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Personaje Religioso
En tiempos de la persecución de Diocleciano, fue degollado en circo de su ciudad natal por orden del pretor Dión. Junto con él también fue martirizada su hermana Santa Victoria. Son los patrones de Córdoba y su fiesta tiene lugar el día 17 de diciembre.
obra
Para instalarse en el altar colateral de la iglesia del Convento de Agustinas Recoletas de Monterrey en Salamanca este lienzo sufrió añadidos y repintes que dificultaban la contemplación del original. Una admirable restauración realizada en el Museo del Prado en 1967 permitió rescatar las dimensiones y la escena tal y como fue planteada por Ribera. El santo aparece en pie, vistiendo un oscuro hábito con capucha, portando en su mano izquierda sus escritos mientras que la derecha la apoya sobre un pedestal en el que se aprecia su mitra, correspondiente a su dignidad como obispo de Hipona. Un celaje azulado y con nubes cierra la composición. El naturalismo que identifica la obra de Ribera en estos años tiene en el rostro del santo a una de sus mejores muestras, resaltando las calidades de las telas o los libros al mismo tiempo que abandona la iluminación tenebrista inspirada en Caravaggio. El luminismo hace ya acto de presencia y Ribera se encamina hacia su etapa más barroquista. La presencia del santo fundador de la Orden agustina vendría determinada por pertenecer las monjas de Monterrey a dicha orden.
obra
Hacia 1465 Vincenzo Foppa recibió el encargo de ejecutar un políptico para la iglesia del Carmine en Pavía, actualmente desmembrado. Una de las tablas de esa obra era este san Agustín, recortado sobre un fondo dorado posiblemente por expreso deseo del cliente. Sin embargo, Vincenzo se preocupa por el espacio al incluir una moldura en la zona baja que dota de profundidad a la figura. El aspecto escultórico de Mantegna comparte influencia con la refinada ejecución de la casulla, inspirada en la pintura flamenca. La aportación de Foppa reside en la melancolía del rostro del santo, obtenida gracias al juego de claroscuro de la misma manera que encontramos en el Retablo Bottigella.
Personaje Religioso
Los escritos de san Agustín le convierten en uno de los más importantes filósofos de la Antigüedad. Sus "Confesiones" y "De civitate Dei" se encuentran entre los clásicos del catolicismo. Agustín era hijo de santa Mónica pero su padre era pagano por lo que se formó en la filosofía y la literatura. Una vez acabada su formación se dedicó a la enseñanza, impartiendo gramática y retórica en Cartago, Milán y Roma. Sus primeros planteamientos ideológicos están vinculados al maniqueismo para después interesarse por la filosofía platónica y el neoplatonismo. Pero la influencia materna y las predicaciones de san Ambrosio acabaron por convertir a Agustín al cristianismo, tras la lectura de la Biblia. Se trasladó a Africa para ser ordenado sacerdote en Hipona (391), alcanzando el obispado cuatro años más tarde. Fundó una serie de comunidades monásticas en la zona norte de Africa que serían el germen de los agustinos. El asedio de los vándalos de al ciudad norteafricana aceleró su muerte.
obra
La familia Vespucci encargó a Domenico Ghirlandaio y a Botticelli la decoración de la zona de acceso al coro de los monjes en la iglesia florentina de Ognisanti. Debían realizar sendos frescos teniendo como protagonistas a san Jerónimo y a san Agustín, estando ambos enfrentados. Los trabajos se realizaron a la vez y tienen cierta similitud, demostrando la capacidad de asimilación que poseía Sandro. Sin embargo, en esta obra realiza un excelente programa iconográfico que pone de manifiesto su amplia cultura y su capacidad para satisfacer los deseos de sus clientes; el reloj de sol que aparece en la esquina superior derecha indica las XXIV horas, es decir, la puesta de sol, cuando san Agustín tuvo una visión en la que se le aparecía san Jerónimo hablándole sobre la beatitud, mientras el santo estaba falleciendo. Esta visión tuvo lugar cuando san Agustín se disponía a escribir a su amigo una epístola, por lo que vemos al santo con la pluma en la mano, el tintero y el papel preparado. La visión que está teniendo el santo en ese instante es al propio san Jerónimo de Ghirlandaio que está frente a él, creando Botticelli un juego iconográfico de gran erudición. La amplia figura se inserta en un reducido espacio que se asemeja a un estudio, apareciendo numerosos objetos repartidos por la sala. El santo se lleva la mano derecha al corazón en señal de humildad y dirige su mirada hacia su compañero. Las calidades de las telas y los detalles de los objetos son muy interesantes, destacando la poderosa linealidad y el interés por la perspectiva.
