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CAPITULO VIII Prosigue el mismo asunto de los dos Capítulos antecedentes. Cuando en este floreciente estado se hallaban las referidas Misiones, llamó el R. Padre Guardián del Colegio de San Fernando a nuestro V. Fr. Junípero, para que se alistase a la Conquista espiritual de los Indios Apaches en el Río de San Sabá, y luego que el obediente súbdito recibió la Carta (mirándose retratada en su rostro la alegría y regocijo) salió de aquella Misión en que había trabajado nueve años, y dejando a los Indios con la instrucción que se ha dicho, se llevó consigo, como despojo del victorioso triunfo que había conseguido contra el Infierno, al principal ídolo que adoraban como Dios aquellos infelices. Este era una Cara perfecta de mujer, fabricada de Tecale, que tenían en lo más alto de una encumbrada Sierra, en una casa como Adoratorio o Capilla, a la que se subía por una escalera de piedra labrada, por cuyos lados, y en el plan de arriba, había algunos sepulcros de Indios principales de aquella Nación Pame, que antes de morir habían pedido los enterrasen en aquel sitio. El nombre que daban al referido ídolo en su lengua nativa era el de Cachum, esto es, Madre del Sol, que veneraban por su Dios. Cuidaba de él un Indio viejo que hacía el oficio de Ministro del Demonio, y a él ocurrían para que pidiese a la Madre del Sol remedio para las necesidades en que se hallaban, ya de agua para sus siembras, o de salud en sus enfermedades, como también para salir bien en sus viajes, guerras que se les ofrecían, y conseguir mujer para casarse, que para obtenerla se presentaban delante del dicho viejo con un pliego de papel en blanco, por no saber leer ni escribir, el cual servía como de representación, y luego que lo recibía el fingido Sacerdote se tenían ya por casados. De estos papeles se hallaron chiquihuites, o canastos llenos, juntos con muchísimos idolillos, que se dieron al fuego, menos el citado ídolo principal. A éste lo tenía el mencionado viejo (que cuidaba de él) con mucha veneración y aseó, y tan tapado y oculto, que a muy pocos lo enseñaba o dejaba ver; y sólo lo hacía a los Bárbaros que venían como en romería de largas distancias, a tributarle sus votos y obsequios, y pedirle remedio para sus necesidades. Luego que entraron a la conquista los Misioneros y se congregaron en las cinco Misiones, como queda referido, tuvo gran cuidado el Indio de ocultar y esconder su ídolo en una cueva, entre las peñas de aquella elevada Sierra. Y habiendo enviado el Capitán de los Soldados al Sargento con un Destacamento, para quemar todas las casas de los Indios que estaban esparcidos por aquellas Sierras, a fin de que subsistiesen en el nuevo poblado, y llegando a aquel lugar donde estaba la casa que servía de Adoratorio, o iglesia para dicho ídolo, le pegaron fuego, ignorando el destino que tenía; y aunque por tres, o cuatro ocasiones lo hicieron (según me refirió el mismo Sargento) nunca quiso arder, no obstante que era de materias tan combustibles, como de palos y zacate; y admirados de esto dijo el referido a sus Soldados: "Peguen fuego en nombre de Dios, y de su Santísima Madre" y repitiendo la diligencia, prendió luego la casa, consumiéndose en un instante, y repararon que salía un grande humo muy fétido y espeso, que los dejó asombrados y temerosos sin saber lo que allí había; pero después que ya el V. Padre Junípero sabía el idioma, se averiguó todo lo que va referido, declarándolo los mismos Indios ya convertidos, los cuales le entregaron el citado ídolo Cachum, que llevó a nuestro Colegio de San Fernando, y entregándolo al R. P. Guardián, mandó éste se pusiera en el cajón del Archivo perteneciente a los documentos y papeles de dichas Misiones, para memoria de la espiritual Conquista. No obstante la salida del V. Padre, prosiguieron con igual celo y eficacia sus apostólicas empresas los Ministros que quedaron en las Misiones, y los que de nuevo entraron en ellas, para conseguir sus mayores creces, así en lo espiritual, como temporal, y hallándolas tan adelantadas, como reducidos los Indios, fue tanto su aumento, que en corto tiempo ya aquellos cinco Pueblos eran la admiración de los que los transitaban, y la emulación de los Señores Curas Clérigos de las inmediaciones. En esta atención dispuso nuestro Colegio de San Fernando entregarlos al ordinario, para que los proveyese de Curas Seculares, conforme a lo prevenido en las Bulas Apostólicas del Señor Inocencio XI, para lo cual hizo las debidas representaciones al Exmô. Señor Virrey Marqués de Croix, y al Illmô. Señor Arzobispo D. Francisco Antonio Lorenzana; y conviniendo en ello ambos Señores, se hizo la entrega de las referidas Misiones en el año de 1770 a los 26 de fundadas, quedando admirados y edificados de lo muy adelantadas que en tan corto tiempo se hallaban, según les costó por los documentos formados por los jueces Eclesiástico y Real que fueron comisionados a recibirlas por dichos Señores Virrey y Arzobispo; quienes se dignaron dar las gracias a nuestro Colegio, por lo que había trabajado en servicio de ambas Majestades, como se deja ver en las dos siguientes copias de sus Cartas originales. Carta del Exmô. Señor Virrey Marqués de Croix "La instancia del V. R. y Discretos de 10 de Julio próximo pasado, en que solicitaban se pongan Sacerdotes Seculares en las cinco Misiones que han estado a cargo de ese Apostólico Colegio en la Sierra Gorda, mandé pasar al Señor Fiscal, y con arreglo a su Respuesta, he resuelto en Decreto de 10 del corriente acceder a la pretensión de VV. RR. dándoles las más expresivas y debidas gracias por el celo con que sus Religiosos Misioneros han sabido lograr sus Apostólicos afanes; y avisar al Illmô. Señor Arzobispo, nombre un Eclesiástico, que se haga cargo de las referidas Misiones para proveerlas de Curas Seculares, como también comisionar a D. Vicente Posadas, vecino de Río verde, al recibo de las enunciadas cinco Misiones, con orden de que de documento jurídico a los Padres que se hallan en ellas de todo lo que entregaren en cada una; y que no sólo no les pongan embarazo en que saquen sus libros y todas las cosas de su uso, sino que también los habilite de lo necesario, a fin que puedan con la comodidad posible restituirse a ese Colegio después que se haya practicado el repartimiento de tierras a los indios en la forma que VV. RR. me han propuesto: de que les aviso, a efecto que se hallen completamente instruidos, y que se verifique el puntual cumplimiento. Dios guarde a VV. RR. muchos años. México 15 de agosto de 1770= El Marqués de Croix= A los RR. PP. Guardián y Discretos del Apostólico Colegio de San Fernando." Carta del Illmó. Señor Arzobispo D. Francisco Antonio Lorenzana "Muy Señor mío: E1 Cura y Juez Eclesiástico de Cadereita me ha dado cuenta con las diligencias que de mi orden practicó para poner a cargo del Clero Secular las cinco Misiones de Xalpan, Landa, Tilaco, Tancoyol y Concá en la Sierra Gorda; y resultando de ellas el infatigable celo con que han trabajado allí los hijos de ese Apostólico Colegio, siendo el puntual cumplimiento de su Instituto igual al dejarlas que al tomarlas, no puedo menos de manifestar a V. Rmâ. mi gratitud, y la obligación en que me constituyo de apetecer ocasiones en que servirle. =Ntrô. Señor guarde a V. Rmâ. muchos años. México y Diciembre 22 de 1770 =B. L. M. de V. Rmâ. su más afecto Servidor =Francisco Arzobispo de México =R. P. Guardián y Discretos del Colegio de San Fernando. La gloria que al Colegio de San Fernando resulta por la entrega de las citadas cinco Misiones, que en el corto término de 26 años puso en tan buen estado así espiritual como temporal: el honor que ha conseguido el Apostólico Instituto, y lo mucho que para ello trabajó el V. Padre Junípero en los nueve años seguidos que allí estuvo, según queda expresado, me han estimulado a referir la entrega de ellas y las expresiones afectuosas que hicieron al Colegio los dichos Exmô. e Illmô. Señores cuando las recibieron, y se hallaron informados por los Comisionados, de la buena instrucción con que se hallaban aquellos Indios Neófitos, y de la opulencia en que se miraban las citadas Misiones, de las que habiendo sido Presidente el V. Padre, y trabajado tanto desde los principios hasta ponerlas en corriente, lo sacó la obediencia para las de San Saba, antes que se verificase su entrega.
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CAPITULO VIII Fertilidad del territorio de Lima, frutos que produce, su abundancia y modo de fecundar las tierras 207 Parece que un país donde el riego de las lluvias se muestra tan escaso debia ser estéril totalmente; pero, bien al contrario, fructifica con tanta fuerza que no tiene que embidiar á los mas fecundos, naciendo en él toda suerte de simientes y quantas especies de frutas se pueden desear. Para conseguirlo, suple la industria y artificio la escasez con que las nubes humedecen aquel suelo, y por este medio viene á ser tan fértil que causa admiracion la abundancia y la variedad. 208 Desde el tiempo de los principes ingas, como se ha dicho, fue una de sus economicas providencias la disposicion de las acequias para que, dirigida por ellas el agua de los rios, sirviesse á beneficiar todo quanto podian alcanzar; con este arbitrio, sembraban entonces sus chacaras. Y dexando hecha esta obra, que se conserva en el mismo orden en que ellos la dispusieron, con él en los tiempos presentes se riegan las hazas de trigo y cebada, los alfalfales dilatados para pasto de cavallerias, las quadras espaciosas de caña para azucar, los oliveros, viñas y huertas de todas especies, y se consiguen las cosechas de todos abundantemente en aquella estacion que corresponde á cada uno. No sucede en Lima lo que en Quito de no tenerla determinada los frutos, antes bien se agostan los campos, y los arboles se desnudan de las hojas á proporcion que lo pide su naturaleza porque los que son propios de temperamento cálido, aunque se marchite en ellos la viveza del verdor, no se despojan de las hojas hasta que llenan otras su lugar; las flores tienen su tiempo, y á correspondencia de estas las frutas, de modo que este país, como se assimila á los de zonas templadas en la diferencia de ibierno y verano, assi tambien en la producion y sazon de arboles, flores y frutos. 209 Antes del terremoto del año de 1687, en que padeció tanto aquella ciudad, eran muy quantiosas las cosechas de trigo y cebada en todo aquel país, y no tenia necessidad de que le entrassen de fuera, especialmente el trigo; pero entonces se indispusieron de tal modo las tierras que pudrian las semillas del trigo que se sembraba en ellas, lo qual se atribuye á la abundancia de vapores sulfureos que se exhalaron y á las particulas nitrosas que quedaron esparcidas en todas ellas. Esto obligó á los dueños de tierras, con el escarmiento de las pérdidas que sufrieron en los primeros años, á darles otros destinos, y hicieron en ellas plantíos de alfalfales, cañaverales de azucar y otras cosas en que no se notaba igual descaecimiento; 40 años permanecieron en esta esterilidad, y al cabo de ellos empezaron á reconocer los labradores que se mejoraban y volvian á su antiguo ser, para lo qual sembraban algunas pequeñas cosechas, de modo que yá en estos ultimos se producia el trigo con la misma abundancia que antes que experimentassen aquel accidente, pero, haviendose subrogado en aquellas tierras las otras plantas yá por esto ó por la desconfianza de los cosecheros, no se han vuelto á hacer las quantiosas siembras que antes; con el accidente que acaba de experimentar, es muy regular que se repita el de esterilizarse nuevamente, pero ya ahora no será el perjuicio tan sensible como entonces, hallandose desde aquel tiempo entablado el comercio de este grano con el reyno de Chile. 210 Las sementeras mayores en los campos cerca de Lima son de alfalfa, la qual tiene un consumo sin igual porque con ella mantienen todas las bestias, assi mulas para el uso de los coches, calesas y las muchas requas que sirven en el tráfico del Callao á Lima y de todas las haciendas, como cavallos para andar, cuyo numero es indeterminable y se podrá congeturar qual sea sabiendo que no hay persona, sin distincion de calidad ó sexo que la pueda mantener para su uso, á quien le falte, pues, aquellos que no tienen caudal para usar coche ó calesa por la ciudad andan en mulas ó cavallos. 211 El resto del terreno ocupan las otras especies de sembrados que se han dicho, entre las quales no es inferior la caña dulce, de que se sacan azucares muy selectos. Todas estas haciendas las cultivan negros esclavos, que tienen sus dueños para este fin, y lo mismo sucede en las demás que hay en Valles de alguna opulencia. 212 Los olivares parecen montes muy cerrados, segun su grande espesura, porque, además de ser los arboles mas altos, corpulentos y frondosos que los de España, no talandolos nunca, crian tantas ramazones que, entretexidas las unas con las otras, no dexan entre sus copas claro alguno. Jamás entra el arado en esta planta, y el unico cultivo que hacen es aclarar las pozas en que reciben el agua al pie de cada uno, tener corrientes las acequias que se la introducen y cada tres ó quatro años limpiar la tierra de aquella ramazon y broza que cria para poder coger el fruto, y á costa de tan poco trabajo e adquieren con abundancia y de sobresaliente bondad. De él hacen el aceyte, y otra parte de la aceytuna dedican para aderezar con salmueras, assi por ser acomodada para este fin por su hermosura y grandor quanto por el admirable gusto que tienen, siendo una de las mejores calidades que se notan en ellas su suavidad y la facilidad de despedir el huesso, calidades que, comunicando al aceyte mayor delicadeza, le hacen preferente á el de España. 213 El territorio que linda con la ciudad está poblado de huertas, y en ellas se crian todas las especies de verduras que se conocen en España, y tan bien sazonadas y hermosas á la vista que no le dexan ni á esta ni el gusto que apetecer; lo mismo sucede con las frutas de arbol, tanto las introducidas de Europa quanto las naturales del país, prerrogativa que muy raros gozan, y creo que en todo el Perú no hay otro que la disfrute en grado tan superior ó por lo menos no lo hemos reconocido en lo mucho que de él hemos traficado. Assi, no es extraño el verlas con tanta abundancia en aquella plaza, y que las esquinas y las calles se hallen llenas de fruteras. 