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Entre 1934 y 1944, la Marina japonesa construyó varios docenas de submarinos muy pequeños uso en combate. Fueron pensados originalmente para ser transportados por naves japonesas más grandes y para ser desplegados en el camino de una flota enemiga, donde interrumpirían sus operaciones con ataques de torpedos. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, utilizaron los submarinos enanos para operaciones especiales contra las naves en los puertos enemigos, entre ellos el ataque de Pearl Harbor del 7 diciembre de 1941 -sin demasiado éxito, por cierto- y las incursiones de mayo de 1942 en Sydney, Australia, y Diego Suarez en el Océano Índico. También fueron empleados en Guadalcanal en 1942-43, donde alcanzaron logros modestos contra los convoyes de los E.E.U.U., y como unidades defensivas basadas en las Aleutianas y en otros lugares del Pacífico. Los submarino tipo A Midget alcanzaban, impulsados por motores eléctricos, una velocidad alta, aunque su radio de acción era muy limitado. Para aumentar su resistencia, el prototipo tipo B y los del tipo C fueron equipados con un motor diesel para recargar sus baterías eléctricas, siendo además algo más largos y pesados. Aproximadamente se construyeron sesenta submarinos del tipo A entre 1934 y 1942, recibiendo nombres alfanuméricos incluidos en la serie HA (Ha-1 hasta Ha-52 y desde Ha-54 hasta Ha-61). Sólo se construyó un único tipo B (Ha-53) y quince tipo C (Ha-62 hasta Ha-76), entre 1943-44.
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La clase B1 fue la más numerosa entre los submarinos japoneses. Estos navíos fueron rápidos, gozaban de una gran autonomía y podían transportar un pequeño avión lanzable mediante una catapulta. Durante la guerra, en algunos de estos submarinos se desinstaló la catapulta para montar un cañón de 14 cm. Los submarinos de este tipo participaron en muchas batallas. así, el 31 de agosto de 1942, el I-26 logró dañar seriamente al portaaviones Saratoga, durante la campaña de Guadalcanal. Dos semanas más tarde, dos torpedos del I-19 lograron golpear al USS Wasp, portaaviones de la clase Essex. En la misma salva fueron disparados cuatro torpedos más, que impactaron en el North Carolina y dañaron al O´Brien. Sin embargo, de los 20 submarinos de esta clase que fueron botados, sólo el I-36 logró sobrevivir a la guerra.
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Proyectado en 1937, podía permanecer en inmersión durante 75 días ininterrumpidos. A partir de 1942, algunos modelos fueron habilitados para llevar una lancha de desembarco de 14 m. de largo.
termino
acepcion
Banco de poca altura que utilizaban los senadores y magistrados romanos como escaño.
contexto
Se han identificado al menos dos sistemas de producción de alimentos: uno de recolección intensiva y de caza, y otro agrícola que aprovechó tanto las orillas de las cuencas fluviales y de los pantanos anualmente inundados -y que permitieron la obtención de dos cosechas por año-, como de las zonas menos irrigadas que tuvieron tan sólo un cultivo anual. El sistema agrícola fue de tumba y quema, y en ocasiones estuvo complementado por productos piscícolas de río y de estuario. La colonización de este tipo diferencial de tierras y posibilidades de subsistencia se considera el origen de la desigualdad social, de manera que aquellos que ocuparon las márgenes de los ríos se convirtieron con el tiempo en la élite que gobernó en los centros olmecas. Los asentamientos más complejos fueron los centros ceremoniales, que actuaron como ciudades en el orden social, económico, político e ideológico. En ellos, los edificios se construyeron de tierra y adobe, y se repellaron también de adobe y arcilla, dada la carencia de rocas duras en el área, a excepción de las alejadas Montañas Tuxtlas que tenían grandes canteras de basalto. Con ella construyeron inmensos montículos y plataformas en los que instalaron templos y edificios públicos. Estas edificaciones se levantaron siempre en torno a patios, sentenciando así un