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CAPITULO VI Que trata de la llegada de los chichimecas a Tlaxcalla y de la guerra que ovieron con los tepanecas mexicanos El año de Dos Calli llegaron los ejércitos de los chichimecas de Poyauhtlan a la provincia de Amaquemecan, que fueron los que tomaron la derrota de los puertos aquende de la Sierra Nevada, hacia las provincias de Tlaxcalla y Huexotzinco, y Cholollan y Quauhquechollan, los cuales vinieron rodeando por las faldas del Volcán hacia Tetela, Tochimilco, Atlixco, Cohuatepeque y Tepapayecan. Aunque algunos quieren decir que se habían adelantado otras cuadrillas de chichimecas y venido a Cholollan el año de Un Acatl y que fueron los capitanes que allí vinieron Tololohuitzitl, Ixicohuatl, Quetzaltehuiac, Cohuatlinechcuani y Ayapantli, y que este Tololohuitzitl salió a recibir a los chichimecas a la provincia de Chalco y Amaquemecan y que los que en aquella era poseían la provincia de Chalco eran Petlacatl y sus hijos, que se llamaban Tlacatecuhtli, Xiuhtototl y Totcotzin. Movidos de esta provincia, vinieron a pasar a un lugar que se llamaba Tetliyacac, junto a Huexotzinco, el año de Tres Conejo. De este lugar se desaparicieron los ejércitos para ir a poblar las tierras que hallasen desocupadas. El año Cuatro Casas fueron Toquetzaltecuhtli e Iyohuallatomac y otro caudillo, que se llamó Quetzalxiuhtli, a poblar la provincia de Quauhquechollan y asentaron un poblazón en Cohuatepec. Ansí mismo llegaron el año de Tres Conejos al lugar de Ahuayopan otras cuadrillas, habiendo llegado antes a poblar los ulmecas y zacatecas, a los cuales hallaron poblados, como atrás tenemos de ello hecha relación, en el lugar que tenían poblado, que se nombra Tecoyocan. En esta provincia se apartó un capitán que se llamó Ixcohuatl, que por otro nombre se llamaba Xopanuatecuhtli, y se fueron a la provincia de Zacatlan por no poder sufrir a los chichimecas, a cabo de grandes reencuentros que tuvieron y muchas muertes. En Totoyac pobló Tetzitzimitl, y Quauhtzintecuhtli pobló en Atlmoyahuacan. Entonces se entró por la poblazón de Huexotzinco: Cozcacuauhhuehue pobló en el barrio de Tecpan y Tlotlitecuhtli más abajo; en el barrio de Contlan pobló Tempatlahuac y el barrio de Xaltepetlapan pobló Cacamatecuhtli. Y Toltecatecuhtli pobló en Calpan y Cematecuhtli fue a poblar la parte de Atlixco, y ovo generación en el pueblo de Totomihuacan. En esta sazón de estas poblazones, no estaban divididas las provincias, hasta que por discordias y pasiones las vinieron a dividir. Por manera que fue a poblar Totomalotecuhtlioquichtzin de quien nació Tezoniztac, Ictopan y Ixtaccoyotl y Temayahui y Ocotochtli, en cuyo tiempo ganó y destruyó la provincia de Tepeyacac. Y fue a residir allí Quauhtzintecuhtli. El año que llamaban de Cinco Pedernales, a los veinte días de su bisiesto, que llamaban Tititl, fueron movidos los ejércitos de los chichimecas para proseguir sus poblazones hacia la parte de Tepeyacac y Tecalpan. Y yendo marchando hacia la otra sierra nevada, que llaman Poyauhtecatl, y hacia las sierras de Napantecuhtli y las sierras de Perote, por no dejar cosa ninguna sin ver, llegaron a Amaliuhcan y a Nacapahuaxcan y Chachapatzinco, lugares que iban poblando y poniéndoles nombres conforme a los acaecimientos que les sucedían en su viaje, porque desde aquí comenzaron a usar a comer las carnes guisadas, cocidas y asadas, porque de antes las comían crudas y mal asadas en barbacoas, que eran más crudas que asadas. Y aquí, en estos lugares, los vino a ver y visitar Totolohuitzitl y Quetzaltehuiyac e Ixcoatl. Allí les dieron presentes de ollas de barro para que guisasen de comer, y ansí, por este nombre de guisar las carnes en ollas, lo llamaron Nacapahuacan y de aquí fueron a Huehuetlan y a Atlixtacan, Tepexico. Allí en Acapahuacan se armaron caballeros muchos de ellos, después de haber echado de sus tierras a los xicalancas y chozamecas y zacatecas, como en efecto lo hicieron, y les quitaron las tierras que poseían, y se fueron a poblar a otras partes y, después de esta destrucción, se vinieron a poblar muy despacio y de propósito a esta provincia de Tlaxcalla. Entraron poblando por un lugar de esta provincia que se llama Acallan y Yacacuanac y Yacahuaca Capechapan, a donde hallaron a Tlalchiyac y Aquiyach, los cuales les dijeron que no tenían que parar allí, que aquellos términos los habían ganado ellos y adquirido por linderos de la provincia de Cholollan y toda la sierra de Matlalcueye, que es la que llaman sierra de Tlaxcallan. "Estáis engañados respondieron los chichimecas , todo es nuestro y no hemos parado, que aún todavía caminamos." Y ansí pasaron adelante por diversos lugares de esta provincia, haciendo poblazones, y llegaron a Contlan, donde está agora la ermita de San Bernardino, y allí pararon más de veinte días. El primero que faltó de aquí fue Atlapahuehue en compañía de Teyohualmiqui, gran encantador y hechicero. Y subidos en el cerro de Moyotepec flechó de noche este Teyohualmiqui a Cozcatecuhtli y lo mató y a Cuetlachuatecuhtli, y Textecoma Axotl Teotzin Zacatlamincetoxcatl. Y éstos llegaron después que rodearon estas tierras, después de la división que ovo en Tepeyacac, en ciento veinte días, y llegaron a la Sierra alta de Tepeticpac, que es en esta ciudad de Tlaxcalla, en el propio año de Cinco Pedernales. Finalmente, puestos en Tepeticpac acabaron de echar de allí a todos los ulmecas y zacatecas de estas tierras de Tlaxcalla y de Xocoyucan, donde estaban apoderados, que es cerca del pueblo de San Felipe de esta provincia, donde mataron a un capitán famoso, que se llamaba Colopechtli. Perdido su capitán, se fueron por la parte del Norte, caminando con sus mujeres e hijos, porque ansí los dejaron salir. Y fueron por Mitlinima y por Coyametepec y por Tlecoyotlipac, y por Mamaztlipilcayan y por Huehueychocayan, y como no hallaron por esta tierra cuevas en que meterse pasaron grandes trabajos, porque les llovió más de veinte días aguas menudas. Aquí tuvieron los viejos y niños muy gran llanto por las tierras que dejaban perdidas, y por esta causa se llama aquel valle el día de hoy Huehueychocayan. Y aquí quedó Coxana. Los demás pasaron adelante y llegaron a Atenatic, donde está agora el pueblo de la provincia de Zacatlan, con los Ixcohuatl, Xopancatecuhtli y Atala, donde asentaron su pueblo por consejo de Coxana, que debió ser el señor de todos estos ejércitos vencidos de los chichimecas de Tlaxcalla. Puestos y apoderados de la sierra de Tepeticpac, enviaron desde allí a Tzomacatl a la provincia de Xilotepec; y los que fueron a poblar a Xicochimalco, fueron Pucaniocchitl y su mujer, Pucani Axoch, que después fue llamado el dicho Pucaniocchitl, Cipactecuhtli. Y como los chichimecas tanto se iban apoderando de toda la tierra, y haciéndose señores muy poderosos de ella, y todas las gentes que habían traído, y habiéndose encastillado y cogido la más inexpugnable sierra para su fortaleza, considerando los comarcanos pobladores que de tanta fortificación de estos chichimecas no podría redundar ningún bien para ellos, porque desde allí los habían de supeditar y tenellos por vasallos, lo cual no cabía en razón porque todos eran unos, iguales en linaje, pues habían venido a poblar, dijeron que cada uno se contentase con lo que había adquirido y ganado para sí y para sus deudos y demás descendientes, y determinaron de no sujetarse a ellos, que eran los chichimecas mayores y más principales, los cuales poblaron las tierras de Tepeticpac, que fue llamada Texcalticpac y Texcalla, y de Texcalla hicieron Tlaxcalla. Y substrayéndose, como se substrajeron, de su antiguo reconocimiento, presuponiendo quitalles y atajalles la pujanza que llevaban de señorear todo el mundo y derriballes de su altivez y soberbia, y que cada uno se quedase con lo que oviese ganado, dividiendo sus provincias y lugares y señalando sus términos para que fuesen conocidos y no estar sujetos a un solo gobernador, rey ni capitán. Y estando en esta contingencia, tanto pudo la codiciosa ambición que entre sí movieron guerras civiles, conspirando contra sus mayores capitanes y señores y caudillos que los habían traído y guiado de tan lejanas tierras y cansadas peregrinaciones, y ovieron lugar de tener entrada los alborotos y rebeliones entre estos bárbaros, quienes no pudieron sufrir mayoría ni igualdad. Y ansí, con voz de libertad en boca y con la mayor parte de la gente plebeya que vino con ella, dieron tras sus más principales capitanes chichimecas, en tanto grado, que vinieron a guarecerse a las cumbres más altas de Tepeticpac. Todo lo cual hicieron a fin de substraerse y ser señores de lo que habían ganado y poblado con sus gentes. Y ansí, conjurados contra los chichimecas mayores y más poderosos que entonces había, vinieron a rompimiento y a tener la más cruda y sangrienta guerra civil que en el mundo ha habido, matándose unos a otros como enemigos crueles y rabiosos perros, siendo hermanos contra hermanos, padres contra hijos, hijos contra padres, mezclándose la sangre derramada de ellos propios y de su propia Patria, que con palabras no se pueden explicar ni encarecer las no pensadas crueldades que en esta guerra se usaron y acaecieron. Desbaratados los chichimecas de Texcaltepec de la gran traición que contra ellos usaron, se retiraron a sus fuertes con gran ofensa que los contrarios les habían hecho hasta que los vinieron a sitiar y poner cerco por todas partes para acaballos, con gran muchedumbre y pujanza de gentes que contra ellos convocaron, que necesitaron y obligaron a los chichimecas de tal manera, que enviaron por socorro a la provincia de Tetzcuco, y a los señores de allí y de otras partes, donde tenían amigos capitanes que por su mano habían puesto y repartídoles provincias en que estaban poblados. Y ansí Colhuatecuhtli, único señor de Texcalla y de Tepeticpac, envió a llamar a Cipactecuhtli, que estaba en las poblazones de Xicochimalco y lo fueron a llamar Huitzilacan y Quiltlilxochapanecatl, los cuales no se hallaron en este combate ni cerco, ni menos Pantzintecubtli, porque estaban ocupados en las poblazones de Xalpan y en las de Itztlotlan. En el año de Nueve Pedernal quieren decir que fue el acaecimiento del cerco que se puso a esta insigne y muy inexpugnable ciudad de Tlaxcalla, que fue la primera guerra que contra ella se tuvo. A la cual vinieron a socorrer los tetzcucanos con grandes ejércitos y poder, y truxeron por presente a Culhuatecuhtli, un vaso de alabastro muy fino que le enviaba por grandeza el señor de Tetzcuco con un capitán belicoso y valiente llamado Chiname, el cual con sus gentes fue muy bien y agradablemente recibido. Y estando fortificado en los riscos de Tepeticpac con muchas albarradas y fosas y otros reparos y pertrechos de guerra, y muy grandes profundos despeñaderos que tiene la propia sierra de peña tajada, estuvieron encastillados allí aguardando el fin que había de tener esta guerra comenzada. Fue tan grande la fuerza y reparos que los chichimecas aquí hicieron, y fue su intento hacella con tanta pujanza, que fue más para inmortalizar su fama y memoria, que para defensa y resistencia presente, y por si en algún tiempo no les sucediese alguna siniestra y contraria fortuna u otra cualquiera adversidad, como suele acaecer en el mundo a los muy prosperados y favorecidos de ella. Y ansí, puestos en razón de guerra aguardaban el fin, porque su ídolo Camaxtli les tenía asegurado que habían de ser vencedores de todas las gentes, y allí había de ser el principio de su monarquía. Señoreando en aquella era y sazón en la provincia de Huexotzinco Xiuhtlehuitecuhtli, como viese que tan prósperamente los chichimecas se iban apoderando de toda la tierra y como cada día les venían gentes de socorro de diversas partes y lugares, procuró abreviar la guerra, para lo cual envió por socorro a los mexicanos tecpanecas, reinando en México todavía Matlalihuitzin. Rogóle Xiuhtlehuitecuhtli que le enviase socorro contra los chichimecas de Poyauhtlan, sus enemigos capitales, porque se iban rehaciendo con grandes fuerzas y usurpándole las tierras que tenía ganadas, y estaban en determinación de no parar hasta llegar a los confines de la tierra y costa del mar; y que no sería razón se les diese tanto lugar, ni que se apoderasen tanto, siendo tan crueles y belicosos, como lo eran. Visto por Matlalihuitzin, rey de México, la persuasión de XiuhtIehuitecuhtli, maravillándose de tan gran novedad y repentina mudanza, no supo que le responder hasta que al fin procuró cumplir con el dicho Xiuhtlehuitecuhtli y le prometió enviar socorros como se lo pedía. Visto también por el rey de los mexicanos tecpanecas lo que contra los chichimecas trataban los de Huexotzinco envió a dar aviso de ello a los chichimecas, diciéndoles por sus embajadores de esta manera: "A vosotros, los poseedores de la alta cumbre de Tlaxcalla, sabed que somos mensajeros y embajadores del muy Gran Señor, vuestro sobrino y pariente, aquel que señorea y tiene en guarda las aguas de la gran laguna de Tenochtitlan. El llamado Matlalihuitzin os envía a decir y avisar cómo la gente trasera de Huexotzinco y su caudillo, Xiuhtlehuitecuhtli, le ha enviado a pedir socorro, porque quiere venir sobre vosotros y moveros muy cruda guerra, y que ruega a este Gran Señor nuestro, el que a tí nos envía, le favorezca con gran muchedumbre de gente que venga en su ayuda contra vosotros, el cual se la ha prometido y se la piensa enviar, y de tal manera que no le sea provechosa para ningún efecto, sino tan solamente que haga una reseña con apariencia de socorro, y no porque haya de combatir contra vosotros. Enviamos a daros aviso para que de una parte estéis enterados que ni él ni sus gentes os vendrán a ofender. Por tanto, os ruega con grande instancia que no seáis contra los suyos, que no vienen a pelear sino a hacer una manera de cumplimiento para con los de Xiuhtlehuitecuhtli, señor de Huexotzinco. Y esto se nos mandó que dijésemos a los chichimecas, y que cuando hagáis vuestros encantamientos que reserváis a los mexicanos, no les hagáis ningún daño, como lo hicísteis cuando la gran batalla de Poyauhtlan a la orilla de la laguna". Pasado esto, Culhuatecuhtlicuanez envio a dar las gracias al señor de México de la merced y aviso que le había mandado decir. Y puestos ya en orden para venir en regimiento de guerra, habiendo ganado las voluntades de sus confederados y amigos y estando todos juntos en lo más alto de la cumbre de Tepeticpac, entraron a hacer oración en el templo de su ídolo Camaxtli, ante el cual pusieron muchas cañas de carrizo, xara y puntas de vardascas, todas con sus lengüetas y arpones, cantidad de nervios y plumas para hacer flechas y saetas. Y colocado esto ahí, invocaron al demonio con muy grandes oraciones, pidiéndole les favoreciese y ayudase, pues en todo tiempo lo había hecho ansí, y que agora más que nunca lo habían menester, pues los suyos propios habían conspirado y rebeládose contra ellos, lo cual pedían con grandes lloros y gemidos, ayunos y sacrificios que le hacían. Fuéles respondido por el mismo demonio que no temiesen y les fue revelado que usasen de una superstición o encantamiento, el cual luego se hizo en esta forma: puestos en esta diabólica oración buscaron una doncella muy hermosa que tenía una teta grande mayor que la otra, la cual trajeron al templo de Camaxtli y la dieron a beber un bebedizo medicinal, que, tomado, provocó que la teta tuviese leche, la cual le extrajeron y no salió de ella más de una gota, la cual pusieron en un vaso que llamaban "Vaso de Dios", que tenía la hechura siguiente: el asiento era redondo y ancho y en medio un remate redondo, a manera de botón, en lo alto, que era la copa del vaso a manera de un cáliz, que tenía el altor de un codo, de madera muy preciada, negro de color de ébano, aunque otros dicen que era de piedra negra muy sutilmente labrada de color de azabache, que la hay en esta tierra y la llaman los naturales Teotetl, que quiere decir "Piedra de Dios". Sacada esta leche y puesta en el vaso, y las cañas de carrizo, y las arponadas lengüetas y vardascas con los nervios de venados, todo junto en el altar y tabernáculo de Camaxtli, lo cubrieron de rama laurel y hallándose en este estado su sacrificio y diabólica superstición, le ofrecieron papel cortado, espinas, abrojos y picietl, que es una yerba que parece beleño. En aquella época, los chichimecas no se sacaban sangre, ni se sacrificaban las carnes, solamente ofrecían papel blanco cortado, perfumes oloríficos, codornices, culebras y conejos que mataban y sacrificaban ante su ídolo Camaxtli. Ansí mismo, le ofrecían abrojos y picietl. Habiendo puesto los chichimecas esta superstición por obra, los sacerdotes del templo, y el mayor de ellos, que le llamaban Achcauhtli teopixque tlamacazcuachcauhtli, comenzaron a orar e incesar con grandes perfumes ante el tabernáculo de Camaxtli, y allí donde estaba el vaso de leche que había destilado de la mujer doncella, comenzando desde la mañana, a medio día, a puestas del sol y a media noche, incesaban y perfumaban. Lo cual se hizo tres días arreo y siempre mirando en el vaso de las saetas por si se obraba algo en ello. No vían que hacían ningún efecto sus hechicerías, antes la gota de leche estaba ya casi seca y marchita y encogida. Habiéndose de dar el combate al otro día, estando los chichimecas muy acongojados y afligidos, llegó a ver el sacerdote mayor el vaso y las cañas de carrizo, jara, nervios y puntas de vardascas, todas con seis lengüetas, y halló que las saetas y arpones estaban fabricadas, hechas y encajadas en las cañas, las vardascas todas con sus lengüetas y emplumadas, y el vaso lleno de espuma a manera de saliva y escupitina, finalmente, espumando aquella leche y en grande abundancia que se derramaba del vaso y hervía por todo el altar. En este tiempo, ya el campo de los huexotzincas y todos sus demás aliados se habían puesto en haces, y repartidos sus escuadrones por orden para romper la batalla, y entrar por los fuertes de los chichimecas con gran osadía y ánimo temerario y atrevimiento, con espaldas y favor de todo el común y gente plebeya y demás parcialidades que habían convocado para la total destrucción de los chichimecas y de Culhuatecuhtlicuanez, su caudillo mayor. Sin género de pusilanimidad que quieren decir ni cobardía, que las gentes que para este efecto se habían convocado cubrían los cerros y campos, que casi agotaban los ríos y arroyos por donde pasaban, el cual número no sabré decir porque no he hallado quien lo pueda saber por noticia ni memoria. Mas, al fin, se dice que se hicieron grandes escuadrones en esta manera: en los campos y cerros de Xoloteopan, que es junto al barrio de San Nicolás, y en Totollan, donde está la Iglesia de Señor San Juan, y todo aquello hasta el puente de Panotlan y el barrio de Teotlapan, donde está la ermita de la Purificación, y el barrio que es agora de San Marcos Contlantzinco; finalmente, que toda la redondez de la sierra estaba tomada por todas partes para dar el combate a la sierra de Texcalticpac. Y a este tiempo, el socorro de México que venía a los huexotzincas no hizo más que hacer una reseña y vista, y se subieron a unas sierras muy altas que llaman Hualcaltzinco Quauhtlipac, que no llegaron al socorro. Y colocados en este puesto y extremo los chichimecas, cercados de tantos enemigos y con gran riesgo de perderse, al otro día siguiente, que había de ser el combate postrero y final de toda la guerra, los sacerdotes y el sacerdote mayor del templo de Camaxtli fueron al sacrificio, comenzando a hacer sus ofrendas y a perfumar a su oráculo con los inciensos y sacrificios acostumbrados y diabólicas supersticiones y acabado esto, no sin gran turbación, llegaron a ver sus hechizos y supersticiosos encantamientos y hallaron que estaban todas la flechas formadas y en su perfección acabadas, y el vaso de la venenosa leche lleno hasta arriba que vertía por todas partes. A esta sazón, los ejércitos huexotzincas comenzaban con grande y muy altanera gritería y alaridos a combatir contra los chichimecas y a subir por la sierra, y yendo por esta orden les salieron al encuentro los defensores de su patria con la mayor furia y resistencia que pudieron. A los primeros golpes y reencuentros de su combate prendieron a uno de los contrarios y lo llevaron a sacrificar ante el ídolo Camaxtli, y a ofrecerlo por primicia y ofrenda sacándole el corazón, abriendo al miserable prisionero por el siniestro costado. Después de sacado por mano del cruel y carnicero sacerdote el corazón, lo puso por ofrenda en el altar del pésimo y horrendo ídolo de Camaxtli, cuando aún estaba palpitando, pues aún no se habían acabado a enfriar los espíritus vitales. Fue desollado en un instante, quitado el cuero y puesto sobre uno de ellos atado y ceñido con sus propias tripas. Arrastrando por el suelo los pies y manoplas del sacrificado, se presentó de aquella forma ante su infernal ídolo, hecho Chipe (que ansí llamaban a los que hacían esta ceremonia y diabólico espectáculo, que eran aquellos que se vestían de cueros humanos desollados). Y a este tiempo tocaban sus atambores, bocinas y caracoles marinos y trompetas de palos y otros instrumentos de guerra sonoros con grande estruendo y ruido, acompañado de aquella inmensa gritería que el coraje les causaba, que, como rabiosos perros, arremetían a sus contrarios, los unos por vencer y los otros por defenderse y resistir a sus enemigos; unos contra otros pugnaban con el mayor ímpetu porfiado que podían, y con el arrebatado furor que su pasión les encendía se incitaban. Allí, las piedras duras con las tejidas hondas desprendidas, que con tempestuoso estruendo ofendían con sus duros golpes, por los aires se despedazaban y deshacían de los encuentros que se daban. Allí, el torbellino de las saetas y varas tostadas que se arrojaban los brazos desnudos y los dardos el claro día obscurecían, con espesas polvaredas, el diáfano y cristalino aire espesaban, entretejiéndose tanto unas con otras que los rayos del sol impedían ver con su velocidad y furia brava. El campo belicosísimo asombraba según la muchedumbre de tiros y saetas que por los aires volaba con increíble ímpetu y espesura. El daño y ofensa que de la una y de la otra parte se hacían era tal, que la sangre derramada de los miserables cuerpos muertos y heridos que por los cerros y collados corría, con avenidas de agua llovida puede ser comparada, que por imposible caso se puede poder contallo, Ya en este tiempo y en la mayor furia del combate, el sacerdote mayor del templo, con mayor ahinco y eficacia, oraba invocando el favor del demonio fiero y animando con altas voces a los rústicos capitanes valerosos, diciéndoles "que no temiesen, que el tiempo del vencimiento y de la victoria era llegado, que ya su gran dios Camaxtli se compadecía de ellos"... Y diciendo estas nefarias e inícuas exhortaciones, tomó el vaso de la leche, que estaba espumando, y lo derramó sobre aquel que estaba vestido de la piel del soldado prisionero, y tomando incontinente una flecha de las que por arte diabólico se habían forjado, tiróla con un arco corvo, grosero y mal formado a sus enemigos. Luego, al mismo instante, las saetas comenzaron a moverse y salir con gran furia contra la gente enemiga, y comenzando a herir en ellos a gran priesa, se levantó una niebla espesa y obscura que unos a otros no se veían. Aquí fue el matarse, sin saber cómo, unos a otros y sin conocerse ni saber con quien peleaban. Y ansí, tornados ciegos y turbados con turbación mortal y temeraria, unos se despeñaban por grandes y profundos voladeros; otros iban mirando atrás y huyendo, sin saber por donde, despavoridos. Sucediendo otros casos desastrosos no oídos, ni en el mundo acaecidos, que se cuentan por memorables y hazañosos. Las grandes barrancas y quebradas quedaban llenas de cuerpos muertos y las mujeres chichimecas, viejos y niños imposibilitados salían al despojo de tan sangriento campo a prender y cautivar seguramente las gentes que querían. Quedaron tales con este endemoniado hecho, que casi no escapó nadie que no quedase muerto o cautivo; y los que pudieron escapar llevaron tales nuevas que tenían bien que contar eternamente de su derrota. Visto por los mexicanos el fin de la batalla cruel y lamentable, se tornaron a sus tierras desde los cerros de Tlamazcatzinco, como atrás dejamos referido, sin querer ellos menearse ni llegar al socorro de los huexotzincas con quien ellos venían. Lo cual pasó por el año de Nueve Pedernales, según su cuenta. Lo cual dejó numerado Tequanitzin Chichimecatl Tecuhtli en unos cantares o versos que compuso de sus antepasados teochichimecas, primeros pobladores de la provincia de Tlaxcalla. Hállase que en esta edad, los chichimecas de aquellos tiempos no tenían más de una mujer, y que no se sacrificaban sus carnes, ni se sacaban sangre para ofrecer al demonio, como atrás dejamos declarado. Hacense en esta Historia memorables dos batallas, las más crueles y lamentables que en el mundo han pasado, la una la de Poyautitlan a orillas de la laguna, desde Cohuahichan hasta Chichimalhuacan, que pasó en el año de Un Conejo; y la segunda y última de Texcalticpac, que pasó el año de Nueve Pedernales, ya memorado por el dicho Tequanitzin, hombre muy principal y sabio de la cabeza de Quiahuiztlan, de quien el día de hoy hay sucesores y descendientes en la ciudad de Tlaxcalla, reputados por muy principales en la República de ella. Y como tal persona que fue la de Tequanitzin Chichimecatl Tecuhtli, dejó en memoria estas dos guerras como hombre de fe y crédito; por lo que sus historias son celebradas y tenidas, inmortalizando la fama de sus antepasados y eternizando su memoria entre los vivos desde los siglos pasados y presentes, como se eternizará en los venideros.
