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Conocedor de Italia a través de Rubens, su maestro y amigo, Faydherbe traduce en este monumento funerario la pomposa elocuencia y el plástico realismo barroco rubeniano, que culminan en el expresivo retrato del prelado. Aunque ejecutado con factura vigorosa, el mármol, sin embargo, parece trabajado con la delicadeza que es obligada usar en la talla del marfil, en la que alcanzaría justa fama.
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Las tumbas de Tarquinia constituyen ciertamente un mundo inabarcable. Si su esquema general es fijo en principio -imitación de la viga maestra en el techo, frontón, franja decorada, zócalo, y, a veces, puerta del más allá en la pared del fondo-, sus representaciones, en cambio, varían constantemente, buscando siempre iconografías llenas de vida. Nada más lejano de un arte ritual y fijo: los pintores -que decoraban tan sólo el 2 por 100 de las tumbas talladas- se tomaban cada obra como una creación irrepetible, destinada a un aristócrata que, sin duda, pagaba bien tales novedades. El espacio rectangular que constituye la tumba del Barón está cubierto por un techo a doble vertiente inspirado en la tienda de campaña donde se velaba al difunto. En sus paredes un friso con pinturas relativas a la vida del fallecido recorre la estancia, en disposición geométrica, con un claro deseo de buscar la regularidad. En las pinturas observamos su escena de despedida y sus refinados caballitos.
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El espacio rectangular que constituye la tumba del Barón está cubierto por un techo a doble vertiente inspirado en la tienda de campaña donde se velaba al difunto. En sus paredes un friso con pinturas relativas a la vida del fallecido recorre la estancia, en disposición geométrica con un claro deseo de buscar la regularidad.
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El Monumento Sepulcral del Cardenal de Portugal se encuentra en la iglesia de San Miniato al Monte en Florencia. La construccion de la capilla fue encargada a Antonio Rossellino, junto a quien colaboró Bernardo Rossellino. El techo, policromado en terracota es obra de Lucca della Robbia. El nicho esta flanqueado por pilastras y cerrado por cortinas. La tumba, se apoya en una base decorada con una banda de figuras esculpidas. La representación del cardenal descansa sobre un feretro que se apoya en dos amorcillos.
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El escultor Coysevox desarrolló una importante labor en la construcción de tumbas entre las que destaca la del cardenal Mazarino, hoy en el Louvre, y en la que trabajó entre 1689 y 1693. Tanto en ella como en las otras que le fueron encargadas, dejó patente los rasgos que mejor definen su producción y que están señalados por una presencia de principios clasicistas a los que añade un fuerte sabor barroco. Así se aprecia de forma ineludible en la tumba del cardenal, que aunque en muchos aspectos rezuma clasicismo, el movimiento de los paños y la figura gesticulante del ministro responden a unos presupuestos ya barrocos.
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Esta tumba es considerada como la obra maestra de Pietro Lombardo y se cree que colaboraron en ella los hijos del artista, Tullio y Antonio. Se consigue en ella la combinación perfecta entre arquitectura y escultura. En ella no encontramos ninguna referencia a la muerte del cuerpo ya que sobre el ataúd se encuentra la estatua del orgulloso dux, revestido con su armadura. Dos jóvenes se encuentran a los lados, sosteniendo el de la izquierda el escudo de armas de la familia Mocenigo. En el sarcófago encontramos dos relieves, aludiendo a las gestas del político. En la izquierda se representa la conquista de Esmirna. Las hornacinas laterales están ocupadas por guerreros, interpretados como santos cristianos o antiguos generales que aludirían a las virtudes militares del dux. El monumento se corona con un bajorrelieve de las santas mujeres junto al vacío sepulcro de Cristo.