214 Goza otro privilegio bien singular, por el qual todo el año es verano para la abundancia de las frutas, y en todas sazones se logran estas frescas porque, alternándose las estaciones del año entre lo que es Valles y Sierra, quando cessan las frutas que se crian en los valles, empiezan á madurar las de las faldas de la serranía, y, distando estas de Lima de 25 á 30 leguas con corta diferencia, las llevan á la ciudad; con lo que, no faltan nunca, á excepcion de algunas cortas especies que no prevalecen en la serranía, como son las ubas, melones, sandias y otras, que requieren temperamento caliente. 215 Las ubas son en Lima de varias especies, y entre ellas hay una que allí llaman de Italia; estas son largas y de un gusto muy delicado, pero todas producidas en parrales, las quales se estienden por el suelo, que es muy adequado para ellas por ser todo pedregoso y arenisco; estos parrales se podan y riegan á su tiempo regular y sin otro cultivo están corrientes. Del mismo modo, se cultivan las viñas que sirven para hacer vino, las quales, tanto en Ica, Pisco y Nasca como en los demás parages adonde las hay, son de cepas. Del fruto que dan las de Lima no se hace vino alguno porque, siendo grande el consumo de las ubas, las venden todas para comer. 216 La calidad de aquel terreno es pedregoso y arenisco, esto es, que se compone de pedernales ó chinos pelados, los quales abundan tanto que, assi como otros son totalmente de arena, piedra viva ó tierra, aquel es todo de esta pedreria, y hay tránsitos que por esto son de suma molestia para los caminantes en qualquiera especie de carruage ó cavalgadura; los que se siembran tienen superficialmente una costra de uno y medio á dos pies de tierra, y debaxo de ella todo lo restante es piedra. De esta circunstancia y de la de ser todas aquellas playas maritimas y sus fondos de la misma especie se puede congeturar que en la antiguedad cubria la mar aquel espacio y que se esparcía por partes tres ó quatro leguas y mas por algunas á lo interior de las que son playas al presente. Por lo que se vé en una ensenada al norte del Callao cosa de 5 leguas, llamada la playa del Marqués, se comprueba esta congetura; no ha muchos años, segun toda apariencia, que la mar entraba en ella mas de media legua dentro de lo que ahora es tierra firme y cosa de una y media lo largo de la costa, pero, dexando seca aquella ensenada y su territorio lleno de pedrería, vá continuamente con lo que arrima á su bordo levantando la playa y haciendo mas espacioso el terreno. Las peñas vivas que están en lo mas interior de esta playa se hallan por partes taladradas y lavadas, lo mismo que las que bate el agua, señal cierta de que hería contra ellas y de que permaneció allí mucho tiempo para poder abrir las concavidades y desmoronar algunas grandes que están caidas sobre el suelo, efectos de su continuo batidero; con que, parece natural que sucediesse lo mismo con el territorio donde está Lima y que todo él, que es compuesto de guijarros uniformes á los del fondo que tiene allí la mar, fuesse ocupado por esta en otro tiempo. 217 Otra rara particularidad se advierte en aquel terreno, y es que abunda mucho de manantiales ó pucyos, los quales brotan agua por todas partes, y, á poco que se trabaje, se encuentra en muchas de ellas, y haviendo algunas donde esto sucede á los quatro ó cinco pies. Dos causas son las que pueden contribuir á ello; una, que, siendo la tierra tan porosa como se infiere de su materia y composicion, dá lugar á que se filtre con facilidad la del mar y penetre á mucha distancia llenando sus huecos; y otra, la de que muchos arroyos que baxan de la sierra y se pierden en aquellos llanos ó valles desde su principio inunden y passen por entre sus interiores venas corriendo por ellas ocultamente porque se ha de suponer con la misma experiencia que aquella pedregosa naturaleza del territorio no es de mucha profundidad y que inferior á ella es sólido y duro, en cuya diligencia ni hay dificultad para que el agua dexe correr y introducirse por donde encuentra mas poros ó conductos y que, hallandolos en lo que es pedregoso, lleve por allí su curso dexando seca la superficie. Yá se ha visto en el primer capitulo de esta segunda parte que, de muchos rios de Valles que en el verano de la sierra quedan secos superficialmente, se saca el agua para el abasto de los pueblos abriendo pozas en la madre por donde corre el ibierno, que por otros se atraviessa, que no lo parecen; y siendo el terreno guijarral, en cada parte donde las bestias sientan los pies, brota inmediatamente el agua, lo qual procede precisamente de que corre esta retirada de la superficie algun tanto, y assi no hay duda en que suceda lo mismo en todos aquellos valles, con la diferencia de abundar en unos mas que en otros ó de estar mas ó menos profunda . 218 Esta abundancia de aguas subterraneas contribuye en gran parte á la fertilidad del país, particularmente para las plantas mayores, cuyas raices profundizan mas, y todo parece que lo ordenó el Sabio Autor de la naturaleza con tanto esmero por providenciar con estos arbitrios á la esterilidad que causaria la falta de las lluvias en aquellos parages, ordenando que las serranías les contribuyan, yá por medio de los rios ó yá por los ocultos conductos, el agua necessaria para fecundizarlos. 219 Calientan las tierras de la jurisdiccion de Chancay, como tambien lo hacen en otras partes de las costas del Perú, con el estiercol de unos pajaros maritimos que abundan con estremo en ella, y llaman guanaes y, á su estiercol, guano, nombre general de la lengua los in-dios, que significa el excremento en comun. Estos pajaros, despues que han estado pescando todo el dia en el mar, van á hacer su dormida en todas aquellas islas cercanas á las costas; y siendo tanta su muchedumbre que cubren el terreno, es á proporcion el estiercol que dexan en ellas; con el calor del sol se forma una costra, que se aumenta diariamente; y como es tanta su abundancia, aunque es mucho lo que se saca nunca se apura porque en corto tiempo se vuelve á reponer considerablemente. Algunos están persuadidos á que este guano sea puramente tierra, con la propiedad y propension de calentar las otras con quienes se mezcla, y lo infieren de que, sacandose tanto de aquellas islas, no se apura y de que, ahondando en ellas ó haciendo agugeros, se encuentra igualmente en la superficie que en lo mas hondo hasta cierta profundidad, de que concluyen que es la calidad de la tierra tal que por su naturaleza tiene la propiedad del estiercol ó guano. Esto no careceria de probabilidad si tanto la aparente vista como el mal olfato que despide no dieran á entender ser el excremento que se ha dicho. Yo he estado en las mismas islas al tiempo que cargaban de él algunos barcos, y el mal olor que exhalaba se hacía insoportable y no dexaba duda en lo que era; con todo, no me opondré á que se halle mezclado con alguna tierra ó que aquella mas superficial, adquiriendo en mucha parte su propiedad y naturaleza, pueda equivocarse con él y servir igualmente para el intento. Este estiercol lo emplean en los sembrados de maiz, y con su beneficio aumenta en gran manera las cosechas poniendo una pequeña porcion inmediata á cada pie y dandole riego despues, pero generalmente es bueno para otras especies de sembrados, á excepcion del trigo y cebada, y por esto es muy grande su consumo. 220 Además de las huertas, jardines y sembrados de que se adornan aquellas campañas y con que se hace alegre y divertida en sus tiempos, donde trabaja el arte para conseguir el fruto del cultivo, hay otros parages en que solo la naturaleza tiene el cuidado de producir, sin mas auxilio que el de su propio desvelo, y con él les proporciona recreo á aquellos habitantes y pasto abundante á sus ganados. Los cerros y colinas de San Christoval y los Amancaes brindan con su verddor y la diversidad de flores de que se visten en la primavera para que sus vecinos se aprovechen de su amenidad deliciosa, haciendo passo agradable de sus faldas y cañadas. Los lugares que hacen vecindad á la ciudad hasta 6 y 8 leguas de distancia les ofrecen la misma diversion y no menos que los anteriores reciben el concurso de muchas familias, que se retiran á ellos con el deseo de un honesto recreo y de tomar otros ayres. 221 Adquiere el nombre de cerro de los Amancaes, de que yá se hizo mencion, por una flor que se cria en él. Esta es amarilla, en figura de campanilla, de la qual salen quatro hojas que se terminan en punta; el color es muy vivo pero de ningun olor, y solo se hace estimable por aquella aparente hermosura que manifiesta á la vista. 222 Fuera de estos passeos, tiene aquella ciudad otro publico en el arrabal de San Lazaro y á su salida, que llaman la Alameda, y los arboles que lo forman son naranjos ó limones; su frondosidad sirve de comun recreo á sus moradores, y á su imitacion hay el de el Acho, á las orillas del rio, con otros muchos, adonde acude diariamente el concurso de coches y calesas. 223 No se conservan en las inmdiaciones de Lima mas memorias de antiguedad que las guacas y algunos paredones que servian de cercas á los caminos y se registran en todas aquellas campañas, pero á tres leguas de la ciudad, acia la parte del nordeste, está un valle que llaman de Guachipa en que existen las paredes de una gran poblacion; y aunque nunca passé á verlas porque carecí de su noticia quando estuve allí, la adquirí despues tan segura y circunstanciada como si la huviera visto por medio de Don Gaspar de Munive y Tello, marqués de Valdelyrios, sugeto de muy buenos talentos, que con toda prolixidad y cuidado examinó este sitio y notó en él que las calles que componian la poblacion eran muy estrechas; las casas, que á correspondencia de todos los edificios de aquel tiempo yá no tenian techo, fabricadas de tapia de tierra, y su disposicion formando tres piezas pequeñas y quadradas; las puertas que miran á la calle, no tan altas como la regular estatura de un hombre; la altura de las paredes, como de tres varas á poca diferencia. Entre todas las casas que componen los vestigios de esta gran poblacion, acia lo mas inmediato de un cerro, á cuyo pie está, predominan en altura las paredes de una, cuya circunstancia, haciendola distinguir de las demás, dexa indicios de que sería la que ocupaba el cacique de aquella comarca, pues por sus ruinas no se puede hacer juicio formal de su verdadero destino. Los que viven en aquel valle, por el qual passa el rio Rimac, no distante de esta poblacion, en las muchas chacaras que hay en él le dan el nombre de Caxamarca la Vieja, pero no se sabe si con efecto se llamó assi en tiempo de la gentilidad porque, además de no haver allí quien mantenga esta memoria, no hacen mencion de él los historiadores que han escrito de aquel reyno, Garcilaso Inga ni Herrera en sus Decadas; con que, solo sabemos que, á distincion de la villa de Caxamarca, le dan ahora el sobrenombre de la Vieja. 224 Lo que con mas particularidad se hace notable tanto en las paredes de aquella poblacion como en todas las que se encuentran en los vecinos valles es haver sido fabricadas sobre la haz de la tierra porque no hacian para ellas cimiento alguno, y de este modo resisten y han permanecido incontrastables al violento estremecimiento de los grandes temblores quando se han vencido á ellos los mas sólidos edificios de Lima y de todas aquellas poblaciones hechas por la española arquitectura, no conociendose en ellas otra ruina que la provenida de su abandono ó del daño que reciben de los ganaderos por recoger allí sus rebaños, el tiempo que se detienen hasta que los despachan en Lima. 225 De este genero de fabricas se dexa inferir que la larga experiencia de aquellos naturales les sirvió de maestro y enseñó que en sitios tan sujetos á terremotos no convenia algun cimiento para que pudiessen subsistir las casas, y assi es opinion assentada que, quando los indios recien conquistados vieron abrir cimientos para levantar edificios, dixeron, haciendo irrision de los españoles, que cababan sepulturas para enterrarse, dando á entender que los terremotos los dexarian sepultados en su fabrica, y, no obstante haver visto el modo en que las hacian los indios, ha sido necessario que los repetidos lastimosos exemplares de ser por quatro veces convertida en ruinas toda la ciudad se lo haya hecho conocer despues de mas de doscientos años, mas no han bastado para que se corrijan, pues, queriendo hacerlas capaces y darles alguna altura para que las piezas tengan hermosura y desahogo, siempre ha sido preciso que les acompañe algun cimiento correspondiente á lo abultado de la obra y al peso que deben sostener.
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Capítulo VIII De la coya Mamacura y por otro nombre Anachuarque, mujer de Lloque Yupanqui inga Esta coya y señora llamada Mamacura y por otro nombre Anachuarque, fué primera hermana de su marido Lloque Yupanqui. Fué discreta, de buen entendimiento y grave en el trato de su persona; fué de grandísima pompa, especial cuando salía de Palacio con acompañamiento de curacas, yndios principales, señores orejones y de gente común. Traía de ordinario riquísimos vestidos y en todo procuró imitar a la coya Chimpo, madre de su Marido. Traía gran cantidad de chaquira puesta por los pechos con oro. Fué muy querida y amada de sus vasallos con ser tan grave que cuando algunas ñustas u otras indias le hablaban había de ser quedito, hincadas de rodillas y la cabeza baja, sin mirarla al rostro. Fué amiga de banquetes y fiestas y convidaba muchas veces a los señores principales del Cuzco con una magnificencia extraña, dándoles la comida espléndida y la bebida abundantísima y podían llevar a su casa todo lo que no comían. Tubo una cosa particular esta coya, que raras vezes tenía conversación con gente común ni indias ordinarias, y las indias principales, mujeres de los Gobernadores y orejones, que ella entendía eran honestas, las tenía en tanto, y las honrraba de manera, que algunas vezes las llamaba coyas, que quiere decir señora, pero guardando en todo la gravedad y respeto que ariba dije, y ellas le respondían apay coya, que quiere decir única señora. Fué casada, como está dicho, con Lloque Yupanqui, y fué su hijo Maita Capac, sin tener otro hijo hi hija. Su figura al natural es la que se ve.
