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El Salterio otoniano de la Biblioteca Nacional de París, al que pertenece esta imagen, está formado por catorce miniaturas a toda página que ilustran los Salmos y Odas del Antiguo Testamento en griego. Por sus rostros nobles, las proporciones armoniosas de la forma y la estructura, la riqueza del colorido, el sentido del espacio y de la atmósfera, la obra que nos ocupa ha tenido que ser realizada por un artista o artistas que tuvieron una familiaridad con las obras clásicas, como sólo podía tener lugar en Constantinopla. La escena de David y Melodia también forma parte de este excepcional Salterio.
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El gusto por la moda clásica no está manifiesto de forma tan clara en ningún manuscrito bizantino como en este Salterio otoniano de la Biblioteca Nacional de París. Vemos como han desaparecido los sombríos retratos de los profetas y santos, el tono amenazador de las imágenes oficiales y las representaciones de la distante Divinidad. En vez de todo eso, David tañe su en un ambiente pastoril donde abundan las ninfas y personificaciones. La escena de Moisés en el Monte Sinaí también forma parte de este excepcional Salterio.
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La época que denominamos gótica, supone cambios sustanciales en la mentalidad colectiva y ciertos temas iconográficos hasta entonces escasamente presentes, irrumpen con fuerza. La reflexión sobre la vanidad de la vida toma forma con esta imagen de corte macabro, que es la traducción literal de un tema literario en auge desde la segunda mitad del siglo XIV. Es el Encuentro de los tres vivos y los tres muertos, de probable origen oriental, que comienza a difundirse por Europa durante este período. Narra una cacería de tres miembros de la nobleza y la irrupción de tres cadáveres en ella, que hablan a los vivos y les espetan: "Así como sois, fuimos; como somos, seréis". El éxito literario en todo Occidente fue indudable y su versión figurativa también. La miniatura del "Salterio de Robert de Lisle" lo ejemplifica.