patrón de asentamiento básico en la vida mesoamericana, que afectó tanto a los minúsculos conjuntos habitacionales como a las ciudades más densas. Rodeando los grupos más voluminosos de los centros ceremoniales se construyeron plataformas de tierra más pequeñas para sustentar las chozas campesinas de carácter perecedero (paredes de palos y barro techadas con hojas de palma). La construcción de centros tan impresionantes como San Lorenzo, La Venta, Laguna de los Cerros y Tres Zapotes, pone de manifiesto el poder alcanzado por los dirigentes olmecas, que tuvieron que organizar la fuerza de trabajo de miles de personas para mover millones de m3 de tierra. Estos edificios se embellecieron con piedras bien cortadas y fueron drenados por canales internos hechos con piedra basáltica, que recorren los patios y desaguan fuera de la ciudad. Asimismo, en el caso de San Lorenzo nueve grandes cabezas colosales representando otros tantos gobernantes fueron colocadas en las zonas centrales del sitio. Al final, la ciudad fue saqueada, la escultura monumental mutilada y enterrada, y alguna de ella pudo haber sido trasladada al sido de La Venta. La destrucción de las imágenes de sus líderes indica problemas de naturaleza política y religiosa, aunque algunos investigadores defienden prácticas destructivas cíclicas de naturaleza ritual. Tras la caída de San Lorenzo, La Venta es el centro principal, alcanzando una superficie cercana a las 200 ha. El sitio, construido de arcilla y adobe, se orientó en torno a un eje básico desviado 8° al oeste del norte, a lo largo del cual se emplazaron las más grandes plataformas que sostuvieron templos y edificios de élite construidos con materiales perecederos. Limitando este eje por el norte se construyó el Complejo C, que contenía una impresionante pirámide en forma cónica de 30 m de altura y 128 m de diámetro. Más al norte, el Complejo A se distribuye a lo largo de dos largas plataformas que dejan en medio un patio interior, que sostuvo en el pasado una hilera de columnas de basalto. Esta orientación norte-sur estuvo sancionada por una serie de ofrendas y enterramientos que se dispusieron en los patios y las estructuras a lo largo de este eje. En La Venta se ha hallado una cantidad abundante de escultura monumental, tanto en superficie como enterrada. Algunas piezas fueron también cabezas colosales, pero sobre todo estelas y grandes altares, tronos de basalto y otras esculturas confeccionadas en bulto redondo. Muchas de ellas estuvieron acompañadas en las ofrendas por objetos rituales en jade, pirita y cerámica. La decadencia de La Venta, una ciudad que en el momento de su esplendor pudo albergar 18.000 habitantes, se produce hacia el 400 a.C. El último centro de civilización olmeca fue Tres Zapotes, el cual es muy desconocido hasta el momento, aunque claramente fue contemporáneo con los anteriores y les sobrevivió. En su zona nuclear se encontraron 50 montículos agrupados, así como una cabeza colosal y la Estela C, que contiene una fecha de estilo maya de 3 de septiembre del año 32 a. C.
contexto
Hace unas décadas, las reconstrucciones sobre los antiguos mayas defendían un modelo productivo de agricultura extensiva de tumba y quema (milpa), siguiendo un patrón similar al vigente hoy en la región. Este modelo tenía consecuencias restrictivas a la hora de analizar las grandes poblaciones concentradas en centros urbanos y para la definición del estado en esta zona. A mediados de los 60 surgió una nueva visión en relación con el sistema productivo y el patrón de asentamiento, alterando las ideas tradicionales sobre esta sociedad. Así, se estableció que los mayas utilizaron agricultura extensiva de ciclo largo y de ciclo corto, según los factores demográficos a los que se vieran sometidos. Estas prácticas consistían en clarear un terreno en el bosque y quemar los grandes árboles, sembrando sobre las cenizas en los comienzos de la estación lluviosa; sin embargo, este sistema obliga a dejar en barbecho el terreno durante un largo periodo (12 a 18 años), con el fin de que se