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CAPITULO VIII Que trata de la introducción del Sagrado Evangelio y de las dificultades que para ello obo Habiéndose ganado y conquistado la ciudad de México y pacificado mucha parte de la Nueva España, como está tratado, llegaron de España los doce frailes de la orden de San Francisco el año de 1524, con gran gozo y contentamiento de Fernando Cortés. A los cuales recibió con muy gran veneración y acatamiento, que fue uno de los mayores y más grandes ejemplos que dio de su nobleza, virtud y persona, y muestra de su gran valor a toda esta tierra, cuya memoria quedará eternizada hasta el fin y consumación del mundo, porque yendo de rodillas abatido por el suelo, tomó las manos al Reverendo Padre Fray Martín Valencia, custodio de los doce religiosos que consigo traía, y se las besó, cuyo hecho devotísimo y humilde recibimiento fue uno de los heroicos hechos que este capitán hizo, porque fue documento para que con mayor fervor los naturales de esta tierra viniesen a la conversión de nuestra Santa Fe, como después vinieron. De suerte que con esta devoción con que fueron recibidos estos santos varones, el día de hoy los naturales tienen en mucho a los sacerdotes y siervos de Dios, máximamente a los maestros de doctrina de Señor San Francisco. Con la llegada de estos padres benditos, luego pusieron por obra la conversión general de estos naturales, dando orden de cómo se había de disipar la idolatría sin escándalo ni alboroto alguno. Y siendo ansí y poniendo en ejecución su santo propósito, comenzaron a derribar los ídolos de los templos con celo edificante de extirpar y desarraigar los ritos infernales que entre esta gente había, quemando los simulacros horrendos y espantosos, dando con ellos en tierra, sin que ninguno se los osase impedirlo ni estorbar. Con esta tan sublime obra, comenzaron a promulgar y predicar el Sagrado Evangelio y doctrina de Nuestro Dios y Salvador Jesucristo con ayuda de muchos niños hijos de caciques y señores que a los principios doctrinaron, instruyéndolos enteramente en las cosas de nuestra Santa Fe Católica. En cuya obra hacían muy gran efecto e impresión en esta nueva planta. Y prosiguiendo en ella, les comenzaron a quitar las muchas mujeres que tenían y los otros demás ritos de idolatría, y otras muchas supersticiones, sacrificios horrendos, cruelísimos y abominables de sangre humana ofrecida al demonio, sacada y desangrada de sus propias carnes. Quitándoles, ansimismo, que trajeran orejeras los hombres ni las mujeres, ni bezotes, y otros abominables usos y costumbres que tenían. Y que los hombres no tuviesen más de una mujer y las mujeres más de un hombre por marido, y esto había de ser por orden de Nuestra Santa Madre Iglesia y con licencia de los Ministros de Dios. Y que se quitasen los bragueros que traían y se pusiesen zagagüelles y se vistiesen camisas, que era traje más honesto, y que no anduviesen en carnes y desnudos como antes andaban. A esta tan santa obra, algunos de los caciques y principales se mostraron duros y rebeldes y más que pertinaces, pues con haberse bautizado tornaron a reiterar en sus idolatría y gentilidad y antiguo uso. Los cuales murieron por eso ahorcados por mandado de Hernán Cortés y por consentimiento de la Señoría de Tlaxcalla, que fueron los que eran señalados por dibujo. Sólo diremos que después de que estuvo arraigada la fe y extendida, yéndose, como se iba extendiendo, la ley evangélica, D. Gonzalo Tecpanecatl Tecuhtli, señor que fue de la cabecera de Tepeticpac, tenía escondidas en sus casas las cenizas de Camaxtli, ídolo muy venerado entre los naturales de esta provincia. Y teniéndolas encubiertas en su casa en un oratorio, pasaba con ellas gran inquietud y trabajo, sucediéndole grandes alteraciones, desgracias y calamidades en sus haciendas, porque el demonio le fatigaba, y no osaba descubrir a nadie, ni decir el mal que tenía en su casa escondido, con hacella tan mala vecindad y compañía. Mas viniéndose a confesar una Semana Santa, como es precepto, se confesó con Fray Diego de Olarte, religioso del Orden de San Francisco, y en el discurso de su confesión, descubrió a este santo varón cómo tenía guardadas en su casa las cenizas del ídolo Camaxtli y que no lo había osado decir ni descubrir a nadie por su reputación y porque no le tuviesen por mal cristiano, y que agora que había conocido a Dios y entendido la burla y engaño en que vivía y vivieron sus antepasados, que por eso agora se lo descubría; y que mirase y viese lo que mandaba hacer de aquellas reliquias de su idolatría, que él estaba muy obediente a todo lo que mandase. El buen religioso le mandó que las trajese, que no le quería absolver hasta que se las manifestase, porque de otra manera no le podía absolver ni bendecir en su agua dellos. Ansí, se dice, fue que el dicho D. Gonzalo Tecpanecatl Tecuhtli le trajo las cenizas del ídolo Camaxtli. Se las entregó y luego el padre Olarte, en su presencia, las quemó y derramó por el suelo con gran menosprecio de ello. Y predicó con grandes exhortaciones al D. Gonzalo, el cual tuvo gran dolor y arrepentimiento, llanto y lloro de sus culpas y pecados. Y ansí, aquella semana propia de Jueves Santo, estando disciplinado ante una imagen de Nuestra Señora, espiró y dio el ánima a Dios Nuestro Señor después de haber confesádose y comulgado. Y ansí, lo hallaron muerto y de rodillas ante la imagen de Nuestra Señora en el hospital de la Anunciación. Lo cual dejamos atrás citado y prometimos declarar el fin que tuvieron las cenizas del ídolo Camaxtli. Al tiempo, las cenizas deste ídolo se desbarataron y desenvolvieron de las envolturas que tenían. Dentro de un cofrecillo de palo hallaron en las cenizas unos cabellos ruvios, porque afirman los antiguos viejos que fue un hombre blanco y rubio. Ansimismo, hallaron entre las cenizas una piedra esmeralda, porque se la solían poner a los hombres famosos en medio de sus cenizas, hechas unas con sangre de niños muertos que para este efecto mataban. Las cuales piedras decían que eran el corazón de los hombres de valor. Dende ahí en adelante, obo quietud en las casas y haciendas de los herederos de dicho D. Gonzalo. No tan solamente había en esto mucho que decir, sino en otras cosas más que sucedieron dignas de memoria. Aunque Fray Jerónimo de Mendieta, fraile de la Orden de San Francisco, ha escrito largamente de las cosas sucedidas acerca de la conversión de los naturales de esta tierra, y porque en este lugar se nos ofrece ocasión de tratar algunas cosas dignas de eterna memoria, salimos de nuestro principal intento. Y es el caso que un cacique llamado D. Cristóbal Axotecatl, principal del pueblo de Atlihuetza, sujeto a Tlaxcalla, martirizó a un hijo suyo llamado, ansimismo, Cristobal y por ser muchacho de poca edad le llamaban los religiosos Cristobalito, y su común nombre era Cristobalito, a manera de regalo. Y habiéndose bautizado y tomado por nombre Cristóbal, su padre Axotecatl, tornó a idolatrar y, por no ser sentido, puso a su hijo con los frailes en el monasterio de Tlaxcalla para que fuese doctrinado e instruido en las cosas de Nuestra Santa Fe. Y fue Nuestro Señor servido de que en muy breve tiempo fuese tan buen cristiano que no había más que desear. Los religiosos le tenían en tanto que no se hallaban sin él. El cual iba a su padre D. Cristóbal muchas veces a predicalle las cosas de Nuestra Santa Fe, declarándole la doctrina cristiana, contradiciéndole y reprobándole la gentilidad y reprobada idolatría, y cómo era devaneo y engaño. Y que le rogaba mucho, como hijo suyo que era y que tanto le amaba, que dejase de idolatrar, se convirtiese a Dios y le sirviese. Mas como su padre estuviese endurecido y obstinado, nunca quiso dar crédito a su hijo a cuanto le decía y amonestaba. Visto esto por Cristobalito, rogó con gran instancia a su madre que dijese y rogase a su padre que pues era bautizado, que siguiese la fe de los cristianos y se volviese a Dios y aborreciese a sus ídolos, porque recibía grande afrenta y no osaba parecer ante sus maestros los religiosos. Viendo que su padre todavía servía el demonio y a los dioses de piedra y de palo, lo cual rogaba a la madre con grande instancia y de que fuese parte que su padre se tornara a Dios y dejase al demonio. La madre, viendo la razón que el hijo tenía, rogó a D. Cristóbal, su marido, que volviese a la ley de Dios, y que viese cuán buena y cuán limpia era y descansada, y que dejase de adorar a los ídolos, como su hijo le decía; que ansí se lo habían enseñado los Padres de Santa María, que eran los frailes, que en esta sazón ansí los llamaban. Y como este negocio fuesen tan odioso a D. Cristóbal Axotecatl, mandó matar a su mujer. Muerta la madre, su hijo Cristóbal vino al dicho su padre con mayor fervor y osadía a amonestarle, diciéndole que dejase su idolatría y de servir a los ídolos, porque si no lo hacía y se enmendaba por bien, que él propio le quitaría los ídolos y descubriría; pero que como hijo le rogaba se quitase dello, porque vivía corrido y afrentado entre los frailes siervos de Dios que le habían doctrinado, y que mirase era señor y principal en la República de Tlaxcalla y no diese mala cuenta de su persona, ni lugar a que le perdiese la obediencia y respeto que le tenía de padre, porque en este caso no le podía guardar ningún decoro, y que le quemaría los ídolos. De las cuales palabras el D. Cristóbal Axotecatl recibió grande enojo y terrible coraje contra Cristobalito su hijo. Y un día, estando muy quieto y seguro Cristobalito en servicio de los religiosos, su padre le envió a llamar y, estando en su presencia, le dijo estas palabras: "¿Cómo, hijo mío engendrete yo para que me persiguieses y fueses contra mi voluntad? ¿Qué va a ti que yo viva en la ley que quisiere y bien me estuviere? ¿En este el pago que me das de la crianza que te he hecho?" Diciendo estas palabras, arremetió a él y le dio de porrazos con una porra que traía de palo, con que le hizo pedazos la cabeza, y le mató. Después de muerto, le mandó echar en una hoguera que tenía hecha en su propia casa y aposento. Como no se pudiese quemar el cuerpo de Cristobalito, le mandó sacar de la hoguera y le hizo enterrar en una hoguera suya, que era aposento bajo de terrapleno. Hecho esto y enterrado al dicho su hijo lo más secretamente que pudo, al cabo de muy pocos días los religiosos echaron menos a su Cristóbal, que no solía faltar tanto tiempo. Procuraron luego saber de él y buscalle con gran diligencia, por que luego sospecharon lo que podría ser. Y como no apareciese, al cabo de muchos días, por indicios y sospechas, se vino a sacar de rastro cómo su padre D. Cristóbal lo había muerto a él y a su madre. Luego, por confesión suya súpose cómo los había muerto, cómo y de qué manera y la razón que para ello tuvo, y de cómo los tenía enterrados a los dos en su recámara. Ansí por esto, como por otros negocios, fue justiciado el dicho D. Cristóbal Axotecatl, el cual fue bautizado y murió cristiano. Senteciólo a muerte D. Martín de Calahorra, que conoció de la causa y lo mandó ahorcar por mandado de Cortés. Visto todo por los religiosos de aquellos tiempos, hicieron desenterrar los huesos de Cristobalito y los de su madre y los llevaron al monastereio de Tlaxcalla, donde el día de hoy los han de tener guardados, que piadosamente se puede creer que fueron mártires madre e hijo. Lo mismo acaeció en el pueblo llamado Santiago Tecalco (por lo mal sonante del vocablo se llama el día de hoy Santiago Tecalpan; otros le llaman Tecalli), pueblo que tienen en encomienda los sucesores de D. Francisco de Orduña, a quien fue encomendado. Yendo por toda aquella comarca ciertos religiosos que salieron de Tlaxcalla a predicar, llevaban consigo unos niños que tenían doctrinados, para que buscasen y descubriesen ídolos y algunos idólatras, que siempre se estaban endurecidos y en no quererse convertir a la fe de Jesucristo. Y como fuesen tan perseguidos de los muchachos, una noche los caciques de aquel pueblo convidaron a cenar a tres de ellos, y aquella propia noche procuraron matallos. Mas fue sentido por los niños por algunos avisos que tenían de otros indios también por inspiración divina. Dos de ellos se pusieron en huida, se escondieron y escaparon de entre sus manos. Al uno de ellos, que alcanzaron, lo mataron aquella noche, siendo de edad de quince años y era natural de Tlaxcalla. Y como en aquellos tiempos no usaban los naturales dagas, ni puñales, ni cuchillos para con ellos darle puñaladas al que querían matar, dábanle de porrazos, que era su costumbre antigua. Y ansí, tenían para este efecto unas porras de palo pesado o macanas y con ellas aporreaban. Por manera que a este niño, habiéndole aporreado y dado en la cabeza muchos golpes y teniéndola hecha pedaños y magullada, nunca perdía el sentido para encomendarse a Dios y, clamando a grandes voces, decía que aquello que le hacían fuese por amor de Dios, y que no se le daba nada que lo matasen, que daba su vida por bien empleada, con tal que ellos se bautizasen y creyesen en Dios, que aunque él muriese y perdiese mil vidas que no les había dejar de decir que se bautizasen, convirtiesen a Dios y dejasen de ser idólatras, que no por temor ni miedo de perder la vida había de dejar de decilles la verdad y de cómo vivían engañados de sus ídolos. Y desta suerte murió hecho pedazos, como tenemos referido, siendo de su propio natural. Y en todo el tiempo que lo estaban matando, les estuvo predicando y reprendiendo, que fue toda la noche hasta el día siguiente. Sus compañeros, que estaban escondidos, visto que no podían dejar de padecer otro tanto, le dejaron y se fueron huyendo y se tornaron a Tepeyacac, donde dieron cuenta a los frailes de lo que les había pasado, y cómo los tepalcanecas habían muerto a uno de sus hijos. De que recibieron gran pena. Mas como en aquellos días no se ejecutaba la justicia, ni había castigo en los excesos por no alterar a los naturales, se quedó esta crueldad sin castigo. Destos casos sucedían en diversas partes desta tierra. Aunque algunos quieren decir que fueron castigados y hecha justicia de los matadores, se pasaba por muchas cosas destas por la razón que dejamos referida. También acaecían otras muchas muertes que se pasaba por ello y otras de que no se tenía noticia entera, que el tiempo y el descuido de nuestros españoles las han consumido y puesto en eterno olvido. Acuérdome en este lugar que en la Ciudad de México, catorce años después de conquistada toda la tierra y pacificada por Cortés, yendo con otros muchachos, hijos de españoles, por los barrios de los naturales nos corrieron unos indios embijados. De seis o siete que íbamos nos cogieron un compañero y se lo llevaron, que nunca más pudo saberse de él. Y sin éste que nos llevaron a ojos vistas, hurtaban los que podían para comérselos o tornarlos indios. Dejando esto aparte, que era lo menos, a los españoles que caminaban a solas para ir a los pueblos y a otras provincias, los mataban y consumían secretamente, sin poderse saber de ellos. Hasta que se puso remedio y se mandó en toda la tierra a los caciques y reinos que tuviesen cuenta con los españoles que caminaban para pasar a otros pueblos, que en aquella sazón los llamaban cristianos, porque también lo eran ellos; y que de allí en adelante no los llamasen cristianos, sino que los llamasen españoles o castillecas, que tanto quiere decir como "castellanos", aunque, con todo esto, el día de hoy los llaman cristianos. Y con este orden, como está dicho, dende allí en adelante ya se tuvo muy gran cuenta y cuidado de nuestros españoles, y daban cuenta los naturales de ellos a donde quiera que iban, entregándolo, al pueblo donde llegaban y traían razón adonde quedaban, trayéndolos retratados de la edad que eran, si iban a pie o a caballo, sus vestidos y ropaje que llevaban, de qué color eran y manera de su traje. Dende entonces faltaban ya muy, pocos o casi ningunos, si no eran los que salían de México a Guatemala, Chiapas, Honduras, Nicaragua, y tierras remotas que aún estaban en guerra y por pacificar.