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CAPITULO VI Genio, costumbres y propiedades de los indios ó naturales de la provincia de Quito 930 Es el assunto que debe tratarse en este capitulo de tal naturaleza y sus circunstancias tales que, si al leerlo, se trae á la consideracion la memoria de lo que en su particular dan á entender las historias antiguas se hallarán muy distinta de convenir con él, siendo entre ellas y lo que aqui se dirá tan sensible la diferencia que aun yo mismo, quando vuelvo los ojos á los tiempos passados, con estraña novedad me lleno de confusión sin acertar á penetrar la causa de ello, mayormente quando no le es possible á la razon ni dudar la realidad de aquellas primeras noticias acerca de la industria, policia y leyes de los indios del Perú porque en parte se hallan sostenidas con los vestigios de las portentosas obras, cuyas memorias existen y son objeto de la admiracion, ni darles entero credito al ver en los presentes tiempos unas gentes posseidas totalmente de ignorancia, llenas de rusticidad y poco apartadas de una inculta barbarie, como la que se nota entre aquellos que casi á imitacion de irracionales vive esparcidos en los campos, formando habitacion de los bosques y lugares mas incultos. Aumentase la admiracion al concebir que aquellas gentes, tan avisadas para disponer leyes justas y establecer un govierno tan particular como el que tuvieron, no demuestren señales en los fondos de su espiritu para haver podido alcanzar tanta economía y civilidad, siendo, sin duda alguna, la misma gente y no distintos unos de otros en muchas de sus propiedades y costumbres; por esto, dexandole al discurso abierto el campo de la razon para que con prudente reflexion se dirija por los rumbos que le puedan conducir á salvar esta gran dificultad y juzgare mas probable, passaré con mi relacion á dar noticia de lo que en los tiempos presentes se observa en los indios tocante á sus genios, costumbres y propiedades, segun me lo tiene acreditado la experiencia en el trato y comunicacion con ellos por espacio de mas de diez años. En ello podrán repararse cosas que convienen en alguna manera con lo que se dice de los antiguos indios del Perú tocantes á su industria ó sagacidad y otras que les faltan al presente en quanto á la luz, que se dice tuvieron de algunas ciencias, á la sabia conducta y disposiciones que se alaban de su govierno y á la racionalidad con que vivian en la puntual observancia de sus leyes. 931 Dificil empressa es la que acometo en querer descifrar las costumbres é inclinaciones de los indios y definir, ó apurar puntualmente las verdaderas propiedades de sus genios y natural. Si se miran como hombres, parece desdecir de la excelencia del alma la corta comprehension de sus espiritus tan sensiblemente que apenas se puede concebir de ellos en algunos casos otra idea que la de su semejanza, á las bestias, y aun á veces sin la prerrogativa del instinto propia de estas. Por otra parte, ni se hallarán entendimientos mas comprehensivos ni malicia adelantada con tantas advertencias y prevenciones como la de aquellas gentes. Esta desigualdad pude hacer titubear en el concepto al hombre capaz pues, si quiere formar juicio por los informes de la primera aprehension, no será mucho los acredite de un genio vivo, sutil y penetrante; pero si reflexiona acia su barbarie, su rusticidad, la extravagancia de sus opiniones y methodo de vivir, no sería muy estraño que, no encontrando en ellos los accidentes de la racionalidad, los creyesse dignos de ponerse no muy lexos del paralelo de los brutos. 932 Es un natural el de los indios tal que, si la indiferencia con que miran todas las cosas temporales no se estendiese tambien á las eternas, podria decirse de ellos no haver sido mas dichosos los que fingieron los antiguos haver gozado las ventajas del Siglo de Oro. La tranquilidad de sus espiritus es inmutable á los contratiempos y no sensible á las felicidades que pueden ofrecerseles segun su positura; viven tan contentos con su corto y reducido vestuario como el principe ó señor que ostenta la alta dignidad de su persona con las mas exquisitas y prolixas galas, y no solo no desean otras mas curiosas que la casualidad represente á su vista pero ni aun adelantar en nada la cortedad de las suyas. Las riquezas son para ellos no menos despreciables, y la autoridad ó dignidad á que pueden aspirar, de tan poca codicia que con el mismo semblante admite un indio el ministerio de alcalde, quando se lo dan, como el de verdugo, si lo precisen á que lo exerza; y assi entre ellos, ni los unos acrecientan el honor ni se disminuye aquella reciproca estimacion de las personas por los otros. Del mismo modo, nada mas apetecen en las comidas que aquello que los satisface, y tan contentos parecen con las rusticas de que ordinariamente usan como con las mas regaladas que pudieran ofrecerselas, no porque esté yo persuadido á que, puestos en el acto de escoger entre las suyas y otras mas delicadas, tal vez no se inclinarian mejor á estas sí solo porque su deseo á adquirirlas es tan remisso que casi se equivoca con el total desprecio, y muestran tan poco apego á inclinacion en todo que lo mas corto, breve y simple es lo mas adequado para su natural. 933 No hay cosa que los altere ó immute; el interés tiene con ellos tan reducida su autoridad que es lo que menos les obliga, pues á veces no se consigue un pequeño servicio aunque se les ponga á la vista una recompensa grande; e temor no los estimula, el respeto no los induce y ni aun el castigo los fuerza, genio verdaderamente bien particular pues ni es flexible por medio alguno ni capaz de salir un punto de aquel reposo natural con que se burla de los hombres mas sabios, de dexar la ruda ignorancia con que son la mortificacion de los mas prudentes, ni de apartarse de la inadvertida sencillez y descuido con que vuelven inutiles los esfuerzos y solicitud de los mas vigilantes. Para dar, pues, la mas cabal idea de aquellos naturales, se havrá de tocar algo de su particular genio y costumbres, sin cuyo auxilio jamás podrá quedar bastantemente descifrado su caracter. 934 Son, por lo general, todos los indios de un natural pausado y en sumo grado espaciosos, lo que se vé acreditado en las obras tan prolixas á que suelen dedicarse; de aqui nace que, en reparandose alguna, aunque de corta sustancia, que requiera mucho tiempo y flema, es regular el decir ser solo un indio capaz de executarla. En los texidos de alfombras, colgaduras de camas, colchas y otras semejantes, no dictandoles otro mejor medio su industria, tienen para passar cada trama la paciencia de ir cogiendo los hilos uno á uno, contarlos á cada vez y correrla despues; con que, para acabar qualquiera de estas obras, se suelen tardar dos ó mas años, segun es de grande y segun los que en ella trabajan. Es, sin duda, que, aunque contribuya mucho á tanta duracion el genio de la nacion, tiene tambien parte en ello la falta de artificio y luces de que carecen; y que si estas se les franqueasen, les serían muy provechosas por la grande agilidad y comprehension que tienen á toda suerte de obras de mano, de que dan irrefragable testimonio las antiguas que todavia se conservan tanto en aquella provincia como en todo el Perú, de que se dará razon en adelante. 935 Al genio lento y pausado de los indios es inseparable compañera la pereza en tanto grado que ni la conveniencia propia ni la obligacion de atender á los encargos de sus amos los mueve á cumplir con ellos ó los instiga al trabajo; si es para su provecho, nada se apuran, dexandolo todo el cuidado de las indias. Estas hilan y, con ello, labran las camisetas y calzones, unico vestuario de los maridos; les preparan el metalotaje, que assi llaman á la comida, ó moliendo la cebada para la machca ó tostando el maiz para la camcha , y les fabrican la chicha; en el interin, si la diligencia del amo no precisa al marido á que trabaje, se está en cuclillas, que es la postura regular de todos, viendo trabajar á la muger, bebiendo ó arrimado á un fogoncillo sin moverse hasta que la necessidad le insta á hacerlo para comer ó para acompañar á sus amigos; lo unico en que se emplean para su propia utilidad es en arar las tierras de aquella chacarita que han de sembrar, pero la siembra con lo demás del cultivo queda á cargo de la muger y de los hijuelos que tiene. Quando están en esta forma, por no moverse, desprecian los mayores interesses, y assi suele suceder que llega un passagero extraviado á alguna de sus chozas, y, luego que lo sienten á la puerta, se esconden todos dexando á las mugeres que respondan y nieguen que están allí por evadirse de andar un quarto de legua ó menos hasta mostrar el camino y ganar en este corto tiempo un real ó medio, que es lo menos que se les puede dar; si el passagero se apea y entra en la choza, no le es facil encontrarlos porque la obscuridad de estas, no teniendo mas luz que la de un agujero por puerta, los encubre, y aun cuando dá con ellos, ni le bastan las ofertas ni los ruegos para que le guien aquella corta distancia. Lo mismo se experimenta en otra qualesquier cosa en que sea necessario ocuparlos. 936 Para que cumplan con la obligacion á su amo en aquellos assuntos á que los destina y paga, no es suficiente les diga lo que han de hacer; es preciso que esté siempre velando sobre ellos, y el corto rato que se descuida suspende el indio el trabajo hasta que siente volver al que la ha de reprehender. Para lo unico que no se niegan y están prontos, es para las cosas de diversion ó alegria, á las fiestas y funciones donde hay danzas y á todo lo que es regocijo, pero siempre ha de acompañar á este el de la bebida, colmo de todos los suyos; dan principio á ella con el dia y no dessan hasta que totalmente tienen perdido el sentido. 937 Es tal la propension que tienen á la embriaguez que no se escapa de incurrir en esta falta ni el cacique por su superioridad ni el governador ó alcaldes por su caracter; quando tienen alguna fiesta ó celebridad, todos concurren á ella y beben igualmente hasta que, depuestos de la razon, quedan rendidos á los vapores de la chicha. Es digno de notar que tanto las indias solteras ó casadas como los indios, que por su poca edad no han tomado estado, se conservan libres de este vicio por ser costumbre entre ellos que en solo los padres de familia resida la facultad de beber con demasia y les sea licita la embriaguez, como personas que tienen quien los cuide quando estén fuera de sí. El methodo con que celebran sus funciones es raro y por tal digno de que no se omita. 938 El que hace la fiesta ó es dueño de la celebridad combida á su casa á todos sus conocidos y tiene dispuesta en ella una porcion de chicha proporcionada al numero de los concurrentes, de suerte que con corta diferencia venga á haver un botija por persona, siendo assi que cada una de estas es de 30 ó mas frascos de cabida. En el patio de la casa, si es en poblado grande, ó delante de las chozas, si en pequeño, ponen una mesa con un mantel de tucuyo reservado para tales ocasiones; toda la comida se reduce á la camcha regular y á unas yervas silvestres cocidas en un pequeño puchero con agua; juntanse los convidados y, con una ó dos de las hojas de este cocimiento y diez ó doce granos de camcha, tienen hecha la comida; concurren todas las mugeres y dan de beber á sus maridos en unos calabozos ó totumos redondos que llaman pilches, repitiendolo hasta que se alegran; alguno de ellos toca con la una mano un tamborillo y con la otra una flautilla á su usanza, y los demás forman sus danzas, que consisten en moverse de un lado para otro sin orden ni concierto, interin que algunas de las indias les cantan coplas en su propia lengua, con lo qual vá prosiguiendo el regocijo y fiesta acompañados de la bebida, que no dá muchas treguas en su repeticion. Lo mas notable de esto es que todos aquellos que no danzan se mantienen en su postura regular de cuclillas hasta que les toque su suerte, y la mesa solo sirve de bien parecer porque no tienen que comer en ella ni se sientan á su inmediacion. Quando la fuerza de la mucha bebida los trastorna, duermen allí todos juntos, y no hay reparo en tomar uno la muger del otro, su propia hermana, hija ú otra de no mas distante parentesco, y de tal suerte olvidan todas sus obligaciones quando se entregan al desorden de estas funciones que se están tres ó quatro dias hasta que los curas toman la resolucion de ir en persona y vaciarles toda la chicha, separandolos para que no vuelvan á comprar otra. 939 El dia que sigue á el de la funcion llaman del concho, que significa dia en que se beben los assientos que quedaron del antecedente. Con estos empiezan, y, luego que se acaban, cadda uno de los combidados vá llevando de sus casas las botijas que en ella tiene prevenidas ó compran entre todos; assi, queda nuevo concho para el tercer dia, y succesivamente no se terminara hasta acabarse la chicha, el dinero y el credito para comprarla si no se les estorvasse la continuacion. 940 El sentimiento de sus entierros se reduce igualmente á la bebida. En la casa del duelo ponen botijas de chicha, y no solo beben los dolientes y los que les acompañan sino que salen estos á la calle y obligan á quantos de su nacion passan, sean indios con estado, solteros ó mugeres, á que entren á beber en honor del difunto. Esta ceremonia dura quatro, cinco ó mas dias por ser el principal entretenimiento que les lleva la atencion y en el que tienen empleado todo su pensamiento y conato el de la bebida. 941 Tanto quanto se abandonan los indios al vicio de la embriaguez, son agenos de el del juego, siendo assi que estos dos se suelen notar casi siempre compañeros; tan poco dados son á él que no se les percibe aficion alguna ni se conoce entre ellos mas de uno que se conservan desde el tiempo de la gentilidad, á el qual dan el nombre de pasa, que significa ciento, por ganar en él el que primero llega á completar este numero. Para jugarlo, tienen dos instrumentos, el uno viene á ser un aguila de dos cabezas de madera con diez agugeros por cada parte, donde, metiendo unas clavijas, sirven estas de apuntar por diezes los tantos que cada uno hace, y el otro es un huesso á manera de dado dividido en siete caras, de las quales á la una que tiene puesta cierta señal para distinguirse llaman quayro; las otras cinco numeran por su orden, y la ultima queda en blanco; su invencion no es otra que tirar el huesso por alto, y tantas quantas señala la cara que queda superior se ganan pero, si cae la que se llama quayro, entonces se ganan diez y se pierden otras tantas quando queda acia arriba la blanca. Aun siendo este juego propio de ellos, lo acostumbran muy poco y, por lo regular, solo quando empiezan á beber. 942 El alimento de los indios, segun vá dicho, consiste en el maiz hecho camcha ó mote y en la machca. El modo con que hacen esta es tostar la cebada y convertirla en harina, la qual sin mas ingrediente comen despues á cucharadas y, con dos ó tres de ellas y una porcion de chicha encima ó, á falta de esta, de agua, tienen hecha su comida. Toda la prevencion que llevan para sus viages consiste en un saquillo, que llaman gicri-ta, lleno de esta harina y una cuchara, bastandoles para un viage de 50 ó 100 leguas. El modo de tomarla es hacer alto quando tienen hambre ó cansancio cerca de una choza ó parage donde hay chicha y, si no, junto algun arroyo; echar una cucharada del harina en la boca, traerla en ella algun rato para tragarla y, despues de haver tomado dos ó tres, beber una gran cantidad de chicha ó agua, con lo qual quedan tan satisfechos como si huvieran comido muchos manjares. 943 Sus casas son tan reducidas quanto se puede imaginar, pues solo consisten en una pequeña choza, en medio de la qual se enciende el fuego; allí habitan ellos y los animales que crian, perros, á que tienen grande aficion, y nunca les faltan tres ó quatro gozquillos, algun puerco, gallinas y cuyes. Este es su mayor caudal y lo principal de sus muebles pues, fuera de ellos, apenas hay mas que algunas pocas vasijas de barro, ollas, cantaros, pilches y botijas, y el algodón que suelen estar hilando sus mugeres. Las camas consisten en una ó dos zaleas de carnero sin ninguna otra circunstancia, y es lo comun en ellos dormirse en la postura regular de cuclillas, ni tienen que vestirse ni que desnudarse, y assi están siempre en un ser. 944 Aunque las indias crian en aquellas reducidas chozas las gallinas y otros animales, jamás los comen, y es tanto el cariño que depositan en ellos que no quieren ni matarlos por su mano ni venderlos, de modo que un forastero que, obligado de la necessidad, llegue á hacer noche en alguna de sus chozas, aunque ofrezca porciones de dinero por un pollo ó gallina, no conseguirá que voluntariamente se lo vendan hasta que use del arbitrio de matarlo, y, entonces, llorando la india y haciendo tantos clamores como si le huvieran muerto un hijo, recibe el precio por ver que no tiene yá remedio. 945 Muchos de ellos, quando caminan, suelen llevar consigo á pie toda su familia, y las madres cargan á las espaldas con los hijos tiernos que todavia no andan. Sus chozas quedan cerradas, y, como no tienen muebles que les hurten, un pedazo de cuero ó cordelillo les es llave muy segura; entonces, mudan los animales á la casa de otro indio conocido ó vecino si el viage ha de ser de algunos dias y, quando no, lo dexan todo fiado á los perrillos, los quales les corresponden tan fieles que no dexan acercar á la choza á ningun otro que á sus amos, notandose en esto una cosa bien particular, y es que los perros criados por españoles ó mestizos tienen tan grande ojeriza á los indios que, si alguno de ellos vá á entrar en casa donde no sea muy conocido, se le abalanzan y maltratan á no haver quien los defienda, distinguiendolos desde lexos por el olfato, y, al contrario, los perros criados por los indios vuelve toda la oposicion contra los españoles ó mestizos, discirniéndolos del mismo modo que aquellos. 946 Por lo general, los indios, fuera de los que se han criado en las ciudades ó poblaciones grandes, no hablan otra lengua que la suya propia, nombrada quichua, la qual fue establecida ó divulgada por los ingas en lo que se estendia su imperio para que assi todos se entendiessen y tratassen, de donde nació llamarla lengua del inga. Hay, no obstante, algunos que entienden la castellana y la hablan, pero rara vez se reducen á responder en ella, aun quando conocen que la persona con quien comunican no les puede entender en la quichua; assi, es en vano cansarse en persuadirles que se expliquen en castellano porque no es facil con ellos el conseguirlo. Los indios criados en las poblaciones grandes no incurren en esta tenaz idea; y antes bien, quando se les habla en su lengua, suelen responder en la nuestra. 947 Son todos agoreros y muy supersticiosos, propiedad que conservan desde su gentilidad y que no han podido todavia desterrar radicalmente de sus espiritus ni los consejos de sus curas ni los desengaños de su misma ceguedad. Assi, se valen de mil diabolicas composiciones y artificios para tener fortuna para que los suceda lo que desean y para quanto imaginan. Sus entendimientos están totalmente embelesados en estos engaños y no es facil desimpressionarlos de ellos ni reducirlos á que sólidamente abracen la religion; en esta son tan superficiales é inconstantes que, tanto quanto en lo aparente dan á entender sus costumbres y propiedades, confirman la poca firmeza que tienen en ella, pues, si assisten los domingos y dias de precepto á la obligacion de la doctrina y missa, es hostigados del temor del castigo, sin el cual ninguno concurriria; y para mayor convencimiento de esto, servirá de exemplar el siguiente caso, que me refirió uno de los curas dde aquellos pueblos entre otros muchos que oí y toqué. Havia faltado á la assistencia de la doctrina y missa un indio, y, sabiendo el cura por los otros que la causa era por haver empezado á beber desde temprano, el siguiente que ocurrió le hizo los cargos de su culpa y le impuso el castigo de algunos azotes, que es el regular para ellos, de cualquier edad ó sexo, porque sus cortos talentos no son proporcionados á otro mas serio; después que los huvo recibido, se volvió al cura, y, dandole los agradecimientos de que le huviesse hecho castigar por haverlo merecido, le correspondió aquel con una platica aconsejandole á él y á los demás del auditorio que no faltassen nunca á las obligaciones de christianos; pero después de haverle concluido, le dixo el indio con grande humildad y sencillez que le mandasse dar otros tantos azotes por quenta del siguiente domingo, que tenia intencion de volver á beber y no assistir. Por esto, es tan poco lo que en ellos aprovecha la enseñanza que no se estraña verlos con una rara ignorancia en los puntos precisos de la religion después del continuo exercicio en doctrinarlos, desde que empieza con la edad á despertar en ellos la razon hasta que mueren. 