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obra
Los especialistas no consiguen ponerse de acuerdo en el asunto iconográfico que trata este excelente lienzo. Algunos consideran que se trata de Salomé con la cabeza del Bautista en la bandeja de plata mientras otros consideran que se trataría de Judith con la cabeza de Holofernes. El significado del asunto variaría ya que Judith es una heroína que no dudó en ofrecerse al general enemigo para salvar a su pueblo mientras que Salomé es el instrumento de una venganza. La compañía de la sirvienta y la delicadeza de la figura femenina apuntan a identificar la escena como Judith.Las figuras se recortan ante un fondo neutro -de la misma manera que en el Concierto o Flora- mientras que un cielo se abre en la zona derecha de la composición. Una brillante luz dorada resalta la volumetría de las figuras y crea acertados juegos de claroscuro. Los rostros ovalados, el detallismo de las calidades en las telas y las tonalidades brillantes son un recuerdo de su maestro, Giovanni Bellini, mientras que los contrastes cromáticos entre verde, rojo y blanco son aportaciones características de la pintura de Tiziano. Los ritmos compositivos angulares de sus primeros trabajos serán sustituidos por otros curvilíneos con los que introduce mayor armonía. El rostro de la joven podía interpretarse con un retrato en la línea de otros trabajos de esta década, como Flora, Mujer mirándose al espejo o Venus Anadiomene, obras que tienen como temática fundamental la belleza femenina.
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El tema de la decapitación de San Juan Bautista es muy frecuente en la pintura del Barroco, así como la aparición junto al mártir de la causa de su muerte, la princesa Salomé. Sin embargo, no es tan usual la manera de presentar a los personajes: Salomé lleva la bandeja con la cabeza del santo, pero está con una expresión de vacío absoluto, ligeramente apartada del tema y sin dar muestras de repulsión, alegría o arrepentimiento. Simplemente está ausente de lo que ha ocurrido. Por contra, el verdugo no muestra la frialdad que exige su profesión, sino que mira con expresión concentrada y adusta la cabeza del muerto. En su mirada podemos encontrar reprobación. Pero además aparece un tercer personaje no identificado, una vieja que retuerce sus manos ante el asesinato consumado. Se ha creído que hace referencia al destino o a las parcas que cortan los hilos de la vida del hombre, pero nada es seguro. Caravaggio repite el modo de ejecución de gran parte de su pintura, con fondos extremadamente oscuros que se pierden, contra los que se recortan las figuras, muy iluminadas. Los modelos para los personajes también se pueden ver en otros cuadros: Salomé es la misma mujer que posa para la Madona del Rosario, y el verdugo es uno de los soldados que azotan a Cristo en la Flagelación.
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Todo el mundo conoce la historia de la princesa Salomé, despreciada por San Juan Bautista y que bailó para su padre, obteniendo como premio la cabeza del mártir. En el lienzo, Caravaggio recoge el momento en que Salomé presenta la bandeja con la cabeza al espectador, mientras el verdugo mira conmiserativamente los despojos. La postura de Salomé es muy poco convencional, apartada de la bandeja, pero no con asco o remordimiento, sino con una enigmática media sonrisa y mirada directa al espectador. Asimismo, es poco frecuente la aparición del tercer personaje, la anciana de rostro arrugado, que no se identifica con ningún personaje de la historia bíblica. La composición debió resultar exitosa para el autor puesto que la repitió en diversas ocasiones, siendo la más famosa de ellas la Salomé de la National Gallery de Londres.
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Dos son los temas habituales de Poussin: pasajes bíblicos y narraciones mitológicas y legendarias de la antigüedad greco-romana. Poussin descartaba así otros géneros usuales en el Barroco: el retrato de personalidades, la pintura decorativa, etc. Esta concepción emanaba de su creencia en el arte como representación de los grandes hechos, dado que sólo la cualidad y calidad de lo representado, entendiendo la representación como narración, pueden elevar al observador hacia la virtud. Por ello, este pasaje tomado de San Mateo no sólo trata un tema elevado, del Evangelio, sino que está representado conforme a los más puros cánones clasicistas. El evangelista nos cuenta cómo Salomé, hija de Herodías, la amante del rey Herodes, consigue la promesa del déspota de entregarle la cabeza de San Juan Bautista, a la sazón preso por las críticas que realizaba a la relación ilícita de Herodes y Herodías, su cuñada. El Bautista fue decapitado y su cabeza llevada en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual la entregó a la madre. Poussin sitúa la acción en las propias mazmorras, en que el verdugo, con el cuerpo del santo a sus pies aún, entrega la cabeza a Salomé, acompañada de dos sirvientas, que portan la bandeja. El trío femenino está realizado bajo el influjo de la escultura romana, y sigue las proporciones del canon griego.