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Carta de Paulo, físico florentino, al Almirante, acerca del descubrimiento de las Indias A Cristóbal Colombo, Paulo, físico, salud. Yo veo el magnífico y grande deseo tuyo para haber de pasar adonde nace la especería, y por respuesta de tu carta te envío el treslado de otra carta que ha días yo escribí a un amigo y familiar del Serenísimo Rey de Portugal, antes de las guerras de Castilla, a respuesta de otra que por comisión de Su Alteza me escribió sobre el dicho caso, y te envío otra tal carta de marear, como es la que yo envié, por la cual serás satisfecho de tus demandas; cuyo treslado es el que se sigue: A Fernan Martinez, canónigo de Lisboa, Pauli, físico, salud. Mucho placer hobe de saber la privanza y familiaridad que tienes con vuestro generosísimo y manificentisimo Rey, y bien que otras muchas veces tenga dicho del muy breve camino que hay de aquí a las Indias, adonde nace la especería, por el camino de la mar, más corto que aquel que vosotros haseis para Guinea, dicesme que quiere agora Su Alteza de mi alguna declaración y a ojo demostración, porque se entienda y se pueda tomar el dicho camino; y aunque cognozco de mi que se lo puedo mostrar en forma de esfera como está el mundo, determiné por más fácil obra y mayor inteligencia mostrar el dicho camino por una carta semejante a aquellas que se hacen para navegar, y ansi la envió a S. M, hecha y debujada de mi mano; en la cual está pintado todo el fin del Poniente, tomando desde Irlanda al Austro hasta el fin de Guinea, con todas las islas que en este camino son, en frente de las cuales, derecho por Poniente, está pintado el comienzo de las Indias, con las islas y los lugares adonde podeis desviar para la linea equinocial, y por cuánto espacio, es a saber, en cuantas leguas podeis llegar a aquellos lugares fertilisimos y de toda manera de especeria y de joyas y piedras preciosas: y no tengais a maravilla si yo llamo Poniente adonde nace la especeria, porque en comun se dice que nace en Levante, mas quien navegare al Poniente siempre hallará las dichas partidas en Poniente, e quien fuere por tierra en Levante siempre hallará las mismas partidas en Levante. Las rayas derechas que están en luengo en la dicha carta amuestran la distancia que es de Poniente a Levante; las otras, que son de través, amuestran la distancia que es de Septentrion en Austro. También yo pinté en la dicha carta muchos lugares en las partes de India, adonde se podría ir aconteciendo algún caso de tormenta ó de vientos contrarios ó cualquier otro caso que no se esperase acaecer, y también porque se sepa bien de todas aquellas partidas, de que debéis holgar mucho. Y sabed que en todas aquellas islas no viven ni tractan sino mercaderes, avisándoos que alli hay tan gran cantidad de naos, marineros, mercaderes con mercaderias, como en todo lo otro del mundo, y en especial en un puerto nobilisimo llamado Zaiton, do cargan y descargan cada año cien naos grandes de pimienta, allende las otras muchas naos que cargan las otras especerias. Esta patria es populatisima, y en ella hay muchas provincias y muchos reinos y ciudades sin cuento debajo del señorio de un Principe que se llama Gran Can, el cual nombre quiere decir en nuestro romance Rey de los Reyes. El asiento del cual es lo más del tiempo en la provincia del Catayo. Sus antecesores desearon mucho de haber plática e conversación con cristianos, y habrá doscientos años que enviaron al Sancto Padre para que enviase muchos sabios e doctores que les enseñasen nuestra fe, mas aquellos que el envió, por impedimento, se volvieron del camino sin llegar a Roma; y también al Papa Eugenio vino un embajador que le contaba la grande amistad que ellos tienen con cristianos, e yo hablé mucho con él de muchas cosas e de las grandezas de los edificios reales, y de la grandeza de los rios en ancho y en largo, cosa maravillosa, e de la muchedumbre de las ciudades que son allá a la orilla dellos, e como solamente en un rio son docientas ciudades, y hay puentes de piedra mármol muy anchas y muy largas adornadas de muchas columnas de piedra mármol. Esta patria es digna cuanto nunca se haya hallado, e no solamente se puede haber en ella grandísimas ganancias e muchas cosas, mas aún se puede haber oro e plata e piedras preciosas e de todas maneras de especeria, en gran suma, de la cual nunca se trae a estas nuestras partes; y es verdad que hombres sabios y doctos, filósofos y astrólogos, y otros grandes sabios en todas artes y de grande ingenio, gobiernan la magnífica provincia e ordenan las batallas. Y de la ciudad de Lisboa, en derecho por el Poniente, son en la dicha carta veinte y seis espacios y en cada uno dellos hay doscientas y cincuenta millas hasta la nobilisima y gran ciudad de Quisay, la cual tiene al cerco cien millas, que son veinte y cinco leguas, en la cual son diez puentes de piedra mármol. El nombre de la ciudad, en nuestro romance, quiere decir Ciudad del cielo; de la cual se cuentan cosas maravillosas de la grandeza de los artificios y de las rentas. Este espacio es cuasi la tercia parte de la esfera; la cual ciudad es en la provincia de Mango, vecina de la ciudad del Catayo, en la cual está lo más del tiempo el Rey, e de la isla de Antilla, que vosotros llamáis de Siete Ciudades, de la cual tenemos noticia, hasta la nobilísima isla de Cipango, hay diez espacios, que son dos mil y quinientas millas, es a saber doscientas y veinte y cinco leguas, la cual isla es fertilisima de oro y de perlas y piedras preciosas. Sabed que de oro puro cobijan los templos y las casas reales; así que por no ser cognoscido el camino están todas estas cosas encubiertas, y a ella se puede ir muy seguramente. Muchas otras cosas se podrian decir, mas como os tengo ya dicho por palabra y sois de buena consideracion, sé que nos vos queda por entender, y por tanto no me alargo más, y esto sea por satisfacion de tus demandas cuanto la brevedad del tiempo y mis ocupaciones me han dado lugar; y asi quedo muy presto a satisfacer y servir a Su Alteza cuanto mandare muy largamente. Fecha en la ciudad de Florencia a veinte y cinco de Junio de mil y cuatrocientos y setenta y cuatro años. Después de esta carta, volvió a escribir al Almirante, del modo que sigue: A Cristobal Colombo, Paulo, físico, salud. Yo rescibi tus cartas con las cosas que me enviaste, y con ellas rescibi gran merced. Yo veo el tu deseo magnifico y grande de navegar en las partes de Levante por las de Poniente, como por la carta que yo te envio se amuestra, la cual se amostrará mejor en forma de esfera redonda. Pláceme mucho sea bien entendida; y que es el dicho viaje, no solamente posible, mas que es verdadero y cierto e de honra e ganancia inestimable y de grandisima fama entre todos los cristianos. Mas vos no lo podreis bien conocer perfectamente, salvo con la experiencia o con la plática, como yo la he tenido copiosisima, e buena e verdadera información de hombres magníficos y de grande caber, que son venidos de las dichas partidas, en esta corte de Roma, y de otros mercaderes que han tractado mucho tiempo en aquellas partes, hombres de mucha auctoridad. Asi que cuando se haga el dicho viaje será a reinos poderosos e ciudades e provincias nobilisimas, riquisimas de todas maneras de cosas en grande abundancia y a nosotros mucho necesarias, ansi como de todas maneras de especieria en gran suma y de joyas en grandisima abundancia. También se irá a los dichos Reyes y Principes que están muy ganosos, más que nos, de haber tracto e lengua con cristianos destas nuestras partes, porque grande parte dellos son cristianos y tambien por haber lengua y tracto con los hombres sabios y de ingenio de acá, ansi en la religion como en todas las otras ciencias, por la gran fama de los imperios y regimientos que tienen destas nuestras partes; por las cuales cosas todas y otras muchas que se podrian decir, no me maravillo que tú, que eres de grande corazón, y toda la nación de portugueses, que han seido siempre hombres generosos en todas grandes empresas, te vea con el corazón encendido y gran deseo de poner en obra el dicho viaje". Esta carta, como he dicho, encendió mucho al Almirante para su descubrimiento, si bien quien la envió estaba en el error de creer que las primeras tierras que se encontrasen habían de ser las del Catay y el Imperio del Gran Can, con lo demás que refiere; pues, como ha probado la experiencia, es mayor la distancia desde nuestras Indias allí, que la de aquí a dichos países.
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CAPITULO VIII Noticias del reno de Chile en lo que se estiende la jurisdiccion de la Audiencia de Santiago y su govierno y capitanía general, con los goviernos particulares y corregimientos de su dependencia 551 Ocupa el dilatado reyno de Chile aquella parte de la America meridional que desde los extremos ó terminos del Perú corre acia el polo austral hasta el estrecho de Magallanes la distancia de 530 leguas maritimas, haciendo la division entre ambos reynos, segun queda dicho en otra parte, el despoblado de Atacama, que, entre la provincia del mismo nombre ultima del Perú y el valle de Copáyau, yá corrompido en Copiapó, primera de Chile, se estiende por el espacio de 80 leguas, semejantes en todo á las 28 ó 30 del despoblado de Sechura. Por el oriente se ensancha este reyno en partes hasta los confines del Paraguay, bien que mediando entre uno y otro algunos despoblados; y en lo restante, hasta los terminos del govierno de Buenos Ayres; entre ellos, se hallan situadas las pampas, nombre que se les dá por la mucha igualdad con que el terreno corre en llanuras muy dilatadas. Por la parte del occidente son sus terminos las maritimas playas del mar del sur, desde la altura de 27 grados de aquel polo austral, que es á corta diferencia la de Copiapó, hasta la de 53 grados 30 minutos. Pero lo que en rigor debe considerarse ser la extension de este reyno, arreglandonos á lo que se halla poblado de españoles, es desde Copiapó hasta la isla grande de Chiloé, cuyo estremo austral está en la latitud de 44 grados y de occidente á oriente lo que la elevada cordillera se aparta por aquella parte de las playas maritimas del mar del sur, que es como 30 leguas. 552 Fue reducido al imperio de los ingas parte del país que hoy compone el reyno de Chile por el X Inca-Yupanqui, el qual, haviendo tenido noticias de aquellas dilatadas provincias y de su mucha riqueza, emprendió la conquista y, domando las cervices de algunos de las naciones que las habitaban, estendió en ellas los dominios del imperio á los valles de Copayapu ó Copiapó, Cuquimpu ó Coquimbo y Chili, llamado yá por corrupcion Chile, y, aunque intentó aquel Inga continuar las conquistas acia el sur, no pudo vencer la resistencia con que los indios purumaucas y otras naciones, sus confederadas, se le opusieron; y, assi, dexó señalados por terminos de su imperio las que antes le havian dado la obediencia, que se dilataban hasta el rio de Maulli ó Maule, cuya latitud es de 34 grados 30 minutos. 553 Despues que los españoles entraron en el Perú y que tenian terminada la conquista de sus principales países, tomó á su cargo la de Chile el mariscal Don Diego de Almagro; con este fin, salió del Cuzco á principios del año de 1535 y, haciendo la travesía de la cordillera nevada, donde se le quedaron helados la mayor parte de los indios y muchos españoles de los que le acompañaban, llegó finalmente á Copiapó, donde los indios le recibieron de paz y dieron la obediencia. De allí, empezó á hacer la conquista de las demás naciones que no havian hasta entonces reconocido á los ingas, llevandola adelante con gran prosperidad, aunque no sin tener que vencer la resistencia de los indios. Pero haviendo sobrevenido el accidente de conferirsele por el rey la governacion de 100 leguas de territorio mas acia el sur de las que pertenecian al marqués Don Francisco Pizarro y suscitadose entre ambos diferencias sobre los principios ó confines de las governaciones, con el deseo Almagro de entrar en possession de la suya y la pretension de que debia incluirse en ella la ciudad del Cuzco, dexó suspensa la conquista y se vino á esta ciudad, donde, en lugar del mando y autoridad, encontró la muerte, que le fue dada con el disfraz y tono de justicia por Hernando Pizarro. 554 Este acaecimiento tuvo suspensa la conquista de aquel reyno hasta el año de 1541, que el marqués Don Francisco Pizarro se la confirió á Pedro de Valdivia baxo el titulo de general, con el qual entró de nuevo en aquel país y fundó las principales ciudades y poblaciones de él, haviendo obtenido despues titulos de governador en propiedad el año de 1548, los quales le fueron dados por el presidente del Perú, el licenciado Pedro de la Gasca. En la conquista de aquellas provincias tuvo muy frequentes y sangrientos combates contra los indios, sus naturales, y, por ultimo, en una sublevacion general que huvo el año de 1553, murió á sus manos peleando valerosamente, de cuya desgraciada suerte participaron otros muchos soldados españoles que le acompañaban, quedando vinculada su memoria en el nombre de una de las poblaciones que plantificó en aquel reyno, y aun existe, con el de Valdivia. 555 El natural belicoso de los indios que habitan este reyno dificultó no poco en los principios su conquista y pacificacion, y este mismo ha sido embarazo para que las poblaciones de españoles no se acrecienten á proporcion de lo dilatado del país, de su amenidad y de sus riquezas, Assi, está reducido aquel govierno y capitanía general á quatro goviernos particulares y once corregimientos, que son los siguientes. Los goviernos particulares del reyno de Chile son Maestría de campo del reyno de Chile, Valparayso, Valdivia y Chiloé. Los corregimientos del reyno de Chile son Santiago, Rancagua, Colchaga, Chillán, Aconcagua, Melipilla, Quillota, Coquimbo, Copiapó y el Guasco, Mendoza y La Concepcion. 556 A la maestría de campo del reyno de Chile pertenece el govierno militar de las plazas ó fuertes de la frontera, que son Arauco, donde debe hacer su continua residencia el maestre de campo, Santa Juana, Purén, Los Angeles, Tucapel y Yumbel. Para su mas completa inteligencia, es de suponer que, no á mas distancia que la de cinco leguas acta la parte del sur de la bahía de la Concepcion, dá sus aguas á aquel mar el rio de Biobío; y ocupando los indios gentiles las tierras que corren desde él acia el sur, como tambien las de las cabeceras de este rio, están haciendoles frente los fuertes con las guarniciones de soldados correspondientes, armas y municiones de guerra, corriendo desde las inmediaciones de la marina. En este parage, y á la parte del sur del rio de Biobío, está el fuerte de Arauco, y siguen los demás acia el oriente hasta las serranías de Tucapel, donde se halla el mas retirado, para contener assi la audacia y altivez de los indios y tener en seguridad las poblaciones de españoles. El maestre de campo tiene el cargo de hacer visita á todos y acudir á socorrerlos quando la necessidad lo pide; pero en su ausencia, manda en cada uno de ellos el capitan de la tropa que lo guarnece; y como esta se compone regularmente de cavalleria y de infanteria con capitanes correspondientes á cada compañia, está determinado qual deba ser el que tenga el mando. 557 El empleo de maestre de campo de las armas del reyno de Chile lo proveen los presidentes en la persona que les parece mas condigna y que consideran desempeñará mejor las obligaciones de él; por esta razon, se les confiere enteramente la autoridad de nombrarlo, como que, teniendo presentes el merito y pericia de los sugetos y conociendo los que estarán mas impuestos en los ardides de los indios, puede ser mas acertada su eleccion. Como para el fin, pues, á que este empleo se dirige sea conveniente su assistencia en la frontera para vigilar en el cuidado de los fuertes que hay en ella, aunque está mandado por cedulas reales que sea governador de las armas el corregidor de la Concepcion, recayendo en él el nombramiento de maestre de campo, no se observa esto con todo rigor ya por la incompatibilidad de los dos empleos ó yá por no tener siempre la mayor aptitud para ocurrir á las funciones ó no estar instruido en las maximas militares el que se halla con el govierno politico y economico de aquella ciudad; pero quando cessa este ultimo impedimento, es regular que, conformandose los presidentes con lo dispuesto en la cedula real, confieren el empleo de maestre de campo al que govierna como corregidor en la ciudad de la Concepcion. 558 Valparayso, que es el segundo en orden, está mandado por un governador militar; y porque su descripcion particular debe darse en otro lugar mas oportuno, no me detengo aqui en haverla de hacer con individualidad. 