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La Tumba del Elefante, en la necrópolis romana de Carmona (Sevilla), debe el nombre a una pequeña escultura recuperada en su interior. Por una empinada escalera se accede a un área trapezoidal, con un pasillo en su centro y dos amplios espacios sobreelevados a cada lado; en este lugar aún son visibles dos triclinia, esto es, los lugares donde se celebraban los banquetes funerarios, labrados en la propia piedra del cerro; a él se abren también una pequeña cámara de planta trapecial con vestigios de un banco y de una escultura del dios Atis, un pozo y un estanque, relacionados con un nicho presidido por el relieve de un personaje velado. Al fondo existen tres cámaras: una central, de planta rectangular, con un nuevo triclinio, otra septentrional, que es la verdadera cámara funeraria, y una tercera meridional, posiblemente una cocina; las dos primeras se encuentran comunicadas entre sí, de forma que desde la cámara principal resultaba visible la escultura de un elefante que aparecía en un lateral de la cámara funeraria. Manuel Bendala, el estudioso de este monumento, considera que más que de una tumba propiamente dicha se trata en realidad de un santuario del culto de Cibeles y Atis, que propugnaba para sus adeptos la creencia en la inmortalidad; con ello hay que relacionar la aparición de los relieves del dios Atis y de un sacerdote de Cibeles, así como de una piedra cónica que podría tratarse de un betilo, símbolo y representación de la propia diosa. Según Bendala, el triclinio de la cámara principal sería en realidad un santuario metroaco, en el que los seguidores de la divinidad se reunirían en las solemnidades correspondientes; durante el solsticio de invierno, el día 25 de diciembre, el sol del amanecer penetra en el interior de la cámara por un tragaluz abierto sobre la puerta de entrada y se proyecta contra la pared trasera, donde posiblemente existió un relieve alusivo a la divinidad. La tumba no sería por tanto una tumba cualquiera, sino que estaría en relación con el culto de Atis y Cibeles, sirviendo de santuario al mismo tiempo que de tumba, a los adeptos de este culto.
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Construida a principios del siglo V d.C., en una terraza baja, junto a un río, en la ciudad de Osaka. Se trata de uno de los monumentos más grandes de toda la antigüedad y fue concebido para albergar la tumba del Emperador japonés Nintoku. Tenía 486 m. de largo y su tumba preside un cementerio compuesto por 15 túmulos funerarios; todo el conjunto recibió el nombre de Mozu, albergando los restos de otros emperadores y nobles japoneses. La forma de la tumba tiene la típica apariencia de ojo de cerradura, característica en gran parte de los complejos funerarios de los primeros emperadores de Japón. El mausoleo entero ocupa una extensión de 32,3 hectáreas y el túmulo principal constaba de tres niveles o terrazas, con un saliente en cada uno de los lados de la plataforma frontal; una vez levantado, ésta se cubrió con guijarros. En 1872, un corrimiento de tierras derrumbó parte de la plataforma delantera, dejando al descubierto una pequeña cámara funeraria de piedra, similar a un pozo, que albergaba un sarcófago, cuyo interior contenía una armadura y diversas armas de hierro; no se trataba, sin embargo, de la tumba de Nintoku sino de una figura secundaria, quizás un noble. Del estudio de otras tumbas menores con forma de ojo de cerradura en las que sí se han llevado a cabo excavaciones, se deduce que la tumba del Emperador está debajo del túmulo circular, situado en la parte posterior.
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En la China central, a 64 km. de la ciudad de Xi'an, los arqueólogos hicieron en 1974 un hallazgo extraordinario, la tumba del primer emperador Qin, fallecido en el año 210 a.C. Hasta el momento han sido descubiertas cuatro secciones subterráneas separadas, designadas fosas 1 a 4, que cubren un área de unos 20.000 m2. Cerca del túnel imperial apareció algo que no estaba reflejado en ningún documento conocido: un ejército de terracota preparado para entrar en combate, con sus caballos y carros de guerra. Las figuras representan al ejército del emperador, quien debía velarle y protegerle en su vida de ultratumba. Dispuestas en perfecto orden de batalla, los ejércitos se encuentran, conforme a la costumbre de la época, repartidos en tres columnas y con su estado mayor. Las estatuas están dotadas de gran realismo, habiendo sido originalmente pintadas de distintos colores. El ejército de terracota no fue producido en serie ni con moldes, sino que cada figura fue modelada individualmente. Detalles de los cuerpos o del uniforme, las caras, los peinados, las armas o el rango, cada soldado pertenece a una unidad diferente y en su rostro se puede averiguar hasta su procedencia étnica. Solemnes y marciales como corresponde a la guardia del emperador, los guerreros tienen una altura algo superior a la de un hombre normal. Los más de 1.500 artesanos que intervinieron en su construcción se cuidaron de reflejar cuatro unidades básicas: una vanguardia de arqueros a pie, sin armadura; dos unidades de caballería y carros, y una unidad más de caballería y de carros repartida en ocho corredores. Las investigaciones, aún en curso, desvelan que están enterradas unas 8.000 estatuas, de las que se han recuperado hasta ahora unas 1.300.