948 Es tanta la indiferencia que en esto se nota que no causan en sus comprehensiones mas cuidado los cargos de sus almas que los del cuerpo; y sin apartarme de que hay muchos cuya racionalidad no conoce ventajas en los assuntos que miran al buen régimen de sus conciencias á la de los hombres mas timoratos y advertidos, en los demás á la ignorancia crasa en que sus entendimientos se hallan envueltos los hace insensibles á las cosas eternas ó la malicia los tiene engañados que son inflexibles á las christianas persuasiones; y aunque en este punto por una parte lo conceden todo y no se niegan á quanto se les propone, por otra dexan abierto el campo á la desconfianza. No quisiera yo atribuir á esta nacion propiedad que no le correspondiera, mayormente en assunto tan delicado, y asi referiré algunos casos para que por ellos se pueda comprehender su natural en este particular y quedar yo libre de padecer equivocacion en el juicio. 949 Assi com los curas doctrineros los instruyen y aconsejan en las cosas de religion indefectiblemente todos los domingos del año, del mismo modo, luego que enferme algun indio y ven que está de cuidado, van á su casa y lo exhortan á que se prepare para morir bien, añadiéndole todo aquello que consideran necessario para que abra los ojos del conocimiento y entre en razon de los atributos del Supremo Criador y de la consideracion del trance en que se halla pero después de haverle hablado gran rato, sin que ni por palabras ni en el aspecto dé inicios de que ha labrado en él lo que se le ha dicho, quando se les reconviene con sus vicios y mala vida y se les advierte que, si no se duelen de ellos antes de morir y piden perdon á Dios, serán sus almas castigadas eternamente, responden con una gran serenidad, sin dar la menor señal de causarles sentimiento, assi será padre, dandole á entender que sucederá como lo dice, pero que ellos no alcanzan en qué consiste el perjuicio que les manifiestan. Este assunto se lo tengo oido repetidas veces á los curas de aquellos pueblos, hombres inteligentes y doctos. De aqui nace que son muy pocos los indios á quienes se les subministra el Santissimo Sacramento de la Eucharistia por no encontrarse en ellos la capacidad correspondiente. Y sucede mas en este particular, que para que avisen al cura los de la casa del enfermo es preciso que estén amenazados del castigo, sin lo qual nunca lo hicieran pues, aun con esta prevencion, muchas veces lo omiten y dexan morir sin sacramentos. 950 La vana idea que observan en sus casamientos es de lo mas especial que puede imaginarse, pues, al revés del comun de las gentes, ellos hacen estimacion de lo que los demás abominan, reputando por cosa de menos valer en sus mugeres para elegirlos por propias el que nadie las haya querido antes que ellos. 951 Luego que piden la que escogen por muger á su padre y que este se la concede, empiezan á hacer vida juntos como si ya estuvieran desposados y ayudan al suegro en aquellos pequeños trabajos de la disposicion de su chacara; quando han passado tres ó cuatro meses ó muchas veces un año, suele dexarla diciendo ó que no le ha agradado ó mas claro por el barbaro motivo arriba dicho, quexandose del suegro que lo pretendia engañar con su hija no haviendola querido antes nadie; pero si acaso no hay este arrepentimiento después de los tres ó quatro meses de haver vivido juntos, á que llaman entre sí amañarse, se casa con ella, siendo esto tan comun que la mas viva eficacia de los curas y prelados no ha podido destruirlo, y assi es la primera pregunta que les hacen si se han amañado para absolverlos de este pecado antes de darles las bendiciones. No tienen por matrimonio formal el no solemne y sí solo la ceremonia de la velacion; con que, es forzoso, el tiempo que se dan las manos, velarlos porque, dilatandoles esta circunstancia, se separan quando se les antoja, y no hay modo de hacerles entender que quedaron casados. Ninguno de estos abusos se les puede castigar para que logren enmienda porque, no haviendo castigo que tengan por deshonor, ninguno hay que surta efecto. Lo mismo es para ellos que los saquen á la verguenza que ponerlos á lucir de danzarines en una funcion, siendo esto lo que mas estiman; el castigo corporal les es sensible mientras lo están recibiendo, y, un rato despues que ha passado, quedan tan serenos como si no los huvieran tocado, de donde proviene el que se les dissimulen muchas cosas y se procuren evitar por otros medios. 952 No es irregular en ellos el cambiarse las mugeres, sin mas trato ni convenio que haverse juntado uno con la del otro; se vá la muger de aquel con el ofendido para vengarse del agravio, y, quando se les hace el cargo, responden con gran satisfaccion y dan por disculpa esta causa; ni bien los han separado quando dentro de poco vuelven á la misma vida. Los incestos son, á correspondencia de esto, muy comunes, yá á causa de la embriaguez, como vá dicho, yá porque, no conociendo honor ni afrenta, nada hay que los pueda retraer de la inclinacion de sus apetitos. 953 Si son estrañas las costumbres y propiedades referidas, no lo será menos el methodo con que se confiessan, pues, además de que aun siendo muy ladinos y capaces en la lengua castellana, no hay forma de que se sirvan de ella para esto; luego que llegan adonde está el confessor, llamados de él, es preciso que con toda paciencia los instruya en todo lo que han de ir haciendo y los acompañe á decir la confession, de modo que, si él para, se queda sin proseguir el indio. Concluida aquella, no es bastante que le pregunte el sacerdote si ha cometido una ú otra culpa, sino que es menester le afirme haverla incurrido por ser de las comunes suyas, pues, sin esto, negaria á todo mintiendo, y á fuerza de instancias y convencimientos, hasta llegarles á assegurar que lo saben de cierto, viendose por todas partes concluidos, responden con una grande admiracion diciendo que es assi, pero que ignoran cómo lo pudo saber y, dando las causales, descubren las circunstancias aun mas de las que se les preguntan. Si es dificil no tan solo el que declaren sus culpas sí tambien el que no las nieguen, siendo publicas, no lo es menos el que determinen el numero y solo con estratagemas se consigue, no sin pequeña obscuridad y desconfianza. 954 El temor que es natural cause en todos la memoria ó inmediacion de la muerte es mucho menos sensible en los indios que en alguna otra nacion. A tanto llega el desprecio con que miran las pensiones que mayor impression hacen en los entendimientos que no les inmuta la consideracion de la proximidad de este, obrando en ellos mas alteracion la incomodidad de la dolencia que la cercanía del peligro. Este punto lo tengo oido en los mismos terminos á muchos de aquellos curas, y la prueba mas evidente de ello son los exemplares que frequentemente se experimentan, pues, quando van á prepararles las conciencias, estando enfermos de cuidado, á las amonestaciones que les hacen para que se dispongan bien, responden con tal serenidad y sossiego que no dexan la mas leve sospecha de que el exterior semblante corresponde el interior sentimiento. Lo mismo se experimenta en los que por sus delitos van á terminar la vida en el suplicio, de que, entre los muchos que por informes yo sabia, pude ser en una ocasion ocular testigo. Estando para ajusticiar en Quito á uno, no sé bien si mestizo ó mulato, y á un indio, ambos dentro yá de la capilla, passé á verlos la noche antes de la execucion. El primero, á quien exhortaban en castellano diversos sacerdotes, hacía repetidos actos de amor de Dios, fé y contricion, y se le conocia el sobresalto del lance á que estaba tan proximo; al indio acompañaban allí mismo otros eclesiasticos que le ayudaban en su lengua, pero la quietud de animo que manifestaba era tal que excedia á la que pudieran tener los que le atendian, y mas parecia hallarse arando alguna chacara ó en su exercicio de guardar ganado que en visperas de perder la vida. Esta cercanía á la muerte, en lugar de serle torcedor el gusto para la comida, como le sucedia al compañero, le servia de estimulo para querer aprovechar en sí lo que sobraba al otro, de modo que era preciso haverlo de contener por escusarle en tal trance los excessos de la gula; hablaba á todos con el desahogo que si fuesse aquello un acto de comedia ú otro semejante; si le exhortaban, respondia sin turbacion; quando le decian que hincasse las rodillas, lo hacía y, en el fervor de los actos, repetia palabra por palabra, volviendo la cara al uno y otro lado, lo mismo que quando se le está enseñando á un niño que no tiene talentos para mantener formalidad y divierte la aplicacion en otras cosas. En esta forma se mantuvo hasta que lo conduxeron á la horca, donde estaba yá su compañero, y, sin que se percibiesse en él la mas leve alteracion, permaneció mientras le duró la vida, lo que igualmente tienen notado en aquellos paises en todos los de su casta. 955 Esto mismo se califica en otros varios assuntos, y particularmente en la resolucion y frescura con que se ponen delante de un toro sin mas arte para hacerle una suerte que el de dexar les dé un golpe de lleno, los reboltee en el ayre y vengan á caer al suelo dando un zarpazo, bastante en otros á ocasionar la muerte; pero como no les haga herida, se vuelven á levantar muy satisfechos de haverlo toreado, lo que con mas propiedad pudiera sentirlo de ellos el toro. Si se unen en quadrillas contra otros, arremeten á ellos intrepidamente, sin reparar en la superioridad de las armas de los contrarios ni en que de ellos mueren ó queden malheridos algunos, accion que en otra nacion mas culta se podria por esfuerzo de valor pero en ellos solo debe atribuirse á barbaridad y falta de reflexion. Son diestros en enlazar los toros á la carrera del cavallo; y como no temen el peligro, se brindan á qualquiera inconsideradamente. Con la misma industria persiguen á los ossos, y un solo indio, sin mas arma que el lazo y un cavallo, triunfa en todas sus cautelas. El modo es llevar el lazo de una beta de cuero tan delgada que no lo pueda asir la fiera con la callosidad de sus manos y tan fina que no rompa al esfuerzo de la carrera del cavallo y resistencia del animal. Luego que descubren al osso, le persiguen; este se sienta para esperarlos y assegurar el salto sobre el cavallo; pero al punto que el indio llega á tiro, arroja el lazo, lo prende por el pescuezo y, dando dos bueltas á la silla en que vá montado con suma ligereza, corre á toda brida y, como el osso no le puede seguir porque se entretiene en agarrar la beta, lo ahoga y dexa muerto, accion verdaderamente arrojada é industriosa. En la provincia de Alausí, acia la cordillera oriental, que es donde abundan estos animales, se ven frequentemente casos de semejante especie. 956 Mucha parte de la rusticidad notada en los entendimientos de estos indios proviene de su poca cultura pues, atendidos los que gozan el beneficio de esta en algunas partes, se hallarán tan racionales como los demás hombres; y si no tan pulidos como las naciones cultas, á lo menos con capacidad para distinguir las cosas y conocerlas. Bien patentes se nos representan exemplares á la vista, y no es el menor el que se puede citar de las missiones del Paraguay, encomendadas al celo y vigilancia de los padres de la Compañia, donde labra su fervor el fruto á que aspira con la aplicacion de sus catholicas tareas y en pocos años ha conseguido hacer una republica de racionales culta y advertidda de los pueblos barbaros y vagabundos, á que antes estan reducidos aquellos naturales, siendo una de las sabias maximas que observan para conseguirlo el enseñar á los indios pequeños no solo la lengua castellana, en que instruyen tambien á los que se reducen á la fé y á la direccion de sus curas doctrineros, sino tambien la latina á los que descubren talentos para ello, y con escuelas que tienen en todos los pueblos de sus missiones, á leer, escribir y el manejo de las artes mecanicas, en las quales trabajan los indios con tanta propiedad y primor como los artifices de ella en Europa. Estos indios son tan distintos en las costumbres y genio de los que antes he tratado que no hay comparacion entre unos y otros; tienen conocimiento de las cosas, discernimiento para no abandonarse á las barbaras costumbres de sus antiguos y no menos racionalidad para vivir como hombres, siendo asi que su naturaleza ni en lo formal ni por los accidentes es mas noble que la de los otros, pues una de las cosas que en este punto he notado en aquel reyno es que los indios de las distintas y dilatadas provincias que en él he caminado son semejantes entre sí, y los de Quito no son mas defectuosos de entendimiento que los de Valles ó Lima ni mas advertidos los de esta provincia que los de Chile ó Arauco. 957 Sin salir de la provincia de Quito, tenemos el exemplar que lo confirme, pues todos aquellos indios que se han criado en las ciudades y poblaciones grandes, exercitados en los oficios mecanicos y hablan la lengua castellana, son mucho mas advertidos que los que habitan en pueblos cortos, y sus costumbres, menos parecidas á las de la gentilidad; son expertos, capaces y no tan posseidos de errores, razon por que se les dá el nombre de ladinos; y si conservan algunas de las costumbres perversas de aquellos, es por la comunicacion, mediante la qual las adquieren y procuran conservar con el vano subescrito de heredades de sus antepassados. Exceden entre todos estos los que tienen el exercicio de barberos, que tambien son sangradores, tan diestros en este arte que, segun el dictamen de Mr. de Jusieu y no menos el de Mr. Seniergues, cirujano anatomico de la compañia francesa, pueden competir con los afamados de Europa; y la comunicacion que tienen con todas las personas cultas les hace despertar el entendimiento y que, por esto, se distinguen de los otros. Parece, pues, sin duda que, si una de las preocupaciones en los pueblos fuera instruirlos en la lengua castellana, como por las leyes de Indias está ordenado, además de lo que por este medio se habilitarian, podrian desfrutar el beneficio del mas frequente trato con los españoles, y este avivaría en ellos las luces de la razon y entendimiento dandoles á conocer por medio de su mayor extension lo que en la suya no se habla por falta de igual abundancia y generalidad. Assi, se nota que los cholos, nombre que dan á los indios muchachos, quando saben esta lengua, son tanto mas capaces que los otros quanto que, mirando á aquellos como barbaros, se estiman á sí mismos por racionales, dandolo á entender con el epitheto que toman de ladinos. 958 No es mi animo persuadir que la lengua castellana tenga por sí la virtud de mejorar de entendimiento á los indios, sí solo que, logrando por su medio el comercio racional con los españoles, este los volvería capaces de muchas cosas, contribuyendo á sacarlos de la ignorancia; en la suya no les es facil tenerlo porque ó bien hablan ellos entre sí, cuya comunicacion no pueden contribuirles mas luces que las cortas á que todos yacen reducidos, ó bien con los españoles que la entienden para tratar lo que requiera su ministerio y facultad. Mas esto, ceñido á lo que necessita saber de ellos ó decirles, ¿se dedicará de proposito á tener una conversacion instructiva, repitiendola tantas veces cuantas son necessarias para la rehabilitacion de tanta y tan inculta gente? No, por cierto. Pero si posseyeran la lengua castellana, yá oyendo á los passageros con quienes caminan yá á los ciudadanos quando van á las ciudades, á los amos, curas y corregidores, á los huespedes y amigos que los visitan y, finalmente, siendo dueños de entender todo lo que se habla, irían poco á poco aprendiendo y al fin serían menos torpes y rusticos que lo que al presente son, pudiendo cada dia adelantar alguna cosa nueva y para en ella la consideracion de lo que están ahora muy distantes. 959 Aun entre nosotros mismos es notable la diferencia y ventaja que á un joven, sin mas luces que las de su propia nativa lengua, hace el que se halle enriquecido con el estudio de otras, y se advierte que el entendimiento de este, por lo mismo que está mas cultivado, es mas despierto y mucho mas instruido. Del mismo modo, podemos reflexionar quan poco adelanta la gente campestre y tosca mientras trata con los suyos y no sale de su lugar; pero una vez que frequente la ciudad inmediata, vuelve á su casa llena de noticias que adquirió; con que, entretiene todo el pueblo y lo enseña; si este no entendiera la lengua que se hablaba en ella, no havria comprehendido nada de lo mucho que vió y oyó hablar por las calles. Lo mismo viene á ser lo que sucede á los indios, y assi soy de sentir que la lengua castellana les darla mas luces de racionalidad que las que al presente gozan y considero que son los fines á que miran las Ordenanzas de Indias que tanto encargan este cuidado. 960 La naturaleza de los indios es robusta, y sana su complexion; y siendo tan comun en aquel país el mal venereo, no hay muchos exemplares de que lo padezcan, antes es raro el que se note en alguno; la principal causa de esto consiste, sin duda, en la qualidad de sus humores, no adequada tal vez para concebir el veneno de este accidente, pero muchos lo atribuyen á la propiedad de la chicha, que es su tan comun bebida. La enfermedad que hace en ellos mayor estrago es la de las viruelas, de la qual escapan muy pocos quando les dan, y assi la reputan en el país por la mas pestilente de quantas experimentan en él; no son continuas pues intervienen siete, ocho ó mas años sin haverlas, pero, quando reyna este achaque, quedan assolados los pueblos. En parte, proviene de la calidad maligna de ellas y, en parte, de que no hay medicos que les assistan ni cuidado de alimentarlos y tratarlos como necessitan los enfermos; assi, luego que adolecen de esta enfermedad, avissan al cura para que los confiesse y, segun el curso de ella, mueren sin el auxilio de algun remedio que ayude á la naturaleza. Lo mismo sucede con los achaques de otras especies quando se hallan incomodados de ellos; y si estos fueran frequentes, todos causarian la misma desolacion. La mas evidente prueba para acreditarlo es que, al mismo tiempo que se experimenta esta enfermedad comun en ellos, lo es tambien para todos los criollos; y aunque de estos mueran muchos, otros sanan y recobran la salud porque tienen assistencia y el adequado alimento. Pero los indios carecen de todo; sus casas y vestuarios quedan vistos, su cama es la misma estando enfermos que sanos, los alimentos solo mudan en el modo de tomarlos y no en la especie porque, quando están enfermos, se reducen á poner dentro de un pilche un poco de machca y, dissuelta en chicha, darsela á beber, que es la mayor sustancia que conocen; con que, el que escapa de la enfermedad es por esfuerzo de su naturaleza y no por otro exterior socorro. 961 Tambien son propensos al bicho ó mal del valle pero de este se curan brevemente. Suele acometerles á veces, aunque raras, fiebres malignas ó tabardillos, cuya curacion es assimismo entre ellos breve y especial; reducese á arrimar cerca del fuego al enfermo con aquellas dos zaleas que les sirven de cama y ponerle inmediata una botija de chicha; con el calor de la fiebre y el del fuego que lo aumenta, se alteran tanto que á cada instante beben; esto les hace prorrumpir, y al siguiente dia suelen estar buenos ó empeorar para morir mas breve. 962 Los que escapan del rigor de estas epidemias son de larga vida, y se ven muchos tan viejos, assi hombres como mugeres, que passan de cien años. Entre estos, conocí algunos que en edad tan abanzada mantenian mucha robustez y agilidad. No hay duda que la sencilla calidad de los alimentos y el no variar en ellos contribuye para ser tan sanos. Además de los que van dichos, usan mucho de la sal con agí; escogen los terrenos gruessos de esta y muerden un bocado de ella y otro de agí y despues la machaca ó camcha, en cuya forma alternan de todo hasta que quedan satisfechos. Son tan apassionados por la sal en este methodo de comerla que estiman uno ó dos terrones grandes mas que cualquier otro manjar, y se les conoce la inclinacion á ella en el cuidado con que, luego que ven sal, van á buscar los terrones y guardarlos. 963 Despues de haver dicho lo bastante del genio, costumbres y propiedades de los indios, será razon dar noticia de sus exercicios y ocupaciones, para lo qual se ha de advertir que aquellos indios avecindados en las ciudades ó villas con algun oficio ó arte mecanico en que trabajan no se incluyen en los de que voy á hablar porque, atendidos como utiles á la poblacion, viven siempre de por sí. 964 Los demás, pues, tienen su regular ocupacion en el reyno de Quito yá en los obrages y yá en las haciendas de labor, en las de hatos ú obejerias. Para ello, deben por obligacion contribuir los pueblos anualmente á las de su jurisdiccion un numero de indios, á los quales paga el dueño de la hacienda un tanto, segun está arreglado por la piedad de los reyes; y concluido el año, vuelven aquellos á sus pueblos, y van otros en su lugar, á cuyo repartimiento llaman mita; y aunque en los obrages se debia observar lo mismo, no se mudan porque, como el exercicio de estos no es comun para todos y necessitan haverlo aprendido, se establecen en ellos las familias de indios, y van heredando los hijos el exercicio de texedores. Estos son los que ganan mas entre todos porque se emplean en cosa de mas artificio y habilidad; además del salario annual que les pagan aquellos á quienes sirven, les dan por obligacion tierras y bueyes para que las beneficien, á fin de que hagan en ellas chacaras de sembrados, las quales les ayudan para el sustento y manutencion de sus familias, que viven tambien allí en chozas fabricadas al rededor de la hacienda, y assi cada una forma un pueblo, haviendo muchas que passan de 150 sus indios de assignacion, y siendo estas otras tantas familias en su vecindario.