regeneren los suelos del bosque tropical. La gran cantidad de tierra requerida por cada familia para obtener alimento de manera continua es un factor que impide la formación de grandes núcleos de población a los pueblos que la practican. En ocasiones, los mayas también emplearon la arboricultura como sustituto del maíz, en especial el fruto del ramón (Brosimun alicastrum). Los productos de la caza, la pesca en las costas y la recolección complementaron la dieta de las comunidades mayas. A inicios del Formativo Tardío se hizo necesario introducir formas intensivas de producción de alimentos, en particular relacionadas con la agricultura. De este modo, los agricultores aprovecharon las márgenes de los pantanos y de las concentraciones de agua formadas durante la estación húmeda con el fin de obtener suelos mejor irrigados y más ricos, pudiendo conseguir en ocasiones dos cosechas anuales. También, como ocurrió en Río Bec, cultivaron jardines en torno a sus casas -cortijos-, donde plantaron otras plantas que requerían mayor cuidado y que diversificaban su dieta. En la misma región y en las montañas en torno al sitio de Caracol, fueron modificadas numerosas colinas con el fin de contener terrazas agrícolas que aumentaran la producción, a la vez que frenaran la erosión. Sin embargo, el carácter verdaderamente intensivo de la agricultura vino de la mano de los drenajes y de las modificaciones realizadas en torno a las zonas acuáticas, dando lugar a un sistema que se ha denominado de campos levantados, de gran similaridad a las chinampas del centro de México. Consisten éstos en concentraciones artificiales de tierra limitadas por canales de agua y situadas en márgenes de ríos y pantanos. Con este sistema, se asegura una suficiente cantidad de tierra fértil bien irrigada, de manera que no es necesario el barbecho en el trabajo de los campos, obteniéndose una producción abundante para alimentar a los ocupantes de los grandes núcleos urbanos. Los bajos de Belice, la región de Río Bec, las márgenes del Candelaría y otros lugares, tuvieron este sistema intensivo en la agricultura. La unidad mínima de residencia de los antiguos mayas fue la casa, identificada por medio de pequeños montículos de tierra y piedras recubiertos de arcilla. Estas construcciones, de no más de 0,50 m de altura, sostuvieron en el pasado chozas rectangulares de carácter perecedero en las que habitó la población campesina, sea dispersa por el paisaje, sea en los centros urbanos. Esta unidad de habitación puede estar aislada o asociada a otras en torno a un patio, formando un conjunto residencial ocupado por familias extendidas. En ellos, no todos los edificios son viviendas, sino que existen almacenes, cocinas y residencias. Varios de tales conjuntos están ocupados por un linaje. Este es el sistema básico de asentamiento de los centros mayas, con variaciones en tamaño y volumen, pero cuyos lazos de parentesco y la especialización en las funciones que jugaron en la sociedad fueron un factor de cohesión y de integración social. Cuando estos conjuntos residenciales alcanzan un mayor grado de complejidad, con espacios más amplios y edificios más elaborados, se forman pequeños centros cívicos, dirigidos por elites locales. Estos incluyen pirámides escalonadas y grandes edificios residenciales para los dirigentes del asentamiento. La categoría más compleja de asentamiento corresponde a los centros cívico-ceremoniales o ciudades, que integraron social, política, económica e ideológicamente amplios territorios. En ellos se incluyen templos, palacios, estelas, juegos de pelota, altares, calzadas, plataformas, grandes depósitos de agua, fortificaciones, arcos, torres y una amplia gama de edificios y conjuntos, los cuales reproducen siempre los grupos residenciales. La diversificación en tamaño urbano y de los edificios que contienen, la cantidad de restos escritos y de elementos complejos de cultura material, manifiestan que algunos centros ejercieron un dominio político o económico sobre otros, siendo los más complejos capitales regionales.
