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lugar
Biblos, también conocida como Gublu o Gebal, está situada a unos pocos km al N de Beirut (Líbano). Su nombre actual es Jubayl, y fue localizada por Ernest Renan en 1860. Con una potente estratigrafía que llega hasta la época islámica, probablemente su ocupación comienza hacia el 7000 a.C., aunque la ciudad fue fundada hacia el 6000 a.C. Sus restos más importantes corresponden al III y II milenios a.C.. El asentamiento se halla sobre una promontorio rocoso en las estribaciones de los Montes del Líbano, dominando un pequeño fondeadero natural muy útil como puerto. La ciudad, de planta casi circular, estaba rodeada por una muralla de piedra que fue reforzada varias veces, alcanzando unos 30 cm de grosor a finales del III milenio. En esta etapa protegía un perímetro de casi 5 ha. Dos puertas daban acceso a la ciudad y al puerto, una en el E y otra en el NO. En su interior, las investigaciones han permitido sacar a la luz restos de una necrópolis del Bronce medio y viviendas de la Edad del Bronce temprana. El templo de Baalat Gubla -"señora de Biblos"- erigido probablemente hacia el 2800 a.C. y el de Reshef, al NO, tuvieron un importante papel en la vida de la ciudad. Parece que las relaciones con Egipto fueron constantes, funcionando como lugar de intercambio económico, gracias sobre todo a su puerto, a la cercanía de fértiles llanuras y a sus bosques, cuya madera fue usada para la construcción naval y de edificios, principalmente el cedro del Líbano. Las relaciones entre Biblos y Egipto parecen intensificarse a partir del II milenio a.C., habiendo sido halladas numerosas tumbas con objetos egipcios. De esta época es el Templo de los obeliscos, construido sobre un templo en forma de L del Bronce temprano. Hacia el 1100 a.C. Biblos entra en la esfera de la nueva potencia asiria. A finales del I milenio la ciudad recupera su importancia primitiva. Durante los siglos X y IX a.C. Biblos se beneficia del comercio de madera de cedro, probablemente colaborando o asociada a la vecina Tiro. Sin embargo, poco después la ciudad fue perdiendo paulatinamente su papel dominante. Durante la época persa, Biblos vivió una etapa de renacimiento, que se manifiesta principalmente en su arquitectura monumental. Se restaura el templo de Baalat por parte del rey Yehawmilk y se construye una gran fortaleza de estilo aqueménida. Con el auge griego en el Mediterráneo oriental Biblos, así como Sidón y Tiro, se convierten en polei griegas y, más tarde, grecorromanas del tipo clásico, a pesar de los elementos fenicios. Un teatro romano dejó constancia de la presencia latina en estas tierras.
obra
Puede cerrarse la serie de animales fantásticos representativos de la influencia griega, con una obra maestra de la escultura ibérica y una de las más populares: el toro androcéfalo conocido, por su lugar de procedencia, como Bicha de Balazote (Albacete). Está esculpida en caliza grisácea, en un sillar de esquina, y la cabeza, erguida y prominente, en pieza aparte. Representa a un toro echado, de anatomía bien modelada, resuelta en formas suaves que resumen con acierto las características del animal; la cola queda graciosamente enroscada sobre su anca izquierda. La cabeza resulta más hierática, muy rígidos el bigote, la barba y la cabellera, detallados con surcos rectos, como en los dibujos arcaicos, entre los que asoma un rostro más carnoso y expresivo. Bajo la frente, huida y cubierta por el rígido flequillo, las amplias y arqueadas cejas enmarcan unos ojos desmesurados y muy abiertos; son rasgos propios de la estatuaria griega arcaica, presentes también en creaciones coetáneas de Etruria, como el centauro y la dama oferente de Vulci. Tras las sienes brotan cortos los cuernos y, bajo ellos, breves orejas de bóvido. La escultura, de contexto desconocido, puede fecharse por criterios estilísticos hacia la segunda mitad del siglo VI a. C. En cuanto al