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CAPITULO VI Sale para las Misiones de la Sierra Gorda, lo que trabajó y practicó en ellas El glorioso y recomendable fin de la conversión de los Gentiles, y propagación de nuestra Santa Fe Católica, fue el que obligó al V. P. Fr. Antonio Linaz de Jesús a pasar a España en solicitud de la fundación del Colegio Apostólico de la Santa Cruz de Querétaro, según refiere la Crónica de los Colegios (Lib.I Cap.12 fol.39 y 40) para que sus Religiosos se empleasen principalmente en reducir a los Infieles que habitan la Sierra Gorda, o Cerro Gordo. Este paraje, sumamente áspero, da principio como treinta leguas distante de la expresada Ciudad de Querétaro, y se extiende a cien leguas de largo, y treinta de ancho, en cuyas breñas vivían los indios de la Nación Pame todavía en su gentilidad, no obstante de hallarse cercado todo de Pueblos Cristianos. Fundado dicho Colegio, como refiere la citada Crónica, Lib.4 Cap.I fol.253 y 254, salieron dos de los primeros Misioneros de los Fundadores para dicha Sierra a efecto de la reducción; y habiendo llegado a élla, y misionado en los Pueblos de Españoles que se hallan en sus inmediaciones, les dijeron, estaba ya ocupada por los RR. Padres Dominicos que habían fundado Misiones; por cuyo motivo no se internaron, sino que por la falda de dicha Sierra caminaron hacia el Oriente, hasta llegar a otra llamada de Famauripa, que divide el Nuevo Reino de León de la Provincia de la Huasteca, y en ella fundaron una Misión, que después se entregó para la Custodia de Tampico. Con esta noticia que adquirieron los PP. Misioneros de Querétaro, ya no intentaron más el ejercitarse en la reducción de los indios de la Sierra Gorda, considerándolos ya convertidos. En esta inteligencia estaban todos hasta el año de 1743, en que habiendo S. M. nombrado para General de dicha Sierra al Coronel D. José Escandón, quiso éste visitarla, en cumplimiento de su obligación; y aunque halló que los RR. Padres Dominicos por un lado, y los de San Agustín por otro tenían fundadas Misiones, vio en el centro un gran manchón de Gentilidad de la Nación Pame, que vivían entre breñas aquellos indios, y entre éllos muchos Cristianos, que cuando chicos, bajando con sus Padres a los Pueblos de Españoles los habían bautizado; pero sólo tenían de Cristianos el nombre, y vivían como Gentiles mezclados con ellos. Propúsoles dicho Señor el vivir en Pueblos como los Cristianos en sus propias tierras; que les traería Padres que los enseñasen y bautizasen a los que eran Gentiles; y conviniendo ellos en todo, dio parte al Exmô. Señor Virrey, y éste a S. M. quien dio su Real Orden para que se fundasen ocho Misiones, las tres a cargo de el Apostólico Colegio de Pachuca de RR. Padres Descalzos de nuestra Orden, y las cinco restantes a nuestro Apostólico Colegio de San Fernando, dividiendo las unas de las otras el caudaloso Río llamado de Moctezuma, que es el del desagüe de México, el cual cruzando por la Sierra, y culebreando por la Huasteca, vacía en el Seno Mexicano. Dióse principio a esta reducción el año de 1744, llegando a dicha Sierra Misioneros Sacerdotes de dicho Colegio de San Fernando, cuyo Presidente era el R. P. Fr. Pedro Pérez de Mezquía, y con ellos el referido Señor General D. José Escandón; y explorando aquel terreno hallaron cinco sitios proporcionados para las cinco Misiones, a los que luego concurrieron los Indios comarcanos, y se dejó a su voluntad el avecindarse en cualquiera de ellos; y el R. Padre Presidente destinó para cada paraje dos Misioneros, los que por medio de los indios naturales, y algunos de México ladinos que se agregaron como Pobladores, dieron mano a fijar el Estandarte de la Santa Cruz, formar una Capilla de palos techada de zacate, para que sirviese de interina Iglesia, y a continuación de ella una casa de lo mismo para vivienda de los Padres. Los Indios también formaron chozas de las mismas materias para su habitación, y libertarse de los ardores del Sol; y el referido Señor General dejó en la principal Misión, en el sitio nombrado Xalpan (dedicada al Apóstol Santiago, Patrón de las Españas) una Compañía de Soldados Milicianos con sus correspondientes Oficiales, Capitán, Teniente y Alférez, de cuya Compañía se destacaron y repartieron por las Misiones los Soldados que se juzgaron necesarios para escolta, de los Padres; y concluida la fundación de dichas Misiones se dedicaron las otras cuatro a la Purísima Concepción de nuestra Señora, al Príncipe y Arcángel Señor San Miguel, a nuestro Seráfico Padre Señor San Francisco, y a nuestra Señora de la Luz, y el Señor General se retiró para la Ciudad de Querétaro, quedando los Padres dando principio a la formación de sus Padrones, en que constasen los Indios que se avecindaban en ellas, cuyo número ascendió a 3840: Indagaron los que confesaban estar bautizados desde su niñez, y los que no lo estaban. Instruyeron a unos y a otros de cuanto correspondía, por medio de Intérpretes, de que servían los Indios Mexicanos (por hallarse instruidos en el idioma) y luego que los hallaban capaces bautizaban a los Gentiles. El R. P. Mezquía, Religioso práctico en estas fundaciones (por haber sido uno de los que el V. P. Margil llevó para las de las Misiones de Texas) comenzó a formar desde luego las instrucciones que debían observarse en las de la Sierra Gorda para el régimen espiritual y temporal de ellas, siendo el mismo que se ha observado en las demás Misiones de los Colegios de la Santa Cruz de Querétaro y nuestra Señora de Guadalupe de Zacatecas en sus espirituales Conquistas, y es en la forma siguiente. RÉGIMEN ESPIRITUAL Que primeramente procurasen los Padres Misioneros que cada día al salir el Sol se congregasen en la Iglesia al son de campana todos los Indios e Indias grandes, así Gentiles, como Neófitos, sin faltar alguno: Que uno de los Padres rezase con ellos las oraciones y texto de la Doctrina Cristiana, y les explicasen en castellano los Misterios más principales, practicando lo mismo por la mañana (luego que los grandes saliesen) y por la tarde antes de ponerse el Sol, con los Niños y Niñas que tuviesen de cinco años para arriba de edad, sin permitir que ninguno faltase a este santo ejercicio: Que los Catecúmenos, y los que se hubiesen de casar, o cumplir con el precepto anual de la Confesión, asistiesen a él también a mañana y tarde, para que fuesen instruidos antes de recibir los referidos santos Sacramentos, y que lo mismo se ejecutase con los que olvidaran la Doctrina, sin embargo del diario ejercicio. Que los días de fiesta celasen con grande vigilancia, que ninguno faltase a la Misa del Pueblo, ni a la Plática que en ella se debía hacer, explicando el Evangelio, o los Misterios de nuestra Santa Fe, y que procurasen acomodarse con prudencia y discreción a la rudeza y necesidad de los Indios, y que acabada la Misa, uno de los Misioneros los llamase a todos por el Padrón, según sus nombres, y que llegasen uno a uno a besarle la mano, con lo que se reconocería si faltaba alguno. Que a los más capaces y hábiles exhortasen a la frecuencia de los Santos Sacramentos (a más del cumplimiento de la Iglesia) principalmente en las grandes festividades, y a oir Misa aún en los días que no son de precepto, dejándolos siempre en su libertad: Que en sus enfermedades procurasen visitarlos a menudo, y que fuesen curados y asistidos según lo permite la tierra, y con mayor cuidado, que recibiesen los santos Sacramentos de que fuesen capaces, y de asistirles para auxiliarlos en su muerte, y que el Pueblo asistiese al entierro. Asimismo, que pusiesen esmero en componerlos en sus enemistades y litigios, enseñándoles a vivir unidos en la paz y caridad cristiana, sin permitir escándalos o malos ejemplos en la Misión. GOBIERNO TEMPORAL Para conseguir el deseado fin del fruto espiritual, dispuso el citado R. P. Mezquía, que se procurase el bien temporal de aquellos Indios Pames, pues faltando éste no podrían hacer pie en el Pueblo o Misión, ni asistir a la Misa y cotidiano rezo, porque les sería preciso ir dispersos vagueando en solicitud de comida y vestuario. Para evitar esto, encargó su R. que los Padres Misioneros solicitasen por medio del Síndico, a cuenta del Sínodo anual que les daba S. M. para su manutención (agregando a él la limosna de las Misas que se les encomendasen) herramientas y demás útiles necesarios para poner en corriente alguna siembra, como también algunas Vacas, Bueyes, y demás ganado, para que del fruto de ello se mantuviesen de comunidad, como se practicó al principio de la Iglesia. Así se ejecutó, dando principio, y con el tiempo se fue aumentando, y se lograron algunas cosechas que se repartían a los Indios, para ayudar a su existencia en la Misión. El clima de dicha Sierra es muy caliente y húmedo, y por consiguiente contrario a la salud; por lo cual enfermaron en breve tiempo muchos de los misioneros, de los que en pocos días murieron cuatro, y otros se retiraron imposibilitados a la Enfermería del Colegio, quedando solos dos de los Fundadores en la Misión. Como éste se hallaba entonces tan exhausto de Misioneros, fue preciso pedir socorro a los otros Colegios de Querétaro y Zacatecas; pero como quiera que iban a suplir por el tiempo de seis meses, y cumplidos estos los remudaban otros, no tenían tiempo para aprender la lengua, y ésto era de grande atraso para la Conquista espiritual.
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CAPITULO VI Del temperamento que goza la ciudad de Lima, general en todo el país de Valles, y division de las estaciones del año 147 Dificil sería determinar el temple de la ciudad de Lima y sus mutaciones si se huviese de inferir por el que se experimenta en igual latitud de la parte del norte de la equinocial porque en este caso se concluiría ser otra Cartagena respeto de que las alturas de ambas ciudades, una en el emisferio boreal y otra en el austral, difieren entre sí muy poco, pero no sucede assi porque, á contraposicion de quanto es el de Cartagena cálido y molesto, es agradable el de Lima; y aunque sensibles en él las quatro estaciones del año, ninguna incomoda mucho á la naturaleza. 148 Empieza la primavera poco antes que fenezca el año, á fines de noviembre ó principios de diciembre, pero esto se ha de entender por la del cielo; entonces, desvaneciendose los vapores que tienen cubierta la athmosphera en todo el ibierno, se dexa ver el sol y causa no pequeño regocijo en la tierra, alegrandola toda y moderando el efecto que ha causado su retiro y la falta de actividad en sus rayos. Sigue despues el estío, que, aunque cálido por la mayor impression del sol sobre la tierra, no tanto que fastidie con demasia porque se atempera el calor con los vientos sures, los quales corren siempre aunque no con tanta fuerza en este tiempo. Por el mes de junio ó principios de julio tiene su principio el ibierno, que dura hasta noviembre ó diciembre, pero, mediando entre uno y otro, el otoño. Entonces suelen ventar los sures con mas fuerza, y estos ayres, que corren muy sutiles, son penetrantes y causan frio, no tanto como en aquellos parages donde nieva ó yela, pero sí lo suficiente para que se dexe la ropa ligera y vestirse de paño y otras telas de abrigo. 149 Dos causas hay para que se experimente frio en aquel país; y assi como la naturaleza proveyó otras que produzcan este efecto en Quito, determinó para Lima en primer lugar la de los vientos, que, viniendo desde los frios climas del polo austral, conservan hasta allí la impression que reciben de los yelos y nieves, de modo que la hacen sensible; mas no bastando esto para que la mantuviessen un espacio tan dilatado como el que corren desde la frigida zona de su emisferio hasta internar dentro de la caliente, se sirve de otro auxilio para que con él se pudiesse verificar, y lo es que, mientras dura el ibierno, se cubre la tierra de niebla tan espesa que, formando una especie de pavellon, contiene los rayos del sol, y, no dexandolos penetrar hasta la tierra, corren los vientos á su abrigo conservando la frialdad que adquirieron al passar por los sitios que naturalmente lo son. Esta neblina no comprehende solo el territorio de Lima pues se experimenta igualmente en el que se dilata para el norte en todos aquellos valles ni se limita á las tierras, pues igualmente se cubre con ellos la athmosphera maritima, de la qual hablaré en su lugar. 150 Mantienese la niebla cubriendo la tierra y obscureciendo con su densidad los objetos que están envueltos en ella toda la mañana por lo mas regular y á las 10 ó las 11, en ocasiones mas temprano ó mas tarde, sin dissiparse totalmente, empieza á elevarse, y aquella nube que antes impedía la vista la dexa libre y priva solamente de la del sol en el dia y en la noche de las estrellas porque continuamente está cubierto el cielo, yá sea hallandose los vapores mas elevados ó ya mas unidos contra la tierra, dissipandose algunas veces de modo que dexan percibir la imagen del sol sin dar lugar á que calienten sus rayos. 151 No dexa de ser algo particular la observacion en este assunto de que á la distancia de dos leguas ó tres de aquella ciudad se dissipan los vapores mucho mas que en ella desde medio dia en adelante, pues llega enteramente á descubrirse el sol y modera el frio con su influencia. Assi, en el puerto del Callao, que solo dista de Lima dos leguas y media, son mas benignos los ibiernos, y la athmosphera, mas alegre entonces; pues, como se dexa considerar, los dias de Lima son, durante el ibierno, tristes y desabridos, yá por la continua obscuridad ó yá porque hay muchos en que, casi todos ellos, se mantienen los vapores con una misma densidad y sin apartarse ó suspenderse de la tierra. 152 En esta sola estacion se experimenta que, deshaciendose aquellos vapores en una mollizna ó rocío muy menudo, á la qual llaman garúa, humedece con igualdad toda la tierra, y con este auxilio se visten de yerva todos aquellos cerros y lomas, que en lo restante del año solo ofrecen á la vista aridez y, con las matizadas flores que cada planta produce, alegran la vista y sirven de diversion á aquellos habitantes, los quales, luego que ha passado la mayor fuerza del ibierno, salen á la campaña á gozar del recreo que las ofrece en sus matices. Nunca toman tanto cuerpo estas garúas que puedan servir de impedimento para caminar ni los que hacen viage se incomodan por ellas porque es tan menudo su rocío que solo alcanza á humedecer la ropa muy ligera despues de haverla resistido largo rato; pero como son continuas en el ibierno, y el sol no puede orear la tierra, son bastantes para penetrar en ella y fecundar lo más árido y estéril de su superficie; por el mismo respeto, llegan á formar grandes lodos en las calles de Lima, haciendolos de aquel menudo estiercol cuyo polvo fastidia en el verano. 153 No son los vientos que allí reynan en el ibierno con toda precision por el sur, aunque los denominan assi regularmente; apartanse alguna cosa acia el sueste, y entre este y el sur es su continuo correr. Assi lo tenemos observado en el discurso de dos ibiernos que passamos, uno en Lima y otro en el Callao; el primero el año de 1742 y el segundo en el siguiente de 43; aquel fue de los mas rigurosos que se han experimentado y general en toda aquella parte de America hasta el cabo de Hornos. En Chile, Valdivia y Chiloé correspondieron los frios con proporcion á su altura de polo y en Lima ocasionaron constipaciones y fluxiones, de que murió mucha gente, de modo que parecia contagio; y aunque son estas muy comunes en semejante tiempo, no tan peligroso como en aquel año. 154 Una particularidad tan rara como la que se nota en los valles del Perú de no llover jamás ó, por decirlo con mas rigor, de que las nubes no se conviertan en aguaceros formales ha dado ocasion á muchos naturalistas para para indagar su causa, y, hechos capaces de los fundamentos con que la naturaleza puede producir efecto tan poco comun, han dado varias soluciones á ello. Unos la establecen en la constancia de los vientos sures, de la qual concluyen que, no cessando nunca de ventar, tienen en continua agitacion acia una misma parte los vapores que se levantan yá sea de la tierra ó de la mar; y como estos no se detienen en ningun parage de aquellos por no experimentarse otros vientos en todo el año, concluyen que, no teniendo la oportunidad del tiempo que necessitan para condenarse y unirse unos con otros, no la hay tampoco para que se puedan formar gotas de agua con la union de muchas particulas de ellos y, por consiguiente, para que los mismos vapores vuelvan á baxar precipitados á la tierra por su propio peso convertidos en lluvia. Otros lo han atribuido á la natural frialdad que llevan, consigo los vientos sures, que, manteniendo en un cierto é igual grado aquella athmosphera todo el año, á proporcion que las particulas del ayre son mas gruessas por esta causa, por la de las muchas salitrosas que contrae de la athmosphera maritima por donde passan y por la de los frequentes minerales de esta naturaleza en que abunda aquel país, tienen menos movimiento para unir los vapores de la tierra y formar gotas que exceden en su paso á las correspondientes de ayre, á que se agrega que, no haviendo tampoco tanta influencia y actividad en los reynos del sol como era necessaria para ponerlas en movimiento y unirlas porque la misma frialdad de los vientos mitiga su calor, no llega el caso de que puedan convertirse en lluvia perfecta respeto de que, interin que el peso de la nube no excede al del ayre que la sostiene, no puede precipitarse aquella y, por consiguiente, ni formarse la lluvia. 155 No me opondré á ninguna de estas ú otras soluciones que se han dado en el particular que voy tratando porque no estoy assegurado de haver encontrado la verdadera causa y, siendo tan ardua, me contentaré con exponer mi sentir dexando á los naturalistas abierto el campo para que puedan especularla, á cuyo fin y al de fundar el mio haré primero las prevenciones necessarias para que sirvan de fundamento á los que se dedicaran á esta solicitud y de instruccion á los que juzgaren las varias soluciones que se han propuesto en el assunto. 156 Primeramente, es de suponer que en todo el país de Valles no reynan otros vientos en todo el año que los de la parte austral, esto es, desde el sur al sueste, tanto en tierra como hasta una cierta distancia apartados de las costas en la mar; y no parezca equivocacion el que se diga ser del sur acia el sueste respecto de haver dicho otros escritores que es del sur al sudoeste porque en ello parece que padecieron error; hase de suponer, no obstante, que hay ocasiones en que estos calman totalmente, y que entonces se siente algun ambiente, aunque tenue, de la parte del norte, con el qual se forma la neblina. Lo segundo, en tiempo de ibierno corren los vientos sures con mas violencia ó fuerza que en verano, lo qual se debe entender cerca de la tierra. Lo tercero, aunque nunca se experimenta en Valles lluvia formal, hay lloviznas menudas, que es á lo que llaman garúas, y esto sucede casi de continuo en el ibierno y nunca en el verano. Lo quarto, siempre que hay garúas, las nubes, neblinas ó vapores que se levantan de la tierra están pegadas contra ella, y la misma neblina es la que se convierte en garúa, empezando por un ambiente humedo y poco á poco va haciéndose mas sensible la humedad hasta que, llegando aquella á su mayor condensacion, dexa distinguir las menudas gotas que se separan de ella; esto es tan regular que se experimenta en todos los paises algo frios y, por lo mismo, no es estraño que suceda en aquel. 157 Doy el nombre de nube, neblina ó vapores á los que producen la garúa y menuda mollizna porque, aunque puede haver entre estas tres especies alguna distincion accidental, no se ha de mirar esta sino como tal. Assi, siendo la neblina un vapor algo mas condensado que quando este se halla en su principio y la nube una neblina mas elevada y densa que aquellos dos, en lo sustancial todos tres los debemos suponer una misma cosa, con sola la distincion de la más o menos densidad respeto de que en darle uno ú otro nombre no se sigue inconveniente para el intento de que se trata. 158 Lo quinto, el efecto que causan en el verano los rayos del sol sobre la tierra en todo Valles hace que el calor sea muy sensible, y tanto mas quanto se imprimen sobre un terreno de arena donde reverberan con fuerza, y los vientos son muy floxos; con que, parece que entonces no subsisten los motivos expuestos en el segundo sentir referido antes; y que si la fuerza ó agitacion que tienen los vientos sures es la que estorva que se eleven los vapores hasta la necessaria altura donde se ha de formar la lluvia, cessando esta razon por la mayor parte en el verano, deberia llover, lo que sucede al contrario, pues ni las garúas son regulares entonces. Lo sexto, en Valles ha havido ocasiones en que, saliendo de sus t erminos la naturaleza del país, se ha experimentado aguaceros formales, como queda notado en el capitulo primero de esta segunda parte, quando se habla del pueblo de Chocope, Truxillo, Tumbez y otros parages, con la particularidad de que no solo no huvo variedad en los vientos sino es que, manteniéndose por el sur, fueron mucho mas fuertes cuando sucedieron las lluvias que lo regular en ninguna de las dos sazones de ibierno ó verano. 159 Los seis presupuestos que acabo de expressar son tan constantes en aquel clima que, como propios de él, quedan notados en los lugares que corresponden de este capitulo, y sobre estos es necessario proceder para determinar la causa de que no llueve en él con la fuerza que en los demás de Europa ó, mas propiamente, con la que es regular en la zona torrida, de modo que convenga la razon con lo que se experimenta. 