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El tren que partía hacia Normandía fue retrasado en varias ocasiones para que Monet consiguiera un efecto lumínico de mayor calidad. No tuvo ningún inconveniente gracias a su entrevista con el Director de Ferrocarriles, quien facilitó el trabajo del maestro en todo lo posible. De esta manera, Monet realizó una de sus series más famosas en las que la luz y el humo del vapor se entremezclan obteniendo un resultado digno de elogio. Las nubes de vapor adquieren un color azulado por efecto de la luz solar, creando una sensación ambiental de inestimable belleza. El estilo de Monet se inscribe dentro del más absoluto Impresionismo, trabaja con una pincelada rápida y abocetada, crea sombras coloreadas y emplea colores primarios. Las formas van perdiendo importancia, inundando los lienzos de luz y color. Las figurillas de los pasajeros están conseguidas con un sucinto toque de pincel, al igual que las farolas o los cables, pero la sensación de realidad que crea el maestro es perfecta.
obra
El ferrocarril será para los impresionistas motivo frecuente de inspiración debido a la modernidad que suponía y a los efectos creados con su potente chorro de vapor. Monet dedicará una serie de 12 lienzos a la estación Saint-Lazare y algunos más a cantar las gracias de ese nuevo medio de transporte. Esta imagen que contemplamos es la primera en la que el maestro incluye el tren como protagonista; la densa nube de humo permite identificar el lugar que ocupa la locomotora, oculta tras la densa arboleda. Los vagones de cola se aprecian claramente, incorporando las pequeñas figurillas en su interior que conforman el pasaje. Ante la arboleda, en una inmensa pradera, pasean varias figuras, unas al sol y otras en la sombra. La luz del atardecer inunda por completo la escena, crea una sombra oscura y muestra un cielo plomizo en el que se mezclan nubes y humo. La pincelada empleada es tan rápida como acostumbra Monet, siguiendo el estilo impresionista, del que será su máximo exponente.
obra
David Cox no se interesaba en su trabajo por la industrialización que se estaba produciendo en Inglaterra producto de la Revolución Industrial, cuyo buque insignia era el ferrocarril. Sin embargo, cuando contempló Lluvia, vapor y velocidad, la obra emblemática de Turner, se interesó por las cuestiones planteadas por el maestro londinense, tal y como podemos contemplar en esta acuarela que fue expuesta en 1849. En primer plano podemos contemplar un pequeña manada de caballos iluminados por la luna mientras en el fondo se intuye la silueta del tren, con el fuego que despide la máquina contrastando con la luna. La escena se desarrolla en un páramo, mostrando una amplia perspectiva que tiene una sensacional punto de fuga. El cielo también tiene un papel protagonista en la composición, ocupando más de dos tercios de la superficie, en clara referencia a la pintura holandesa del Barroco. La técnica empleada permite al pintor trabajar de una manera rápida y difusa, en clara relación con la Escuela de Barbizon francesa.
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acepcion
Técnica empleada por Gaudí a base de baldosas rotas, y con los fragmentos compuso un mosaico al estilo bizantino, pero con la particularidad de que mezclaba fragmentos de distintas piezas. Consiguió así el sorprendente efecto de una nueva composición más viva e interesante y que no tiene nada que ver con el original de las baldosas.
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Argenteuil ya no tenía motivos atrayentes para Monet y buscó la inspiración en París, eligiendo la estación de Saint-Lazare -de donde partían los trenes hacia Le Havre y Argenteuil- como motivo de sus próximos trabajos. Renoir cuenta que su buen amigo Claude estaba interesado en reproducir el efecto de la luz solar sobre las nubes de vapor. Incluso consiguió retrasar la salida de algunos trenes porque la luz del sol era mejor, sin olvidar que los trenes se recargaron de carbón para expulsar más vapor y los andenes fueron cerrados. La visita del pintor al director de ferrocarriles hizo sus deseos realidad. La modernidad que suponía el ferrocarril era un aliciente para los maestros impresionistas pero Monet estuvo más interesado en captar sensaciones lumínicas y atmosféricas, como ya había hecho Turner en Lluvia, vapor y velocidad. Con esta serie inaugura Monet un nuevo método de trabajo, en el que un mismo motivo será visto desde diferentes momentos lumínicos, mostrándose la evolución de la luz y el color aplicada al mismo objeto. Las series de la Catedral de Rouen, los Almiares o los puentes de Londres continuarán con esta fórmula de trabajo que tanto admiró Claude. En esta ocasión los trenes saliendo de la estación de Saint-Lazare en un día nublado crean un sensacional efecto atmosférico, mezclando el vapor de las locomotoras con las nubes. La estructura metálica de la estación se aprecia al fondo, de la misma manera que podemos intuir las vías y las señales. La pincelada no puede ser más rápida y abocetada, consiguiendo un efecto de inacabado que fue muy criticado por los especialistas cuando las obras fueron presentadas en la tercera exposición de los impresionistas, en abril de 1877.
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