contexto
En los últimos años se han descubierto numerosos restos en los yacimientos que se vinculan con el acondicionamiento del entorno más próximo por los musterienses y la elaboración de elementos arquitectónicos sencillos, todo ello con el fin de servir de abrigo. Los vestigios de las estructuras de habitación y los suelos de ocupación, tal y como los conocemos hoy, oscilan entre estructuras complejas, como pueden ser fondos de cabaña, o parciales, las más frecuentes, entre las que destacan los hogares. Este tipo de restos suelen ser evidentes en el transcurso de la excavación, pero también pueden darse una serie de asociaciones de piezas y fauna significativas, cuyo análisis se realiza con frecuencia en laboratorio y que constituyen las estructuras latentes, según las definiciones de A. Leroi-Gourhan. En cualquier caso, al Paleolítico Medio se asocian algunas grandes estructuras, por lo general en yacimientos al aire libre, entre las que destacan las cabañas de las estepas rusas y centroeuropeas y, entre ellas, la del yacimiento de Molodova I. Los yacimientos de Molodova contienen una serie de círculos o parte de ellos, hechos con grandes huesos, principalmente de mamut, rodeados de concentraciones de piezas, fragmentos óseos y áreas de cenizas. La interpretación de estos círculos de huesos corresponde a la idea de que fueran pesos que mantenían pieles extendidas sobre supuestos postes de madera. Los más completos son los procedentes del nivel IV de Molodova I, que son grandes óvalos de 8 por 3 metros. En otros casos, las estructuras y disposición del suelo de ocupación permiten otra serie de interpretaciones que se vinculan con otras actividades, no exclusivas del abrigo, como son los talleres, cuya espectacularidad es menor, o áreas de cazaderos. En cuevas y abrigos, la aparición de grandes estructuras es limitada, quizá debido a las propias características del abrigo natural, que excluye la fabricación de estructuras complejas, y a la propia evolución sedimentológica de estos yacimientos. En estos casos es frecuente la observación de estructuras latentes, dependiendo de la disposición de los objetos, como en Arcy-sur-Cure, y a la aparición de estructuras parciales, asociadas o no a las anteriores, como son agujeros de poste, alineamiento de bloques, muretes, empedrados o enlosados y hogares. En cuanto a las estructuras de habitación, realmente la más importante descubierta hasta el momento en una excavación moderna en la Península Ibérica es la que se corresponde con el nivel XVII de Cueva Morín, donde se observó la existencia de un recinto delimitado en el que se habían llevado a cabo actividades distintas a las realizadas fuera del mismo, según revelaron la composición, distribución y características de los restos encontrados en el nivel. El refinamiento de las técnicas de excavación y el progreso de métodos y ciencias próximas a la Prehistoria nos van acercando al conocimiento de los modos de vida y los diferentes subsistemas de los que se componía la cultura y la sociedad de los hombres del Paleolítico Medio. Hoy en día, al menos la complejidad y la variabilidad cultural y biológica del mismo han sido reconocidas plenamente, partiendo de lo que se consideraba hace tan sólo dos décadas como unas tribus primitivas y oscuras, sin la capacidad de organización social, anímica y económica de los cazadores del Paleolítico Superior. Sin embargo, permanecen muchas incógnitas que tan sólo una activa investigación no sólo de este periodo, sino también del Paleolítico Inferior y del Superior podrán desvelar en parte. Dentro de la subsistencia nos encontramos con el problema de la caza. Los estudios taxonómicos que se han realizado y los análisis de fauna han inclinado a un sector de la investigación a pensar que la explotación del medio inmediato a los yacimientos llevaba a una caza oportunista, sin que hubiera una especialización determinada por alguna especie. En algunos casos incluso se ha propuesto que en realidad ha habido un carroñeo de animales muertos por otras razones, especialmente en relación con grandes herbívoros como los mamuts o los rinocerontes. En el caso de los rinocerontes, se basaban en la presencia generalizada de molares entre los restos de fauna sin presencia de elementos del esqueleto postcraneal, lo que implicaba una cierta selección. Si observamos, por ejemplo, la fauna que se asocia en yacimientos de la cornisa cantábrica, se deduce que la fauna mamífera en todos ellos se relaciona mayoritariamente con tres especies: Cervus elaphus, Equus caballus y grandes bóvidos, si bien se producen cambios en el predominio de algunas de ellas sobre las demás, que pueden vincularse tanto a la selección cinegética (estacional o en función de las mismas características del yacimiento como, por ejemplo, cazaderos especializados) o bien a cambios en el medio ambiente. El análisis del territorio también puede inferirse a partir de los tipos de materia prima utilizados en el conjunto de la industria lítica. En este sentido, la explotación de las fuentes suele determinar un uso más intensivo del medio más inmediato, de 5 a 10 kilómetros, mientras que las materias más exóticas, en radios que normalmente no superan los 100 kilómetros, se detectan en la fabricación de algunos útiles en especial y en el agotamiento casi total de sus restos.