160 No será estraño dar por supuesto constante que el viento corre en un cierto espacio ó ámbito de la athmosphera con mayor fuerza ó violencia que en otros porque esto lo dá á entender la misma experiencia en los cerros ó montañas elevadas, por cuyas cumbres se siente correr con una gran celeridad quando al pie de ellas apenas se le percibe movimiento, lo qual nos sucedia en todos aquellos cerros de la cordillera, siendo en ellos una de las penalidades que sufriamos la grande fuerza de los vientos. Es esto tan regular en todas partes que con solo subir á una torre se hace bastantemente sensible la diferencia que hay del pie á su cumbre; y aunque hay quien pretenda demostrar que esto proviene en tierra de las desigualdades que forman en ella las montañas y, por este tenor, otros obstáculos que lo son para que el viento corra en los llanos ó parages más baxos con la violencia que se experimenta en los elevados, sucediendo en la mar lo mismo que se observa en tierra, como lo tiene acreditado la experiencia y hace ver continuamente en los navios, queda convencido y acreditado que no es inmediato á la tierra donde el viento lleva su mayor fuerza; sentado esto, podremos establecer, y me parece que con alguna seguridad, que los vientos sures llevan su mayor fuerza por un intervalo de la athmosphera algo apartado de la tierra, pero no tanto que sobrepuje ó exceda por lo comun á aquel en donde se forma la lluvia ó en donde, unidas las particulas de agua que encierran en sí los vapores, componen gotas de algun cuerpo y peso; assi, en aquel país se vé que los celages ó vapores que se elevan sobre este espacio, esto es, aquellos que caminan muy levantados se mueven con una agitacion mucho mas tarda que la que tienen los vientos por abaxo, y, muy frequentemente, en otros climas fuera de aquellos de Valles, van acia contrario lado del camino que llevan las nubes gruessas que están inferiores á ellos; con que, parece que, sin el peligro de suponer cosa irregular, se puede assentar que el espacio de la athmosphera, por donde ordinariamente llevan los vientos su mayor fuerza, es aquel en donde se forma la lluvia gruessa ó la que tiene por lo comun este nombre. 161 Para explicar ahora la particularidad de este phenomeno, con el qual la naturaleza hace tan raro aquel país, digo que en el verano, quando aquella athmosphera está mas perfecta, levanta el sol con el influxo de sus rayos los vapores de la tierra con la misma raridad en que se mantiene aquella porque, hiriendo mas perpendicularmente, tiene mas vigor para elevarlos; empiezan á tocar estos vapores aquella parte inferior del ámbito de la athmosphera, por donde los vientos corren con su mayor fuerza, y, arrebatandolos estos, no les dan tiempo para que tomen elevacion en el mismo ámbito, y que con ella se pueden juntar ó unir muchos componiendo gotas; con que, faltando esta circunstancia, no puede formarse lluvia pues, á medida que salen los vapores de la tierra, corren por aquella parte inferior de la athmosphera sin detenerse en ningun parage; y como los vientos son continuos y constantes de aquella parte austral, lo es tambien el llevar envueltos en su velocidad los vapores tan rarificados quanto los puso el calor del sol con su impression; y contribuyendo la actividad mayor de esta para que no se unan, hacen que el verano esté la athmosphera despejada y clara. 162 En el ibierno, no siendo tan perpendiculares los rayos del sol sobre la tierra, queda densificada la athmosphera; el ayre que corre de las partes australes lo está por naturaleza mucho mas respeto que lleva aquella natural congelacion que le participan los yelos, de quien lo adquieren los vapores luego que salen de la tierra, y se hacen mucho mas densos que en verano, la qual les sirve de embarazo para que se eleven con la prontitud que aquellos. 163 A esto se agregan otras dos razones; la una, que, no teniendo los rayos del sol tanta actividad, á proporcion que los dissipa menos, hallen mas dificultad para elevarse, y la otra, que, acercandose á la tierra en esta estacion aquella region de ayre por donde este lleva la mayor velocidad de su curso, no les dá lugar á que puedan levantarse mucho, y assi, quedando pegados contra ella aunque siguiendo el mismo rumbo del viento, se convierten en la neblina humeda que se experimenta entonces; y como tienen menos espacio por donde correr que quando se elevan mas, por precision han de tener mas ocasion de juntarse unos con otros y formar la garúa despues que ha passado algun tiempo desde que empezaron á condensarse y formar ó convertirse en neblina. 164 En la fuerza del dia se dissipan, y cessa la garúa, y esto proviene de que, teniendo entonces mas actividad el sol, rarifica la athmosphera y al mismo tiempo puede suspenderlos á mayor altura, con lo qual no solo los hace mas sutiles sino que, poniendolos donde tienen mas dilatado espacio en que correr, vá separando de ellos aquellas partes mas febles hasta que totalmente los esparce y hace imperceptibles. 165 No obstante todo esto, es preciso convenir en que tanto en el verano como en el ibierno algunos vapores han de vencer la dificultad de la rapidez del viento en aquel espacio por donde corre con su mayor velocidad y, transcendiendo de él, se han de levantar á superior altura, bien que no en la misma parte precisamente donde estos vapores empezaron a encontrarla ó atravesarla sino mucho mas adelante, de suerte que los hemos de considerar por una parte, siguiendo el curso del ayre, y por otra, elevándose á proporcion de la mayor rarefaccion en que los rayos del sol los ponen. En esta suposicion, claro es que estos vapores no han de ser los que se hallaren mas condensados porque, tanto quanto mas lo estuvieron, será mas dificil que se eleven y mas natural que por su mayor peso cedan á la agitacion del viento; con que, haviendo de ser estos los mas sutiles, luego que consiguen sobrepujar aquel ámbito, disminuyen la aceleracion con que antes eran arrebatados; y unidos muchos, forman aquel celage elevado que se nota allí quando totalmente queda dissipada la neblina, el qual no puede yá convertirse en lluvia porque, haviendo excedido á la region que es propia para ella, están congeladas todas sus partes; y como nunca llegan á acrecentar su peso tanto que exceda á la resistencia del ayre que las sostiene porque, no siendo en gran cantidad las que pueden superar tanta dificultad, no les es fácil unirse con otras nuevas que de ellas hace la actividad continua del sol, tampoco pueden descender convertidos en nieve ó granizo, que es lo que correspondia, á que se agrega que, siguiendo siempre el mismo curso que lleva el viento, aunque con mas lentitud, esto les embaraza tambien el que se juntan tantas, que forman nube espesa, segun allí se observa, pues, como tengo yá dicho, son estos celages tan ténues que á su transparencia se distingue de dia toda la figura del cuerpo del sol y de noche las estrellas, aunque confusamente. 166 Una dificultad nos falta ahora que satisfacer para que lo expuesto hasta aqui convenga con lo que se observa y es que estos elevados celages solo se descubren en el ibierno y no en el verano, pero esto mismo es en lo natural lo que debe suceder segun mi sentir, y proviene, á mas de la general razon de que los rayos del sol los dissipan con su mayor influencia, de que, corriendo en el ibierno los vientos con mayor fuerza por un espacio mas inmediato á la tierra que en el verano, á proporcion de lo que se acerca á ella la parte inferior de aquella region, se halla mas baxa la superior de la misma, y en el verano, por el contrario, á proporcion que está mas elevada la parte inferior del ámbito de su curso, lo está tambien la superior; y debiendose suponer con todos los naturalistas que los vapores de la tierra solo pueden elevarse hasta aquella altura en que los globulos del vapor son menos pesados que los de ayre, estendiendose hasta este termino la rapidez del viento en el verano, no puede llegar el caso de que salgan nunca de la violenta agitacion con que los arrebata y, por consiguiente, ni el de que se condensen con la union de muchos para formar aquel visible celage que en el ibierno es tan comun porque en esta estacion, como llevan su violencia los vientos por un espacio que está mas inmediato á la tierra, á correspondencia que se acercan á ella por la parte inferior, descaece su agitacion por la superior; y sucediendo esto algo mas abaxo de aquel termino hasta donde pueden llegar los vapores, se ocupa con ellos el espacio que queda mas arriba del extremo de la corriente de los vientos. Esto parece natural respeto á lo que queda establecido con la experiencia de que en el ibierno son mas fuertes los sures sobre la tierra que en verano, y puede comprobarse con lo que se seguirá. 167 Queda dicho que en el pueblo de Chocope se experimentaron en dos ocasiones aguaceros muy fuertes y continuos y que, aun con alguna mas frequencia que allí, sucede esto repentinamente despues de haverse passado algunos años con sequedad en Tumbez y las demás poblaciones de aquellas partes, lo qual se hace allí extraño porque, siendo aquel país de Valles sin diferencia á los de Lima, no es regular el llover en ellos. Esto no obstante, yo considero dos causas que lo pueden ocasionar, las quales nacen una de otra; y para exponerlas, empezará por la primera, de que se produce la segunda. 168 De lo que queda dicho antes se debe inferir que siempre que en un país ó clima reyna constantemente un mismo viento no puede llegar á experimentarse en él lluvia formal y que, para que la haya, ó bien es preciso que el viento cesse totalmente ó que haya otro opuesto que, uniendo los vapores que havian corrido acia un lado con los que nuevamente exhala la tierra, los haga condensar á proporcion que se elevan por medio de la atraccion del sol hasta que, llegando á hacerse mas pesados que el ayre, de quien están sostenidos, caygan convertidos en gotas de agua. 169 Si se pone la atencion en las circunstancias que se notan al hacer relacion de lo sucedido en Chocope, se verá que todo el dia estaba clara la athmosphera y que solo era desde las 5 de la tarde en adelante quando empezaba la lluvia y, con esta, la fuerza del viento; se ha de advertir tambien que, quando reynan las brisas en los climas donde son regulares, tienen su mayor fuerza desde la caida del sol hasta que quiere volver á salir y que, sucediendo esto desde diciembre en adelante, es entonces verano en Valles, y en él son los dias claros, y la athmosphera está continuamente despejada. Esto se experimentaba en Chocope al tiempo de aquella lluvia; con que, aunque expressan los habitadores la estacion del tiempo en que se hallaban, dá á entender haver sido en la de verano la referida particularidad y la anotacion de que reynaban los sures con mucha mas violencia que á su regular, lo qual no huviera sido extraño en ibierno porque en esta sazon vientan con mucha desigualdad y en ocasiones con gran fuerza. Assi, podemos assentar seguramente que estos accidentes se experimentaron en el verano, y de sus circunstancias no será extraño concluir que, teniendo las brisas mas fuerza que la comun y ordinaria, recalaban con ella por aquel espacio superior donde los vientos sures llevan la suya, llegando mas adelante en aquel año que lo que acostumbraban, y, haciendo las brisas esfuerzo contra los sures, los constreñian á mudar de rumbo; pero como no era factible que tomassen el que traían retrocediendo respecto que los mismos sures, no cessando en ningun parage anterior, lo estorvaban, dexaban aquella region para cederla al mas poderoso y, baxandose ó descendiendo de ella, seguian el inmediato á la tierra. Entonces, los vapores que se levantaban de esta en todo el discurso del dia se elevaban despues de haver andado con el viento mas inmediato una cierta distancia hasta la region donde reynaba el otro y, rechazados por este, tenian tiempo de condensarse porque, yá dentro de aquel ámbito donde se forma la lluvia ó donde, unidas muchas imperceptibles gotas, componen una de mayor cuerpo y peso, al passo que abanzaban, eran elevados por el efecto de la mayor dissipacion hasta que, volviendo á engrossarse con la falta de influencia, despues que el sol empezaba á declinar sensiblemente y no pudiendo yá sostenerse segun su peso, se iban precipitando convertidas én lluvia, la qual era tanto mas gruessa quanto estaban mas condensados los vapores por la mayor fuerza ó prontitud con que las brisas los hacian retroceder. Empezaban á perder la suya estos vientos desde que queria amanecer, segun es regular, y desde la misma hora empezaba la lluvia á cessar. Reynaban los sures á su ordinario todo el dia y, como en la parte superior de la athmosphera no havia entonces otros vientos que les hiciessen oposicion, llevaban consigo los vapores conforme se elevaban, y quedaba aquella clara y apacible. 170 Esto se experimentó en Chocope, que está mucho mas distante de los parages hasta donde suelen recalar las brisas que Tumbez, Piura, Sechura y otras poblaciones, en las quales sucede con mas frequencia, á proporcion que están mas cerca de la equinocial, sin que llegue el caso de que se experimenten vientos brisas ó del norte en aquel espacio de la athmosphera que está inmediato á la tierra; con que, se hace verosimil y parece cosa regular que, siendo mas facil el que recalen los vientos del norte en el tiempo que reynan á aquellos parages mas proximos á la equinocial que á los que se hallan mas distantes, bien que no lo hacen tan baxos ó inmediatos á la tierra que sean sensibles en ella sino por un espacio mas elevado, es consiguientemente natural el que llueva en aquellos con mas frequencia que en los otros, donde es mas raro que lleguen á recalar estos vientos yá sea por aquel espacio de la athmosphera que está contiguo á la tierra ó por el otro que, hallándose algo distante de ella, es el que ocupa la mayor rapidez del viento ó por donde este lleva su mayor violencia. 171 Como he sentado desde el principio, no estoy tan persuadido á que la razon expuesta sea la precisa con todo rigor phisico que no dé lugar á que pueda haver otra mas convincente y que se conforme mejor con lo mismo que se observa; pero como es dificil encontrar aquella que, al passo que convenga á verificar todas las circunstancias, dexe satisfecho el entendimiento con su possibilidad y naturaleza, no todas las que se puedan buscar están proximas á avenirse con las particularidades á que es menester que se acomoden, y assi, despues de haver concluido la idea, que á mi parecer es la mas propia, queda en libertad la especulacion de los phisicos para indagar la verdadera causa y, descubierta, abandonar la que yo acabo de proponer. 172 Assi, como no se vé llover en Lima con regularidad, tampoco está sujeto aquel clima á tempestades; por esto, quando sus moradores no han viajado, yá sea á la serranía ó yá á otros parages como Guayaquil ó Chile, no saben lo que son truenos ni han visto relampagos, no sucediendo allí unos ni otros; casi, les causa gran novedad y terror quando empiezan á experimentarlos. Pero es cosa digna de nota que, lo que allí es tan extraño, á 30 leguas para el oriente ó algo menos viene á ser muy comun porque, estando la sierra á esta distancia, tanto los aguaceros como las tormentas son en ella tan regulares como en Quito. Los vientos, aunque constantes en la forma que vá dicho, tienen alguna, bien que muy corta, variacion, como explicaré; son tambien muy moderados en todos tiempos pues nunca llegan á sentirse, aun en lo mas riguroso de los ibiernos, con tanta fuerza que incomoden; con que si aquel país no estuviera sujeto á otras plagas y accidentes, no tendrian que apetecer sus moradores para la comodidad de la vida. Pero, allí donde la naturaleza depositó unas prerrogativas tan sobresalientes, puso pensiones que hacen menos estimable la excelencia de aquellas, y con estas en igualdad ó en inferioridad á aquel territorio con los que no gozan tales propiedades. 173 Queda dicho que los vientos que generalmente se experimentan en Valles en todas las sazones son de las partes australes; y esto no obstante, debe considerarse a generalidad con una cierta excepcion, la qual, sin variar enteramente lo que queda notado, hace conocer que hay ocasiones en que reynan vientos del norte, pero tan endebles é imperceptibles que apenas alcanza su vigor á mover las veletas, grimpolas ó catavientos de los navios acia su direccion y solo consisten en unos ambientes muy ténues quanto llegan á ser bastantes para que se conozca que no reynan vientos sures, siendo muy poco menos que calma. Esto se experimenta regularmente en el ibierno, y con ellos empieza la niebla inmediatamente, lo qual parece que en alguna manera es conforme á lo que queda dicho antes de la causa para que allí no se formen aguaceros fuertes. Esta ventolina ó vagages de viento, segun les llaman los náuticos, son tan particulares que desde el instante que empiezan, y aun antes de densificar la niebla, los sienten los moradores porque causa en ellos indisposiciones de cabeza ó jaquecas tales que facilmente revienen el tiempo que ha de hacer aun antes de salir de sus dormitorios y ver el que corre fuera de ellos.
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Capítulo VI De la vida de Chympo Coya, mujer de Sinchiroca inga Chimpu Caya, mujer de Sinchiroca su hermano, fue hija de Manco Capac y Mama Huaco su mujer, primer Rey Inga, y fue muy parecida a su madre así en el rostro como en la pompa y majestad con que se hacía servir, y en el trato de su persona. Tuvo en ella Sinchiroca muchos hijos. De dos solos se tiene noticia de sus nombres que fueron Cusi Huananchiri y Lloque Yupanqui, que heredó a su padre. Vivía de ordinario esta coya en el Cuzco, y con tener grandísima cantidad de ñustas e yndias en su servicio, a todas las hacía andar pomposamente arreadas con ajorcas de oro y vestiduras preciosas; tenían por gran gala y hermosura tener los muslos y pantorrillas muy gruesas, y ansí se apretaban por bajo y encima de las rodillas con gran cuidado y diligencia, y cuando algún Capitán o Gobernador orejón iba a ver esta Coya, le recibía en un buhío redondo, a manera de Capilla, mandábales asentar y hacía sacar a las ñustas unos banquillos de palma negra labrados que ellos llaman duos, y los Capitanes y orejones hacían desto grandísima estima, y se asentaban delante della con gran humildad, y a todos sus vasallos, de la misma manera, los honraba y acariciaba, por ser de noble y generoso corazón. Su figura al natural es la antecedente.
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CAPITULO VI Que trata de los sucesos que acaecieron a los nuestros desde que entraron en México hasta que, rotos y desbaratados, volvieron a Tlaxcalla Como nuestros españoles y los de Tlaxcalla obieron conseguido tan gran victoria y tomando Cholula, quedando ésta en pie por misericordia, prosiguieron su viaje a México, a donde en breves días llegaron, y el capitán Cortes fue muy bien recibido de partes del gran señor y rey Moctheuzomatzin y de todos los señores mexicanos. Y dejando el suceso de esta tan famosa historia a los que de ellas escriben y han escrito, prosiguiendo lo que vamos tratando, digo que estando en la ciudad de México Cortés en el mayor triunfo que capitán ni príncipe del mundo pueden tener ni estar como estaba, y en la mayor cumbre que su fortuna le pudo sublimar ni pudo ponerle, vino una súbita y repentina nueva que fue de la venida y llegada de Pánfilo de Narvaez, que contra él venía y enviaba Diego Velázquez, gobernador que en aquellos tiempos era de la isla de Cuba, que le fue necesario dejar aquella alteza en que estaba e ir en persona al reparo de un gran daño y estorbo como éste para lo que llevaba comenzado y tenía entre manos, que tales son las cosas inestables de este mundo, que sin pensar viene un contrario y un desabrimiento en los mayores contentos y placeres de esta vida. Y ansí, se fue luego y salió de México para Cempohuallan, sin perder punto de lo que tanto le importaba. Y por no dejar de la mano una de las mayores empresas y más heroicas que en el mundo jamás hombre humano había ganado, dejando en México a Pedro de Alvarado, se despidió de Moctheuzoma y de los demás caciques y señores mexicanos so color de que iba a castigar ciertas gentes robadoras y corsarias que habían llegado nuevamente a hacelles mal y a toda la tierra, y que iba a poner remedio en ello. Con este designio partió de México el animoso capitán y se vino por Tlaxcalla, donde fue muy bien recibido, y dando cuenta a sus leales amigos del negocio a que iba, le dieron copia de gente que le acompañó y fuese sirviendo. Y caminando por sus jornadas por tierra de paz y de sus amigos, llegó en breves días a Cempoala; donde con su buena industria y mañas prendió a Pánfilo de Narvaez y le quebró un ojo. Hecha esta prisión, atrajo a sí toda la gente de su compañía con dádivas y regalos que hizo, dio y prometió lo cual le aprovechó mucho, pues con esta gente hizo toda la conquista de esta tierra. Y dejando puesto orden en Cempoala con todo el recato y cuidado de gente de confianza, con la mayor prudencia y brevedad que pudo se volvió a México, que ansí convenía, porque tuvo nueva de que se habían revelado los mexicanos contra los españoles. Llegado que fue y entrado en México, halló a los suyos cercados y encerrados en las casas de Moctheuzoma y puestos en muy grande aprieto. Y como fuese llegado, rogó a los caciques mexicanos, con grandes ruegos y amonestaciones, que aplacasen su enojo, y que él era venido a socorrellos y castigar a sus soldados aquellos que los habían enojado, porque su voluntad era tenellos por amigos y que los suyos, como hombres nuevos y de poca experiencia, habían errado y él, como lo verían, los castigaría. Mas que nunca les aprovechó cosa de lo que les dijo hasta que el propio Moctheuzoma se subió en persona a un terrado un día desde donde les mandó que aplacasen su ira, que no se pusiesen en aquello, ni se quisiesen tomar con las gentes nuevas; que los dejasen, que ellos se querían ir, volver a sus tierras. Y tampoco bastó esto, antes como gente obstinada en su desvergüenza, se amotinaron contra su rey, llamándole de bujarrón y de poco ánimo, cobarde, con otras palabras deshonestas, vituperándole con deshonestidad. Y teniéndole en poco, le comenzaron a tirar con tiros de varas tostadas y flechas y hondas, que era la más fuerte arma de pelea que los mexicanos tenían. De suerte que le tiraron una pedrada con una honda y le dieron en la cabeza, de que vino a morir el desdichado rey, habiendo gobernado este Nuevo Mundo con la mayor prudencia y gobierno que se puede imaginar, siendo el más temido, reverenciado y adorado señor que el mundo ha habido y en su linaje, como es cosa pública y notoria en toda la máquina deste Nuevo Mundo, donde con la muerte de tan gran señor se acabaron los reyes culhuaquesmexicanos y todo su poder y mando, estando en la mayor felicidad de su monarquía. Y ansí, no hay que fiar en las cosas de esta vida sino en sólo Dios. Muchos de los conquistadores que yo conocí afirman que estando en el artículo de la muerte pidió agua del bautismo y que fue bautizado y murió cristiano, aunque en esto hay grandes dudas y diferentes pareceres. Mas, como digo, de personas fidedignas, conquistadores de los primeros desta tierra, de quien fuimos informados, supimos que murió bautizado y cristiano, y que fueron sus padrinos del bautismo Fernando Cortés y D. Pedro de Alvarado. Este nombre de Moctheuzomatzin quiere tanto decir como "Señor regalado", tomándolo literalmente; mas en el sentido moral quiere decir "Señor sobre todos los señores" y "El mayor de todos", y "Señor muy severo y grave y hombre de coraje y sañudo, que se enoja súbitamente con liviana ocasión". Muerto el desdichado rey, en quien tenían los nuestros puesta toda su esperanza, se procuró dar orden de salida de aquel cerco tan trabajoso, porque los bastimentos se les iban acabando y faltando, y las aguas que bebían eran de pozos salobres y hediondas, que les hacían mucho daño, y que los propios cercados habían abierto para beber. Vista su perdición y precisa necesidad tan irremediable, acordaron de salir de allí antes que pereciesen tantas gentes como allí estaban oprimidas y cercadas. Ordenadas sus haces y escuadrones, salieron una noche. Cuando todo estaba en silencio y sosegado, y las velas durmiendo en profundo sueño, comenzaron a marchar con el mayor secreto del mundo, porque no fuesen sentidos. Fueron saliendo por la calle de Tacuba con la mejor ordenanza que pudieron, sin que fuesen sentidos. Mas al cabo lo fueron de una vieja vendedora, que estaba en aquella hora vendiendo para los caminantes y forasteros cosas de comida, que era a manera de bodegón, en el barrio de Ayotzapagres, donde están fundadas las casas que hizo Juan Cano y enfrente de las casas que labró Ortuño de Ibarra, que después fue yerno de Moctheuzomatzin, cuyas casas son hoy de Hernando de Rivadeneyra, que dejó Juan de Espinosa Salado. La cual dicha vieja, que debío de ser el demonio, comenzó a dar muy grandes voces diciendo: "¡Ea mexicanos! ¿Qué hacéis? ¿Cómo dormís tanto que se os van los dioses que tenéis encerrados? ¿Qué hacéis hombres descuidados? Mirad no se os vayan. Tomad por vosotros. Matadlos y acabadlos porque no se rehagan y vuelvan sobre vuestra ciudad con mano armada!"