559 Valdivia tiene un governador militar proveido por el rey y la tropa necessaria para guarnicion de la plaza y demás fortalezas que defienden la entrada del rio y puertos que hay en él. A su orilla está situada la plaza, cuyo vecindario es corto por lo correspondiente á gente blanca y mestizos, pero hay tambien algunos indios amigos que viven en un barrio ó pueblo de su inmediacion. Este govierno ha tenido algunas alteraciones en quanto á la subordinacion porque en ocasiones ha sido independiente de los presidentes de Chile, quedandolo solo á los virreyes de Lima, y otras no; ultimamente, haviendose considerado la dificultad de poder atender á su mejor estado en una distancia tan grande como la que hay de Lima allí, se resolvió agregarlo á la jurisdiccion de los presidentes de Chile para que, visitandolo estos, celen y cuiden de que siempre estén en buen pie sus fuerzas y la socorran con lo que necessite á tiempo. 560 Chiloé tiene un governador militar, el qual hace su residencia en Chacao, que es el puerto principal de la isla, y en él hay fortificaciones con la guarnicion correspondiente para su defensa. Además de Chacao, cuya poblacion tiene titulos de ciudad, hay otra en lo interior de la misma isla, mucho mas capaz, llamada Calbuco, en la qual reside un corregidor nombrado por el presidente de Chile; tiene regidores, y se hace annualmente eleccion de alcaldes; y además de la iglesia parroquial, hay conventos de San Francisco y de la Merced y un colegio de la Compañ ia; el vecindario, assi de españoles y mestizos como de indios christianos, en toda la isla es muy crecido. 561 El reyno de Chile tiene en pie continuamente un exercito de 500 hombres de tropa reglada al sueldo para guarnecer la plaza de Valparayso, una fortaleza que hay en la Concepcion y los fuertes de la frontera; la mitad de esta tropa es de infantería, y la otra de cavalleria; además del maestre de campo general que la manda, tiene un sargento mayor para cuidar de su disciplina, y debe residir en el fuerte de Yumbel, que viene á estar en el centro de todos los otros, teniendo el mando de él. Hay, assimismo, un comissario general de la cavalleria, el qual assiste en Arauco, y queda á su cargo el mando y defensa de la plaza en ausencia del maestre de campo, y un veedor general del exercito, que reside en la Concepcion. Antiguamente, hasta el principio de este siglo, se componia aquel exercito de dos mil hombres; pero el mucho costo que causaba su manutencion, obligó á reformarlos y reducirlos al numero en que ahora permanecen. 562 Para la subsistenciade este exercito, no bastando los interesses de Real Hacienda que entran en las Caxas reales de Santiago y la Concepcion, se embia annualmente de las de Lima un situado de cien mil pesos, cuya mitad vá en dinero, y la otra mitad en ropa y generos. Este se reparte á prorrata uno con otro, segun lo que cada uno debe percibir, y de esta suma se hacen los socorros correspondientes á la guarnicion de Valparayso, se remite á Chiloé para la que allí está existente, separandose una cantidad de 6 á 8 mil pesos en la suma total de cada año para reparar las fortalezas de las fronteras y para regalar á los indios infieles quando hay parlamentos ó á los que, por haverseles hecho algun agravio, salen de sus paises y se presentan al presidente dandole sus quexas. 563 La plaza de Valdivia es igualmente socorrida de las Caxas reales de Lima con otro situado que annualmente se le embia de setenta mil pesos; los treinta mil en plata, el equivalente de otros treinta mil en ropas para que se vistan, y los diez mil restantes se remiten á los oficiales reales de Santiago para que estos socorran aquella plaza con el importe de ellos en harinas, cecinas ó charquis, grassa y menestras; con este fin, sale una ó dos embarcaciones del puerto de Valparayso y hace la conducion de estos viveres. 564 El corregimiento de Santiago queda dicho estar reducido al recinto de la ciudad. Rancagua es corregimiento de campaña; llamase assi porque la gente que hay en él vive esparcida en los campos sin union ni formalidad de poblacion, cada uno en su casa y distantes unas de otras quatro, seis ó mas leguas; esto no obstante, hay un pueblo que hace cabeza, y se compondrá de 50 casas y como 50 á 60 vecinos, la mayor parte de ellos mestizos, aunque en el color no lo dan á entender, y en toda la jurisdiccion podrá haver hasta mil vecinos, españoles, mestizos y indios. Colchagua es en todo como el antecedente, á excepcion de que el vecindario que habita en sus campañas excede considerablemente, y se hace computo que llegará á 1500 vecinos. Chillán es una poblacion con titulo de ciudad pero corta porque solo consta, segun el computo prudente que se ha hecho, de 200 á 300 vecinos, y, entre ellos, muy pocos españoles. Aconcagua es un lugar muy corto que está al pie de la cordillera; en sus campañas hay muchas casas solitarias; y siendo el valle que tiene el mismo nombre muy ameno, se ha fundado en él una ciudad con el titulo de San Phelipe el Real, á la qual se dió principio en el año de 1741. Melipilla era, como los antecedentes corregimientos, de campaña, y el año de 1742 se hizo allí la fundacion de una villa con el titulo de San Joseph de Logroño. Quillota. El lugar que tiene este nombre se compone de 100 vecinos pero en sus campañas passan de mil los que habitan. 565 Coquimbo ó la Serena, cuya latitud es austral de 24 grados 54 minutos 10 segundos, segun la establece el padre Fevilleé, fue la segunda poblacion que Pedro de Valdivia hizo en el reyno de Chile el año de 1544 con el fin de tener abierto el passo del Perú á Chile para poder recibir con mas seguridad los socorros que le fuessen y assegurar la fidelidad de los indios que habitaban aquel valle. Hallase situada esta ciudad en el valle de Cuquimpu, de donde tomó el primer nombre, y Valdivia le impuso el de La Serena por llamarse assi la provincia de donde era natural en España; dista de las playas maritimas del mar del sur cosa de un quarto de legua; y su planta es en llano, facilitandole lo espacioso del de Coquimbo toda la diversion que la imaginacion puede apetecer, pues, predominando el terreno donde está la ciudad á lo restante de él, se dexa percibir por una parte la marina, por otra, el rio, que fertiliza aquellas campañas con la humedad que les comunica, y por otra, la amenidad y frondosa lozanía de los arboles y bosques que la pueblan; con que, por todas partes halla embeleso la vista sin llegar á cansarse en los objetos que con tanta variedad se le ofrecen para llenar su preocupacion. 566 Aunque la capacidad de esta ciudad es bastante, su vecindario no corresponde á ella; y assi, se regula de 400 á 500 familias de toda especie de gente, española, mestizos y algunas de indios, en corto numero estas ultimas. Las calles son derechas, de suficiente ancho; unas corren norte sur, y, atravesando otras de oriente á occidente, forman quadrados de casas en la misma conformidad que las de Santiago ú otras ciudades de aquella America. Todas son hechas de tapiales de tierra y cubiertas de paja, acompañando á cada una una grande huerta poblada de toda suerte de arboles frutales y legumbres, tanto de las que son propias de los paises cálidos y templados de la America quanto de las que son regulares en los de España porque el temperamento que allí se goza es acomodado para unas y otras, no sintiendose en él ni los calores del estío con exceso ni los desapacibles frios del ibierno con molestia, y todo el año viene á ser una continua primavera assi en el temple como en la amenidad; con que, los campos vestidos de verde yerva y de frondosidad los arboles dan muestras de su mucha fecundidad. Las calles, aunque con la regularidad y buen orden que queda dicho, no son dispuestas unicamente por las casas que hay en ellas porque, mediando entre unas y otras las huertas, son las aru0ledas plantadas en las cercas ó vallados de cada una las que forman en aquellos transitos que median entre las primeras, y, assi, está dividida toda la poblacion en quarteles, donde la verdura sobresale á la rusticidad de las habitaciones. 567 Tiene aquella ciudad, además de la parroquia, conventos de San Francisco, Santo Domingo, San Agustin, la Merced, uno de cada religion, un colegio de la Compañia de Jesus y un convento de San Juan de Dios, fundado en estos ultimos años, cuyas iglesias son de bastante decencia y capacidad. La parroquia ocupa parte de la fachada del oriente de la plaza principal, y esta es quadrada y muy capaz; en la opuesta, se hallan las casas del ayuntamiento, donde se juntan los alcaldes y regidores, que, con el corregidor, forman el cuerpo de ciudad. 568 Por la parte del norte de Coquimbo, hace curso el rio que, haviendo atravesado todo el valle del mismo nombre, dá el agua necessaria á la ciudad por medio de acequias que se sacan de él; con ella, se riegan las huertas, y tienen aquellos vecinos la necessaria para sus menesteres. 569 Copiapó es un pueblo con poco ó ningun orden en quanto á su disposicion, retirado de la marina cosa de 12 leguas; regulase que podrá haver en todo su distrito de 300 á 400 familias; el puerto de mar que le está mas inmediato es el que se conoce baxo de su mismo nombre. El Guasco es otro puerto de la misma jurisdiccion, cosa de 30 leguas mas al sur, el qual es casi despoblado, haviendo solo en él una ú otra ranchería. 570 Mendoza. La ciudad que tiene este nombre cae á la parte del oriente de la cordillera y dista de Santiago como 50 leguas; su capacidad es grande; su situacion, llana; y las casas, acompañadas de huertas que con el beneficio del agua que logran por medio de acequias son frondosas y divertidas. El vecindario se compondrá como de 200 familias, la mitad, de españoles ó gente blanca, y la otra mitad, mestizos y castas. Además de la parroquia, hay en ella conventos de las mismas religiones, esto es, San Francisco, Santo Domingo, San Agustin y la Compañia. Este corregimiento, extra de la ciudad, tiene otras dos, que son San Juan de la Frontera, tambien al oriente de la cordillera y distante de Mendoza acia el norte como 30 leguas, y San Luis de Loyola, como 50 leguas al oriente de Mendoza; la primera es igual á esta en todo pero la de San Luis, tan reducida que apenas llegará á haver en ella 25 casas y como 50 á 60 vecinos, españoles y de castas, bien que en sus campañas hay muchas mas; no obstante esta cortedad, hay en ella, fuera de la parroquia, un colegio de la Compañia de Jesus y un convento de Santo Domingo. En esta ciudad, se les previene el recebimiento á los presidentes de aquel reyno como governadores de él guando passan á tomar el mando, haciendo su viage por Buenos Ayres por ser la primera poblacion de todo él. 571 El corregimiento de la Concepcion es el ultimo de los que se han nombrado; y porque sus noticias quedan yá dadas, passará á las correspondientes al comercio que mantiene todo este reyno de Chile, tanto con el Perú como con Buenos Ayres, el Paraguay y entre sí, la qual, con las de los indios bravos que le hacen vecindad y el modo de mantener la amistad con ellos, será el assunto del siguiente capitulo, dexando advertido en este que los corregimientos de toda la jurisdiccion, á excepcion de Roncagua, Melipilla y Quillota, son provistos por el rey; estos tres los provee el presidente de Chile como tambien los otros quando muere el corregidor que está en actual exercicio sin tener successor nombrado con la propiedad porque estos corregimientos se confieren por el termino de cinco años y mas la voluntad del soberano. Los vecindarios forman varias compañias de milicias, y acuden las de cada pueblo á servir en la plaza de armas que les corresponde siempre que se ofrece ponerlas en defensa, yá sea contra los insultos de los enemigos interiores ó contra los estraños que passan á aquellos mares; por este orden, pertenecen á Valparayso las compañias de Santiago, Quillota, Melipilla, Aconcagua y Rancagua, entre las quales se forman 9 compañias de infanteria y cavalleria y llegarán á componer de 2 á 3 mil hombres; Rancagua debe acudir tambien con su gente á Santiago y Colchagua, y Chillán á la Concepcion, passando la palabra con tanta brevedad que en termino muy corto están prontas en la parte á donde han de concurrir porque no necessitan de mas prevenciones que tomar los cavallos y caminar á su destino al passo regular que acostumbran andar siempre en aquel reyno, que es el de galope; y, assi, se puede decir que estas milicias son una especie de tropa que por la posta acuden á dar socorro á la plaza que lo necessita.
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CAPÍTULO VIII Del motivo que tuvo San Agustín para negar los antípodes Muy otra fue la razón que movió a San Agustín, como de tan alto ingenio, para negar los antípodes; porque la razón que arriba dijimos de que andarían al revés los antípodes el mismo santo doctor la deshace en su libro de los Predicamentos. Los antiguos (dice él) afirman que por todas partes está la tierra debajo y el cielo encima, conforme a lo cual los antípodes, que según se dice pisan al revés de nosotros, tienen también cielo encima de sus cabezas. Pues entendiendo esto San Agustín tan conforme a buena filosofía, ¿qué será la razón por donde persona tan docta se movió a la contraria opinión? Fue cierto el motivo que tuvo, tomado de las entrañas de la Sagrada Teología, conforme a la cual nos enseñan las Divinas Letras que todos los hombres del mundo descienden de un primer hombre, que fue Adán. Pues decir que los hombres habían podido pasar al Nuevo Mundo atravesando ese infinito piélago del Mar Océano, parecía cosa increíble y un puro desatino. Y en verdad que si el suceso palpable y experiencia de lo que hemos visto en nuestros siglos no nos desengañara, hasta el día de hoy se tuviera por razón insoluble la dicha. Y ya que sabemos que no es concluyente ni verdadera la dicha razón, con todo eso nos queda bien que hacer para darle respuesta; quiero decir, para declarar en qué modo y por qué vía pudo pasar el linaje de los hombres acá, o cómo vinieron y por dónde a poblar estas Indias. Y porque adelante se ha de tratar esto muy de propósito, por ahora bien será que oigamos lo que el santo doctor Augustino disputa de esta materia en los libros de la Ciudad de Dios, el cual dice así: "Lo que algunos platican que hay antípodes, esto es, gentes que habitan de la otra parte de la tierra donde el sol nace al tiempo que a nosotros se pone, y que las pisadas de éstos son al revés de la nuestras, esto no es cosa que se ha de creer, pues no lo afirman por relación cierta que de ello tengan, sino solamente por un discurso de filosofía que hacen, con que concluyen que estando la tierra en medio del mundo rodeada de todas partes del cielo igualmente, ha de ser forzosamente lugar más bajo siempre el que estuviere más en medio del mundo." Y después añade: "De ninguna manera engaña la Divina Escritura, cuya verdad en lo que refiere haber pasado se prueba bien viendo cuán puntualmente sucede lo que profetiza que ha de venir; y es cosa de disparate decir que de estas partes del mundo hayan podido hombres llegar al otro Nuevo Mundo, y pasar esa inmensidad del mar Océano, pues de otra suerte no es posible haber allá hombres, siendo verdad que todos los hombres descienden de aquel primer hombre." Según ésto, toda la dificultad de San Agustín no fue otra sino la incomparable grandeza del mar Océano, y el mismo parecer tuvo San Gregorio Nazanzeno afirmando como cosa sin duda que pasado el estrecho de Gibraltar, es imposible navegarse el mar. En una Epístola que escribe dice a este propósito: "Estoy muy bien con lo que dice Píndaro, que después de Cádiz es la mar innavegable de hombres." Y el mismo, en la oración funeral que hizo a San Basilio, dice que a ninguno le fue concedido pasar del Estrecho de Gibraltar, navegando la mar. Y aunque es verdad que esto se tomó como por refrán del poeta Píndaro, que dice que así a sabios como a necios les está vedado saber lo que está adelante de Gibraltar, pero la misma origen de este refrán da bien a entender cuán asentados estuvieron los antiguos en la dicha opinión, y así por los libros de los poetas y de los historiadores, y de los cosmógrafos antiguos, el fin y términos de la tierra se ponen en Cádiz, la de nuestra España. Allí fabrican las columnas de Hércules; allí encierran los términos del Imperio Romano; allí pintan los fines del mundo. Y no solamente las letras profanas, mas aun las sagradas también hablan en esa forma, acomodándose a nuestro lenguaje, donde dicen que se publicó el edicto de Augusto César, para que todo el mundo se empadronase, y de Alejandro el Magno, que extendió su Imperio hasta los cabos de la tierra; y en otra parte dicen que el Evangelio ha crecido y hecho fruto en todo el mundo universo, porque por estilo usado, llama la Escritura todo el mundo a la mayor parte del mundo que hasta entonces estaba descubierto y conocido. Ni el otro mar de la India Oriental, ni este otro de la Occidental, entendieron los antiguos que se pudiese navegar, y en esto concordaron generalmente, por lo cual Plinio, como cosa llana y cierta, escribe: "Los mares que atajan la tierra nos quitan de la tierra habitable la mitad por medio, porque ni de acá se puede pasar allá, ni de allá venir acá." Esto mismo sintieron Tulio y Macrobio y Pomponio Mela, y finalmente fue el común parecer de los escritores antiguos.