contexto
San Agustín no es un único yacimiento arqueológico y tampoco una sola cultura. En su superficie, de más de 500 kilómetros cuadrados, se encuentran por lo menos treinta emplazamientos cuyas características hacen pensar que la región estuvo poblada durante largos períodos de tiempo por grupos numerosos y sedentarios que contribuyeron a la transformación del paisaje con la práctica de una agricultura intensiva, construcción de caminos, numerosos asen, tamientos y grandes edificaciones de tierra. San Agustín aparece como una larga secuencia de fases culturales, en parte incluidas unas dentro de otras y en parte representando ocupaciones sucesivas, cuyos orígenes pueden remontarse, tal vez, hasta el primer milenio antes de nuestra era, mientras que se encuentran dataciones de los siglos IV y X d. C. Las conocidas estatuas de San Agustín son, por lo tanto, difíciles de fechar, y es probable que los diferentes estilos encontrados en las mismas correspondan a fechas diferentes. Pero todas tienen en común su asociación con diversas prácticas funerarias, algunas verdaderamente espectaculares. Se encuentran cámaras formadas por grandes lajas de piedra, cubiertas por túmulos de tierra de unos 4 metros de altura y 25 de diámetro. En ellas suele aparecer una escultura monumental de aspecto medio humano, medio animal, y otras que adoptan la forma de guerreros guardianes y sirven a la vez de soporte del techo. Tanto las paredes de la cámara como las estatuas tienen restos de pintura roja, negra y amarilla. Hay también entierros en forma de cista, una gran caja rectangular formada por varias lajas de piedra y tapada con lajas o una única laja tallada en bajorrelieve. En las más grandes de estas cistas se encuentra un sarcófago monolítico, cubierto también con una tapa labrada, de los que se conocen más de treinta. Y hay tumbas de tiro, o pozo profundo, con una cámara lateral en el fondo donde suelen encontrarse urnas funerarias de cerámica que encierran las cenizas del difunto. Y son frecuentes las tumbas formadas por un hoyo poco profundo con uno o varios cadáveres en posición flexionada, y que a veces se encuentran excavados en los propios túmulos. La diversidad de los tipos de enterramiento podría deberse, como opinan algunos autores, al considerable espacio cronológico que ocupa San Agustín, pero parece evidente que los distintos entierros indican diferencias acusadas sociales y de rango, reservando indudablemente las tumbas complejas, túmulos y cistas, para personajes de importancia. Además, la ejecución de estas mismas tumbas con el aditamento de estatuas y losas talladas, nos está indicando la existencia de especialistas dedicados a su elaboración, así como de una organización eficiente que dirigió la ejecución de estas complejas tareas. Asociada siempre con los enterramientos se encuentra una imponente escultura monumental. Su diversidad de estilos correspondería a épocas diferentes, pero posiblemente también a funciones distintas, siendo siempre constante su aspecto impresionante. Mención especial merecen los grabados y tallados sobre rocas naturales, generalmente líneas simples que representan con sencillez diversos motivos, pero entre los que destaca con fuerza la Fuente de Lavapatas. Sobre una roca monumental se han tallado tres balsas cuadradas conectadas por canales serpenteantes por los que fluye el agua formando cascadas, y en las paredes de las balsas, toda una serie de animales y rostros y figuras humanas, que se bañan en las aguas del arroyo y que constituyen una manifestación artística perfectamente integrada con la naturaleza. De las esculturas monumentales, el tipo de arte más característico de San Agustín, se conocen unas 320, solas o en grupos, en el interior de las cámaras o en campo abierto, en lo alto de las colinas. Talladas siempre en bloques de piedra monolíticos, dacita, basalto o andesita, pueden alcanzar varias toneladas de peso. Algunas fueron labradas in situ, utilizando mazos de piedra dura, realizando los detalles por medio de una técnica de golpeteo y picoteo, y empleando abrasivos para lograr una superficie pulida. Todas estuvieron policromadas, y en algunas se conservan aún restos de pintura negra, roja, blanca y amarilla, de origen mineral. En realidad, más que esculturas en bulto redondo, son relieves tallados en torno a un bloque, más evidente en unos estilos que en otros, encontrándose algunas figuras como columnas tratadas muy superficialmente, otras de formas absolutamente planas y algunas trabajadas de manera más abultada. El interés principal radica en la cabeza, que es además desproporcionadamente grande, con una boca muy elaborada y un gran tocado, esbozando apenas el resto del cuerpo. Las figuras se conciben de forma plana y un tanto simétrica, con una acusada frontalidad y una rigidez evidente. Las obras más características y conocidas corresponden al llamado estilo expresionista. Entre ellas destaca el tema del monstruo-jaguar, con enorme cabeza de rasgos exagerados, ojos rasgados en forma de D acostada, ancha nariz y gran boca entreabierta con grandes colmillos. En las manos sostienen objetos diversos, un tumi o cuchillo de sacrificios, los instrumentos para el consumo de la coca, serpientes, un pescado, un niño... Entre las figuras del llamado estilo naturalista destacan las de guardianes o atlantes, guerreros con el atuendo característico y armas como escudos, porras o macanas. En este estilo aparecen asimismo las figuras del alter ego o doble, un ser humano con otro encaramado a su espalda que puede ser un felino. Y también se encuadran aquí las grandes figuras de animales, aves monumentales, águilas y búhos que suelen agarrar algo con el pico y las patas. Las estatuas de estilo abstracto alcanzan un alto grado de simplificación de la forma humana, con extraños rostros de ojos y bocas rectangulares que se han interpretado como máscaras.
