligrosa y molesta navegación, hubieron de caminar por tierra (de iguales circunstancias) hasta llegar a la Villa alta, distante de México más de cien leguas. En ella hizo Misión el V. Padre y de allí pasó a la Ciudad de Antequera, en donde lo esperaba el Illmô. Señor Obispo. Llegaron a este paraje por la Quincuagésima, y anunciando luego la Misión, duró todo el tiempo de Cuaresma, logrando a expensas de sus apostólicos afanes innumerables conversiones, con gran consuelo de aquel celosísimo Prelado; quien hizo que nuestro V. Fr. Junípero predicara (a puerta cerrada) a toda la Clerecía mientras sus Compañeros misionaban al Pueblo. De esta predicación se logró abundante fruto, y más con la facultad que les concedió a los Padres aquel filmó. Pastor, para casar a los que lo necesitaban, y que viviendo amancebados pasaban por casados, de que fueron muchos los que había así en la Capital, como en los demás Pueblos en que hicieron Misión; la que habiendo durado seis meses, y concluídose este término, se retiraron los Padres al Colegio, a donde llegaron a los ocho meses después de haber salido de él, por la larga distancia que hay; cuyo viaje hizo a pie el V. Padre no obstante la llaga e hinchazon de él. En el Obispado de Valladolid misionó en Río Verde (distante de México más de cien leguas) en la Cabecera de la Custodia de Santa Catalina de Río Verde, y Pueblos de sus contornos, y últimamente en el Obispado de Guadalajara, cuando venía con sus Compañeros el V. Padre para estas Californias, habiéndose detenido en el Puerto de San Blas por falta de embarcación. Predicaron en el Pueblo de Tepic, Xalisco, Ciudad de Compostela, Mazatan, San José, Guaynamotas, y otros circunvecinos de aquella jurisdicción, donde logró innumerables conversiones de pecadores, no perdonando fatigas para conseguirlo. Mucho es el trabajo que trae consigo el ejercicio de misionar entre Fieles, empleándose medio año continuo en la predicación y confesiones desde el primero hasta el último Sermón, sin más descanso que el tiempo de caminar a pie desde el Colegio, y de una Población a otra, hasta restituirse a él; y si se numeran las leguas que por este fin anduvo el V. Fr. Junípero, no serán menos de dos mil. Estas tareas se le aumentaron con la Patente o Título que desde el año de 1752 tenía de Comisario del Santo Oficio, con que lo honró el Santo Tribunal de la Fe para toda la N. E. e Islas adyacentes, por cuya causa hubo de trabajar en muchas partes, y caminar gran número de leguas, desempeñando cuantas diligencias practicó a satisfacción de los Señores Inquisidores, que lo atendían y miraban como a Ministro, no sólo docto, sino por muy celador de la Fe y Religión Católica. En los intervalos de una salida a otra (que según disponen las Bulas Apostólicas, concluidos seis meses de predicar entre Católicos, se restituyan los Padres al Convento para recobrar espirituales y corporales fuerzas) se volvía el Siervo de Dios a su Colegio, donde observó con la mayor puntualidad la asistencia al Coro, así de día, como de noche; y no contentándose con las seis horas, o cerca de éllas, que se emplean en el rezo del Oficio Divino y oración mental, no faltaba a los demás ejercicios voluntarios de la Corona, Vía Crucis y Vía Dolorosa, etc. Fue muy puntual en los anuales ejercicios de la Orden, observando a la letra la práctica que nos dejó N. V. P. Fr. Antonio Linaz. Todo un trienio lo tuvo la obediencia empleado de Maestro de Novicios; pero ésto no le impidió salir a predicar en Pueblos Cristianos, pues en sus ausencias otro suplía en el Magisterio; y si, como queda dicho en el Capitulo III de esta Historia, asistía el V. Padre voluntariamente a todos los ejercicios del Noviciado; ¿qué dilatado campo se ofrece a la imaginación para considerar lo mucho que luciría su fervor cuando se hallaba ya de Maestro? Otro trienio lo tuvo el Colegio de Discreto (aunque tampoco imposibilitado por este cargo de salir a misionar). En estos tres años, el tiempo que estaba en el Colegio, servía de Vicario de Coro por encargo del R. Padre Guardián, para lo poco que allí se ofrece cantar, y esto lo practicaba con mucho gusto y humildad, sintiendo (como decía) el no saber solfa para servir de algo. Muchos días era el Lector de mesa, levantándose a la mitad de la comida para remudar al Corista o Novicio que estaba leyendo. Otras ocasiones remudaba a los Servidores, como si fuese Novicio o Corista el V. Padre, yendo a servir la mesa. El tiempo que le quedaba desocupado después del Coro lo empleaba en el Confesonario, donde oía de penitencia a cuantos pobres ocurrían a sus pies. Lo mismo hacía en los Conventos de Religiosas, así de la Orden, como del ordinario, donde lo pedían al Prelado algunas almas afligidas y de conciencias escrupulosas, para su consuelo; y al paso que para sí era rígido, se mostraba con los demás muy benigno, explayándoles el corazón. Fue totalmente desasido del siglo, y Seculares, de tal manera, que en una Ciudad tan populosa como es México, tan afecta a los Misioneros por lo que trabajan en su bien espiritual, con tantos confesados que de todas clases tenía, y tantos que se valían del V. Padre para salir de sus dudas místicas o morales, no tenía persona a quien visitar; y cuando los que lo necesitaban y buscaban en el Colegio para su consuelo, no lo hallaban, entonces era cuando sabían que había salido a hacer Misión.
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CAPITULO X Comercio de Lima, assi con generos de Europa como con los efectos de aquel reyno y el de la Nueva España 238 No pudiera ser tanta la magestad y grandeza de la ciudad de Lima si como principal en el Perú no fuera el general deposito de aquel reyno. Por esto, assi como es silla del govierno y assiento de los primeros tribunales, es universal factoría, ó caxa de toda suerte de tráficos porque, hecha centro de el comercio, concurre en ella quanto se produce ó fabrica en las demás provincias y quanto las armadas de galeones ó registros llevan, y de allí vuelve á esparcirse despues en la vasta extension de aquellos reynos, distribuyendo como madre comun los generos y frutos en las que los necessitan y dexando en sí el indulto primero de sus ganancias con el lucro de la estimacion en que los adelanta. 239 Hace cabeza al comercio de aquel reyno el tribunal del Consulado, de quien queda yá hecha mencion; por este, se nombran comissarios para que residan en todas las demás ciudades que le son dependientes, pues, como unico en todo el Perú, le están subordinadas todas las que se comprehenden en sus límites. 240 Concurren á Lima todos los caudales de aquellas provincias meridionales para embarcarse en la armada que sale del puerto del Callao, y vá al de Panamá en tiempo de galeones. Los dueños del dinero lo ponen á la direccion de aquellos comerciantes de Lima, y estos baxan con el propio y ageno á celebrar la feria, y á su retorno llega la misma armada al puerto de Paita, en donde toma tierra el comercio, y se desembarcan todas las mercaderias por escusar la dilacion de la navegacion hasta el Callao, excepto lo que es enjunques, que continúa por la mar, passando las mercaderias de ropas y generos preciosos por tierra en las numerosas requas que hay en aquel corregimiento. 241 Puestas las mercaderias en Lima, remiten los consignatarios las porciones que les corresponden á los comerciantes, cuyos caudales les fueron confiados, y almacenan lo restante para irlo expediendo entre los que baxan á comprar, hacen remissiones por medio de sus caxeros á todas las provincias interiores y, á proporcion que estos las evacuan ó á dinero de contado ó á plazos, despachan el producto á los dueños principales, quienes en correspondencia les embian mas generos y, con este orden, se deshacen de ellos, durando assi al comercio de una armada largo tiempo porque no puede distribuirse todo inmediatamente. 242 El importe de lo que se vende en lo interior del reyno baxa á Lima en barras de plata, piñas ó plata labrada, y en esta ciudad se acuña y hace moneda en la casa que hay destinada á este fin, y por este medio no solo logran los comerciantes el adelantamiento de la venta de sus generos sino tambien la utilidad en que su retorno les dexa la plata por el menos precio á que toman cada marco, en cuya forma todas aquellas ventas passan como permutas de una mercancia por otra porque el que vende la ropa se conviene tanto en el precio á que se le han de pagar como en el que ha de recibir la plata de barras ó piñas; y assi puede regularse que se hacen dos comercios á un mismo tiempo, uno de venta de mercaderias y otro de plata. 243 Los caudales que baxan á Lima en el intermedio de una á otra armada, producto de lo que se vá vendiendo, los emplean sus dueños en ropa de la tierra, que frequentemente baxa de la provincia de Quito, y hacen lo mismo con esta que con la otra porque, teniendo igual consumo ó mayor, es no menos necessaria en aquellas provincias que la de Europa, originado de que toda la gente pobre y de baxa esphera se viste de ella, no alcanzando sus caudales á costear essotra, que generalmente llaman de Castilla; y assi los comerciantes que baxan á Lima con medianos caudales para emplear compran de una y otra ropa, á fin de ir surtidos y tener que vender á todo genero de personas. 