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CAPITULO VIII Noticias del puerto y plaza de Luis Bourg en cabo Bretón, de su toma por los ingleses, con las causas que promovieron la empressa y otras curiosidades tocantes al trafico que la nacion francesa hacía en aquel puerto con el motivo de la pesca del bacallao 791 El puerto de Luis Bourg, cuya latitud boreal es de 45 grados 50 minutos y su longitud 61 grados al occidente del meridiano de París, se halla situado en la isla Real á la parte del sueste y al oriente de cabo Bretón. La poblacion es mediana; sus casas, fabricadas de ma-dera sobre un cimiento de piedra, que se levanta de la tierra cosa de dos varas á dos varas y media y, en algunas, á todo el primer estado ó habitacion baxa y los altos de madera; está cercada de muralla y fortificada á la moderna con todas aquellas obras que hacen recomendable una plaza; solo hay un transito, como de cien tuessas, donde falta la muralla por no serle necessaria respeto de que, llenandolo la mar y entrando por aquel ámbito en la plaza, con una simple estacada está bastantemente defendido; allí se forma como una grande laguna donde ni pueden navegar embarcaciones pequeñas ni acercarse las grandes á mucha distancia porque los escollos y poco fondo lo embarazan y los fuegos de dos bastiones colaterales lo flanquean todo con muy grandes ventajas. 792 Dentro de la plaza y en el centro de uno de sus principales baluartes ó bastiones, hay una casa fuerte con fosso por la parte que mira á la poblacion, á que daban el nombre de ciudadela; no tiene artilleria ni disposicion para ponerla, aunque se entra en ella por un puente levadizo, en el qual hay cuerpo de guardia y centinelas abanzadas; dentro de este edificio, está el alojamiento del governador y los quarteles de la tropa que guarnecía la plaza, el tren de artilleria y lo demás perteneciente á municiones de guerra, para lo qual, están dispuestos almacenes debaxo de los terraplenes del baluarte. La parroquia ó capilla que servia de tal estaba tambien dentro de esta ciudadela, y fuera solo hay otra perteneciente á un hospital de San Juan de Dios, el qual es todo de piedra, capaz y fabricado modernamente, aunque su establecimiento es antiguo. 793 El puerto es muy seguro y capaz; su entrada, bien estrecha porque la cierra una isla, que llaman de Cabras, sobre la qual, hay un fuerte de bastante extension y, en la costa opuesta, un torreon alto que sirvede farol para hacer fuego de noche y avisar á las embarcaciones que quieren tomar el puerto, dandoles á conocer su entrada. La costa de este lado forma en lo interior una punta que se abanza acia la playa y viene á hacer frente á la boca del puerto; sobre ella, hay una grande fortaleza que llaman la Batería real por ser la que, defendiendo su entrada, guarda la plaza por aquella parte; desde esta fortaleza, vuelve la costa á recogerse acia dentro y forma una grande ensenada que sirve de carenero para embarcaciones de todos los tamaños por la mucha tranquilidad que tiene en ella el agua y el mucho fondo que hay; y tambien, por la misma razon de invernadero para las de el país, en el verano fondean todas delante de la ciudad, distantes de ella cosa de un quarto de legua, aunque las fragatas y otras pequeñas embarcaciones pueden hacerlo á distancia de medio cable de la costa, quedando resguardadas de todos vientos, á excepcion de los del este, que pueden entrar por la boca del puerto y agitar alguna cosa la mar, no empero de suerte que se incomoden con ello las embarcaciones. 794 Entre la punta de la Batería real y la de el Farol, con mayor inmediacion á la primera, hay un baxo que sale acia afuera lo bastante, y en lo demás es limpio todo el puerto, pudiendose bordear muy bien para salir ó entrar quando el viento no es totalmente favorable. En ibierno no se puede frequentar á causa de helarse enteramente, de tal suerte que camina la gente sobre el yelo por lo que se estiende el agua de él; esto se empieza á experimentar desde fines de noviembre y se mantiene hasta mayo ó junio. A veces se adelantan los yelos y son mas fuertes que otros segun es el año; en el de 1745, empezaron las heladas desde principios de octubre y á mediados de este mes, que fue quando yo salí, yá eran algo fuertes, aunque todavia no capaces de conservar helado el puerto. 795 La poblacion de Luis Bourg, que entonces era unica en toda aquella isla, se componia de familias francesas, las unas europeas y las otras criollas de allí y de Plasencia, en la isla de Terranova, de donde se passaron á Luis Bourg luego que por los tratados se entregó aquella isla á la Corona de Inglaterra. El unico y principal trato de los de Luis Bourg era la pesca del bacallao, muy util assi por la mucha abundancia que de él se halla en aquellos mares y costas como por ser el mas selecto y estimable de todo Terranova; sus caudales, que en algunos no dexaban de ser crecidos, consistian en almacenes, ó bien dentro de la plaza ó esparcidos en las playas de aquel puerto, y en el número de lanchas que cada uno podia mantener para la pesca, que á proporcion de él se aumentaba; assi, havia vecino que mantenia quarenta ó cinquenta lanchas para hacer diariamente este comercio, y, llevando cada una solos tres hombres ó quatro, tenian estos obligacion de completar un cierto numero de bacallaos de marca, para cuyo fin estaban assalariados. Llenos los almacenes de bacallao, al tiempo que iban los navios de todos ó de los mas puertos de Francia cargados de frutos y mercancias, se surtían aquellos vecinos de las que necessitaban á trueque de este pescado ó lo remitian por su quenta para que se vendiesse en Francia; del mismo modo, las embarcaciones de las colonias francesas en Santo Domingo y de la Martinica llevaban azucares, tabaco, café, tafía ó aguardiente de cañas y mieles y, en cambio, volvian cargadas de bacallao; lo que sobraba de estos generos en Luis Bourg passaba á expenderse en el Canadá, y, en su cambio, volvian los que hacian este trato con castores y otras especies de pieles de pelo fino; y de este modo, sin mas renglon que el de la pesca, mantenia Luis Bourg un comercio continuo, assi con los puertos de Europa como con los de la America, pero, con todo, no era Luis Bourg el unico puerto en donde hacian la cargazon de él todos los navios franceses porque en mucho mayor numero lo van á pescar por sí á la misma isla de Terranova, costa del Petit Nord y sobre el banco, como se dirá mas adelante. 796 Además de los habitantes que componian el vecindario de Luis Bourg, havia otros muchos esparcidos en las costas de aquellas islas y en la de San Juan, su adyacente, que tenian allí sus casas, almacenes y todo lo correspondiente para la pesca; y siendo el trato en que reconocian las mayores y mas seguras ganancias, era muy raro el que se inclinaba al cultivo de las tierras, á cuya omission contribuía que, como en el ibierno se cubria todo de nieve y yelo, tal vez hasta la altura de tres y quatro pies, y no se quitaba hasta que era bien entrado el verano, no permitia gran cultivo, y mucho menos la cria de ganados, pues, para mantener el poco que tenian, era preciso recogerlo á cubierto en el ibierno y tener prevencion de heno con que sustentarlo hasta que, descubierta la tierra, produxesse pastos, en cuya abundancia recompensa esta en parte el atrasso como tambien en la brevedad con que brotan las miesses despues que se descubre y en la prontitud con que dá sazonados los frutos. 797 Havia tambien en aquella isla y sus adyacentes habitadores naturales de ella ó de la tierra firme inmediata, los quales son indios, no diferentes en el color y aspecto de los del Perú ni muy distintos de aquellos en las costumbres, aunque sí algo en la estatura, en que conocidamente los exceden. Estos naturales, á quienes los franceses dan el nombre de sauvages, esto es, rusticos ó salvages, ni bien estaban sugetos al rey de Francia ni bien dexaban de estar en su obediencia, teniendole una especie de reconocimiento como á señor de aquellas tierras, pero sin admitir sus leyes para su govierno ni inmutar el régimen de su vida; tampoco contribuían feudo alguno, antes bien aquel soberano les hacía embiar annualmente un situado de alguna ropa, polvora y fusiles para su exercicio de la caza, aguardiente y varios instrumentos de monte para conservarlos en buena correspondencia y contentos, lo que todavia practica aquella Corona con los de Canadá; del mismo modo, les proveía de curas que los doctrinassen, instruyessen en la religion, bautizassen á los que nacían y los impusiessen en las ceremonias y cultos de la Iglesia, para cuyo fin eran señalados aquellos sugetos mas capaces,de sanas costumbres y natural virtud, los quales con paciencia y suavidad governaban y dirigian á estos indios, de modo que, además del respeto y veneracion que ellos se grangeaban, eran mirados por sus recien convertidos con el tierno amor de padres y con la sana sinceridad de compañeros, partiendo con ellos una parte de sus alimentos, que venian á ser las rentas con que se mantenian; en la isla Real solo havia uno de estos missioneros, y lo era el abate Mallard porque el corto numero de indios, tanto de ella como de sus adyacentes, no lo requeria mayor de operarios. 798 Estos indios y los de Canadá son vagantes y, aunque christianos y reducidos yá á pueblos, hacen poca demora en un parage; ellos fabrican sus casas ligeramente, esto es, de poca subsistencia, como que las han de habitar muy corto tiempo. Lo primero que hacen en aquel sitio donde llegan á hacer alto para residir algunos dias es formar la capilla y habitacion de su cura; despues, fabrican las cabañas ó chozas para cada uno y permanecen allí dos, tres, quatro, seis ó mas meses, segun abunda la caza en las inmediaciones porque, no manteniendose de otra cosa, luego que empieza á alexarse, mudan de sitio, y el cura está precisado á seguirlos por donde quiera que van. Muchos de ellos acuden voluntariamente á las poblaciones francesas y en ellas se convienen á servir un cierto tiempo para el cultivo de las tierras ú otros menesteres y, cumplido, se restituyen á los suyos; los demás suelen ir tambien á vender las pieles de los animales que han muerto y comprar aquello que necessitan; y assi viven en grande sociabilidad y quietud los franceses, sin recelo de que se alboroten contra ellos ó de que soliciten otro govierno que el que tienen porque no puede ser mas suave y complaciente, y los indios passan sin el sobresalto que de que los franceses los tyranicen ni pretendan apartar de aquella natural libertad que gozan, propia de su genio y acomodada á su general inclinacion y al ocio, que solo desechan quando la necessidad les obliga á buscar el alimento. 799 Para hacer sus cacerias, salen, luego que se han alojado, á correr el monte y se están dos ó tres ó mas dias cazando; quando tienen lo suficiente para algun tiempo, se vuelven con ello, dando al cura su parte, y se van manteniendo los demás; las pieles de los animales quadrupedos las reservan para venderlas despues y, de ellas, dan tambien su parte al cura, á fin de que con su producto tenga con que vestirse y pueda completar los necessarios ornamentos de la capilla, los quales, como tambien el vestuario del cura y el que ellos acostumbran, no encierra muchas galas ni remudas de reserva porque los continuos viages que practican no dá lugar para ello. 800 Aunque el principal puerto de aquella isla y la unica plaza y fortalezas en ella fuesse Luis Bourg, tiene otros puertos assi en el costa oriental, que vá á terminarse en el cabo de Norte, como en la que corre por el sur de oriente á occidente; en esta, exceden á los demás por su bondad y capacidad la bahía de Santa Ana, cuya entrada, bien estrecha, es semejante á la de Luis Bourg y Cabaru, pero los franceses las tenian despobladas porque todo su conato havia sido fortalecer á Luis Bourg y, por medio de su conservacion, mantener la possession de toda la isla, que, siendo muy montuosa, se hacía impracticable el transito por tierra á ella de qualesquier parte en que los enemigos pudiessen hacer desembarco, maxima que huviera correspondido con el designio si en la ocasion mas urgente no se huviera frustrado por no haver sido socorrida en tiempo, tal vez con la misma confianza de sus incontrastables fuerzas. 801 La mayor parte de los arboles que produce aquella isla y la hacen impenetrable son pinos aunque no de la misma calidad que los que se crian en Europa. Dos castas hay allí de ellos; la una, muy buena para tablazones y maderas que sirvan en tierra; y la otra, solo para leña por no crecer mucho ó para bigas redondas y pequeñas; á esta dan el nombre de pruche, y con las ramas de su cogollo hacen un cozimiento que mezclan despues con un poco de melaza, y, dexado fermentar, es la cerveza, que se bebe allí á pasto porque, siendo las aguas muy delgadas y penetrantes, no se puede usar de ellas sin exponerse al inmediato peligro de padecer dissenterias, pero, convertida en la cerveza de pruche, queda muy saludable y no desagradable al gusto despues de haverse acostumbrado á ella. 802 Estaban los franceses de aquel vecindario con gran tranquilidad en su país y aun lo gozarian si ellos mismos no huviessen buscado el motivo de romperla, pues, aunque haviendose declarado la guerra entre las dos Coronas de Francia é Inglaterra, algunos de ellos havian armado al corso, y, del mismo modo, los ingleses de Boston; todas las hostilidaddes estaban reducidas á corsarios y armamentos maritimos sin pensar por entonces en otros designios de mayor entidad; es de suponer que antes de la ultima guerra entre las dos potencias á el principio de este siglo posseía la Francia aquella peninsula y tierras que se dilatan desde la parte occidental de isla Real acia el occidente, nombrado Acadia, pero, por aquellos tratados de paces en que la Francia cedió á la Corona de Inglaterra á Plasencia, capital de Terranova, y toda la isla, cedió tambien esta peninsula, solicitud que en parte hicieron sus mismos habitadores porque, siendo los mas protestantes, no miraban bien el estar sujetos á un principe catholico. Muchos sitios de los que componen aquella peninsula pertenecian á los habitantes de Luis Bourg, que los perdieron totalmente por los tratados; entre todos, havia uno sobre el qual parece haverse ofrecido disputa si debia ó no estar incluso en la pertenencia de Acadia, y, como sus moradores huviessen hecho esfuerzo sobre ello y el rey de Inglaterra sostuviesse la pretension, fue forzoso ceder de parte de la Francia y condescender en que se reputasse por tierras de la peninsula; la persona á quien pertenecía este territorio era uno de los vecinos de primera graduacion de Luis Bourg y, deseoso de restaurar una possession en que, además del señorío, asseguraba grandes utilidades, valiendose de la ocasion de la guerra presente, proyectó el recuperarlo; y haviendolo participado á los ministros de Francia y obligandose á hacer la conquista con solo que se le auxiliasse de la plaza con aquellas tropas que pidiesse sin costo ni dispendio del rey, parecieron no ser estas ventajas despreciables, y obtuvo la licencia para plantificar la empressa como tambien el fomento para conseguirlo de las tropas que guarnecian la laza. 803 Aquel país, que no recelaba invasion de parte alguna, se hallaba desprevenido para defenderse del peligro que le amenazaba, y, assi, no fue dificil que se lograsse el éxito de la empresa sin mas pérdida, esfuezo ni demora que entrar en el territorio y tomar possessionde él, no haviendo sus habitadores hecho resistencia ó siendo muy poca, si huvo alguna. Vuelta la gente que fue á esta expedicion con el promotor de ella á Luis Bourg, los clamores de aquellos contra quienes se havia practicado y los de todos los habitantes de la Acadia llegaron á los oidos del governador y demás personas acaudaladas de Boston; empezaron allí las exclamaciones sobre el peligro de la propia conservacion á vista del reciente exemplar y, con ella, á discurrir los medios de precaberlo y tomar satisfaccion, recelando los progresos que en adelante podria hacer aquella nacion sobre sus tierras, que, por ser abiertas, sin plazas fuertes ni tropas, estaban expuestas á qualquier violento designio que contra ellas se meditasse; temiase yá por muy proximo este caso, y adelantaba los recelos el haver visto la facilidad de la nueva conquista, assi por los que el primer sucesso influiría á emprender otros mayores como por la poca seguridad que podian prometerse de la cercanía de los franceses, pues, por no tenerlos por vecinos tan inmediatos, havian solicitado los bostoneses que perteneciesse á la Inglaterra la Acadia á fin de que mediasse esta peninsula como barrera entre los demás dominios de las dos potencias. 