... Y como todo estuviese en arma, acudieron a las voces y gritos de la vieja, y salieron los mexicanos con tan gran alboroto, ira y furia, y en tan breve espacio, que parecía que el mundo se acababa. Y en un momento se hincharon las plazas y calles y azoteas de tantas gentes que no cabían unos y otros, y vello era la cosa más horrible y espantosa que se vió jamás. La vocería que a esta hora había en la ciudad de México no se puede con palabras ni por pluma encarecer, porque con la multitud de gentes, de noche y oscuras, se mataban unos a otros sin podello evitar. Y comenzaron a arremeter y dar en los nuestros tan cruelmente y con tan gran ira, ímpetu y coraje y furia que no parecían sino leones fieros y encarnizados y hambrientos, y los nuestros en defenderse, a este tiempo, haciendo lo propio en este tan gran asalto y reencuentro, que fue una de las más sangrientas peleas y batallas que jamás en el mundo se han visto, porque como fuese de noche y entre acequias, lagunas, ciénegas y pantanos, y puentes quebradas, fue un combate y rompimiento el más inevitable, que jamás ha pasado ni se ha oído, por ser los nuestros tan pocos y la gente contraria tan innumerable que no se puede imaginar. Los nuestros, por salir de tan gran aprieto y peligro, procuraron de animarse y sacar fuerzas de flaqueza, y salir defendiéndose de sus enemigos lo mejor que pudieran, cuya salida no pudo ser sin gran daño y pérdida de los nuestros, porque en la refriega murieron más de cuatrocientos y cincuenta españoles y sinnúmero de los amigos de Tlaxcalla, aunque se dice que fueron cuatro mil amigos. Mas no que a menos costa y riesgo de los mexicanos, porque experimentaron bien las manos y ánimo de los españoles, pues las acequias, calles y paso de donde habían quebrado las fuentes, quedaron llenos de cuerpos muertos, y las ciénegas y lagunas teñidas y vueltas en pura sangre. En esta rota y desbarato de los nuestros, siempre iban prosiguiendo su viaje. Llegaron al paso donde hizo Alvarado aquel heroico y temerario hecho del salto que dio, que por ser tan grande e increíble lo pongo aquí. Ya el sol iba alto a estas horas, y los amigos, vista tan gran hazaña, quedaron maravillados y al instante que esto vieron se arrojaron por el suelo postrados por tierra, y en señal de hecho tan heroico, espantable y raro, que ellos no habían visto hacer a ningún hombre ansí, adoraron al Sol comiendo puñados de tierra y arrancado yerbas del campo, dijeron a grandes voces: "Verdaderamente que este hombre es hijo del Sol". Esta ceremonia de comer tierra a puñados y arrancar yerbas era una superstición muy usada entre los naturales cuando les sucedía algún caso que fuese de admiración, o cuando pedían a sus dioses con eficacia y demanda muy encarecida. Ansí, en este caso se postraron por el suelo y mordieron la tierra tomándola a puñadas, echándosela a la boca, arrancaron yerbas del campo ofreciéndolas a sus ídolos, alzando los ojos al cielo y diciendo de esta manera: "¡Oh! dioses muy altos y poderosos, poseedores de los altos Nueve Cielos, hasta el más alto y supremo dellos, donde asiste aquel que es sobre todos vosotros demas dioses (que le llamaban Tloque Nauhuaque, que quiere tanto decir como si dijésemos "Aquel que todos le acompañan y es acompañado de todos los otros dioses."), a vosotros nos encomendamos para que seáis en nuestro socorro y ayuda y no nos desamparéis en nuestros trabajos, peligros y aprietos, pues tenéis poder y superioridad sobre todos los hombres. También invocamos a vos, muy claro y resplandeciente Sol Nauhollin (que quiere decir "Cuarto nombre"), y a vos, Luna, mujer hermosa y resplandeciente del claro Sol, y a vosotras, estrellas del cielo, y a los aires del día y de la noche, para que con vuestra ayuda salgamos de los grandes peligros y de este aprieto y guerra en que nos vemos, que tan injustamente se nos ha movido". Sacamos esta oración a luz, por ciertas averiguaciones que hicimos en la ciudad de Tlaxcalla en una probanza que los herederos de D. Pedro de Alvarado hicieron por los méritos de su padre, de muy famosos capitanes que se hallaron presentes en todo el discurso de la guerra. Entre los cuales fue uno que se llamó D. Antonio Calmecahua, capitán muy famoso de Maxixcatzin, el cual se halló con Cortés en todas las ocasiones que se le ofrecieron, que hoy en día vive , según se afirma, es de edad de ciento treinta años y tiene todavía gran sujeto y razón de hombre, que de todo cuanto se le pregunta da muy buena razón y cuenta y, aunque está sordo, cuenta grandes excelencias y cosas de la venida de Cortés y demás capitanes, y de sus notables hechos. Tiénese por dichoso en haber sido bautizado y ser cristiano; llora el tiempo que fue idólatra con arrepentimiento del engaño en que vivía y vivieron sus antepasados. Lo mismo se cuenta de otro capitán muy señalado, Antonio Temazahuitzin, natural desta provincia, del pueblo de Hueyotlipan, al cual se atribuye haber librado a Cortés de un muy gran peligro en que se vio, llevándolo asido y preso los mexicanos para sacrificarlo a sus dioses. Pues andando en la pelea, cayó en una ciénega o pantano y estando encenegado le prendieron, llevándole asido para sacrificarle a sus ídolos. (También se dice que él estaba asogando ende agua una india vieja mexicana) hasta que llegó esta gente y Cristóbal de Quiñones, a quien se atribuye haberle librado deste peligro, hasta que, ansimismo llegó Cristóbal de Olea y lo mataron los indios. Llegó este capitán Temoxahuitzin con su escuadrón y le quitó y sacó de la ciénaga, que fue en la última guerra de México, junto a la acequia que llamaban los naturales de Tultecapan. Y ansí, con esta ayuda y socorro de este leal capitán, obo lugar de que llegase Francisco de Olea, su criado, a defendelle, y dicen que cortó las manos a los que lo llevaban asido, de una cuchillada. En esto, llegó otro español, llamado Antonio de Quiñones, y asió del brazo a Cortés y le sacó por fuerza de entre los enemigos, peleando con ellos. A este tiempo llegó uno de a caballo haciendo calle y lugar por entre la gente, al cual también mataron los indios. Entonces Cortés subió en un caballo que le trujeron, y recogiendo la gente de sus españoles, salió de aquel mal paso y gran peligro. Gran suma de riqueza de oro y pedrería fue la que en aquella salida se perdió, la cual fue del tesoro de Moctheuzomatzin, que, como fuese muerto, mandó Cortés que la mayor parte se fundiese, porque en piezas y joyas de oro labrado hacía mucho volúmen, lo que no hacía derritiéndole y hecho en barras y ladrillos. Y ansí, se puso por obra; de modo que lo que estaba en joyas, brazaletes, patenas, bezotes y orejeras, todo se hizo fundir, sin lo que estaba en tejos y barras que era gran suma. Y al tiempo de la salida de las casas de Moctheuzoma se encargó de la mayor parte de esta riqueza a los amigos de Tlaxcalla, aunque, como está referido, se perdió, y se lograron mal. Todas estas razones son del capitán D. Antonio Calmecahua, que fue uno de los que salieron en guarda del tesoro mexicano de Moctheuzoma, muriendo sobre ello y en defensa de él la mayor parte de nuestros españoles, como murieron. Y tornando al discurso de lo que ibamos tratando, ansí como obo pasado D. Pedro de Alvarado la puente, llevando lo mejor que pudo la retaguardia herida y sangrienta, y desventurada, él y su gente y los de Tlaxcalla fueron en seguimiento del general que iba caminando al pueblo de Tlacupa y a Teocalhincan y Tzacuhyocan, donde agora está la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, sin poderse defender de los enemigos, continuando su viaje, marchando y peleando con gran ánimo, defendiéndose dellos hasta llegar al lugar referido, que desde aquel día quedó aquella memoria y advocación de Nuestra Señora de los Remedios, que dura hasta el día de hoy, la cual es frecuentada de muchas gentes con mucha devoción. Llegados aquí los nuestros, tuvieron algún descanso por verse ya fuera de las lagunas y ciénagas, y de otros peligros de México; habiéndolos por aquí guiado y encaminado los de Tlaxcalla, rodeando todos los cerros y lagunas que caen fuera de la laguna mexicana, yendo hacia la parte del Norte en cuanto al sitio de México, a diez y nueve leguas de distancia de México, continuando su viaje para la provincia de Tlaxcalla, que ya era tenida como su patria, morada, y amparo y defensa del pequeño número de cristianos que habían quedado. Llegados que fueron a los campos y llanos de Otompan, que por otro nombre llaman los Llanos de Aztaquemecan, en la cual parte salieron de refresco innumerables escuadrones de gente de guerra en gran ordenanza, de gente muy lucida y principal de la provincia de Tetzcuco, llamado aculhuaques del reino de Aculhuacan de Netzahualpitzintli, famosísimo varón, origen y principio de los reyes de Tetzcuco aculhuacanense, según más largamente lo dejamos declarado a los principios de nuestra historia. Cuya gente puso en muy grande aprieto a los nuestros, porque como venían cansados, mal heridos, destrozados y salían tantas gentes a ellos, les fue necesario llamar y recoger y hacer junta y tomar consejo de guerra. Se resolvieron que con mucha orden fuesen marchando, sin que ninguno saliese fuera de su orden hasta que el tiempo les diese a entender lo que se debía hacer, y que no acometiese nadie ni se desordenase por ninguna ocasión que obiese, ni por otra cualquier vía ni manera que fuese, a causa de que su designio era conservarse hasta rehacerse y llegar a Tlaxcalla, si pudiese ser, sin ningún reencuentro por no perder más gente de la perdida. Finalmente, sin reparo ninguno, les fue necesario y forzoso romper esta guerra y entrar por los ejércitos de los aculhuaques, y pelear tan denodadamente como si no hubieran pasado por ningún trance ni peligro de fortuna. De manera que se trabó la guerra tan cruelmente y tan deveras que, a poco rato, se hincharon los campos de cuerpos muertos y de sangre, que parecía ser cosa increíble, donde los nuestros conocidamente entendieron ser por milagro de Dios esta victoria, pues conocidamente de nuestra parte se iba todo aflojando y perdiendo tierra por muchas veces, a la vez que, a cada momento, venían gentes y escuadrones de refresco al socorro de los aculhuacanenses, que no con poca dificultad los nuestros les resistían, y con menos esperanza de salir de entre tantos y tan crueles enemigos; porfiados y prolijos en su dura obstinación y crueldad. Viéndose nuestro capitán Hernando Cortés en tanto aprieto y peligro de perderse él y su gente, y el notable desmayo de los nuestros, determinó entrar rompiendo, como entró por medio de un escuadrón con una lanza en la mano, alzando e hiriendo a una y otra parte a enemigos, matando y atropellando cuanto por delante hallaba, poniendo increíble espanto a sus contrarios. Y de tal manera se dio tan buena maña, ayudado de Dios Nuestro Señor y de su Santísima Madre, que llegó a lanzar al general de todo el campo porque rompiendo por todos los escuadrones, como está referido, lo atropelló con el caballo, dándole de lanzadas, le mató y quitó la divisa que traía, la cual los naturales llamaban Tlahuizuntlazopilli, que era de oro y de muy rica plumería. La cual presa mandó guardar y tener por una de las más estimadas empresas que había ganado, la cual dio después y presentó a Maxixcatzin, su amigo, señor de Tlaxcalla, de la cabecera de Ocotelulco, porque como cosa que había ganado por su lanza, le servía con ella. Luego que este capitán faltó, llamado maxatlopille por la divisa que traía, cuyo propio nombre era Cihuacatzin, capitán de Teotihuacan, de un barrio que estaba bajo de Teacalco junto a Aztaquemecan. Ansímismo, alanceó Hernando Cortés en esta batalla aquel día a otro señor llamado Tochtlahuatzal, aunque no murió y vivió mucho tiempo. En estos reencuentros se halló aquella señora llamada María de Estrada, donde peleó con lanza a caballo, como si fuera uno de los más valerosos hombres del mundo, como atrás queda referido. Quieren decir los otompanecas y dar por descargo que esta gente de guerra que salió al encuentro de los españoles no fue de intento pensado, ni de refresco a matallos, sino que acaso se celebraban unas fiestas anuales, que tenían de costumbre los indios, y que estando en ellas con gran número de gentes haciendo reseña de guerra y alarde, que acaso se hallaron en esta ocasión y que salieron al paso por ver si podían acabar con los españoles, que venían desbaratados y heridos de México, y lo pusieron ansí por obra, sin ser para ello avisados de los mexicanos. Lo cual tengo por falso descargo. Finalmente, se desbarató el campo enemigo, desmayaron sus gentes, de suerte que en poco rato no quedó ninguno que les impidiera su camino, quedando los nuestros vencedores. Prosiguieron su camino, aunque algunos capitanes de los vencidos siempre salían a estorbar el pasaje, continuando su pelea con rabia cruel de tan gran pérdida de sus gentes, aunque no con tanta prisa que fuese parte para que pudiese impedirles el camino que llevaban... En este lugar vieron los naturales visiblemente pelear uno de un caballo blanco, no le habiendo en la compañía. E1 cual les hacía tanta ofensa que no podían en ninguna manera defenderse del ni aguardalle. Y ansí, en memoria de este milagro, pusieron en la parte que esto pasó una ermita del Apóstol Santiago, que es un pueblo pequeño que está en aquella comarca de Otompan, que los naturales le llaman Tenexalco. Afirmaron muchos conquistadores que el caballo en que salió Hernando Cortés a este reencuentro era un rocín de arria muy bronco, que no servía más que para llevar el fardaje; y como se vio sin caballo que fuese de provecho, hizo ensillar este arriero, en el cual fue Dios Nuestro Señor servido que hiciera tantas hazañas, que parece cosa increíble cómo después salió tal y tan bueno. Por este caballo se le atribuyó toda la victoria, pues estando flaco y cansado, como lo estaba, a coces, tocados y manotadas hacía tanto daño a los contrarios que no osaban acercarse a él. De este caballo arriero se sirvió en la conquista de México y en la última guerra que se dio se lo mataron, cuando Olea le dio el suyo, como atrás dejamos tratado. Pasados deste trance prolijo y peligroso y de otros grandes acaecimientos de fortuna, se fueron los nuestros por los llanos de Apam, Temalacatillan y Almoloyan, siempre peleando y resistiendo a los enemigos que a cada paso, en cada lugar y pueblo de los aculhuacanenses salían de refresco a combatirse con los nuestros, hasta que llegaron a Hueyotlipan, lugar sujeto a Tlaxcalla, a donde los nuestros fueron acogidos y recibidos con mucho aplauso y regalo, como si fuera dentro de su patria y tierra natural, donde se les dio todo lo necesario.
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La principal causa que movió al Almirante a creer que podía descubrir las Indias Llegando a decir las causas que movieron al Almirante al descubrimiento de las Indias, digo que fueron tres, a saber: fundamentos naturales, la autoridad de los escritores y los indicios de los navegantes. En cuanto al primero, que es razón natural, digo que él consideró que toda el agua y la tierra del universo constituían y formaban una esfera, que podía rodearse de Oriente a Occidente caminando los hombres por ella hasta llegar a estar pies con pies, unos con otros en cualquier parte donde se hallasen opuestos; lo segundo, presupuso y reconoció por autores aprobados que ya se había navegado gran parte de esta esfera, y que para descubrirla y manifestarla toda, no quedaba más de aquel espacio que había al fin Oriente de la India, el cual conocieron Ptolomeo y Marino siguiendo la vía de Oriente, y volverían por nuestro Occidente a las islas de los Azores y de Cabo Verde, que eran entonces la tierra más Occidental descubierta. Lo tercero, consideraba que este espacio referido que está entre el fin oriental, conocido de Marino, y las dichas islas de Cabo Verde, no podía ser más de la tercia parte del círculo mayor de la esfera, pues ya el dicho Marino había descrito hacia Oriente 15 horas o partes de 24 que hay en la redondez del universo, y para llegar a las islas referidas de Cabo Verde faltaban cerca de ocho, porque ni aun el dicho Marino empezó su descripción tan al Poniente. Lo cuarto, hizo cuenta de que habiendo Marino escrito en su Cosmografía, 15 horas o partes de la esfera hacia Oriente, aún no había llegado al fin de la tierra oriental, y la razón precisaba a creer que este fin estuviese más adelante, y consiguientemente cuanto más se extendiese hacia Oriente, tanto más vendría a estar más cercano por nuestro Occidente a las islas de Cabo Verde; de suerte que si fuese mar este espacio, pudiera navegarse fácilmente en pocos días; y si fuese tierra, se descubriría más presto por el mismo Occidente, porque vendría a estar cercana a las mismas islas. A esta razón se junta lo que dice Estrabón en el libro XV de su Cosmografía, que ninguno ha llegado con ejército al fin oriental de la India, el cual afirma Ctesias ser tan grande como toda la otra parte de Asia; y Onesicrito afirma ser la tercera parte de la esfera; Nearco, haber cuatro meses de camino, por llano; sin lo que Plinio, en el capítulo XVIII del libro VI, cuenta de ser la India la tercera parte de la tierra; de modo que argüía ser ocasión tal grandeza de que estuviésemos más vecinos a nuestra España por Occidente. La quinta consideración que hacía creer más que aquel espacio fuese pequeño, era la opinión de Alfragano y los que le siguen, que pone la redondez de la tierra mucho menor que los demás autores y cosmógrafos, no atribuyendo a cada grado de ella más que 56 millas y dos tercios; de cuya opinión infería el Almirante que siendo pequeña toda la esfera, de fuerza había de ser pequeño el espacio que Marino dejaba por ignoto, y en poco tiempo navegado; de que infería asimismo que, pues aun todavía no estaba descubierto el fin oriental de la India, sería aquel fin el que está cerca de nosotros por Occidente; y por esta razón podrían llamarse justamente Indias las tierras que descubriesen; en lo cual se ve cuán desvariadamente Maese Rodrigo, arcediano que fue de Reina, en Sevilla, y algunos secuaces suyos, reprendían al Almirante, diciendo que no debían llamarlas Indias porque no son Indias; la verdad es que el Almirante no las llamó Indias porque fuesen vistas y descubiertas por otros, sino porque eran la parte de la India allende el Ganges, a la cual ningún cosmógrafo señaló los términos a sus confines con otra tierra o provincia, sino con el Océano; y por ser estas tierras la parte oriental de la India no conocida, y porque no tenía nombre particular, las dio el nombre del país más cercano, llamándolas Indias occidentales, mayormente porque sabía ser a todos notorio cuán rica y famosa fuese la India, por lo cual quiso convidar con este nombre a los Reyes Católicos, que estaban dudosos de su empresa, diciendo que iba a descubrir las Indias por la vía de Occidente; y esto fue lo que le movió a desear el partido del rey de Castilla más que el de otro príncipe.