244 Además de este comercio, que es el mas opulento y que todo se hace por medio de aquella ciudad, hay el particular que mantiene con las provincias y reynos de la America meridional como de la septentrional. De esta ultima, es el mas crecido renglon que recibe los tabacos en polvo, que, conducidos de la Habana á Mexico y repassados ó compuestos en aquella capital, van á Lima, de donde passa á las demás provincias, y á poca diferencia se hace este comercio en la misma conformidad que el de Panamá; pero los que se emplean en él, no se mezclan en el de ropas y solo llevan olores de todas suertes, como ambar, almizcle y otros compuestos, y loza de China. Por lo comun, son correspondientes de los mexicanos los que se ocupan en el comercio de tabaco, unos transeuntes en Lima por algun tiempo y otros yá avecindados allí. Llevase tambien de los puertos de Nueva España alquitrán, brea, hierro, alguna tinta añil para teñir pañetes, aunque poca. 245 El reyno de Tierra Firme embia tabaco en hoja en gran cantidad y tambien perlas, de que es considerable su consumo porque, fuera de las muchas que gastan las señoras, no hay mulata que no tenga un aderezo de ellas. Quando está corriente el assiento de negros, se hace este comercio por la misma via de Panamá, y tienen en todas ocasiones gran despacho. 246 Hay una moda en Lima tan establecida y general, que es comun entre señoras y mugeres de toda especie, y consiste en traer en la boca un limpion de tabaco, cuyo primer instituto fue para limpiar las dientes, como lo dá á entender el nombre y la prolixa atencion con que los cuidan y los conservan muy blancos. Son estos limpiones unos rollitos de tabaco de quatro pulgadas de largo y nueve lineas de diametro envueltos en hilo de pita muy blanca, la qual van destorciendo ó desliando á proporcion que el limpion se gasta; esto lo ponen en la boca por el un estremo y, despues de haverlo mascado alguna cosa, flotan la dentadura con él y, assi, la mantienen siempre hermosa y asseada. La gente ordinaria, que no hace cosa por virtud sin convertirla en vicio, es tanto el que tiene en esto que parecen horrorosas con un rollo de tabaco de pulgada y media de diametro continuamente en la boca, con lo qual se desfiguran, pues, no contentas con aquellos regulares y proporcionados, pretenden distinguirse en esto, escogiendolos de doblado gruesso. Tanto por este uso como por el del tabaco en humo, que es igualmente general en los hombres, es crecido el consumo del de hoja. Llevase allí para hacer los limpiones de Guayaquil, el qual mezclan con alguno que vá de la Habana por Panamá, como se dixo, pero el que se gasta para fumar se lleva de Saña, Moyobamba, Jaén de Bracamoros, Llulla y Chillaos, en cuyas partes se produce con abundancia y es adequado para el fin. 247 De Guayaquil se llevan á Lima todas las maderas de que se fabrican las casas y las que sirven en el Callao para carenar los navios y fabricar embarcaciones pequeñas; y algun cacao, aunque en poca cantidad porque es muy corto el consumo á proporcion del que tiene en otras ciudades de las Indias, lo que procede del general uso de la yerva del Paraguay. El comercio de las maderas lo mantienen los dueños de navios, que las llevan de su quenta, como yá queda notado en la descripcion de Guayaquil, y, almacenandolas en el Callao, las venden allí segun les ofrece la ocasion. 248 La costa de Nasca y Pisca embia vinos, aguardientes, passa, aceytunas, aceyte, y las de Chile, trigo, harinas, cebo, cordovanes, jarcia de cañamo, vinos, frutas secas y algun oro. Fuera de este, todos los otros se almacenan en el puerto del Callao en bodegas, que hay á proposito para recibir los generos, unos por quenta de los dueños principales que los remiten y otros por la de los navios que los compran donde se producen. Todos los lunes del año se hace feria en el Callao; y acudiendo á ella los dueños de efectos y los que quieren comprarlos, se ajustan, conduciendolos despues adonde quiere el comprador las mismas requas que mantienen los dueños de bodegas, cuya ganancia está solo en la utilidad que dexan los fletes de aquellas. 249 Los generos comestibles no solo se conducen á aquella ciudad para abastecer un numeroso concurso sí tambien para proveer desde allí las de Quito y su jurisdiccion, Valles y Panamá, adonde se hacen remessas de todas sus especies. De Coquimbo y su costa se llevan cobres y estaños en barras con grande abundancia; de la sierra de Caxamarca y Chachapoyas, lonas de algodón para las velas de los navios y otras telas de lo mismo y de pita; de todo Valles, los cordovanes y jabón que se fabrica en ellos; de las provincias meridionales ó interiores, á saber la Plata, Oruro, Potosí y el Cuzco, la lana de vicuña para la fabrica de sombreros y algunos texidos finos; del Paraguay, la yerva que tiene el mismo nombre, cuyo consumo es muy crecido, pues de Lima passa después á las demás provincias hasta Quito. Con que, no hay provincia ni parage en el Perú que no remita á esta ciudad todo lo que produce ó beneficia para que allí se haga la distribucion ni que dexe de ir á surtirse de lo que le falta, y assi es Lima el emporio del comercio á que concurren las gentes de todas partes; de aqui proviene que tanto el tráfico como la concurrencia no cessa en ningun tiempo y que las casas y familias de lustre puedan subsistir soportando los gastos tan crecidos que corresponden al gran fausto y obstentacion que hemos dicho, pues, á no tener un tan permanente auxilio como este, á poco tiempo quedarian destruidos totalmente sus caudales. 250 Parece que un comerciante tan quantioso por su universalidad deberia criar en aquella ciudad caudales muy opulentos, mayormente quando todas sus especies dexan en los que las manejan crecidas ganancias; pero aunque es cierto que los hay, no son tantos ni tan grandes como parece que correspondia, pues, si se examina bien, apenas se hallarán de 10 hasta 15 caudales de comercio, esto es, en plata o mercaderias sin incluir fincas ni mayorazgos, que llegan de 500 á 600 mil pesos; y aunque entre estos haya alguno que exceda, tambien se encontrarán en el mismo numero otros que no llegan; de menos fondos, como de 100 hasta 300 mil pesos, son muchos los que hay y estos, los que componen lo fuerte del comercio; á que se agregan despues los pequeños desde 50 hasta 100 mil pesos. Proviene el haver tan pocos caudales sobresalientes de los exorbitantes gastos de las familias, y assi, aunque sean muchas las ganancias, apenas sirven para mantenerse sin descaecer. Fuera de esto, se desmembran con las dotes de las hijas y casamiento de los varones, y fenece la casa con la vida del que la levantó, formandose de sus fondos otros tantos de medianos ó cortos caudales como tuvo dependientes, si acaso no son estos desastrados y procuran adelantar lo que heredaron. 251 Son aquellos habitantes expertos y hábiles para el comercio tanto que se perfeccionan en la sutileza de él los que llegan á tratarlos con el motivo de hacer negociado; penetran con facilidad las maximas del que vende y con dissimulo hacen caer en las suyas al que compra porque tienen genio para ello y methodo para persuadir no menos que para desembarazarse aun de su misma passion; hacen desprecio y apocan aquello que mas les lleva la atencion y necessitan y con este ardid lo suelen conseguir con mas comodidad que la que ellos hacen despues á los que se la venden; su economía es grandissima en todo lo que mira á comprar y vender, y, por ella, tienen fama en todas partes pero son muy legales en los tratos despues de concluidos y pundonorosos en su cumplimiento. 252 Assi como hay tiendas en donde se venden las mercaderias de ropas y otros generos semejantes por menor, hay tabaquerias con el mismo fin, y en estas se mantiene el trato de la chafalonia ó plata labrada, la qual embian á comprar á las ciudades inmediatas á minas, que es donde se fabrica. 253 Los comerciantes gruessos que tienen almacenes crecidos no se escusan, por esto, de mantener tienda dentro de su casa ni de vender por menor en ella, ya sea por su propia mano ó ya por la de algun caxero de su confianza, porque no es de ningun descredito el hacerlo y de mucha utilidad el no escusarlo, quedando allí las ganancias que havia de dar á otro; y como esta practica está tan bien recibida, que no causa novedad ni desdoro, se conforman con ella sin reparo, de lo qual resulta que el comercio esté allí muy favorecido y sea grande el numero de sus parciales. Esto no quita que haya muchas familias que se mantienen unicamente, segun se dixo en su lugar, con las rentas de los mayorazgos ó haciendas, pues los hay tan quantiosos que no necessitan de otro auxilio para mantener la regular ostentacion que les es correspondiente sin mezclarse en el tráfago del comercio; mas conociendo á muchas á quienes no faltan mayorazgos, que solo con el arbitrio del comercio pueden subsistir, de modo que con el tiempo no experimenten decadencia, se dedican á él interessandose por mayor en las ferias de galeones y otros tráficos, depuestos yá los escrupulos que en lo antiguo los preocupaban de que el comercio podria ser contrario al lustre de su nobleza, vestigios que conservaban en la idea de las que llevaron de España.