804 El motivo de no tener aquella colonia inglesa de la Nueva Inglaterra y su capital, Boston, plaza formal ni tropa reglada alguna es porque, temerosos sus habitantes, de que quisiessen con el transcurso del tiempo sujetarlos á las precisas leyes de Inglaterra ó á que obedeciessen los actos del Parlamento que pudiessen ser contra las libertades que gozan, no han querido condescender en ello, y, assi, todo el país es abierto, defendido por el numeroso gentío que encierra, admitiendo solo governadores, los quales no les pueden imponer otras leyes que aquellas que tienen admitidas. Esta indefensa situacion de su país les daba ocasion para el recelo de las empresas que los franceses podian proyectar sobre él, y, consultándolo entre los primeros magnates y con el governador general de la colonia, les pareció que solo desalojando de Luis Bourg á los franceses podrian quedar con tranquilidad en sus tierras y ser dueños de todas aquellas costas; pero para conseguirlo, conocian ser necessario governar la empresa con un sigilo tal que fuessen las primeras noticias de esta determinacion para los de Luis Bourg la llegada de la armada á sitiarles y, para los de Europa, los de su rendicion y toma, á fin de que ni bien pudiessen ellos pedir socorro al Canadá ni despacharseles de Francia las suficientes fuerzas para defenderse y rechazar á las de los enemigos. 805 Era governador de la Nueva Inglaterra Mr. Charley, hombre de meritos y capacidad, y comandante general de aquellas costas Mr. Pedro Warren, tambien persona de mucha conducta y celo por su nacion y en quien además concurría el estímulo particular de su propio interés porque, posseyendo considerable cantidad de bienes raices en Boston, se consideraba uno de sus mas poderosos habitantes; estos dos oficiales, juntos con los demás jueces y moradores, determinaron hacer el sitio de Luis Bourg, ofreciendo para ello concurrir el governador general de Boston con la gente de tierra necessaria para él, viveres y demás providencias que se requerían y el comandante general de aquellas costas con la esquadra que estaba á su cargo, y se componia de tres navios ó quatro grandes y una fragata pequeña, á fin de bloquear el puerto con ella y embarazar qualquier socorro que le pudiesse llegar interin que los de tierra hacian sus trincheras y batian la plaza; la mayor dificultad estaba en que ni havia tropa reglada que pudiesse servir en esta expedicion ni oficiales experimentados capaces de hacer un sitio, dirigir los trabajos y disponer aquella gente montaraz en la disciplina militar de tal modo que fuesse assequible la empressa, y en este conflicto ocurrió á Mr. Charley un arbitrio con que se le facilitaron sus designios. 806 Havia un habitante, que era de los mayores comerciantes en Boston, nombrado Mr. Piper, el qual mantenia gran correspondencia con toda aquella gente rustica de la colonia, assi indios como mestizos, porque, haciendo entera confianza de ellos, les fiaba los generos que necessitaban y despues le pagaban quando recogian sus cosechas en los efectos que tenia cada uno; este beneficio y la familiaridad con que trataba á aquella gente le havia hecho tan amable de todos que, mirandolo como á padre, era el arbitrio en sus voluntades, de modo que no havia la menor duda en que se sacrificarían todos por él, que tanto puede el agradecimiento de un beneficio desinteressado aun en los animos menos cultos. Con este seguro, propuso el governador de Boston á Mr. Piper que admitiesse el cargo de general de esta expedicion, pues con solo esta diligencia se conseguiría que voluntariamente le siguiesse aquella rustica gente, y estarían todos gustosos con los trabajos que padeciessen á su lado; Mr. Piper consideraba bien la fuerza de esta resolucion pero, como de otra parte se hallaba desposseido de aquellas luces militares necessarias aun para mandos de mucha menor entidad, resistió la proposicion pareciendole totalmente apartada de razon; persuadido al fin de las instancias del governador general y cediendo á los ruegos de los demás, que apoyaban la idea, aceptó el empleo; y de repente se transformó de comerciante en capitan, con tan favorable sucesso que, luego que fue publico, empezó á juntarse la gente, acudiendo de todas partes voluntariamente, unos por sí mismos y otros incitados de sus compatriotas, que yá desseaban se efectuasse la empressa mas por acompañar á su gefe y protector que por conquistar á Luis Bourg. 807 Este assunto se dirigió con tanto sigilo que aun en la misma Inglaterra no fue publico hasta que estuvo efectuado porque, dando parte de él privadamente aquel governador á su monarca, estuvo reservada la noticia porque no se malograsse divulgandose la empressa; y assi, embarcandose en Boston la nueva tropa con viveres y algunas municiones de guerra, no las correspondientes á tal empeño sino aquellas que pudieron juntar y yendo sostenido de la esquadra de guerra que comandaba Mr.Warren, fueron á dar el primer aviso de sus designios á la plaza de Luis Bourg, presentandose delante de ella. 808 Yá queda advertido que embiaba la Francia un situado annual á Luis Bourg en dinero y generos para la subsistencia y paga de la tropa que lo guarnecía, con el qual se remitia otra parte de fondos para la continuacion de las obras necessarias en la fortificacion, á cuyo trabajo se aplicaban las mismas tropas quando la obligacion de las guardias no se lo estorvaba, llevada del estímulo de aquella utilidad que se les daba por esto; pero como la codicia es uno de los vicios de quien los hombres mas se dexan cautivar, allí lo estaban tanto de ella los que intervenian en el pagamento y aun los mismos oficiales de la plaza, que, á mas de retenerles aquello que ganaban por su trabajo, no les satisfacian ni aun el prest, cuyo mal no era moderno; y haviendo fallecido en el ibierno anterior el governador legitimo, parece que con su falta se havia aumentado el desorden á tan sumo grado que dió motivo á que por dos veces se sublevasse la tropa, sucessos que fueron de bastante perjuicio, como se verá despues, para no poder resistir el sitio y rechazar al enemigo. 809 Consistia la guarnicion de Luis Bourg con todas sus fortalezas en solos 600 hombres de tropa reglada, franceses y suizos, y hasta otros 800 de milicias, en las quales se incluían los que entre todos sus habitantes eran capaces de tomar armas; esto lo tenia comprehendido bien el governador de Canadá y, considerando no ser suficiente numero para guardar una plaza de aquella calidad en tiempo de guerra, le havia antes embiado á ofrecer gente al que mandaba en Luis Bourg sin mas antecedente de lo que havia de suceder que el de una mera prevencion para precaverse de qualquier acontecimiento y que se hallase con la suficiente en caso de llegar á experimentar algun insulto; el que mandaba la plaza, ó porque no creyó llegasse el caso de necessitar aquel socorro ó porque discurrió sería bastante la que tenia para defenderse ó por otras razones que se le ofrecerían, no lo admitió entonces y, estimando la oferta, dió á entender al governador de Canadá que ocurriría á valerse de ella con qualquiera novedad que sobreviniesse. No havia mediado mucho tiempo quando se vió con los enemigos sobre sí é impossibilitado de acudir á aquel recurso porque, tomadas por mar y tierra todas las vias de comunicacion con Canadá, quedó cercado, falto de fuerzas para defenderse y sin proporcion alguna de poder ser socorrido de aquellas partes, siendo este el primero y no el menor yerro que facilitó su pérdida, pues con aquel socorro huviera tenido aún mas gente que la que necessitaba y podido defenderse y rebatir un exercito bisoño y mal disciplinado como el que se le presentó delante y puso cerco á la plaza. 810 Como la maxima de los ingleses de Boston havia sido sorprender aquella plaza y cogerla desprevenida, se anticiparon con la empresa antes que pudiesse haver recibido el situado annual que le iba de Francia y, assi, se presentaron con la esquadra y armamento delante de ella á fines de abril ó principios de mayo con el animo de apoderarse tambien de los navios que lo llevassen, como lo consiguieron, facilitandoselo otro accidente no menos desgraciado que los antecedentes, sin el qual todas sus precauciones quedarian desvanecidas y frustrados sus designios; y fue que, hallandose prevenidos en Brest un navio de guerra y una fragata para llevar el socorro á aquella plaza mucho antes que se considerasse poder estar deshelado el puerto, yá cargados de todas municiones y proximos á hacerse á la vela, dentro de dos dias ó tres se pegó fuego al navio y en poco tiempo se reduzo á cenizas, sin quedar en aquel puerto mas que otro llamado el Vigilante, que estaba todavia en astillero, capaz de ocupar su lugar. Estaba al mando del navio quemado al cargo del marqués de la Maison Forte, capitan de navio; y aunque se le dió orden de que procurasse aprestar el Vigilante para hacer el viage, lo que este tardó en salir á navegar fue bastante para que la esquadra inglesa se adelantasse á tomar la entrada del puerto y desembarcasse la gente que puso cerco á la plaza, aunque sin atreverse todavia á abrir las trincheras para batirla en brecha. 811 Llegó el Vigilante á la costa de aquella isla y, hallandola toda tan cerrada de neblina que, á menos de exponerse á el peligro de naufragar, no era possible arriesgarse á reconocerla, tuvo por conveniente mantenerse bordeando hasta que, limpiandose en parte de la athmosphera, pudiesse con mas seguridad tomar el puerto; estando en esto el dia 30 de mayo, descubrió cerca de sí una fragata de 40 cañones que reconoció inmediatamente ser enemiga y, hallandose su capitan con fuerzas muy superiores por ser su navio de 60 cañones, empezó á cañonearla, pero ella, por lograr el tiro prevenido, hizo demostracion de huir y, siguiendola el navio, favorecida de la mucha densidad, lo fue llevando acia el parage donde havia dexado á los demás compañeros, de modo que, quando se empezaron á dissipar aquellos vapores, se halló rodeado el Vigilante de todos los que componian la esquadra de Mr. Warren; y acercandosele otros dos de ella, el uno de 60 y otro de 50 cañones, empezaron todos tres á la una y media de la tarde á hacer fuego contra él, cuya ventaja fue mucho mayor por no poder jugar el Vigilante su batería baxa á causa de que, hallandose sobrecargado con pertrechos de guerra para el socorro de la plaza, la tenia anegada; ni el combatir con tanta desigualdad ni el tener á la vista y muy inmediatos otros dos, le embarazó que dexasse de hacer una tan vigorosa defensa, que, distinguiendose en ella el honor de su capitan, oficiales y tripulacion, pudo conservar indecisa é ideterminada la vitoria hasta las 9 de la noche, que llegó á el extremo en que precisamente havia de ceder á la fuerza el valor porque, quedando yá el navio tan desquadernado, sin govierno y proximo á sumergirse, se reduxó á executar lo que mas rehusaba, que era entregarse, para no perecer todos con barbara desesperacion. Este accidente tan desgraciado para la Francia fue causa de la pérdida de una tan importante plaza porque la poca ó ninguna pericia de los sitiadores en las disposiciones de la guerra, de que nunca havian tenido la mas ligera disciplina, la resistencia de aquellas fortalezas, que se les representaban cada vez mas inexpugnables, y la poca y pequeña artilleria y municiones que havian llevado, junto con la estrañeza que causaban en aquella rustica y bisoña gente los trabajos y fatigas de la guerra, los tenia tan desalentados que yá casi todos, arrepentidos de haver dexado su sossiego, empezaban á pensar en volverlo á recuperar; y como despues se supo por los mismos ingleses, solo se huvieran detenido una ó dos semanas mas en el sitio resueltos yá al fin de ellas á levantarse, pero con el triunfo del Vigilante cobraron nuevos animos, y, viendo que tanto quanto se les havian aumentado las fuerzas con las municiones de que estaba cargado aquel navio havian disminuido las de la plaza, les entró nueva esperanza del logro de la empressa, y, con mas fervor que nunca, continuaron sus trabajos. 812 Tenian los ingleses, el mismo tiempo que sitiaban la plaza, amenazada la fortaleza ó batería real con gente que por aquella parte estaba acampada, aunque sin atreverse á llegar á ella; comandaba la Batería uno de los oficiales de la plaza, en quien parece no concurria la mayor experiencia, y á ello se agregaba el ser corta la guarnicion y no tener fuegos aquel fuerte por la parte de tierra, que era adonde los enemigos hacian frente. Passó el comandante de la plaza á visitarla y, no pudiéndola socorrer con gente, que era lo que mas se necessitaba, dexó dispuesto que en caso de que los enemigos se acercassen por aquel lado passassen á él algunos de los cañones que miraban á la marina y se les hiciesse fuego para obligarlos á desistir de la idea y retirarse; pero previniendo al mismo tiempo que, si se apoderaban de aquel fuerte, tenian suficiente para batir con él la plaza, advirtió al que lo comandaba que, en caso de descubrir tan superiores fuerzas que se considerasse precisado á capitular, se embarcasse con toda la gente que tenia en barcas que para este fin le dexaba y se conduxesse á la plaza, dexando antes bien clavada la artilleria de suerte que no pudiera ser de ningun uso á los enemigos; el que comandaba la Batería tuvo bastante con esta prevencion para adelantar su fuga y, sin esperar á que los enemigos se le acercassen, aquella misma noche se embarcó precipitadamente y se encaminó á la plaza con la gente que estaba á su mando, pretextando que los enemigos le havian atacado con fuerzas muy crecidas, pero en breve se verificó lo contrario porque en todo el siguiente permaneció arbolada la vandera francesa, señal cierta de no haver en la fortaleza quien la arriasse. 813 Los enemigos reparaban desde su campo que no se veía ya gente en los parapetos de aquella fortaleza, pero, persuadidos á que sería estar empleados sus defensores en alguna faena interior, no ossaban aproximarse á ellos, hasta que, llegando á ser questionable entre todos si la havrian abandonado o nó, uno de aquellos indios bostoneses que formaban el campo inglés, menos tímido que los demás, quiso sacarlos de la duda al segundo ó tercer dia y, sin llevar acia su puerta; luego que estuvo cerca y que encontró abandonada la fortalezas, no tuvo embarazo para entrar en ella y, quitando lavandera, dió á conocer á los suyos estaba desamparada; y encaminándose acia ella, la ocuparon sin que les costasse trabajo, habilitaron la artillería porque no estaba bien clavada y, con las mismas municiones y armas, empezaron desde luego á batir la ciudad por aquella parte que la cogia en flanco. 814 Era toda la artillería que guarnecía este fuerte de 36 y 40 libras de bala, y, llevando el Vigilante determinada porcion de este calibre, tuvieron los ingleses ocasion con la toma de esta fortaleza para emplearlas todas contra la plaza, de lo que resultó que, al abrigo de aquellos fuegos, empezassen los ataques hasta conseguir formar las baterías, con que batieron en brecha. Defendióse la ciudad hasta este punto valerosamente; pero llegando á estar la brecha yá en estado de servicio y reconvenida la plaza con la amenaza del assalto, no dilató mas tiempo el capitular y se rindió con aquellas circunstancias que hacen honor á las armas quando es la desproporcion de las fuerzas la que precisa á ceder. 815 Bien reconocían los de la plaza ser la mas oportuna y propia ocasion de rechazar al enemigo aquella en que estaba dando principio á sus trabajos para formar los ataques, mas era tanta la desconfianza en que les havian puesto los dos sucessos anteriores experimentados en la desobediencia ó motín de la tropa que la guarnecía, que, aunque ella misma se brindaba á la funcion, no se determinaron los superiores á hacer salida contra los sitiadores porque temieron, segun lo descontentos que tenian a sus propios soldados, que una vez puestos fuera se passarían los mas al campo de los enemigos, yá fuesse por el recelo de las resultas que debian temer por su inobediencia ó ya con el fin de lograr esta ocasion en que vengar las vexaciones que antes havian padecido de sus mismos oficiales. 816 No obstante tan contrarios accidentes como ocurrieron á tal pérdida y ser tan corta la guarnicion, mantuvo seis semanas de sitio y se rindió á fines del mes de junio, con cuyo acaecimiento se acrecieron nuevos dominios á la Inglaterra y se dió mayor ensanche á la colonia de Boston, la qual prospera por todas partes en su extensión; solo le faltaba esta isla para ocupar toda la costa, además del grande progresso que ha hecho en lo interior de la tierra; y estando yá unido á ella Luis Bourg, se me podrá permitir que diga en breve alguna cosa de lo perteneciente á esta colonia.