obra
Compañero de San Jerónimo, San Gregorio Magno y San Ambrosio, formando parte de la decoración para las pechinas de la iglesia de San Juan de Calatayud. San Agustín exhibe la grandeza de los santos barrocos que Goya había visto en el taller de José Luzán y que reitera en esta serie. El mismo programa iconográfico lo repite en la ermita de Nuestra Señora de la Fuente en Muel y en la iglesia de San Juan Bautista en Remolinos, ofreciéndonos en todas ellas una excelente muestra del arte juvenil del maestro.
obra
Cuando Goya decidió marcharse a Italia para realizar su segundo aprendizaje - como le había ocurrido a Velázquez - tenía una acuciante necesidad de dinero. Las becas de la Academia de San Fernando no le beneficiaron y su familia no contaba con la fortuna suficiente como para subvencionar la estancia del pintor - no en balde cuando fallece el padre de Goya, en su óbito parroquial dice que no hizo testamento porque no tenia de que - . La leyenda cuenta que hizo de torero en alguna ocasión para sacarse sus reales; desconocemos la veracidad de esa afirmación. Lo que sí es cierto es que decoró las pechinas de la ermita de Nuestra Señora de la Fuente en la localidad zaragozana de Muel, trabajando al óleo directamente sobre el muro, con las cuatro figuras de los santos Padres de la Iglesia, como ya había hecho en Calatayud. En unas siete u ocho sesiones las debió concluir, poniendo de manifiesto su rapidez. Las enormes figuras están inspiradas en Francisco Bayeu, siguiendo la estética decorativista barroca imperante en España en aquellos momentos gracias a Corrado Giaquinto y Giovanni Battista Tiepolo. La pintura ha sido aplicada de manera rápida, creando un efecto abocetado y empastado, no exento de correcciones. San Agustín está situado frente a San Gregorio Magno; viste capa pluvial azul y gesticula con naturalidad, siendo la figura más expresiva y de más calidad de la serie. Existe un buen grado de similitud con el San Agustín de Calatayud.
obra
Compañero de San Ambrosio en el lado derecho de la iglesia de San Juan Bautista de Remolinos, San Agustín se sitúa frente a San Jerónimo en el lado más cercano del altar. Quizá sea la figura más escorzada de la serie y en la que la luz crea unos efectos más atractivos, asimilando el joven Goya las influencias del barroco decorativista italiano procedente de Madrid, donde trabajaba Giaquinto y Tiepolo. La factura utilizada por el aragonés es muy deshecha, aplicando el óleo con largos toques de pincel, aumentando el efectismo típico de este estilo.
obra
Igual que San Gregorio Magno, San Agustín se nos presenta sentado y escribiendo, sosteniendo el pesado libro sobre sus rodillas. Eleva su cabeza tocada con mitra papal hacia el cielo, buscando la inspiración divina que dicte sus escritos teológicos. La composición de la escena es claramente piramidal, muy del gusto neoclásico imperante en aquellos momentos, al igual que la monumentalidad de la figura, inspirada en la escultura renacentista. Algunos especialistas encuentran ecos de Murillo en toda la serie. Lo más sorprendente es la técnica empleada por Goya, similar a la de los frescos de San Antonio de la Florida, apreciándose claramente los rápidos toques del pincel, situándose muy cerca del estilo impresionista que se impondrá casi un siglo después. La iluminación resalta la volumetría del santo, esculpiendo su figura de entre las oscuridades del fondo.