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Capítulo X De la coya Chimpo Urma, mujer del valeroso Maita Capac, por otro nombre Mama Yacche Fue Chimpu Urma, mujer y prima hermana de Maita Capac, muy hermosa y desde su niñez muy apacible y graciosa y querida de los suyos; fue amiga de placeres y recreaciones, para lo cual tenía leones, tigres pardos, venados, monos y gatos, guanacos, vicuñas, toda la cual diversidad de animales como desde chiquitos los había criado, estaban mansos y domésticos. Así mismo tenía mucha volatería de diversos géneros, especialmente papagayos. Tenía salamandras, que en mordiendo mataban y de noche cacarean como pollos; tenía guacamayos, ruiseñores, tordos, jilgueros, halcones, perdices y de otros mil géneros de pájaros. Tenía gran suma de pescadores, los cuales pescaban de diferentes maneras, con redes, anzuelos y flechas, y no podían pescar los demás sino era con licencia del Inga y de sus capitanes, porque había pena y así mismo para sembrar sus chacaras tenía dedicadas y señaladas muchas mujeres que con grandísimo cuidado acudían a las sementeras de maíz del más regalado, y de todas suertes de ají de las cuales la más preciada y mejor era una llamada asnac vchu, que significa ají oloroso. Tenía gran multitud de árboles frutales, como tunas, guayabas, plátanos, pacaes y de todos los demás géneros y diferencias que se dan en estas provincias. Todo esto estaba en la huerta y jardín de esta coya, do había un árbol de donde manaba un licor como leche que se volvía goma blanca, que servía de zahumerio de sus ídolos. De otro árbol, se destilaba otro licor que se hacía cuajadilla, que era veneno mortal. Los instrumentos con que a esta coya daban música eran flautas de hueso de venado, flautones de palo, caramillos, atambores de madera pintados, bocinas de caracoles, sonajas de concha. Bailaban con caracoles y conchas en las piernas, que suenan como cascabeles. Tenía esta señora, como dicho es, muchos entretenimientos y regalábase en gran manera y fue muy servida y respetada de los suyos. Dejó, como dicho es, muchos hijos, el mayor, Capac Yupanqui, y la hija Cimpo Ocllo. Su figura es esta que se ve.
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Capítulo X De los indios de Tierra-Firme y de sus costumbres y ritos y ceremonias Estos indios de Tierra-Firme son de la misma estatura y color que los de las islas, y si alguna diferencia hay es antes declinando a mayores que no a menores, en especial los que atrás dije que eran coronados, que son recios y grandes sin duda más que los otros todos que por aquellas partes he visto, excepto los de las islas de los Gigantes, que están puestos a la parte del mediodía de la isla Española, cerca de la costa de Tierra-Firme. E asimismo otros que llaman los yucayos, que están puestos a la banda del norte, y los unos y los otros de estas dos partes señaladamente, aunque no son gigantes, sin duda son la mayor gente de los indios que hasta ahora se sabe, y son mayores que los alemanes comúnmente, y en especial muchos de ellos, así hombres como mujeres, son muy altos, y ellos y ellas flecheros, pero no tiran con yerba. En Tierra-Firme el principal señor se llama en algunas partes quevi, y en otras cacique, y en otras de otra manera, porque hay muy diversas y apartadas lenguas entre aquellas gentes. Pero en una gran provincia de Castilla del Oro, que se llama Cueva, hablan y tienen mejor lengua mucho que en otras partes, y en aquella es donde los cristianos están más enseñoreados; y toda la dicha lengua de Cueva, o la mayor parte la tienen sojuzgada. En la cual provincia llaman al que es hombre principal, que tiene vasallos y es inferior del cacique, saco; y aquesto saco tiene otros muchos indios a él sujetos, que tienen tierra y lugares, que se llaman cabra, que son como caballeros o hombres hijosdalgo, separados de la gente común, y más principales que los otros del vulgo, y mandan a los otros; pero el cacique y el saco y el cabra tienen sus nombres propios, y asimismo las provincias y ríos y valles o asientos do viven tienen sus nombres particulares. Pero la manera de cómo un indio, que es de la gente común, sube a ser cabra y alcanza este nombre o hidalguía es que, cuando quier que en alguna batalla de un cacique o señor contra otro se señala algún indio y sale herido, luego el señor principal le llama cabra, y le da gente que mande, y le da tierra o mujer, o le hace otra merced señalada por lo que obró aquel día, y dende en adelante es más honrado que los otros, y es separado y apartado del vulgo y gente común, y sus hijos de éste, varones, suceden en la hidalguía y se llaman cabras, y son obligados a usar la milicia y arte de la guerra, y a la mujer del tal, demás de su nombre propio, la llaman espave, que quiere decir señora; y asimismo a las mujeres de los caciques y principales las llaman espaves. Estos indios tienen sus asientos, algunos cerca de la mar, y otros cerca del río o quebrada de agua, donde haya arroyos y pesquerías, porque comúnmente su principal mantenimiento y más ordinario es el pescado, así porque son muy inclinados a ello, como porque más fácilmente lo pueden haber en abundancia, mejor que las salvajinas de puercos y ciervos, que también matan y comen. La forma de cómo pescan es con redes, porque las tienen y saben hacer muy buenas de algodón, de lo cual natura los proveyó largamente, y hay muchos bosques y montes llenos; pero lo que ellos quieren hacer más blanco y mejor, cúranlo y plántanlo en sus asientos junto a sus casas o lugares donde viven. E los venados y puercos ármanlos con cepos y otros armadijos de redes, donde caen, y a veces montean y ojéanlos, y con cantidad de gente los atajan y reducen a lugar que los pueden, con saetas y varas arrojadas, matar; y después de muertos, como no tienen cuchillos para los desollar, cuartéanlos y hácenlos partes con piedras y pedernales, y ásanlos sobre unos palos que ponen, a manera de parrillas o trébedes, en hueco, que ellos llaman barbacoas, y la lumbre debajo, y de aquesta misma manera asan el pescado; porque como la tierra está en clima que naturalmente es calurosa, aunque es templada por la Providencia divina, presto se daña el pescado o la carne que no se asa el día que muere. Dije que es la tierra naturalmente calurosa y por la providencia de Dios templada; es de aquesta manera; no sin causa los antiguos tuvieron que la tórrida zona, por donde pasa la línea Equinoccial, era inhabitable, por tener el sol más dominio allí que en otra parte de la esfera y estar justamente entre ambos trópicos de Cáncer y Capricornio; y así, por vista de ojos se ve que la superficie de la tierra hasta un estado de un hombre está templada, y en aquella cantidad los árboles y plantas prenden, y de allí adelante no pasan sus raíces; antes en aquel espacio se tienden y encepan y desaparecen y hacen tamaña o mayor ocupación con las raíces de lo que de suso ocupan con las ramas, y no entran a lo hondo ni más adelante las dichas raíces, porque de aquella cantidad o espacio para abajo está la tierra calidísima, y esta superficie está templada y húmeda mucho, así por las muchas aguas que en aquella tierra caen del cielo (en sus tiempos ordenados y entre el año), como por la mucha cantidad de ríos grandísimos y arroyos y fuentes y paludes, de que proveyó aquella tierra aquel soberano Señor que la formó, y con muchas sierras y montañas altas, y muy lindos y templados aires y suaves serenas las noches: de las cuales particularidades, ignorantes del todo los antiguos, decían ser inhabitable naturalmente la dicha tórrida zona y Equinoccial línea. Todo esto depongo y afirmo como testigo de vista, y se me puede mejor creer que a los que por conjeturas, sin lo ver, tenían contraria opinión. Está la costa del norte en el dicho golfo de Urabá y en el puerto del Darién, adonde desde España van los navíos, en siete grados y medio, y en siete y aun en menos, y de éstas hay pocas. E lo que de esta tierra y nueva parte del mundo está puesto más al oriente es el cabo de San Agustín, el cual está en ocho grados. Así que el dicho golfo de Urabá está apartado de la dicha línea Equinoccial desde ciento y veinte hasta ciento y treinta leguas y tres cuartos de legua, a razón de diez y siete leguas y media que se cuentan por grado de polo a polo, y así poco más o menos toda la costa. De la cual causa en la ciudad de Santa María del Antigua del Darién y en todo aquel paraje del sobredicho golfo de Urabá, todo el tiempo del mundo son los días y las noches del todo iguales, y aquesta diferencia o poco que queda hasta la Equinoccial es tan poco espacio en veinte y cuatro horas, que es un día natural, que no se conoce ni lo pueden alcanzar sino los especulativos y personas que entienden el esfera; y está allí el norte muy abajo, y cuando las guardas están en el pie, no se pueden ver, porque están debajo del horizonte; pero porque aquesto no es para más decir el sitio de la tierra, vamos a las otras