significado, parece indudable su pertenencia a un monumento funerario, con la disposición oportunamente ejemplificada en el monumento de Pozo Moro. Pudo tener, como los leones de éste, una función apotropáica, alejadora de peligros. Pero su apariencia pacífica, mansa como es fama de sus congéneres normales, remite más directamente a su prístino significado entre los griegos. A partir de una viejísima tradición, que vincula el toro a la fecundidad, los griegos crearon la figura del toro de cabeza humana como representación alegórica de los ríos, en especial del Aqueloo, el más importante de ellos, hijo de Tetis y del Océano. Se asociaba al toro, como símbolo de fecundidad, la idea del río y el agua que fertiliza los campos, todo ello humanizado, aproximado al hombre con la incorporación iconográfica de su cabeza, al servicio de la imagen de una especie de daimon favorable, expresión de la vida benéfica a los humanos. Con esta función de símbolo de vida aparece pintado el Aqueloo en tumbas etruscas, asociado, como en la de los Toros de Tarquinia, a actos sexuales que subrayan su simbología vital. Con este sentido debió, en fin, concebirse la Bicha de Balazote, como símbolo de la vida que se deseaba al muerto, materializada en una de las más hermosas y monumentales representaciones del Aqueloo.
Personaje
Científico
Religioso
Todos los datos relativos a su vida se han obtenido de la obra "De Viris Illustris" de San Isidoro de Sevilla. Nacido en el seno de una familia goda, todavía no había cumplido los veinte años cuando se trasladó a Constantinopla. Mientras permaneció en esta ciudad estudió cultura clásica, adquiriendo una sólida formación. De vuelta a la Península Ibérica, se convirtió en un destacado personaje en el ámbito de la cultura. Leovigildo intentó convencerle para convertirle al arrianismo, pero no tuvo éxito. Esta situación despertó una enemistad que concluyó con el destierro de Biclaro durante una década en Barcelona. Cuando el monarca falleció, Biclaro levantó un monasterio que llevaba su nombre y se proclamó obispo de Gerona. De esta etapa no se hace ninguna referencia en la obra de San Isidoro. Como escritor dejó una sola obra, "Crónica", donde se detalla el paso de la doctrina arriana al catolicismo en la cultura visigoda.
lugar
Pueblo de la provincia de Valencia, el hombre ha ocupado desde hace milenios estos parajes, como queda demostrado por las investigaciones realizadas en la cueva de la Araña. Ya de la la Edad del Bronce son los poblados de Calderón en la Muela, la Rotura y los Morcones. Hemos de dar un gran salto en el tiempo para encontrar más datos sobre Bicorp. Según los historiadores, tras conquistar esta zona a los musulmanes, Jaime I entregó en 1259 las alquerías de Bicorp y Benedriz a D. Sancho Martín de Oblites. Las gentes de Bicorp participaron activamente en la revuelta de las Germanías, más concretamente en los combates que tuvieron lugar en Xátiva, encabezadas por su señor, D. Luis de Vilanova. Algo más tarde, la expulsión de los moriscos del reino de Valencia dejó a Bicorp, como a otras tantas zonas, huérfana de población, por lo que hubieron de ser llamadas gentes de Aragón y Baleares para proceder a la repoblación. Finalmente, la Guerra de Independencia contó con la participación de los habitantes de Bicorp, que contribuyeron a luchar contra el invasor francés. Aparte de la cueva de la Araña, en Bicorp deben verse la iglesia parroquial de San Juan Evangelista, del siglo XVI, los restos de la Puerta del Castillo, el Azud de los Moros, construcción morisca, y el llamado Charco los Morteros, donde se muestran distintos morteros de piedra usados para moler cereal.
acepcion
Innovación religiosa o que también puede afectar a una creencia o costumbre. Para los musulmanes significa el equivalente a una herejía en el mundo cristiano.
acepcion
Embarcación similar al kayak con una o dos plazas, empleada en América del Norte por los aleutianos y esquimales.