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CAPITULO VI Descripcion de la bahía de la Concepcion, noticia de los puertos que hay en ella, pescados y mariscos que allí se cogen y de unas particulares minas de conchas que están en aquellos sitios 524 Es la bahía de la Concepcion tan espaciosa y de buen fondo que no hay otra que se le iguale en capacidad en todas aquellas costas desde las de Tierra Firme; su dirección es del norte al sur, en cuya forma corre tres leguas y media con muy corta diferencia, y de este á oeste se ensancha cosa de tres leguas, que es la distancia desde el puerto de Talcaguano, á el que nombran el Cerrillo verde, y está inmediato á la ciudad; despues se estrecha, con lo que ocupa la isla de la Quiriquina, pues, hallandose esta en la medianía de ella, forma dos entradas, la del oriente, que es la segura, y por lo tal, la que frequentan toda suerte de embarcaciones, tiene dos millas de ancho, y la del occidente, formada entre la isla de la Quiriquina y la punta de Talcaguano, tiene poco menos de media legua. 525 En la entrada principal de esta bahía, hay 30 brazas de agua, la qual se disminuye despues á 11 y 10 brazas hasta cosa de una milla distante de la playa que hace frente á la misma entrada. La del occidente, aunque á la vista parece impracticable por las muchas peñas y rebentazon que se descubre en ella, tiene canal con bastante agua para todas embarcaciones, y, empezando por 30 brazas de agua, sigue disminuyendo hasta 11, hallandose el canal á medio fredo del ancho que dexan entre sí las dos costas y, por consiguiente, en la medianía de la distancia que hay entre los escollos que se abanzan de la de Talcaguano como un quarto de legua y la Quiriquina. 526 Hay dentro de la bahía tres puertos donde fondean los navios; y aunque el fondo de toda ella es limpio y de lama, no lo pueden executar con seguridad sino es en uno de los tres por no quedar al descubierto de los vientos. El primero, que llaman Puerto Tomé, está este oeste con la punta del norte de la Quiriquina, inmediato á la costa de la tierra firme, y se fondea como media legua distante de ella en 12 brazas de agua, pero solo es practicable este puerto quando se llega allí de noche hasta que el dia dé lugar para tomar alguno de los otros dos que es necessario para conseguirlo. 527 El principal puerto que tiene esta bahía es el de Talcaguano y consiste en una ensenada que hace la costa y corresponde al sur sudoeste de la punta del sur de la Quiriquzna; en él es donde dan fono casi todos los navios y en donde pueden mantenerse con alguna seguridad porque el tendero es mejor que en todo lo restante de la bahía y hay algun abrigo para los nortes. No sucede assi en el de Cerrillo verde, donde quedan enteramente descubiertos á aquellos vientos y aun á los sures porque, siendo la tierra baxa, passan sin dificultad; á que se agrega que, por ser el fondo de lama suelta, garrean las anclas quando el viento es fuerte y tienen inmediato el peligro de la costa; estos inconvenientes dan motivo á que sea poco frequentado, siendo los unicos navios que fondean en él los que van en el rigor del verano y tienen que recibir carga por la mejor oportunidad, en que están para ello con la inmediacion á la ciudad. 528 Dan sus aguas á esta bahía dos rios, el uno atraviessa por la ciudad de la Concepcion, de quien toma nombre, y el otro es llamado de San Pedro; en el primero hacen su aguada los navios que fondean en el puerto de Cerrillo verde. Pero los que se hallan en Talcaguano, se proveen de unos arroyos que baxan á aquella playa de las alturas inmediatas, y sus aguas son muy buenas, teniendo tambien la oportunidad de la leña, que abunda allí á correspondencia de los viveres, como se dixo en el capitulo antecedente. 529 Para entrar en la Concepcion, se procura recalar en la isla de Santa Maria, y despues de haverla reconocido, se costea haciendo el necessario reparo á la laxa que se alarga de la punta del noroeste tres leguas á corta diferencia, como yá se dixo; de allí, se continúa llevando la tierra á poca distancia, pues con hacer reparo á las peñas que están descubiertas es bastante para evitar todo peligro; y se dirige la derrota, despues de montada la laxa, de la isla de Santa Maria á la punta e Talcaguano; de esta, se alarga al mar cosa de media legua un mogote, á quien dan el nombre de quiebraollas, y, estando circunvalado de arrecifes, se les hace el necessario resguardo, el qual se logra con passar lexos del mogote como media milla, pues á la distancia de un cable hay bastante fondo; y se continúa governando á la punta del norte de la Quiriquina; de esta, se alargan á el mar dos mogotes, y el que mas dista de tierra solo lo está cosa de un quarto de legua; passase tan cerca de él como á tiro de piedra, y ambos están cubiertos con una gran muchedumbre de lobos marinos. No hay peligro en acercarse á estos mogotes por haver pegado á ellos mucho fondo, y se hace preciso el executarlo assi para no perder barlovento. Luego que se han montado, se prosigue navegando lo mas cerca que se puede de la isla y costeando otras piedras que están contiguas á ella. 530 Como es regular entrar bordeando en la bahía de la Concepcion, se hace preciso no acercarse á la isla de la Quiriquina por la parte del este y sur de ella, pues, aunque por la parte del norte y noroeste es muy fondable, por la del sur tiene un baxo que sale lo bastante al mar. A el tercio de la distancia que media entre el puerto de Talcaguano y la punta del mismo nombre, hay otro baxo que corre al este media legua con corta diferencia y, en su medianía, una laxa rodeada de arrecifes que se descubre á flor de agua en baxa mar; y como es preciso evitar este baxo para tomar el puerto, aunque el color turbio del agua lo avisa, es lo mejor desde que se entra por la boca de la bahía con el terral dirigirse derechamente á la medianía de un manchon de tierra colorada que se descubre al fin de ella sobre un cerro de mediana altura que hay en aquella parte y continuar assi hasta tener montado el baxo, prosiguiendo despues á las casas de Talcaguano hasta estar distantes de la playa cosa de media milla y en 5 ó 6 brazas, donde se dá fondo, de suerte que la punta de la Herradura quede cubierta con la isla de la Quiriquina. Es assimismo necessario tener cuidado con otra laxa que media entre el Morro y la playa de Talcaguano y de no aproximarse acia la parte del Morro porque hay un baxo de arena que corre desde esta laxa hasta Cerrillo verde. Estando ondeados los navios en Talcaguano en la forma que se ha dicho, quedan resguardados del norte aunque no de la mar que entra con toda su alteracion por ambas bocas, pero no hay peligro por la buena calidad del fondo. Quando reynan estos vientos, no se puede desembarcar en tierra porque las olas van á romper en la playa, cuyo inconveniente cessa luego que dexa de ventar, quedando desembarcadero en toda ella. 531 Notase una particularidad en los territorios circunvecinos á esta bahía, y, mas que en otros parages, en el que se estiende desde Talcaguano á la Concepcion y hasta quatro y cinco leguas distante de la marina, la qual es que á cosa de media vara ó tres quartas que se cabe, esto es, de uno y medio á dos pies ó poco mas todo lo que se encuentra hasta dos y tres tuessas de profundidad, que corresponden de 5 á 7 varas, y aun en parages á mucha mayor hondura, es un terrazgo de conchas de distintas especies y sin interposicion de tierra alguna, haciendo la union de una concha con otra las mas pequeñas y llenando esta las concabidades de la mayor; con este ultimo, fabrican allí toda la cal y, para este efecto, hacen grandes huecos en la tierra para sacarlo y calcinar. Esto aun no sería muy particular si solo se encontrasse en los lugares baxos y llanos porque podriamos creer que en otros tiempos havia ocupado el mar tales sitios, como queda dicho en la descripcion de Lima, pero lo estraño es que de la misma forma y con igual abundancia se encuentra encima de los cerros de mediana altura en aquellas cercanías y no tan pequeños que dexen de tener de cinquenta tuessas para arriba sobre la superficie del mar. Yo no lo examiné en los mas elevados, sí solo me lo asseguraron los mismos dueños de los sitios que tenían en ellos hornos de cal; pero lo ví en las cumbres de otros, cuya altura era de 20 tuessas sobre la misma superficie, y esto me parece suficiente para que se pueda concluir ser una evidente señal que dexó en aquellas partes el diluvio universal, pues, aunque se quiera atribuir á otras causas como algunos han pretendido, no dexa arbitrio para ello la mas convincente prueba que allí advierte la especulacion de que, abundando aquel mar de varias especies de mariscos que se cogen en la bahía en gran cantidad y siendo las que mas se señalan por lo que exceden tres, que llaman á la una choros, de que yá tengo hablado en la descripcion de Lima, la otra, pies de burros, y la ultima, bulgados, son de estas mismas especies de conchas y no de otras las que se sacan tanto en los llanos como en lo alto de los cerros; assi, no parece puede caber la mas pequeña duda en que todas ellas fueron criadas en aquel mar y que de él las llevaron las aguas á los parages donde hoy se encuentran, dexandolas allí al tiempo de retirarse y comprimirse en sus margenes. 532 Con todo cuidado, examiné aquellos sitios y no hallé en ellos ningun accidente que diesse indicios de haver fuegos subterráneos porque ni fuera de la tierra se encuentran calcinaciones ni entre las mismas conchas las hay; y como llevo yá dicho, ni están mezcladas con tierra ni se ven piedras ó otra materia mas que conchas, unas enteras y otras quebradas, como es natural que suceda con la misma compression el peso que sostienen y el transcurso del tiempo. Esta circunstancia, aunque pueda parecer á algunos de poca utilidad su advertencia, no lo será para aquellos que pretenden la possibilidad de que se formen conchas en la tierra por la naturaleza del territorio y calor de los fuegos subterráneos. 533 El pie de burro es un marisco, á cuyo animal dan este nombre por la similitud que tiene sacado de su concha al pie del asno. Su carne es obscura, callosa y compuesta de muchas fibras longitudinales y gruessas. No tiene este animal mas que una concha, cuya boca es casi circular, y su diametro, de tres pulgadas por lo mas regular; el fondo es cóncavo en lo interior y convexo por la parte de afuera algo prolongado; por dentro es muy blanca, lisa y tersa y por afuera tiene el color pardo obscuro; es bronca y llena de eminencias, que la hacen desigual; el gruesso por toda su circunferencia y tanto en el fondo como por la boca es de quatro ó cinco lineas, y, siendo por todas partes muy sólida, es pesada, por cuya razon y la de su tamaño, la escogen y prefieren para fabricar la cal. 534 Los bulgados, que en Canarias nombran burgaos, son caracoles en la hechura no diferentes de los comunes; su magnitud, mayor que la de los que con el mismo nombre se crian en los jardines, pues tienen de diametro de dos pulgadas á dos y media. La concha es tambien gruessa, escabrosa por afuera y de color obscuro; prefierenlas á las de los choros para la cal aunque no á las antecedentes. 535 Estas especies de mariscos se crian todas en el fondo del mar desde quatro y seis brazas á mayor profundidad, como hasta la de 10 á 12. Sacanse con garfios, y de ellas ó sus semejantes no se encuentran ni en las playas que el agua lava con los embates de las olas ni en las que quedan anegadas con la pleamar; hallanse unidos á una planta marina que nace en aquellos fondos, á la qual dan el nombre de cochayuyo, y significa yerva de la mar ó de laguna porque los indios no distinguian por el nombre las lagunas terrestres del mismo mar, y, assi, indiferentemente llamaban á unas y otras cochas. Esta planta es á modo de un bejuco; su tronco, que no tendrá mas gruesso que el de media pulgada, es parejo tanto por el nacimiento como en su extremidad; tiene de largo de 20 á 30 tuessas, que hacen de 50 á 70 varas; á cada media vara de distancia ó poco mas echa una hoja larga de vara y media á dos varas; su ancho, que tambien es parejo en toda ella, no excede de dos y media á tres pulgadas; es muy lisa, y la hace lustrosa un licor viscoso que la cubre por todas partes; lo mismo sucede con el tronco, el qual es sumamente flexible y algo fuerte; su color, verdoso pálido, y el de las hojas, algo vivo. Dividese esta planta ó echa varias ramazones tan gruessas como la principal y de su mismo largo, y las ramazones van produciendo successivamente otras muchas, de suerte que un solo pie es bastante para cundir mucho espacio; en los nudos de donde brota cada rama, es donde se pegan las especies de mariscos y allí se nutren, procrean y permanecen, aumentando cada vez mas la cantidad de los que primero se unieron á ella; las puntas ó extremidades de estos cochayuyos sobrenadan y cubre el agua de aquel parage en que los hay, tapizandola como sucede en las lagunas, donde se mantiene rebalsada el agua mucho tiempo; en el parage que brota cada hoja, echa una fruta semejante en la figura pero en el tamaño algo mayor á los alcaparrones, muy lisa y lustrosa por de fuera y con el mismo color que el tronco, del qual no se distingue en él. 536 Los mares de aquellas costas son tambien muy abundantes de pescado aunque no tienen comparacion con los de las islas de Juan Fernandez, y es muy sabroso el que se pesca en ellas y de varias especies. Hay mucha cantidad de ballenas, las quales entran en aquella bahía, toninas y lobos marinos. Entre los animales amphibios, hay uno comun en todas aquellas costas y que se encuentra no menos que allí en el Callao; conocese por el nombre de pajaro niño. Este tiene en parte la figura de un ganso aunque no encorbado el cuello ni haciendo paletas el pico; su tamaño es algo mayor; el pescuezo, gruesso; la cabeza, grande; el pico, gruesso y pequeño; los pies, muy chicos; y al andar, lleva derecho todo el cuerpo sobre ellos; las aletas son pequeñas, cartilaginosas y muy parecidas en la hechura á las aletas del cazon ú otro pescado de pellejo; la cola, muy pequeña, que apenas se le conoce, y abierta; todo su cuerpo y, á él igual, las aletas están cubiertas de un pelo corto y pardo á manera del de los lobos con diferentes pintas blancas, en lo qual hay variedad porque algunos las tienen de otros colores, y con ellas se hace muy vistoso este animal; indiferentemente, vive en el agua ó en tierra y, en esta, se coge con facilidad porque es torpe en el andar y no dexa de ser dañoso con el pico quando, hostigado, se vale de él, pero, sin maltratarlo, no ofende.
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CAPÍTULO VI Que el mundo hacia ambos polos tiene tierra y mar No está hecho poco, pues hemos salido con que acá tenemos cielo y nos cobija como a los de Europa y Asia y África. Y de esta consideración nos aprovechamos a veces cuando algunos o muchos de los que acá suspiran por España, y no saben hablar sino de su tierra, se maravillan y aun enojan con nosotros, pareciéndoles que estamos olvidados y hacemos poco caso de nuestra común patria, a los cuales respondemos que por eso no nos fatiga el deseo de volver a España, porque hallamos que el cielo nos cae tan cerca por el Pirú como por España, pues como dice San Jerónimo, escribiendo a Paulino, tan cerca está la puerta del cielo de Bretaña, como de Jerusalén. Pero ya que el cielo de todas partes toma al mundo en derredor, es bien que se entienda que no por eso se sigue que haya tierra de todas partes del mundo. Porque siendo así que los dos elementos de tierra y agua componen un globo o bola redonda, como los más y los mejores de los antiguos (según refiere Plutarco) lo sintieron, y con demostraciones certísimas se prueba, podríase pensar que la mar ocupa toda la parte que cae al polo Antártico o Sur, de tal modo que no deje lugar alguno a la tierra por aquella banda, según que San Agustín doctamente arguye contra la opinión de los que ponen antípodes. No advierten (dice), que aunque se crea o se pruebe que el mundo es de figura redonda como una bola, no por eso está luego en la mano que por aquella otra parte del mundo esté la tierra descubierta y sin agua. Dice bien sin duda San Agustín en esto; pero tampoco se sigue ni se prueba lo contrario, que es no haber tierra descubierta al polo Antártico, y ya la experiencia a los ojos lo ha mostrado ser así que en efecto la hay. Porque aunque la mayor parte del mundo que cae al dicho polo Antártico esté ocupada del mar, pero no es toda ella, antes hay tierra, de suerte que a todas partes del mundo la tierra y el agua se están como abrazando y dando entrada la una a la otra, que de verdad es cosa para mucho admirar y glorificar el arte del Creador soberano. Sabemos por la Sagrada Escritura, que en el principio del mundo fueron las aguas congregadas y se juntaron en un lugar, y que la tierra con esto se descubrió. Y también las mismas Sagradas Letras nos enseñan que estas congregaciones de aguas se llamaron mar, y como ellas son muchas, hay de necesidad muchos mares. Y no sólo en el Mediterráneo hay esta diversidad de mares, llamándose uno el Euxino, otro el Caspio, otro el Erythereo o Bermejo, otro el Pérsico, otro el de Italia y otros muchos así; mas también el mismo Océano grande, que en la Divina Escritura se suele llamar abismo, aunque en realidad de verdad sea uno, pero en muchas diferencias y maneras, como respecto de este Pirú y de toda la América es uno el que llaman mar del Norte, y otro mar del Sur. Y en la India Oriental uno es el mar Índico, otro el de la China. He yo advertido, así en lo que he navegado como en lo que he entendido de relaciones de otros, que nunca la mar se aparta de la tierra más de mil leguas, sino que doquiera, por mucho que corre el Océano no pasa de la dicha medida. No quiero decir que no se navegan más de mil leguas del mar Océano, que eso sería disparate, pues sabemos que las naos de Portugal navegan cuatro tanto y más, y aun todo el mundo en redondo se puede navegar por mar, como en nuestros tiempos lo hemos ya visto, sin poderse dudar en ello. Mas lo que digo y afirmo es que en lo que hasta agora está descubierto, ninguna tierra dista por línea recta de la tierra firme o islas que le caen más cerca, sino a lo sumo mil leguas, y que así entre tierra y tierra nunca corre mayor espacio de mar, tomándolo por la parte que una tierra está más cercana de otra; porque del fin de Europa y de África y de su costa no distan las Islas Canarias y las de los Azores, con las del Cabo Verde y las demás en aquel paraje, más de trescientas o quinientas leguas a lo sumo, de tierra firme. De las dichas islas, haciendo discurso hacia la India Occidental, apenas hay novecientas leguas hasta llegar a las islas que llaman Dominica y las Vírgenes, y la Beata y las demás. Y éstas van corriendo por su orden hasta las que llaman de Barlovento, que son Cuba y Española y Boriquen. De éstas hasta dar en la tierra firme apenas hay doscientas o trescientas leguas, y por partes muy mucho menos. La tierra firme luego corre una cosa infinita desde la tierra de la Florida hasta acullá a la tierra de los Patagones, y por estotra parte del Sur, desde el estrecho de Magallanes hasta el cabo Mendocino, corre una tierra larguísima, pero no muy ancha, y por donde más ancha es aquí en esta parte del Pirú, que dista del Brasil obra de mil leguas. En este mismo mar del Sur, aunque no se halla ni sabe sin la vuelta del Poniente, pero no ha muchos años que se descubrieron las islas que intitularon de Salomón, que son muchas y muy grandes, y distan de este Pirú como ochocientas leguas. Y porque se ha observado y se halla así, que doquiera que hay islas muchas y grandes, se halla no muy lejos tierra firme, de allí viene que muchos, y yo con ellos, tienen opinión que hay cerca de las dichas islas de Salomón, tierra firme grandísima, la cual responde a la nuestra América por parte del Poniente, y sería posible que corriese por la altura del Sur hacia el estrecho de Magallanes. La Nueva Guinea se entiende que es tierra firme, y algunos doctos la pintan muy cerca de las islas de Salomón. Así que es muy conforme a razón que aún está por descubrir buena parte del mundo, pues ya por este mar del Sur navegan también los nuestros a la China y Filipinas, y a la ida de acá allá no nos dicen que pasan más luengo mar que viniendo de España a estas Indias. Mas por donde se continúan y traban el un mar Océano con el otro, digo el mar del Sur con el mar del Norte, por la parte del polo Antártico, bien se sabe que es por el estrecho tan señalado de Magallanes, que está en altura de cincuenta y un grados. Pero si al otro lado del mundo al polo del Norte también se continúan y corren estos dos mares, grande cosa es, que muchos la han pesquisado; pero que yo sepa nadie hasta ahora ha dado en ella, solamente por conjeturas, y no sé qué indicios afirman algunos que hay otro estrecho hacia el Norte, semejante al de Magallanes. Para el intento que llevamos, bástanos hasta agora saber de cierto que hay tierra de esta parte del Sur, y que es tierra tan grande como toda la Europa y Asia y aun África, y que en ambos polos del mundo, se hallan mares y tierras abrazados entre sí; en lo cual los antiguos como a quienes faltaba experiencia, pudieron poner duda y hacer contradicción.