particularidades de mi intención y deseo con que esta relación se comenzó. Dije de suso que en sus tiempos ordenados en aquella tierra llovía, y así es la verdad, porque hay invierno y verano al contrario que en España, porque aquí es de lo más recio del invierno diciembre y enero, así en hielos como en lluvias, y el verano es (o el tiempo de más calor) por San Juan y mes de julio; así al opósito en Castilla del Oro es el verano y tiempo más enjuto y sin aguas por Navidad y un mes antes y otro después, y el tiempo que allá cargan las aguas es por San Juan y un mes antes y otro después, y aquello se llama allá invierno, no porque entonces haya más frío ni por Navidad más calor (pues en esta parte siempre es el tiempo de una manera), pero porque en aquella sazón de las aguas no se ve el sol así ordinariamente, y parece que aquel tiempo de las aguas encoge la gente y les pone frío sin que le haya. Los caciques y señores que son de esta gente tienen y toman cuantas mujeres quieren, y si las pueden haber que les contenten y bien dispuestas, siendo mujeres de linaje, hijas de hombres principales de su nación y lengua, porque de extraños no las toman ni quieren, aquéllas escogen y tienen; pero cuando de tales no hay, toman las que mejor les parecen, y el primer hijo que han, siendo varón, aquel sucede en el estado, y faltándole hijos, heredan las hijas mayores, y aquéllas casan ellos con sus principales vasallos. Pero si del hijo mayor quedaron hijas, y no hijos, no heredan aquéllas, sino los hijos varones de la segunda hija, porque aquélla ya saben que es forzosamente de su generación. Así que el hijo de mi hermana indubitadamente es mi sobrino, y el hijo o hija de mi hermano puédese poner en duda. Las otras gentes toman sendas mujeres no más, y aquéllas algunas veces las dejan, y toman otras, pero acaece pocas veces; ni tampoco para esto es menester mucha ocasión, sino la voluntad de uno o de entrambos, en especial cuando no paren; y comúnmente son buenas de su persona; pero también hay muchas que de grado se conceden a quien las quiere, en especial las que son principales, las cuales ellas mismas dicen que las mujeres nobles y señoras no han de negar ninguna cosa que se les pida, sino las villanas. Pero asimismo tienen respeto las tales a no se mezclar con gente común, excepto si es cristiano, porque como los conocen por muy hombres, a todos los tienen por nobles comúnmente, aunque no dejan de conocer la diferencia y ventaja que hay entre los cristianos de unos a otros, en especial a los gobernadores y personas que ellas ven que mandan a los otros hombres, mucho los acatan, y por honradas se tienen mucho cuando alguno de los tales las quisieren bien; y muchas de ellas, después que conocen algún cristiano carnalmente, le guardan lealtad si no está mucho tiempo apartado o ausente, porque ellas no tienen fin a ser viudas, ni religiosas que guarden castidad. Tienen muchas de ellas por costumbre que cuando se empreñan toman una yerba con que luego mueven y lanzan la preñez, porque dicen que las viejas han de parir, que ellas no quieren estar ocupadas para dejar sus placeres, ni empreñarse, para que pariendo se les aflojen las tetas, de las cuales mucho se precian, y las tienen muy buenas; pero cuando paren se van al río y se lavan, y la sangre y purgación luego les cesa, y pocos días dejan de hacer ejercicio por causa de haber parido, antes se cierran de manera, que, según dicen los que a ellas se dan, son tan estrechas mujeres, que con pena los varones consumen sus apetitos, y las que no han parido están que parecen casi vírgenes. En algunas partes ellas traen unas mantillas desde la cinta hasta la rodilla rodeadas, que cubren sus partes menos honestas, y todo lo demás en cueros, según nacieron; y los hombres traen un canuto de oro los principales, y los otros hombres sendos caracoles, en que traen metido el miembro viril, y lo demás descubierto, porque los testigos próximos a tal lugar les parece a los indios que son cosa de que no se deben avergonzar; y en muchas provincias ni ellos ni ellas traen cosa alguna en aquellos lugares ni en parte otra de toda la persona. Llaman a la mujer ira en la provincia de Cueva, y al hombre chui. Este vocablo ira dado allí a la mujer, paréceme que no le es muy desconveniente a la mujer, ni fuera de propósito a muchas de ellas acullá ni a algunas acá. Las diferencias sobre que los indios riñen y vienen a la batalla son sobre cuál tendrá más tierra y señorío, y a los que pueden matar matan, y algunas veces prenden y los hierran y se sirven de ellos por esclavos, y cada señor tiene su hierro conocido; y así, hierran a los dichos esclavos, y algunos señores sacan un diente de los delanteros al que toman por esclavo, y aquello es su señal. Los caribes flecheros, que son los de Cartagena y la mayor parte de aquella costa, comen carne humana, y no toman esclavos ni quieren a vida ninguno de sus contrarios o extraños, y todos los que matan se los comen, y las mujeres que toman sírvense de ellas, y los hijos que paren (si por caso algún caribe se echa con las tales) cómenselos después; y los muchachos que toman de los extraños, cápanlos y engórdanlos y cómenselos. Para pelear o para ser gentiles hombres píntanse con jangua, que es un árbol de que adelante se dirá, de que hacen una tinta negra, y con bija, que es una cosa colorada, de que hacen pelotas como de almagro; pero la bija es de más fina color; y páranse muy feos y de diferentes pinturas la cara y todas las partes que quieren de sus personas; y esta bija es muy mala de quitar hasta que pasan muchos días, y aprieta mucho las carnes, y hállanse bien con ella, demás de parecerles a los indios que es una muy hermosa pintura. Para comenzar sus batallas, o para pelear, y para otras cosas muchas que los indios quieren hacer, tienen unos hombres señalados, y que ellos mucho acatan, y al que es de estos tales llámanle tequina; no obstante que a cualquiera que es señalado en cualquier arte, así como en ser mejor montero o pescador, o hacer mejor una red o un arco o otra cosa, le llaman tequina; y quiere decir tequina tanto como maestro. Así que el que es maestro de sus responsiones y inteligencias con el diablo, llámanle tequina; y este tequina habla con el diablo y ha de él sus respuestas, y les dice lo que han de hacer, y lo que será mañana o desde a muchos días; porque como el diablo sea tan antiguo astrólogo, conoce el tiempo y mira adónde van las cosas encaminadas, y las guía la natura; y así, por el efecto que naturalmente se espera, les da noticia de lo que será adelante, y les da a entender que por su deidad, o que como señor de todos y movedor de todo lo que es y será, sabe las cosas por venir y que están por pasar; y que él atruena, y hace sol, y llueve, y guía los tiempos, y les quita o les da los mantenimientos: los cuales dichos indios, engañados por él de haber visto que en efecto les ha dicho muchas cosas que estaban por pasar y salieron ciertas, créenle en todo lo demás, y témenle y acátanle, y hácenle sacrificios en muchas partes de sangre y vidas humanas, y en otras de sahumerios aromáticos y de buen olor, y de malos también; y cuando Dios dispone lo contrario de lo que el diablo les ha dicho y les miente, dales a entender que él ha mudado la sentencia por algún enojo, o por otro achaque o mentira, cual a él le parece, como quiera que es suficientísimo maestro para las ordenar, y engañar las gentes, en especial a los que tan pobres de defensa están con tan grande adversario. Claramente dicen que el tuyra los habla, porque así llaman al demonio; y a los cristianos en algunas partes asimismo los llaman tuyras, creyendo que por aquel nombre los oran más y loan mucho; y en la verdad buen nombre, o mejor diciendo, conveniente, dan a algunos, y bien les está tal apellido, porque han pasado a aquellas partes personas que, pospuestas sus conciencias y el temor de la justicia divina y humana, han hecho cosas, no de hombres, sino de dragones y de infieles, pues sin advertir ni tener respeto alguno humano, han sido causa que muchos indios que se pudieran convertir y salvarse, muriesen por diversas formas y maneras; y en caso que no se convirtieran los tales que así murieron, pudieran ser útiles, viviendo, para el servicio de vuestra majestad, y provecho y utilidad de los cristianos, y no se despoblara totalmente alguna parte de la tierra, que de esta causa está casi yermo de gente, y los que han sido causa de aquesto daño llaman pacificado a lo despoblado; y yo, más que pacífico, lo llamo destruido; pero en esta parte satisfecho está Dios y el mundo de la santa intención y obra de vuestra majestad en lo de hasta aquí, pues con acuerdo de muchos teólogos y juristas y personas de altos entendimientos, ha proveído y remediado con su justicia todo lo que ha sido posible, y mucho más con la nueva reformación de su real consejo de Indias, donde tales prelados y de tales letras, y con ellos, tan doctos varones, canonistas y legistas, y que en ciencia y conciencia los unos y los otros tanta parte tienen, espero en Jesucristo que todo lo que hasta aquí ha habido errado por los que a aquellas partes