contexto
En que se cuenta la venida de don Alonso Luis de Lugo por gobernador de este Reino. Lo sucedido en su tiempo: la venida del licenciado Miguel Diez de Armendáriz, Primer visitador y juez de residencia; con todo lo sucedido hasta la fundación de esta Real Audiencia. Por la muerte del Adelantado de Canarias, gobernador de Santa Marta, don Pedro Fernández de Lugo, que murió, como queda dicho, el año de 1538, don Alonso Luis de Lugo, su hijo, sucesor en aquel gobierno de Santa Marta, que estaba preso en Castilla, compuso sus cosas y con licencia del emperador vino al gobierno de su padre, y fue segundo adelantado de este Reino; el cual, venido a Santa Marta y enterado de las riquezas del Nuevo Reino de Granada, e informado cómo el licenciado Jerónimo Lebrón había llevado de él más de doscientos mil pesos de buen oro, que no fue mucho para aquellos tiempos, pues es fama que estando el Reino como hoy está, en las heces, ha habido gobernador que dicen que los llevaba; demás de que don Jerónimo Lebrón vendió sus mercaderías bien vendidas, y a esto se le añadió el confirmar el repartimiento de las encomiendas del Reino, que también fueron bien pagadas: digo que no llevó mucho. Con tales nuevas, el gobernador don Alonso Luis de Lugo subió a este Reino acompañado de mucha gente, y trajo las primeras vacas, que las vendió a mil pesos de oro, cabeza; el cual entró en él por fin del año 1543. Era un hombre de ánimo levantado y altivo, bullicioso y amigo de la revuelta; y así intentó remover la confirmación de las encomiendas que don Jerónimo Lebrón había confirmado; de lo cual se sintieron los conquistadores por agraviados y enviaron a España por remedio, informando a Su Majestad el Emperador lo que pasaba; y particularmente el capitán Gonzalo Suárez Rendón, por su procurador, le había puesto demanda y pleito en el Consejo, que estaba pendiente, porque con él más que con otro había el gobernador mostrado el enfado; y pasó tan adelante, que volviendo el dicho gobernador don Alonso Luis de Lugo a Santa Marta, y antes que de Castilla viniese remedio de lo que los conquistadores pretendían, el dicho gobernador se llevó preso consigo al dicho capitán Gonzalo Suárez Rendón; el cual llegado al Cabo de la Vela tuvo orden de soltarse, y hizo su viaje a la Corte, a donde apretó el pleito que tenía con el dicha gobernador, de tal manera que le quitó el gobierno y salió desterrado para Mallorca, y de allí pasó a Milán, donde murió. Dejó el dicho gobernador por su Teniente en este Reino a un pariente suyo, llamado Lope Montalvo de Lugo, el cual lo gobernó muy bien, hasta que Su Majestad el Emperador envió al Licenciado Miguel Díez de Armendáriz, primer visitador y juez de residencia, que la vino a tomar al Adelantado dón Alonso Luis de Lugo y a sus negocios, y trajo cédula de gobernador. Llegó a Cartagena con estos títulos el año de 1545; allí dio título de teniente de gobernador de este Reino a Pedro de Ursúa, su sobrino, mancebo generoso y de gallardo ánimo, el cual pobló en este Reino la ciudad de Tudela, en los indios culimas de Muzo, la cual no permaneció; y asimismo pobló la ciudad de Pamplona, con los demás conquistadores y pobladores. Puso estos dos nombres a estas dos ciudades que pobló, por ser natural de Navarra. Pasó a Tairona, y la tuvo poblada; y una noche le pusieron los indios fuego al pueblo, echándoselo con flechas silbadoras, algodón y trementina, desde un cerro que tenía por caballete el pueblo que había poblado; y con esto le mataron aquella noche mucha gente con flechas de yerba, que por defenderse no pudieron acudir al remedio del fuego, que les abrasó cuanto tenían; con lo cual se hubo de salir de la tierra y se volvió a este Reino, y de él a Cartagena y de ella a Panamá, donde se le encargó el castigo de los negros levantados, lo cual hizo con valor, trayéndolos a obediencia. De allí pasó al Pirú y hizo la gente con que bajó por el río de Orellana o Marañón, donde le mató el tirano Lope de Aguirre y a su querida doña Inés, como lo cuenta el padre Castellanos en sus Elegías, y el padre fray Pedro Simón en sus noticias Historiales, a donde remito al lector que quisiere saber esto. Y con esto vengamos a los soldados que quedaron en este Nuevo Reino de Granada, de los que venían con el Adelantado y gobernador don Alonso Luis de Lugo, los cuales son los siguientes: El capitán Juan Ruiz de Orejuela, que lo fue en Italia, de la nobleza de Córdoba, vino de España con el Adelantado don Pedro Fernández de Lugo, subió a este Reino con su hijo don Alonso Luis de Lugo, segundo Adelantado, el año de 1543, por capitán de dos bergantines. El licenciado Miguel Diez de Armendáriz le dio en encomienda los indios de Fúquene; fue alcalde mayor en Tunja y ordinario en esta ciudad muchas veces; fue casado, tuvo siete hijos varones, y hoy son muertos todos. Fernando Suárez de Villalobos, hijo del Licenciado Villalobos, que fue fiscal del Consejo de indias. Gonzalo Montero, en Tocaima. Francisco Manrique de Velandia, en Tunja. Juan de Riquelme, en Tunja. Juan de Sandoval, en Tunja. Francisco de Vargas, en Tunja. Cabrera de Sosa, en Tunja. Antonio Fernández, en Tunja. Fernando Velasco, en Santa Fe. Juan de Penagos, en Santa Fe. Melchor Álvarez, en Santa Fe. Juan de Mayorga, en Vélez. Martín de Vergara, en Vélez. Mejía, vecino de Tocaima, y Figueroa, en Tocaima. Otros muchos soldados de los del Adelantado don Alonso Luis de Lugo quedaron en este Reino; otros subieron al Pirú, cuyos nombres no se acordó el capitán Juan de Montalvo, a cuya declaración me remito, que se halla en el Cabildo de esta ciudad de Santa Fe. Subido a este Reino, el licenciado Miguel Diez de Armendáriz trató de los negocios del dicho don Alonso Luis de Lugo, gobernador, y de su visita; y de ella quedó enemistado con el capitán Lanchero y con sus aliados, los cuales ganaron en la Audiencia de Santo Domingo un oidor que vino contra el dicho visitador, que fue el licenciado Surita; el cual llegado a esta ciudad, se volvió luego sin hacer cosa alguna, por no haberle dado lugar los oidores que a la mesma sazón habían llegado a ella a fundar la Real Audiencia, como diremos en su lugar. Don fray Martín de Calatayud, del orden de San Jerónimo, cuarto obispo de Santa Marta y segundo de este Reino, que por muerte de don Juan Fernández de Angulo vino a este obispado, entró en esta ciudad el propio año de 1545, fue muy bien recibido por ser el primer prelado que llegó a esta ciudad, hombre santo; vino sin consagrarse, a lo cual subió al Pirú el siguiente de 1546, en tiempo del alzamiento de Gonzalo Pizarro, el tirano. Llegó a Quito acabada la batalla que se llamaba el Añaquito, a donde salió vencedor el tirano Gonzalo Pizarro, y el virrey Blasco Núñez Vela vencido y muerto, con otros valerosos servidores del rey. Pasó el obispo a Lima, a donde halló al obispo de Cuzco y al de Quito y al arzobispo de Lima; y se halló en el recibimiento que aquella ciudad hizo al tirano Gonzalo Pizarro, llevándolo en medio los cuatro prelados, que ya el nuestro estaba consagrado por mano de los otros tres; y pues le acompañaron estos santos prelados, bien se puede creer que no se excusó lo restante de aquel imperio. Y allegó a tal término la ambición de este tirano, que pretendió enviarle a pedir al Rey le hiciese merced de darle título de gobernador del Pirú, y eligió para ello la persona del arzobispo don Jerónimo de Loaiza, que lo aceptó, no por servirle sino por salir de tanto tirano; y luego se embarcó en seguimiento de su viaje; acompañóle nuestro prelado, y juntos llegaron a Panamá, a donde hallaron al doctor don Pedro de la Gasca, que acababa de entregalle el señorío de aquella ciudad al capitán don Pedro de Hinojosa, que la tenía por el tirano; y con ella le entregó los navíos del Mar del Sur, principio de la restauración del Pirú, al cual se volvió el arzobispo con el presidente de la Gasca, que no fue a España, y se halló con él en todas sus ocasiones. A la historia general del Pirú remito al lector, a donde hallará esto muy ampliado. Nuestro prelado se despidió del arzobispo y presidente, con muchos agradecimientos, y se fue a la ciudad de Nombre de Dios, y de ella a la de Santa Marta, a donde comenzó a enfermar; y murió sin poder volver a este Reino, al fin del año de 1548. Como de la visita del licenciado Miguel Díez de Armendáriz y encuentros que los conquistadores tuvieron con don Alonso Luis de Lugo, segundo Adelantado, sobre querer remover el apuntamiento de la conquista que les había confirmado el licenciado Jerónimo Lebrón, teniente de gobernador por ausencia del dicho don Alonso, nombrado por la Real Audiencia de Santo Domingo, como queda dicho; y como era fuerza acudir las apelaciones de los agravios a ella; viendo la incomodidad que había por estar tan lejos de este Reino, que hay más de cuatrocientas leguas, y considerando la largura y espacio de tierra que tiene este Reino, y que en él, en lo por conquistar y conquistado, se podían poblar y fundar muchas ciudades, acordaron de pedir y suplicar a Su Majestad el emperador fuese servido de fundar en él otra Real Audiencia, para más cómodamente acudir a sus negocios, y Su Majestad lo tuvo por bien; y luego en el año siguiente de 1549 llegaron a la ciudad de Cartagena tres oidores para fundarla, que fueron: el licenciado Gutiérrez de mercado, oidor más antiguo; el licenciado Beltrán de Góngora y el licenciado Andrés López de Galarza; los cuales salieron de Cartagena en seguimiento de su viaje, y llegando a la villa de Mompós, enfermó en ella el licenciado Gutiérrez de Mercado, a donde murió. Los otros dos oidores prosiguieron su viaje y llegaron a esta ciudad de Santa Fe, a fin de marzo del siguiente año de 1550; los cuales fundaron esta Real Audiencia con la solemnidad y requisitos necesarios, a 13 de noviembre del dicho año de 1550. Acabada de fundar la Real Audiencia, llegó a ella el licenciado Briceño, por oidor, y pasó luego a la gobernación de Popayán, a residenciar al Adelantado don Sebastián de Benalcázar, al cual sentenció a muerte, por la que él dio, junto al río del Pozo, al Mariscal Jorge Robledo, por habérsele entrado en su gobernación; de la cual sentencia el Adelantado apeló para el Real Consejo, y se le otorgó la apelación; y mientras la seguía, quedó por gobernador de Popayán el dicho oidor Francisco Briceño, más tiempo dé dos años, al cabo de los cuales vino a esta Real Audiencia, estando en ella los dos oidores Góngora y Galarza. En esta sazón vino a tomar la residencia al licenciado Miguel Diez de Armendáriz el licenciado Surita, enviado por la Real Audiencia de Santo Domingo; lo cual no consintieron los dos oidores, y se hubo de volver sin tomarla. Visto por el capitán Lanchero y los demás de su valer, que era quien le había traído la visita por el encuentro que con el tenía, que quedaba defraudado su intento, acudió a la Corte, y al rey envió a esta visita al licenciado Juan de Montaño contra los dos oidores, por lo que adelante diré, y contra el dicho licenciado Miguel Diez de Armendáriz; y trajo título de oidor de esta Audiencia, a la cual llegó al fin del año de 1552, y prosiguió contra los dos oidores con rigor, y los envió presos a España, y murieron en la mar ahogados, porque se perdió la nao Capitana, donde iban embarcados, con su general, soldados y marineros, sin que se escapase persona alguna, por haber sido de noche la desgracia y la tormenta grande: sólo el capitán Antonio de Olalla se escapó, encomendero que fue de Bogotá, lo cual no pudo hacer de cien mil pesos de oro de buena ley que embarcó y registró en la Capitana, donde él iba fletado; y como los dos oidores que tenía por enemigos se embarcaron en ella, por no llevar el enemigo al ojo se pasó a otra nao, con que escapó la vida, que fue suerte dichosa, aunque se perdió el oro; y también lo perdieron otros vecinos de este Reino que habían registrado sus caudales en la dicha Capitana. Este enojo del capitán Olalla y los oidores nacía de la amistad que el dicho capitán tenía con un fraile grave, no digo qué orden, a quienes los oidores desterraron de esta ciudad. El caso fue que el fraile y el uno de los oidores, que ambos eran mozos, se encontraron en casa de una mujer hermosa, que hacía rostro a entrambos, donde tuvieron su enfado. ¡Oh hermosura, causadora de tantos males! ¡Oh mujeres! No quiero decir mal de ellas, ni tampoco de los hombres; pero estoy por decir que hombre y mujeres son las dos más malas sabandijas que Dios crió. De este encuentro nació salir el fraile desterrado: sacáronle por las calles públicas de esta ciudad (que sólo faltó el "dárselas"), el cual hizo su viaje a Castilla y apresuró la visita contra los dos oidores. La noche que se perdió la Capitana sobre la Bermuda, aquella mañana siguiente amaneció puesto en la plaza de esta ciudad de Santa Fe, en las paredes del Cabildo, un papel que decía: "esta noche, a tales horas, se perdió la Capitana en el paraje de la Bermuda, y se ahogaron Góngora y Galarza, y el general con toda la gente". Tomóse la razón del papel, con día, mes y año, y no se hizo diligencia de quién lo puso, aunque en la primera ocasión que vino gente de España se supo que el papel dijo puntualmente la verdad. En su lugar diré quién lo puso, con lo demás que sucedió. No fue con los oidores el licenciado Miguel Díez de Armendáriz, por no estar acabada su visita; quedó tan pobre, que su enemigo el capitán Lanchero le sacó de la cárcel y le dio dineros con que pudo ir a España; y se hizo clérigo para pretender una prebenda, que habiéndola conseguido y servido algún tiempo, murió en ella. De esta visita del licenciado Juan de Montaño salió bien el oidor Francisco Briceño; pero quedó tan sujeto a la voluntad de su compañero, que en este reino no le llamaban sino la guaricha de Montaño. El Adelantado don Sebastián de Benalcázar, que en el seguimiento de la apelación que tenía interpuesta para el Consejo de la sentencia que contra él había dado el licenciado Francisco Briceño, como queda dicho, llegó a la ciudad de Cartagena, a donde murió viejo y pobre, cargado de méritos. El licenciado Juan de Montaño era hombre altivo y de condición áspera, que se hacía aborrecible, de ánimo levantado y amigo de revuelta, y espoleábaselo un hermano que tenía; y sus enemigos, que tenía hartos, le contaban los pasos; y, con mentira o verdad, le ahijaron no sé qué sospecha de alzamiento, que no se lo consintieron los leales de este Reino. Sucedió esto en el tiempo que el tirano Álvaro de Oyón se había alzado en la gobernación de Popayán. Cogieron los contrarios del licenciado Montaño una carta escrita de su mano, para un amigo suyo que estaba en la dicha gobernación, en la que le pedía por ella le buscase tres o cuatro caballos de buena raza; y sus enemigos publicaron que no pedía caballos, sino capitanes para el alzamiento. En fin, la cosa subió de punto, y no paró hasta que lo pretendieron, y en la mitad de una de las dos cadenas que había hecho, una en Tunja y otra en esta ciudad, que hoy conserva su nombre, le llevaron preso a España, donde le cortaron la cabeza. Vino a visitalle el licenciado Alonso de Grajeda, que fue el que le envió preso; al principio se había puesto bien su negocio en España, y se esperaba soltura y buena salida; pero no supo gozar la ocasión por apresurarse; por abreviar más presto se llamó a la Corona, de lo cual se enfadó el Emperador y mandó se viese bien su negocio y se hiciese justicia, la cual se hizo como está dicho. Cuando el señor obispo don fray Martín de Calatayud pasó por este Nuevo Reino a consagrarse al Pirú, confirmó el cargo de provisor al maestre escuela don Pedro García Matamoros, que por muerte del Santo obispo don Juan Fernández de Angulo le había confirmado el Cabildo sede vacante, el cual cargo sirvió hasta la venida del señor obispo don fray Juan de los Barrios, con mucho cuidado y celo cristiano y aprovechamiento de los naturales en dominarlos.
contexto
CAPÍTULO VIII En qué manera se haya de entender lo que se dice de la Tórridazona Siendo así que en las causas naturales y físicas no se ha de pedir regla infalible y matemática, sino que lo ordinario y muy común eso es lo que hace regla, conviene entender que en ese proprio estilo se ha de tomar lo que vamos diciendo, que en la Tórrida hay más humedad que en esas otras regiones, y que en ella llueve cuando el sol anda más cercano; pues esto es así según lo más común y ordinario, y no por eso negamos las excepciones que la naturaleza quiso dar a la regla dicha, haciendo algunas partes de la Tórrida, sumamente secas, como de la Etiopía refieren y de gran parte del Pirú lo hemos visto, donde toda las costa y tierra que llaman llanos, carece de lluvias y aún de aguas de pie, excepto algunos valles que gozan de las aguas que traen los ríos que bajan de las sierras. Todo lo demás son arenales y tierra estéril, donde apenas se hallarán fuentes; y pozos, si algunos hay, son hondísimos. Qué sea la causa que en estos llanos nunca llueve (que es cosa que muchos preguntan), decirse ha en su lugar queriendo Dios; sólo se pretende agora mostrar que de las reglas naturales hay diversas excepciones. Y así por ventura en alguna parte de la Tórrida acaecerá que no llueva estando el sol más cercano, sino más distante, aunque hasta agora yo no lo he visto ni sabido; mas si la hay, habrase de atribuir a especial cualidad de la tierra, siendo cosa perpetua; mas si unas veces es así y otras de otra manera, hase de entender que en las cosas naturales suceden diversos impedimentos, con que unas a otras se embarazan. Pongamos por ejemplo: podrá ser que el sol cause lluvias, y el viento las estorbe o que las haga más copiosas de lo que suelen. Tienen los vientos sus propiedades y diversos principios, con que obran diferentes efectos y muchas veces contrarios a lo que la razón y curso de tiempo piden. Y pues en todas partes suceden grandes variedades al año por la diversidad de aspectos de los planetas y diferencias de posturas, no será mucho que también acaezca algo de eso en la Tórrida, diferente de lo que hemos platicado de ella. Mas en efecto, lo que hemos concluido es verdad cierta y experimentada, que en la región de en medio, que llamamos Tórrida, no hay la sequedad que pensaron los viejos, sino mucha humedad, y que las lluvias en ella son cuando el sol anda más cerca.