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CAPITULO VI Relacion del viage que hizo Don Jorge Juan desde el puerto de la Concepcion á el de Guarico, en la isla de Santo Domingo, y de allí al de Brest, en Francia, hasta su restitucion á España y á Madrid 726 Haviendose separado la fraga la Lis el 5 de febrero de las otras tres compañeras porque hacía 6 pulgadas de agua por hora y, á proporcion que trabajaba, se aumentaba diariamente, hizo la derrota necessaria para Valparayso, en cuyo puerto, abreviando la faena quanto fue possible, cogió el agua y se compuso, de suerte que en el dia 1 de marzo pudo de nuevo hacerse á la vela. 727 Como los vientos reynaron, segun lo regular, entre el sur y sudoeste, le fue preciso passar por la parte de el norte de las islas de Juan Fernandez y descaecer hasta los 32 grados 18 minutos de latitud, en cuyo parage se llamaron al sueste y la llevaron hasta la latitud de 35 grados y al occidente del meridiano de Valparayso 11 grados; de aqui, volvieron al sudoeste y, rodeandose por el noroeste al norte, solo los conduxeron hasta la latitud de 36 grados 30 minutos y, estando el dia 17 en ella, se cambiaron á el sur y sudoeste, descargando con tanta fuerza que en poco tiempo levantaron mucha mar, y obligó á capear con la mayor. En el siguiente 18, aunque disminuyó de fuerza el viento, no mudó de direccion hasta que, llamandose despues al oeste y noroeste, continuó hasta los 40 grados 30 minutos de latitud, conservando la embarcacion siempre aquella misma longitud de 11 grados. En este sitio volvieron á experimentar otro temporal del sur como el antecedente, que tambien les precisó á aguantarlo con la mayor, y, luego que minoró, se rodeó y mantuvo el viento entre el sudoeste, oeste y noroeste. 728 El dia 25 se hallaban en 46 grados de latitud, y descargó por el oeste un temporal que les obligó á capear con la mayor arrizada; desde que descaeció la fuerza de el viento hasta el dia 4 de abril, que se hallaban en 58 grados de latitud y 1 de longitud al oriente de Valparayso, primer meridiano tomado para la derrota del viage, se mantuvieron variables los vientos desde el sur, sudoeste por el oeste á el norte, unas veces con mas fuerza que otras, y á proporcion de la que tenian se largaba la vela. 729 Estando el dia 10 en 55 grados de latitud y 18 al oriente de Valparayso, experimentaron un golpe de viento por el sur y sueste que les forzó á correr con las mayores. La fuerza del viento no era tanta como en los dos temporles antecedentes, pero la mucha nieve y frio excessivo lo hacía mas trabajoso; aplacóse, y passó el viento á el sudoeste, oeste y noroeste, y, dexando la isla de los Estados al occidente, se hallaron el dia 26 en 34 grados y 32 y medio de longitud; allí, se mudaron los vientos á el sueste y este, que son las brisas ó vientos generales. 730 La lentitud con que se hacía el viage y el poco andar de la fragata, que con el mas favorable tiempo solo llegaba á ser de 7 millas por hora, hizo concebir que no era dable llegar á las costas de España sin tomar antes algun puerto en donde proveerse de nuevos viveres; y haviendo el capitan de la fragata propuesto á el maestre que se podria hacer la arribada á Montevideo respeto de ser puerto de España y que, una vez propassado, no quedaban otros adonde ocurrir que á los estrangeros; siguiendo este la orden precisa del registro de no tomar puerto sino en la costa de España, no quiso condescender; por lo qual y porque todavia no instaba la arribada, se continuó el viage sin novedad. 731 Los vientos permanecieron por el sueste, este, algunas veces, por el sur y sudoeste, compañados de recios aguaceros, truenos y relampagos hasta que llegó lafragata á 23 grados de latitud y 39 de longitud. 732 El dia 12 de mayo á la una de la mañana descubrieron una pequeña fragata por sotavento y el 19 tres navios grandes, estando en 10 grados 30 minutos de latitud sur y 39 de longitud, pero, como ninguno de ellos hizo movimiento de variar su derrota, cada uno siguió la que llevaba. 733 El dia 27 passaron la linea por los 44 grados al oriente de Valparayso ó por 30 grados 30 minutos al occidente de París. Entre los muchos taburones que se encuentran ya por aquellos parages, se cogieron varios á bordo de la fragata, y en uno de ellos se hizo de notar que, despues de abierto por el vientre y sacadole los intestinos, corazon y pulmones, vuelto á arrojar al agua, como la fragata se hallase en calma, se vió nadar y á estarse moviendo en sus cercanías mas de un quarto de hora, hasta que, apartandose mucho y perdiendose de vista, no se pudo ver morir; el corazon de este y el de otros con quienes se hizo la misma operacion se estuvo igualmente moviendo á bordo por mas de un quarto de hora. 734 El dia 1 de junio se hallaba la fragata en 4 grados 30 minutos de latitud boreal, los vientos constantes por el nordeste, este y sueste y, algunas veces, por el sur y sudoeste con grandes lluvias; y empezando á escasear yá los viveres y, particularmente, la aguada, resolvió el capitan, con parecer de sus oficiales y dictamen de los passageros, tomar puerto en la Martinica, adonde desde allí se encaminó la derrota. 735 Estando el dia 11 por la mañana en 9 grados 30 minutos de latitud y en 39 de longitud, se dexaron ver tres navios gruessos pero, no haviendo hecho ninguna demostracion de reconocer la fragata, cada uno siguió su rumbo, y, por ser opuesto el de aquellos al de esta, en breve se perdieron de vista. 736 El dia 21, en la noche despues de una pequeña turbonada que sobrevino, mas de agua que de viento, y duró muy poco tiempo, quedó la noche algo obscura, y se dexó ver en el tope mayor el fuego á lucecilla que los marineros llaman de san Telmo, la qual estuvo permanente quatro horas; y aunque algunos conservan el heredado dictamen de ser esto señal de pacificacion de la tormenta, no tienen mas fundamento que el de un concepto formado por gente poco instruida y recibido entre el vulgo sin examen; este es un metheoro natural que se dexa ver en los lugares salitrosos y humedos de tierra, en los cementerios y otros semejantes, procediendo en el mar de la misma causa. Y aunque sea en este mas regular el haverlos quando hay borrasca porque la agitacion de las aguas levanta mayor cantidad de particulas ó efluvios nitrosos, y elevandose estos con la violencia del viento en mas abundancia y altura, logran con la mayor agilidad mas oportunidad para asirse en los cabos, extremos de las vergas y otros parages, donde la materia luminosa queda unida á lo firme por una pequeña parte y lo restante en el ayre sostenido sobre aquellas, tambien se dexan ver muchas veces quando el tiempo está sereno; assi sucedió en esta ocasion, que lo era totalmente, y assi se experimentó tambien en la Deliberanza el dia 9 de agosto á la 1 y media de la mañana quando estaba en 28 grados 40 minutos de latitud austral; la luz se vió entonces sobre el tope mayor y duró una hora, siendo los vientos muy varios y floxos y haviendo precedido en la noche algunas turbonadas fuertes de agua y obscuridad, y el hallarse la athmosphera ocupada de una espesa niebla. En uno y otro exemplar ni havia havido tempestad ni sobrevino despues; con que, ambos podrán servir de prueba para desimpressionar el juicio de la credulidad que tienen los marineros, persuadiendose firmemente á ciertas consequencias inferidas de la positura, parage y tiempos en que se dexa ver esta luz y para no dar assenso á las poco fundadas opiniones de aquellos que, llevados de solo unas vulgares ideas, quieren hacer mysteriosos los efectos casuales y produciones de la naturaleza. 737 El dia 25, en la longitud 13 grados 30 minutos, se vieron pajaros en grande cantidad, y, por el recelo de que estuviesse la tierra inmediata, se hizo capa aquella noche, lo qual se continuó en las que se siguieron. Como se temia que á barlovento de la Martinica huviesse corsarios enemigos, se dispuso para evitarlos ir á descubrir la isla de Tabago para hacer despues el resto de la derrota; el 28 mudó el agua de color totalmente, y se notó como el de la avenida de un rio, lo qual se atribuyó al desague que hace por allí el rio del Orinoco, no obstante hallarse su desembocadura distante de aquel parage de 60 á 70 leguas. Estando á la capa en la noche, se sondó, y encontraron 60 brazas de agua, fondo de lama. 738 El dia 29 á las 7 y media de la mañana se descubrió á el oeste la isla de Tabago y, al medio dia, la pequeña isla de San Gil, distante de la antecedente 2 leguas acia la parte del nordeste; esta demoraba al sur distancia de 3 y media á 4 leguas, y era la latitud observada á la misma hora de 11 grados y 36 minutos. 739 Segun las observaciones de longitud hechas en Valparayso y la Martinica y deduciendo de ellas la de la isla de Tabago, solo tuvo de yerro el punto de Don Jorge Juan 35 leguas, que es bastante justificacion despues de una tan dilatada travesía, de que se concluye que no experimentaron corrientes en cabo de Hornos y que, en la diferencia de un mes de haverlo passado la Deliberanza, sobrevino la mutacion de tenerlas entonces y no ser sensibles despues. Los tiempos que experimentaron lo indicaban en alguna manera porque, aunque huvo vientos por el sueste quando lo passamos nosotros, no fueron tan constantes como los que acaecieron á la Lis con temporal, prueba evidente de que yá reynaban estos vientos con mas frequencia y, siendo assi, interrumpian el curso de las aguas, deteniendolas en el que llevaban para la parte del este. 740 Desde la isla de Tabago, prosiguieron su derrota para la Martinica y, á este fin, governaron toda la noche del 29 entre las islas La Barbada y San Vicente. Al dia siguiente, dia 30, creyendo hallarse entre aquellas islas por haver governado al norte quarta al noroeste, no se vió ninguna tierra. El dia 1 de julio estaban en 14 grados 34 minutos de latitud y, por la estima, un grado al occidente de Tabago, por cuyo punto debía estar la fragata sobre la isla de la Martinica, pero la tierra no se dexaba ver; esta tan grande diferencia en el corto tiempo de dos dias de navegacion hizo concebir que provenía de corriente, pero la mayor dificultad estaba en averiguar acia qué parte havian llevado su curso, si para el oriente ó para el occidente; en tal duda, se ofreció á la consideracion como medio para haver de salir de ella la cadena de islas que forma cordon desde la Granada hasta la Martinica, por entre las quales parecia impossible poder passar sin avistar alguna de ellas, aunque huviesse sido de noche, porque, además de haver estado estas claras, se tenia gran vigilancia en ello por lo mucho que importaba su cuidado; por esto, se concluyó que no podia estar la fragata á la parte del occidente de la Martinica y que las corrientes la havrian llevado para el oriente. En esta persuasion, se governó al sudoeste quarta al oeste para encontrarla; y haviendo navegado assi 30 leguas sin llegar á descubrir tierra alguna, hechas de nuevo otras reflexiones, aunque dudando siempre el que estuviessen á la parte del oeste de la Martinica, fue preciso governar al norte sin saber yá adonde se hallaba la embarcacion, para no exponerse á el peligro de que, estando á el occidente y governando como la singladura anterior, quedasse sotaventada de los puertos de Puerto Rico ó Santo Domingo y, en mayor peligro que nunca, para tomar alguno. El viento era por el esnordeste, y, ciñendose á él quanto fue possible, se avistó el dia 4 á las 3 y media de la tarde la medianía de la isla de Puerto Rico, que fue de grandes alegrias para todos, tanto por haver asegurado puerto quanto por haver salido con facilidad del peligro de las islas granadillas, donde, siendo el mayor canal que dexan entre sí de 3 á 4 leguas sin verse ninguna tierra, llevaron las corrientes á la embarcacion por su medianía de modo que no tocasse en los escollos que de una y otra parte le amenazaban el naufragio. Por el cálculo que Don Jorge Juan concluyó despues, halló que la noche que governaron entre las islas Barbada y San Vicente les llevaron las corrientes al oeste 42 leguas con corta diferencia; y aunque ninguno ignoraba que el curso continuo y regular de las aguas en aquellos parages cercanos á la Martinica es para el oeste, se les hacía dificil el passar entre las islas sin descubrir alguna, estando tan inmediatas unas de otras, la noche clara y el cuidado de todos con la mas activa vigilancia. 741 La noche del dia 4 se mantuvieron parte á la capa y parte navegando con poca vela para acercarse á la canal que se forma entre la isla de Puerto Rico y la de Santo Domingo con el designio de hacer derrota para el Guarico, llamado también cabo Francés. El dia 5 á las 6 de la mañana demoraba la punta del sudoeste de la isla de PuertoRico al norte como 4 leguas de distancia; y haviendose acercado hasta estar como 2 leguas solamente, se empezó á ver el fondo, que era de piedras, con toda claridad, y, sondando, se encontraron 7 brazas de agua; por esto, se arribó para el oeste, y, navegando assi cosa de dos horas, permanecía siempre el mismo fondo de 7 brazas; pero haviendo cogido después 20, se volvió á poner en derrota la fragata. 742 A las 11 del dia, se descubrieron por la mura de sotavento dos navios que parecian grandes; y temiendo fuessen enemigos, viró de bordo la fragata, y ellos executaron lo mismo, largando toda la vela. A1 medio dia se observaron 18 grados 7 minutos de latitud, y entonces demoraba la isla Desecheo al norte quarta al noroeste distancia de 5 leguas; el viento era poco por el noroeste; los dos navios corsarios, que tales se creyó fuessen, estaban en calma, con cuya ventaja se pudo mantener siempre la primer distancia en que se descubrieron; y llamandose el viento al norte algo fresco, al tiempo de quererse poner el sol; se corrió del bordo del es nordeste para acercarse á la tierra y librarse de las dos embarcaciones con el recurso de barar quando la necessidad lo pidiesse. El viento se llamó después al este nordeste, y, como los corsarios quedaron al sudoeste, se hizo derrota al norte y montó la isla Desecheo, passando como dos leguas por su barlovento. El viento refrescó lo bastante, y á las 11 de la noche se empezó á governar al noroeste, haciendo fuerza de vela á todo riesgo, con cuya diligencia el dia 6 de mañana yá no se veía ni tierra ni corsarios. 743 El dia 7 á las 6 de la mañana se dió vista á cabo Francés el viejo á distancia de 5 leguas; se fue costeando, y á medio dia se observó la latitud de 19 grados 55 minutos, por la qual, se concluye la de aquel cabo á muy corta diferencia de 19 grados 40 minutos; y aunque la tierra de él que se abanza á el mar es baxa, la interior de su vecindad forma montes bien altos. 744 El dia 8 á las 6 de la mañana demoraba la punta de la Grage al sur distancia de 5 leguas, y á medio solo distaba la fragata el puerto de Guarico cosa de 3 leguas. Allí fue preciso ponerse á la capa para esperar práctico; y llegado este, dirigió la fragata al puerto, en el qual dió fondo á las 2 de la tarde en 8 brazas de agua sobre fondo de lama y como un quarto de legua distante de la ciudad. 745 Las variaciones que se observaron en todo el discurso del viage son las que se siguen, y las longitudes, contadas del meridiano de Valparayso. 746 Llegó la fragata al puerto del Guarico en ocasion tan oportuna que se estaban esperando allí 5 navios de guerra, las quales se estaban en Leogan, que es otro puerto de las mismas plantaciones francesas, y debian comboyar una flota de navios marchantes para Europa; en el interin que llegaban y que, junta toda la flota, fue tiempo de que saliessen á navegar, Don Jorge Juan se ocupó en hacer algunas observaciones, de que se dá razon en el tomo que comprehende las executadas en el Perú y medida del grado terrestre. 747 El Guarico, cuya situacion es en la parte boreal y occidental de la isla de Santo Domingo, se halla en 19 grados 45 minutos 48 segundos de latitud boreal y 73 grados 00 minutos 45 segundos al occidente del meridiano de París, segun las observaciones que Don Jorge Juan practicó allí. Su poblacion, que podrá estenderse como un tercio de legua, comprehende de 1300 á 1500 vecinos, tanto de europeos y criollos blancos quanto de negros, mulatos y castas, aunque estos ultimos son en mayor numero. Pocos años há que todas las casas de su poblacion eran de madera, pero, haviendose reducido la mayor parte á cenizas en un grande incendio que experimentó, las han vuelto á fabricar y hacer mucha parte de ellas de piedra; todas son por lo general baxas, á excepcion de tal ó qual que se registra con un alto. Además de la iglesia parroquial, cuya situacion es en la plaza, tiene un colegio de la Compañia, y á el celo y direccion de esta religion está el cuidado espiritual de las almas porque, aunque quando los franceses se empezaron á establecer allí eran sus curas religiosos capuchinos, no pudiendo soportar estos el temperamento, dexaron las iglesias, y las tomó á su cargo la Compañia; tambien hay un convento de monjas de Santa Ursola modernamente fundado y otro convento de religiosos de San Juan de Dios, que dista de la poblacion como tres quartos de legua; tienen hospital, en el qual se admiten generalmente todos los enfermos que ocurren á él, y su fabrica es hermosa y capaz. La iglesia parroquial, aunque de bastante desahogo, no está del todo reparada del estrago que causó en ella el incendio; el colegio de la Compañia es primoroso y, aunque pequeño, tiene suficiente capacidad para el corto numero de sugetos que de ordinario lo habitan, y no passa de seis; el convento de monjas tiene mas extension y no se recibe en él para religiosas á las hijas del país, cuya prohibicion impuso el rey con el fin de que se aumente la poblacion, y, assi, solo les sirve á estas de educarse en él y criarse hasta la eda de tomar otro estado. 748 La poblacion es abierta, sin muralla que la cerque y, para su resguardo, tiene dos baterias en la marina y un pequeño fuerte en la punta que llaman de Picolet, distante como dos tercios de legua de el lugar, en cuyo parage guarda la entrada del puerto. La tropa reglada que lo guarnece y monta la guardia en el lugar no es mucha, parte de ella francesa y parte de suizos, pero el vecindario forma entre sí un lucido y numeroso cuerpo de milicias, en que se incluyen todos los habitantes capaces de manejar armas, disciplinados y sobre el mismo pie que la tropa, y, assi, ayuda á soportar el peso de la guerra en las guardias que monta y demás trabajos que con este motivo se ofrecen. 749 Todas las campañas están perfectamente cultivadas; no hay pedazo de tierra capaz de producir algo donde no se siembre aquello para que es adequado, y con estas haciendas ó habitaciones, segun allí las nombran, que todas se cultivan por negros, no solamente se mantienen los habitantes sino tambien se entretiene el comercio reciproco de aquella colonia con Francia; componense estas habitaciones de azucar, añil, tabaco y café, cuyos renglones son suficientes para cargar annualmente 30 mil toneladas en retorno de las ropas y otros generos que van allí de Francia. Produciendose esto en solo aquellas tierras que pertenecen al Guarico, podrá hacerse juicio de lo que fructificará todo el territorio que en aquella isla ocupan los franceses; esto, comparado con la poca utilidad de lo restante de ella, que, aunque mas fértil, ni aun puede sufragar para su manutencion, siendo preciso que vaya annualmente situado á Santo Domingo para mantener la guarnicion y los ministros eclesiásticos, hará patente las ventajas que atrae á los paises la aplicacion de sus habitadores y el cuidado de su fomento quando procuran todos no descuidar en las labores del cultivo y adelantamiento de las poblaciones. 750 La frequencia de los navios que van á los puertos de aquella colonia la abastecen de todos los generos de Europa que ella no puede producir, tanto de mercancias como de viveres y frutos, y, assi, en todos tiempos, y con particularidad en el de paz, abundan todas suertes de mantenimientos; el pan, muy regalado, hecho con las harinas que se llevan de Francia; el vino, de todas especies; y, por este termino, licores, frutas y todo genero de comestibles; lo que unicamente falta y necessita proveerse de las poblaciones españolas son las carnes, y, en cambio, de ellas las abastece de ropa, pues, aunque uno y otro comercio es prohibido, se hace con tanta libertad como si no lo estuviera á causa de la mutua necessidad, pues, no yendo registros de España á Santo Domingo por no tener frutos que retornar, provenido de la poca poblacion que cultive la tierra, perecerian si no se proveyessen de ropa y algunos viveres de estas vecinas plantaciones. 751 Ninguna otra cosa podrá convencer con mas evidencia el crecido comercio de la Francia por medio de esta colonia que el numero de embarcaciones que annualmente van á sus puertos; y por el de 160 entre pequeñas y grandes, que desde 150 hasta 400 ó 500 to-neladas entran en el Guarico, se podrán hacer juicio de las que irán á los demás puertos de Leogen, el Petit Gouave y otros de menor consideracion. Todas estas embarcaciones van cargadas de mercancias y viveres y vuelven con retorno cada una por lo menos de 30 á 40 mil pesos en plata y oro, á cuyo respeto solo las que van al Guarico, sin incluir la cargazon de frutos, que es propia producion de la colonia, conducen á Francia medio millon de pesos al año; y hecho el mismo computo de cada uno de los otros dos puertos y de otro tanto entre todos los menores, serán dos millones de pesos fuertes annuales, igual cantidad precisamente á la que conducía la flota con quien se incorporaba la fragata la Lis. 752 Bien se dexa considerar que no toda la cargazon ni aun la quarta parte de la que llevan tantas embarcaciones se puede consumir en aquella colonia y sus habitaciones y que precisamente se extiende su expendio á las costas de la America española, particularmente á las de la Habana, Caracas, Santa Marta, Cartagena, Tierra Firme, Nicaragua y Honduras, á cuyo fin passan las balandras españolas á abastecerse de generos en los puertecillos y ensenadas vecinas al Guarico, haciendo estas escalas y fraudulento comercio quando van de registro á los puertos de la permission. 753 Es sumamente cálido y mal sano el temperamento de Guarico, á que contribuye no solo la poca latitud en que está sí tambien el ser todo el país montañoso; el mas leve desorden que tengan en el régimen los que llegan allí de refresco les ocasiona enfermedades tan perniciosas y de peligro que en el corto termino de tres ó quatro dias les corta el hilo de la vida; las tripulaciones de los navios, precisados al continuo trabajo que les es indispensable de carga y descarga, aguada y otros propios de su exercicio, padecen infinito y mueren en gran numero; las fiebres malignas y dissenterias son semejantes á las que en Portobelo se experimentan; y porque assi en este particular de temperamento como en el de las pensiones que le son anexas y produciones del país queda dicho lo bastante en las otras descripciones de los que son de su naturaleza, no será necessario que nos detengamos mas en ello. 754 Las costumbres de aquellos habitantes y su genio tiene tanta diferencia al de los franceses europeos como el de los españoles criollos de la America al de los de Europa. Hay muchos que gozan sobresalientes conveniencias, todas adquiridas en el cultivo y trabajo de las tierras que ocupan; y todos viven con grande libertad porque tienen pocas ó ninguna pensiones, siendo esta la principal causa de que aquello se aumente continuamente, á mas de que la nacion es por sí laboriosa, economica y pone todo su conato en adelantarse cada vez mas, maxima tan sana y provechosa que deberiamos imitarlos en ella y, con su emulacion en el trabajo y aplicacion, grangear la abundancia y adelantamientos que ellos desfrutan. 755 El puerto, no obstante estar descubierto á los vientos el este y norte, es muy seguro porque lo cierra en parte un cordon de peñas, donde rompe la mar su primer fuerza; solo en la playa se siente incomodidad para llegar á ella las falúas y lanchas quando la brisa vienta con fuerza, pues, siendo vientos el esnordeste, cogen en descampado todo el puerto. 756 A fines del mes de agosto, dió fondo en aquel puerto la esquadra de navios de guerra que se esperaba de Leogen, comandada por el gefe Mr. Desturbier del'Etanduere, y se componia de los cinco vasos siguientes, El justo comandante, de á 70 cañones, Alcides ó Hercules, 70, Ardiente, 60, Caribou, 50 y La Mutine, 26. 757 Con esta esquadra, vinieron algunas embarcaciones marchantes; y estando juntas las demás que havian de hacer el viage á Europa y prontas todas para ello, se hizo á la vela el comboy, que se componia de 53 velas entre fragatas, vergantines, balandras y esquadra de guerra, el dia 6 de septiembre. A1 ponerse el sol, quedaba la punta de Picolet al sur 5 grados oeste distancia de 4 leguas y media; el dia 7, siguiendo la derrota en demanda de los caycos y no pudiendolos avistar en todo el dia, no obstante que se forzó de vela para ello, fue preciso hacer capa toda la noche; mas el dia 8, á las 8 de la mañana, dieron vista al cayco grande, el qual es una isla baxa de arena que tendrá 3 leguas de largo y corre norte sur, creciendo en ella algunos matorrales; á medio dia demoraba su punta del sur al sudeste quarta al sur á distancia de 2 leguas y media; por la latitud que se observó entonces, quedó concluida la de aquella punta de la isla de 21 grados 35 minutos, y su longitud determinada por la derrota, la misma que la de cabo Francés, á menos que el curso de las aguas, que se reconoció para el norte, no la alterasse. 758 El peligro de los abordages que frequentemente experimentaban las embarcaciones marchantes entre sí y el daño que de ellos recibian les havia dado motivo para que, unos por barlovento y otros por sotavento de la esquadra de guerra, se alargassen para evitarlos, de cuyo desahogo y libertad pudieron gozar muy poco tiempo porque, apareciendose el dia 9 una balandra corsaria á barlovento de la flota, obligó á la esquadra á ponerse en linea y á que su comandante ordenasse á todos los marchantes que navegassen por su sotavento á una distancia proporcionada. Las corrientes para el norte se confirmaron en los dias 10, 11 y 12, y en ellos fueron variables los vientos desde el es-sueste hasta el norte. 759 Luego que estuvo la flota en la latitud de 27 grados 30 minutos el dia 13, se empezó á reconocer que las corrientes disminuían totalmente el curso que hasta entonces se havia notado en ellas. La balandra corsaria amanecía diariamente á vista de la flota, acercandose de noche con el fin de hacer alguna presa, y de dia se apartaba hasta perderse de vista; el 15 amaneció muy inmediata, y esto dió motivo al que comandaba para ordenar á dos navios de las esquadras que le diessen caza, pero, como ella tenia la ventaja de la vela, fue sin fruto la diligencia. Los vientos permanecieron por el este y el sueste, y las corrientes cessaron totalmente. 760 El 17, hallandose yá en 31 grados de latitud y al oriente del meridiano del cabo Francés 3 grados 14 minutos, passaron los vientos al norte y nornoroeste frescos, con aguaceros, y se corrió al este; pero como la mar era algo gruessa, se descaeció hasta 28 grados 44 minutos de latitud, que se observaron el dia 23, y 8 grados 40 minutos de longitud; en este parage, passaron los vientos al noroeste, y se empezó á hacer derrota al nordeste quarta al norte. 761 El dia 25 se rodeó el viento al sueste y sur con tiempo claro y, á proporcion que fue refrescando, se llamó al sur sudoeste, sudoeste y oeste y se governó al nordeste quarta al este y es-nordeste hasta llegar el dia 27 de octubre á descubrir el cabo Prior en la costa de Galicia y, á las cinco de la tarde, el cabo de Ortegal, demorando al sur sudeste distancia de 7 leguas. 762 Don Jorge Juan concluyó, por el cálculo de su derrota, la diferencia de longitud entre el cabo Francés y el cabo Prior de 59 grados 30 minutos, la qual parece mucho menor que la verdadera, y lo atribuye á que en la desembocadura del canal de caycos tienen las corrientes mucha fuerza y se dirigen á el oriente. 763 En esta travesía, continuó las observaciones de la variacion siempre que el tiempo dió lugar á ello y, hecho primer meridiano el punto de salida, que fue cabo Francés, concluye las siguientes. 764 Luego que se demarcó el cabo de Ortegal, se governó al nor-nordeste, y el dia 31 á las 7 de la mañana se volvió á avistar la tierra en la ensenada de Brest, y á las 3 de la tarde dió fondo la esquadra en el puerto del mismo nombre. 765 Hallandose Don Jorge Juan en Francia, le pareció conveniente no perder esta ocasion de passar á París y comunicar en ella á los de la Academia Real de las Ciencias sobre algunas particularidades concernientes á la obra; y, entre ellas, principalmente acerca de la aberracion de la luz y los efectos de esta notados en las estrellas fixas, con lo que en el assunto se havia observado en la provincia de Quito. Executólo así, y aquella Academia le dispensó el honor de admitirlo por su socio correspondiente; y haviendo satisfecho allí los motivos que le havian llevado, se restituyó á España y á Madrid para hacer presente al ministerio el éxito de su comission y solicitar passasse á noticia de Su Magestad.