han pasado, se enmendará con su prudencia, y lo por venir se acertará de manera que nuestro Señor sea muy servido, y vuestra majestad por el semejante, y aquestos sus reinos de España muy enriquecidos y aumentados por respecto de aquella tierra, pues tan riquísima la hizo Dios, y os la tuvo guardada desde que la formó, para hacer a vuestra majestad universal y único monarca en el mundo. Tornando al propósito del tequina que los indios tienen, y está para hablar con el diablo, y por cuya mano y consejo se hacen aquellos diabólicos sacrificios y ritos y ceremonias de los indios, digo que los antiguos romanos, ni los griegos, ni los troyanos, ni Alejandro, ni Darío, ni otros príncipes antiguos, por no católicos estuvieron fuera de estos errores y supersticiones, pues tan gobernados eran de aquellos arúspices o adivinos, y tan sujetos a los errores y vanidades y conjeturas de sus locos sacrificios, en los cuales interviniendo el diablo algunas veces, acertaban y decían algo de lo que sucedía después, sin saber de ello ninguna cosa ni certinidad más de lo que aquel común adversario de natura humana les enseñaba, para los traer y allegar a su perdición y muerte; y así por consiguiente, cuando el sacrificio faltaba, se excusaban o ponían cautelosas y equívocas respuestas, diciendo que los dioses (vanos) que adoraban estaban indignados, etc. Después que vuestra majestad está en esta ciudad de Toledo, llegó aquí en el mes de noviembre el piloto Esteban Gómez, el cual, en el año pasado de 1524, por mandado de vuestra majestad, fue a la parte del norte, y halló mucha tierra continuada con la que se llama de los Bacallaos, discurriendo al occidente, y puesta en cuarenta grados y cuarenta y uno, y así, algo más y algo menos, de donde trajo algunos indios, y los hay de ellos al presente en esta ciudad, los cuales son de mayor estatura que los de la Tierra-Firme, según lo que de ellos parece común, y porque el dicho piloto dice que vio muchos de ellos y que son así todos; la color es así como los de Tierra-Firme, y son grandes flecheros, y andan cubiertos de cueros de venados y otros animales, y hay en aquella tierra excelentes martas cebellinas y otros ricos enforros, y de estas pieles trajo algunas el dicho piloto. Tienen plata y cobre, según estos indios dicen y lo dan a entender por señas, y adoran el sol y la luna; y así tendrán otras idolatrías y errores como los de Tierra-Firme, etcétera. Dejado esto, y tornando a continuar en las costumbres y errores de los indios, es de saber que en muchas partes de la Tierra-Firme, cuando algún cacique o señor principal se muere, todos los más familiares y domésticos criados y mujeres de su casa que continuo le servían, se matan; porque tienen por opinión, y así se lo tiene dado a entender el tuyra, que el que se mata cuando el cacique muere, que va con él al cielo, y allá le sirve de darle de comer o a beber, o está allá arriba para siempre ejercitando aquel mismo oficio que acá, viviendo, tenía en casa del tal cacique; y que el que aquesto no hace, que cuando muere por otra causa o de su muerte natural, que también muere su ánima como su cuerpo; y que todos los otros indios y vasallos del dicho cacique, cuando se mueren, que también, según es dicho, mueren sus ánimas con el cuerpo; y así, se acaban y convierten en aire, y o en no ser alguna cosa, como el puerco, o el ave, o el pescado, o otra cualquiera cosa animada; y que aquesta preeminencia tienen y gozan solamente los criados y familiares que servían al señor y cacique principal en su casa o en algún servicio; y de aquesta falsa opinión viene que también los que entendían en le sembrar el pan y cogerlo, que por gozar de aquella prerrogativa se matan, y hacen enterrar consigo un poco de maíz y una macana pequeña; y dicen los indios que aquello se lleva para que si en el cielo faltare simiente, que no le falte aquello poco para principio de su ejercicio, hasta que el tuyra, que todas estas maldades les da a entender, los proveyese de más cantidad de simiente. Esto experimenté yo bien, porque encima de las sierras de Guaturo, teniendo preso al cacique de aquella provincia, que se había rebelado del servicio de vuestra majestad, le pregunté que ciertas sepulturas que estaban dentro de una casa suya, cúyas eran; y dijo que de unos indios que se habían muerto cuando el cacique su padre murió; y porque muchas veces suelen enterrarse con mucha cantidad de oro labrado, hice abrir dos sepulturas, y hallose dentro de ellas el maíz y macana que de suso se dijo; y preguntada la causa, el dicho cacique y otros sus indios dijeron que aquellos que allí habían sido enterrados eran labradores, personas que sabían sembrar y coger muy bien el pan, y eran sus criados y de su padre, y que porque no muriesen sus ánimas con los cuerpos, se habían muerto cuando murió su padre, y tenían aquel maíz y macanas para lo sembrar en el cielo, etc. A lo cual yo le repliqué que mirase cómo el tuyra los engañaba, y todo lo que les daba a entender era mentira, pues que a cabo de mucho tiempo que aquéllos eran muertos nunca se habían llevado el maíz ni la macana, y se estaba allí podrido, y que ya no valía nada, ni habían sembrado nada en el cielo. A esto dijo el cacique que si no lo habían llevado sería porque, por haber hallado mucho en el cielo, no habría sido necesario aquello. A este error se le dijeron muchas cosas, las cuales aprovechan poco para sacarlos de sus errores, en especial cuando ya son hombres de edad, según el diablo los tiene ya enlazados; al cual, así como les suele parecer cuando les habla, de aquella misma manera lo pintan de colores y de muchas maneras; asimismo lo hacen de oro de relieve y entallado en madera, y muy espantable siempre feo, y tan diverso como le suelen acá pintar los pintores a los pies de San Miguel Arcángel o de San Bartolomé, o en otra parte donde más temeroso le quieren figurar. Asimismo, cuando el demonio los quiere espantar, promételes el huracán, que quiere decir tempestad; la cual hace tan grande, que derriba casas y arranca muchos y muy grandes árboles; y yo he visto en montes muy espesos y de grandísimos árboles, en espacio de media legua, y de un cuarto de legua continuado, estar todo el monte trastornado, y derribados todos los árboles chicos, y grandes, y las raíces de muchos de ellos para arriba, y tan espantosa cosa de ver, que sin duda parecía cosa del diablo, y no de poderse mirar sin mucho espanto. En este caso deben contemplar los cristianos con mucha razón que todas las partes donde el Santo Sacramento se ha puesto, nunca ha habido los dichos huracanes y tempestades grandes con grandísima cantidad, ni que sean peligrosas como solía. Asimismo en la dicha Tierra-Firme acostumbran entre los caciques, en algunas partes de ella, que, cuando mueren, toman el cuerpo del cacique y asiéntanle en una piedra, o leño, y en torno de él, muy cerca, sin que la brasa ni la llama toque en la carne del difunto, tiene muy gran fuego y muy continuo hasta tanto que toda la grasa y humedad se sale por las uñas de los pies y de las manos, y se va en sudor y se enjuga de manera, que el cuero se junta con los huesos, y toda la pulpa y carne se consume; y desde así enjuto está, sin lo abrir (ni es menester) lo ponen en una parte que en su casa tienen apartada, junto al cuerpo de su padre del tal cacique, que de la misma manera está puesto; y así, viendo la cantidad y número de los muertos, se conoce qué tantos señores ha habido en aquel estado, y cuál fue hijo del otro, que están puestos así por orden. Bueno es de creer que el que de estos caciques murió en alguna batalla de mar o de tierra, y que quedó en parte que los suyos no pudieron tomar su cuerpo y llevarlo a su tierra para lo poner con los otros caciques, que faltara del número; y para esto y suplir la memoria y falta de las letras (pues no las tienen), luego hacen que sus hijos aprendan y sepan muy de coro la manera de la muerte de los que murieron de forma que no pudieron ser allí puestos, y así lo cantan en sus cantares, que ellos llaman areitos. Pero pues dije de suso que no tenían letras, antes que se me olvide de decir lo que de ellas se espantan, digo que, cuando algún cristiano escribe con algún indio a alguna persona que esté en otra parte o lejos de donde se escribe la carta, ellos están admirados en mucha manera de ver que la carta dice acullá, lo que el cristiano que la envía quiere, y llévanla con tanto respeto o guarda, que les parece que también sabrá decir la carta lo que por el camino le acaece al que la lleva; y algunas veces piensan algunos de los menos entendidos de ellos, que tiene ánima. Tornando al areito, digo que el areito es de esta manera: cuando quieren haber placer y cantar, júntase mucha compañía de hombres y mujeres, y tomándose de las manos mezclados, y guía uno, y dícenle que sea él el de la tequina, id est, el maestro; y este que ha de guiar, ahora sea hombre, ahora sea mujer, da ciertos pasos adelante y ciertos atrás, a manera propia de contrapás, y anda en torno de esta manera, y dice cantando en voz baja o algo moderada lo que se le antoja, y concierta la medida de lo que dice con los pasos que anda dando; y como él lo dice, respóndele la multitud de todos los que en el contrapás o areito andan lo mismo, y con los mismos pasos y orden juntamente en tono más alto; y dúrales tres y cuatro y más horas, y aun desde un día hasta otro, y en este medio tiempo andan otras personas detrás de ellos dándoles a beber un vino que ellos llaman chicha, del cual adelante será hecha mención; y beben tanto, que muchas veces se tornan tan beodos, que quedan sin sentido; y en aquellas borracheras dicen cómo murieron los caciques, según de suso se tocó, y también otras cosas como se les antoja; y ordenan muchas veces sus traiciones contra quienes ellos quieren, algunas veces se remudan los tequinas o maestro que guía la danza, y aquel que de nuevo guía la danza muda el tono y el contrapás y las palabras. Esta manera de baile cantando, según es dicho, parece mucho a la forma de los cantares que usan los labradores y gentes de pueblos cuando en el verano se juntan con los panderos, hombres y mujeres, a sus solaces; y en Flandes he visto también esta forma o modo de cantar bailando; y porque no se pase de la memoria qué cosa es aquella chicha o vino que beben, y cómo se hace, digo que toman el grano del maíz según en la cantidad que quieren hacer la chicha, y pónenlo en remojo, y está así hasta que comienza a brotar, y se hincha, y nacen unos cogollicos por aquella parte que el grano estuvo pegado en la mazorca que se crió, y desque está así sazonado, cuécenlo en agua, y después que ha dado ciertos hervores, sacan la caldera o la olla en que se cuece, del fuego, y repósase, y aquel día no está para beber; pero el segundo se comienza a asentar y a beber, y el tercero está bueno, porque está de todo punto asentado, y el cuarto día muy mejor, y pasando el quinto día se comienza a acedar, y el sexto más, y el séptimo no está para beber; y de esta causa siempre hacen la cantidad que basta hasta que se dañe; pero en el tiempo que ello está bueno, digo que es de muy mejor sabor que la sidra o vino de manzanas, y a mi gusto y al de muchos, que la cerveza, y es muy sano y templado; y los indios tienen por muy principal mantenimiento aqueste brebaje, y es la cosa del mundo que más sanos y gordos los tiene. Las casas en que estos indios viven son de diversas maneras, porque algunas son redondas como un pabellón, y esta manera de casa se llama caney. En la isla Española hay otra manera de casas, que son hechas a dos aguas, y a éstas llaman en Tierra-Firme bohío; y las unas y las otras son de muy buenas maderas, y las paredes de cañas atadas con bejucos, que son unas venas o correas redondas, que nacen colgadas de grandes árboles y abrazadas con ellos, y las hay tan gruesas y delgadas como las quieren, y algunas veces las hienden y hacen tales como las han menester para atar las maderas y ligazones de la casa; y las paredes son de cañas, juntas unas con otras, hincadas en tierra cuatro o cinco dedos en hondo, y alcanzan arriba, y hácese una pared de ellas buena y de buena vista, y encima son las dichas casas cubiertas de paja o yerba larga, y muy buena y bien puesta, y dura mucho, y no se llueven las casas, antes es tan buen cubrir para seguridad del agua como la teja. Este bejuco con que se atan es muy bueno majado, y sacado y colado el zumo; y bebido, se purgan con él los indios, y aun algunos cristianos he visto yo que la toman esta purga, y se hallan muy bien con ella, y los sana, y no es peligrosa ni violenta. Esta manera de cubrir las casas es de la misma manera y semejanza del cubrir las casas de los villajes y aldeas de Flandes. E si lo uno es mejor y más bien puesto que lo otro, creo que la ventaja la tienen el cubrir de las Indias, porque la paja o yerba es mejor mucho que la de Flandes. Los cristianos hacen ya estas casas con sobrados y ventanas porque tienen clavazón, y se hacen tablas muy buenas, y tales, que cualquier señor se puede aposentar largamente a su voluntad en algunas de ellas; y entre las que había en la ciudad de Santa María del Antigua del Darién, yo hice una que me costó más de mil y quinientos castellanos, y tal, que a un gran señor pudiera acoger en ella y muy bien aposentarle, y que me quedara muy bien en que vivir, con muchos aposentos altos y bajos, y con un huerto de muchos naranjos dulces y agrios, y cidros y limones, de lo cual todo ya hay mucha cantidad en los asientos de los cristianos, y por una parte del dicho huerto un hermoso río y el sitio muy gracioso y sano, y de lindos aires y vista sobre aquella ribera. Pero por desdicha de los vecinos que allí nos habíamos heredado, se ha despoblado el dicho pueblo, por medio y malicia de quien a ello dio causa, lo cual aquí no expreso porque vuestra majestad ha proveído y mandado a su real consejo de Indias que se haga justicia y sean satisfechos los agraviados. El tiempo dirá adelante lo que en esto se hará, y Dios lo guiará todo según la santa intención de vuestra majestad. Prosiguiendo en la otra tercera manera de casas, digo que en la provincia de Abrayme, que es en la dicha Castilla de Oro, y por allí cerca, hay muchos pueblos de indios puestos sobre árboles, y encima de ellos tienen sus casas moradas, y hechas sendas cámaras, en que viven con sus mujeres y hijos, y por el árbol arriba sube una mujer con su hijo en brazos como si fuese por tierra llana, por ciertos escalones que tienen atados con bejugos, o ataduras de cuerdas de bejugo, y debajo todo el terreno es paludes de agua baja, de menos de estado, y algunas partes de estos lagos son hondos, y allí tienen canoas, que son cierta manera de barcas que son hechas de un árbol concavado, del tamaño que las quieren hacer. E de allí salen a la tierra rasa y enjuta, a sembrar sus maizales, y yuca, y batatas, y ajes, y las otras sus cosas de que usan para sus mantenimientos, y aquesta manera tienen estos indios en estos asientos o pueblos que hay de esta forma, por estar más seguros de los animales y bestias fieras y de sus enemigos, y más fuertes y sin sospecha del fuego. Estos indios no son flecheros, pero pelean con varas, de las que les tienen hecha mucha cantidad, y para su respeto y defensión puestas en sus cámaras o casas, para desde allí se defender, y ofender a sus adversarios. Hay otra manera de casas, en especial en el río grande de San Juan (que atrás se dijo que entra en el golfo de Urabá), en el medio del cual hay muchas palmas juntas nacidas, y sobre ellas están en lo alto las casas armadas, según atrás se dijo de Abrayme, y asaz mayores, y donde están muchos vecinos juntos, y tienen sus canoas atadas al pie de las dichas palmas para se servir de la tierra, y salir y entrar cuando les conviene; y son tan duras y malas de cortar estas palmas, de muy recias, que con muy gran dificultad se les podría hacer daño. Estos que están en estas casas, en el dicho río, pelean asimismo con varas; y los cristianos que allí llegaron con el adelantado Vasco Núñez de Balboa y otros capitanes, recibieron mucho daño, y ninguno les pudieron hacer a los indios, y se tornaron con pérdida y muertes de mucha parte de la gente. E aquesto baste cuanto a la manera de las casas; pero en las habitaciones de los pueblos son diferentes, porque unos son mayores que otros en algunas provincias, y comúnmente en la mayor parte pueblan desparcidos por los valles y en las aldeas y en otras partes y alturas de ellos, y sembrados a la manera que están en Vizcaya y en las montañas, unas casas desviadas de otras; pero muchas de ellas y mucho territorio debajo de la obediencia de un cacique, el cual es en gran manera obedecido y acatado de su gente, y muy servido; el cual, cuando come en el campo, y comúnmente en el pueblo o asiento, todo lo que hay de comer se le pone delante, y él lo reparte a todos, y da a cada uno lo que le place. E continuamente tiene hombres diputados que le siembran, y otros que le montean, y otros que le pescan; y él algunas veces se ocupa en estas cosas, o en lo que más placer le da, en tanto que no está en la guerra. Las camas en que duermen se llaman hamacas, que son unas mantas de algodón muy bien tejidas y de buenas y lindas telas, y delgadas algunas de ellas, de dos varas y de tres en luengo, y algo más angostas que luengas, y en los cabos están llenas de cordeles de cabuya y de henequén (la cual manera de este hilo y su diferencia adelante se dirá), y estos hilos son luengos, y vanse a juntar y concluir juntamente, y hácenles al cabo un trancahilo, como a una empulguera de una cuerda de ballesta, y así la guarnecen, y aquella atan a un árbol, y la del otro al cabo, con cuerdas o sogas de algodón, que llaman hicos, y queda la cama en el aire, cuatro o cinco palmos levantada de tierra, en manera de honda o columpio; y es muy buen dormir en tales camas, y son muy limpias; y como la tierra es templada, no hay necesidad de otra ropa ninguna encima. Verdad es que durmiendo en alguna sierra donde hace algún frío, o llegando hombre mojado, suelen poner brasa debajo de las hamacas para se calentar. Aquellas cuerdas con que se atan las empulgueras o fines de las dichas hamacas son unas sogas torcidas y bien hechas y de la groseza que conviene, de muy buen algodón; y cuando no duermen en el campo, para se atar de árbol a árbol, átanse en casa de un poste a otro, y siempre hay lugar para las colgar. Son muy grandes nadadores todos los indios comúnmente, así los hombres como las mujeres, porque desde que nacen continúan andar en el agua; pero para entender cuán hábiles son los indios en el nadar, basta lo que es dicho en el lugar donde se dijo de la manera que en las islas de Cuba y de Jamaica toman los indios las ánsares, etc. Lo que toqué de suso en los hilos de la cabuya y del henequén, que me ofrecí de especificar adelante, es así: de ciertas hojas de una yerba, que es de la manera de los lirios o espadaña, hacen estos hilos de cabuya o henequén, que todo es una cosa, excepto que el henequén es bien delgado y se hace de lo mejor de la materia, y es como el lino, y lo al es más basto, o en diferencia es como de cáñamo de cerro a lo otro más tosco, y la color es como rubio, y alguno hay casi blanco. Con el henequén, que es lo más delgado de este hilo, cortan, si les dan lugar a los indios, unos grillos o una barra de hierro, en esta manera: como quien siega o asierra, mueven sobre el hierro que ha de ser cortado el hilo del henequén, tirando y aflojando, yendo y viniendo de una mano hacia otra, y echando arena muy menuda sobre el hilo en el lugar o parte que lo mueven, ludiendo en el hierro, y como se va rozando el hilo, así lo van mejorando y poniendo del hilo que está más sano lo que está por rozar; y de esta forma siegan un hierro, por grueso que sea, y lo cortan como si fuese una cosa tierna y muy apta para cortarse. También me ocurre una cosa que he mirado muchas veces en estos indios, y es que tienen el casco de la cabeza más grueso cuatro veces que los cristianos. E así, cuando se les hace la guerra y vienen con ellos a las manos, han de estar muy sobre aviso de no les dar cuchillada en la cabeza, porque se han visto quebrar muchas espaldas, a causa de lo que es dicho, y porque además de ser grueso el casco, es muy fuerte. Asimismo he notado que los indios, cuando conocen que les sobra la sangre, se sajan por las pantorrillas y en los brazos, de los codos hacia las manos, en lo que es más ancho encima de las muñecas, con unos pedernales muy delgados que ellos tienen para esto, y algunas veces con unos colmillos de víboras muy delgados o con unas cañuelas. Todos los indios comúnmente son sin barbas, y por maravilla o rarísimo es aquel que tiene bozo o algunos pelos en la barba o en alguna parte de su persona, ellos ni ellas, puesto que el cacique de la provincia de Catarapa yo le vi que las tenía, y también en las otras partes que los hombres acá las tienen y a su mujer en el lugar y partes que las mujeres las suelen tener; y así, en aquella provincia diz que hay algunos, pero pocos, que esto tengan, según el mismo cacique me dijo, y decía que a él le venía el linaje, el cual cacique tenía mucha parte de la persona pintada, y estas pinturas son negras y perpetuas, según las que los moros en Berbería por gentileza traen, en especial las moras, en los rostros y otras partes; y así entre los indios, los principales usan estas pinturas en los brazos y en los pechos, pero no en la cara, sino los esclavos. Cuando van a las batallas los indios en algunas provincias, en especial los caribes flecheros, llevan caracoles grandes, que suenan mucho, a manera de bocinas, y también atambores y muchos penachos muy lindos y algunas armaduras de oro, en especial unas piezas redondas, grandes, en los pechos y brazales, y otras piezas en las cabezas y en otras partes de las personas, y de ninguna manera tanto como en la guerra se precian de parecer gentiles hombres y ir lo más bien aderezados que ellos pueden de las joyas de oro y plumajes; y de aquellos caracoles hacen unas cuentecicas blancas de muchas maneras, y otras coloradas, y otras negras, y otras moradas, y canutos de lo mismo, y hacen brazaletes, mezclados con olivetas y cuentas de oro, que se ponen en las muñecas y encima de los tobillos y debajo de las rodillas por gentileza, en especial las mujeres que se precian de sí y son principales traen todas estas cosas en las partes que es dicho y a las gargantas, y llaman a estos sartales y cosas de esta manera, chaquira. Demás de esto, traen zarcillos de oro en las orejas y en las narices, hecho un agujero de ventana a ventana, colgado sobre el bozo. Algunos indios se tresquilan, aunque comúnmente ellos y ellas se precian mucho del cabello, y lo traen ellas más largo hasta media espalda, y cercenado igualmente y cortado muy bien por encima de las cejas, lo cual cortan con pedernales muy justa y igualmente. A las mujeres principales que se les van cayendo las tetas, ellas las levantan con barra de oro, de palmo y medio de luengo y bien labrada, y que pesan algunas más de doscientos castellanos, horadadas en los cabos, y por allí atados sendos cordones de algodón; el un cabo va sobre el hombro, y el otro debajo del sobaco, donde lo añudan en ambas partes; y algunas mujeres principales van a las batallas con sus maridos, o cuando son señoras de la tierra, y mandan y capitanean su gente, y de camino llévanlas como ahora diré. Siempre el cacique principal tiene una docena de indios de los más recios, disputados para llevarle de camino, echado en una hamaca puesta en un palo largo, que de su natura es ligero, y aquellos van corriendo o medio trotando con él a cuestas sobre los hombros, y cuando se cansan los dos que lo llevan, sin se parar, luego se ponen otros dos, y continúan el camino, y en un día, si es en tierra llana, andan de esta manera quince y veinte leguas. Estos indios que aqueste oficio tienen, por la mayor parte son esclavos o naborías. Naboría es un indio que no es esclavo, pero está obligado a servir aunque no quiera. Y pues ya parece que aunque no tan larga ni suficientemente he dicho lo que hasta aquí está escrito, como estas cosas y otras muchas más sin comparación están copiosamente apuntadas en mi General historia de las Indias, quiero pasar a las otras partes y cosas de que en el proemio se hizo mención, y primeramente diré de algunos animales terrestres, en especial de aquellos que más certificada se hallare mi memoria.
contexto
CAPITULO X Que trata de los virreyes que obo en esta Nueva España desde don Antonio de Mendoza Habiendo gobernado tan bien y fielmente D. Antonio de Mendoza tantos años, en su vejez, cuando había de tener descanso, llegó de España D. Luis de Velasco por virrey de esta Nueva España, año de 1551. Y se juntaron los dos virreyes en la ciudad de Cholula, donde se vieron y obedecieron la cédulas de Su Majestad. Allí consultaron las cosas del gobierno de la Nueva España, y del estado en que quedaban los negocios de la tierra, y lo que Su Majestad mandaba guardar y ejecutar acerca de la buena conservación de los indios y de su aumento. Desde esta ciudad de Cholula se partió el buen D. Antonio de Mendoza para los reinos del Perú, viejo, cansado y enfermo. Y con esta senectud hizo su viaje por mandárselo Su Majestad. Se despidió de todos como buen padre, y ansí fue llorado de toda la tierra, con mucha razón. El mismo virrey D. Luis de Velasco partió para México y procedió en su sagaz gobierno. Lo primero que hizo fue mandar ejecutar los capítulos de las Nuevas Leyes, y se libertaron los esclavos y servicios personales y los tamemes. Mandóse que los indios no cargasen. Pasado este rigor y primer ímpetu, que fue de mucho sentimiento en la tierra, al fin adelante y pasada alguna temporada de su gobierno, fue su proceder tan humano y gobernó tan bien y tan a gusto de toda la tierra que, por su sagacidad y madurez, mereció ser llamado por excelencia "Padre de la Patria". Visitó personalmente toda la tierra de su gobernación, y se asentó y apaciguó con quietud toda la tierra desta Nueva España. En su tiempo se hizo la armada de la Florida, año de 1559, y fue por general de ella D. Tristán de Arellano y Luna. Y como se perdió, fue al socorro y a recoger la gente perdida de aquella armada Angel de Villafaña con nombramiento y comisión, que llevó del virrey D. Luis de Velasco, de capitán general y gobernador de aquella tierra, porque D. Tristán de Arellano se fue desde allí a Castilla como se vio perdido. Y aun cuando el dicho Angel de Villafaña no fuera de más efecto de éste, fue negocio que importó mucho su ida, porque sacó de allí la gente que perecía de hambre en aquella tierra, pues todos los bastimentos que llevaban se perdieron con la tormenta que tuvieron en la mar. Y ansí, no tuvo la gente qué comer y perecían de hambre por ser despoblada y de chichimecas. Y al fin vino el dicho Villafaña con la mayor parte de la gente que pudo, la puso en la Habana, y de allí vino a esta Nueva España, dejando despoblada la Florida por verse sin orden y con gente cargada de mujeres y niños que iban a poblar. A no hallarse de esta manera, pasara adelante con parecer de muchos capitanes, y entrara a la tierra adentro, cuyo acuerdo hubiera sido acertado, y estuviera poblado el Nuevo México. Fueron deste parecer Matheo de Sauz, Baltasar de Sotelo y otros muchos capitanes de experiencia. Este fin tuvo esta grande y lucida armada, que no fue poco daño, porque después han intentado poblar esta Florida franceses y otras naciones, que se los han impedido los nuestros, porque en tiempo deste buen virrey floreció por la mar Pedro Meléndez de Valdés, siendo general de la carrera del mar destas Indias, donde pasó grandes trances y buenos sucesos en servicio de Su Majestad. Fue muy temido de los corsarios y en especial de los franceses, que los desterró y echó de la Florida con gran pérdida y daño dellos. Y como prendió a Juan Ribaud, general de los franceses que se había apoderado de la Punta de Santa Elena y San Mateo, aseguró en sus tiempos esta carrera de la Nueva España. En tiempo deste buen caballero, se perdió la flota que iba destos reinos a los de Castilla, y dio en la costa de la Florida, año de 1553, donde pereció y murió mucha gente y se perdió gran tesoro, de cuya armada escaparon pocos navíos, que fueron la nao del maestro Cerco y la de Farfán de Jáuregui y otros algunos de poca cuenta. Mataron los indios muchos frailes y personas de cuenta. Allí murió Fray Juan de Méndez, del Orden de Santo Domingo, muy famoso predicador, y Fray Diego de la Cruz, Procurador de Santo Domingo. Mataron a Doña Catalina, mujer que fue de Juan Ponce de León, encomendero de Tesama, que iba a España desterrada por la muerte de su marido, que dicen mató Bernardino de Bocanegra. Ansímismo, en tiempo deste buen virrey, se pobló el Nuevo Reino de Vizcaya, llamado de Chametla, y fue por gobernador de aquellas poblazones Francisco de Ibarra. Pobláronse también en sus tiempos la Villa de Santa Bárbara, Guadiana, Sombrerete, Chalchihuites, el Mazapil, las tierras de Indé y todos aquellos confines y partes muy apartadas, ampliando los reinos y señoríos de Su Majestad, como el día de hoy permanecen. Al principio de su gobernación se puso la Real Audiencia de Guadalajara de la Nueva Galicia. En estos tiempos de su gobierno se hizo la tercera armada para la Especería e Islas del Poniente llamadas las Filipinas. La cual se hizo a instancia y persuasión de Fray Andrés de Vidaneta del Orden de San Agustín, de García de Escalante y Güido de Bazares, personas que habían visto y estado en aquella tierra. Y viendo Su Majestad las grandes relaciones de aquellas islas y tierra, mandó se hiciese la dicha armada. Y la puso en efecto el buen virrey D. Luis de Velasco, enviando por general della a Miguel López de Legazpi, y por maese de campo a Matheo del Sauz, y a Güido de los Bazares por factor de Su Majestad. La cual armada tuvo tan buen suceso que hoy día permanece y permanecerá hasta el fin, porque la contratación será la mayor y mejor que ha habido en el mundo, en especial en estas partes del Poniente. Por esta población han resultado grandes descubrimientos de reinos y provincias de la gran China, Japón, Tartaria y otras naciones que había incógnitas, y muchas de ellas van teniendo razón y noticia de Nuestra Santa Fe Católica, que será principio de la conversión de aquellas naciones, para que vengan en conocimiento de Nuestra Santa Fe. Ansí que este cristianísimo virrey gobernó sabia y discretamente, con suavidad y dulzura, por lo que fue muy querido y amado en toda la redondez desta tierra. Y en este tan felice estado de su gobierno le vino la visita, y por visitador el Lic. Valderrama, Oidor que fue del Consejo de Indias, el año de 1562. Y estando en esta visita, Nuestro Señor fue servido de llevar desta vida al buen virrey D. Luis de Velasco, de gloriosa memoria, el año siguiente de 1564, habiendo acabado de despachar dicha armada de la Especeria en las Casas de Ortuño de Ibarra. Y está enterrado en Santo Domingo de México, donde tiene su capilla y entierro. Su hijo D. Luis de Velasco hizo trasladar sus huesos a la iglesia nueva, siendo virrey de esta Nueva España. Y luego resultaron de su muerte muchas novedades, trabajos, disensiones y pasiones ocultas de pechos dañados, odios y enemistades con ellas, y dañados humores que conocidamente se traslucían. Por lo que determinó irse el visitador Valderrama a los reinos de Castilla con la visita, habiendo estado en la tierra tres años, dejando en el gobierno della a la Real Audiencia de México en el año de 1566. En este tiempo sucedió la rebelión que dicen de México. Y fueron por ella justiciados Alonso Avila Alvarado y Gil González Dávila, su hermano, y otros muchos caballeros, entre ellos D. Pedro de Quesada, D. Baltazar, su hermano, y Baltazar de Sotelo, hermano de Diego Arias de Sotelo. Y por ello fue preso D. Martín Cortés, marqués del Valle, y D. Luis y D. Martín Cortés, sus hermanos, y Bernardino de Bocanegra y Diego Arias de Sotelo y otros muchos, que fueron enviados presos y desterrados desta tierra a los reinos de Castilla. De estos negocios y de cómo vinieron en seguimiento desta causa por pesquisidores el lic. Muñoz, el doctor Carrillo y el lic. Xarava que viniendo por la mar murió, y de cómo fueron mandados volver el dicho lic. Muñoz, y Carrillo, y yendo a España murió Carrillo en la mar, había mucho que tratar. A lo cual ponemos freno, porque hay muchos escritos acerca de esta rebelión por muchos autores, remitiéndome a lo que la Real Audiencia hizo y según procedió jurídicamente. Estando en el furor de estos negocios, vino por virrey desta tierra D. Gastón de Peralta, caballero nobilísimo. El cual duró en el cargo muy poco tiempo, porque la tierra no lo mereció. Fue la causa de su breve mudanza, informaciones que contra él enviaron a Su Majestad, acusándole de remiso y que desfavorecía los casos pasados tocante a la rebelión, y que favorecía la parte del marqués del Valle. Idose a España, vino y le sucedió D. Martín Enríquez. Y halló tomado el Puerto de San Juan de Ulúa por Juan de Ade, inglés corsario, y por su buena orden se tornó a cobrar el puerto e isla de San Juan de Ulúa, que para habella obo grandes refriegas, y reencuentros y muchas muertes de una y otra parte. Lo cual había puesto en gran alteración la tierra con esta ocasión de hacer los daños que han hecho y hacen cada día. Los grandes robos que han hecho por el Mar Océano, Santo Domingo, Cartagena, Puerto de Caballos, costa del Mar del Sur, carrera de las Filipinas y costa del Perú, y cómo Francisco Drack tomó un navío que venía de las Filipinas cerca del Puerto de la Navidad y California, y de otros navíos que ha tomado cargados de plata, oro, perlas y otras riquezas, sin otros daños excesivos, no se pueden contar sin gran lástima y pena, por no haber tenido en nada a los corsarios, ni el negocio de San Juan de Ulúa. Gobernó el dicho D. Martín con prudencia y muy discretamente esta tierra más de catorce años con mucha quietud y sosiego, dando nuevo asiento a la tierra de las alteraciones pasadas. En su tiempo, se desvergozaron mucho los chichimecas, e hicieron grandes matanzas y robos por los caminos de zacatecas y estancias de ganados, que con muy gran dificultad se podía transitar la tierra. Y fue necesario mandar hacer fuertes y tener presidios en muchas partes de toda la tierra de chichimecas, donde se gastaba con la soldadesca más de doscientos mil pesos. De suerte que toda la tierra estaba en gran detrimento y costaba muchas vidas de españoles todos los años, de robos y daños que hacían los chichimecas. Con estos presidios se reparaban en parte los daños que los salteadores chichimecas hacían. En tiempo que gobernaba esta Nueva España se introdujo el derecho de alcabala y comenzó se a pagar con harto disgusto de los vecinos, que por ello fue aborrecido. En el año de 1576, sobrevino a esta tierra una muy gran pestilencia y mortandad en los naturales della, que duró más de un año. Arruinó y destruyó la mayor parte de la Nueva España y casi quedó despoblada de indios. Un mes antes que comenzase la mortandad se vio una muy gran señal en el cielo, porque se vieron en el sol tres ruedas que parecían tres soles muy sangrientos inflamados de fuego, que hacían uno las colores. Estas tres ruedas eran semejantes al arco del cielo llamado iris. Duraron desde las ocho hasta casi la una después de medio día. Al cabo de catorce años de su buen gobierno, vino por virrey desta tierra D. Lorenzo Suárez de Mendoza, conde de la Coruña. Y el dicho D. Martín Enríquez fue por virrey al Perú, donde vivió tres años y gobernó aquellos reinos con mucha prudencia y discreción, como hombre maduro y sagaz y de gran experiencia, donde finó con acrecentamiento de gloria y eterna fama. El conde de la Coruña prosiguió en su gobierno tres años con mucha mansedumbre hasta que murió y pasó desta presente vida. Vínole la visita para que visitase la Real Audiencia de México y oficiales de Su Majestad, que por su fin y muerte gobernaba. Estando en esta continuación, vino por virrey de esta tierra y Nueva España D. Alvaro Manríquez de Zúñiga, marqués de Villa Manrique de Zúñiga, año de 1585. Y el Arzobispo de México se fue a los reinos de Castilla con la visita, donde falleció, siendo presidente del Consejo Real de Indias, que sucedió a Hernando de Vega Fonseca, obispo de Córdoba. El marqués de Villa Manrique gobernó cuatro años, en su tiempo obo muy grandes negocios, que de algunos dellos trataremos en suma.