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La década de 1550 va a ser muy especial para Tiziano ya que ve como sus hijos le abandonan al hacerse mayores mientras sus amistades van falleciendo. Está envejeciendo y ésto repercutirá en su pintura que se hace más triste y dramática.Salomé se sitúa en primer plano - casi de espaldas - girando la cabeza para mirar al espectador, en un marcado escorzo aprendido del Manierismo. En sus brazos sujeta una bandeja con la cabeza del Bautista. La luz dorada procedente de la izquierda baña a la joven y deja en penumbra el resto de la composición para conseguir una mayor sensación dramática, anticipándose al Tenebrismo. La pincelada aplicada por el maestro es muy suelta, sin preocuparse por los detalles. La figura de Salomé se considera un retrato de su hija Lavinia, casada por estas fechas. Quizá podría ser una alusión a la situación personal del pintor que se ve traicionado como el Bautista, mientras su hija exhibe el triunfo que ha supuesto su boda. Muy similar es la composición Muchacha con un plato de frutas.
lugar
Archipiélago al oeste del Océano Pacífico, concretamente en Melanesia ("islas negras" en griego, en referencia al color de piel de sus habitantes), formado por dos grupos de islas casi paralelos el uno del otro y separados por un brazo de mar, el Slot. En la franja externa destacan, entre otras, las islas Buka, Bougaiville (la más extensa), Choiseul, Santa Isabel y Malaita, y en la interna son reseñables Shortland, Vella Lavella, Kolombangara y San Cristóbal, mientras los atolones de Rennel y Otong Java surgen aislados al sur y norte del archipiélago, respectivamente. Salvo algunas islas pequeñas de tipo coralino, el archipiélago es de origen volcánico, al igual que los imponentes relieves montañosos. Tiene un clima ecuatorial que provoca abundante humedad durante la mayor parte del año, dando lugar a una vegetación exuberante y espesa. Los pobladores de las islas son, en su mayoría, melanesios y polinesios, junto con un reducido número de pobladores pigmeos. La actual capital de las Salomón es Honiara, en la isla de Guadalcanal, desarrollándose después de la II guerra Mundial cerca del Campo Henderson, base aérea durante la guerra y actualmente principal aeropuerto del país. Se cree que los primeros habitantes de las islas llegaron procedentes del noroeste 30.000 años a.C., pero no fue hasta el 4.000 a.C. que se establecieron definitivamente, dedicándose a la agricultura y a la navegación. Lo que la arqueología ha dejado constancia es que las islas ya estaban habitadas unos 2.000 años a.C., encontrándose materiales en Guadalcanal, Gawa, islas Reef y Santa Ana datados aproximadamente en el 1.000 a.C., y utilizándose ya piezas de alfarería en el archipiélago 200 años después. Hacia el 1600 a.C. se produjo la primera migración polinesia procedente del oeste y, a continuación, llegaron los lapitas desde el este, dando lugar a una gran heterogeneidad cultural. Fueron exploradas por primera vez en 1568 por el español Álvaro de Mendaña, quien descubrió algunas de las islas del Archipiélago, islas que, por otro lado, cayeron en el olvido rápidamente hasta el siglo XVIII, cuando se redescubrieron. Cabe destacar que los exploradores del siglo XVI que las visitaron se encontraron con el rechazo de los pobladores. En 1767 el capitán inglés Philip Carteret llegó hasta ellas y partir de ese momento pasó a ser un Protectorado inglés, a excepción de Buka y Bougainville, que estuvieron bajo poder alemán desde 1885 hasta el final de la I guerra Mundial. La vida de los isleños permaneció prácticamente inalterable hasta la ocupación japonesa en la II Guerra Mundial, donde se vivieron sangrientas batallas entre éstos y las tropas estadounidenses, especialmente, en la batalla de Guadalcanal (1943). La guerra hizo que los combates se sucediesen sin interrupción durante mucho tiempo con resultados desastrosos para los isleños. La victoria aliada trajo consigo el establecimiento de un enorme complejo militar, donde se emplearon miles de isleños, y también de un aumento espectacular de la riqueza. En 1976 entró en funciones el primer gobierno autónomo, que accedió a su plena independencia en 1978, dentro del ámbito de la Comunidad Británica. En la actualidad, Honiara se está viendo afectada por un conflicto que opone a las comunidades tribales de la isla, propietarios tradicionales del 90% de la tierra, con los ocupantes ilegales de la aledaña isla de Malaita, quienes se han establecido en la región para trabajar en la capital. Desde el punto de vista cultural, muchas de las formas del arte indígena en las Salomón se han ido desgastando o han desaparecido; sin embargo, en algunas comunidades se siguen manteniendo, aunque no con la misma pujanza del pasado debido, en gran parte, al desarrollo de una cultura moderna que ha llegado e influenciado a todas las islas. Todavía se pueden encontrar dos tipos de objetos representativos en la cultura: la figura masculina con hocico de cerdo, con simbolismo religioso, que venía colocado en las canoas y, en segundo lugar, las tallas de pájaros o peces en los bordes de los cuencos, utilizados para hacer ofrendas rituales a las divinidades. También destacan las esculturas que reflejan a los antepasados.
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El rey Salomón es otro de los personajes que forman parte del banco pintado por Pedro Berruguete hacia 1482 para el retablo de la iglesia de Santa Eulalia de Paredes de Nava. El monarca se muestra imberbe y se identifica por la inscripción y por el libro abierto. Al igual que David, se cubre con un turbante también adornado con una piedra preciosa y sobre el que se ciñe la corona. También sostiene un rico cetro decorado con anillos de perlas. Sus manos están cubiertas con guantes y la mirada parece dirigirse al libro.
Personaje
Político
Uno de los reyes más populares de la historia israelí es Salomón, conocido por su justicia a partir del veredicto dictado en el caso del hijo disputado por ambas madres. Salomón era hijo de David y fue nombrado rey por su padre hacia el año 970 a.C. La situación en aquellos momentos era bastante estable, alterada con un leva enfrentamiento con Egipto que fue solventado con el matrimonio entre el rey israelí y la hija del faraón. Desde ese momento, Salomón se dedicará a organizar sus dominios y mantener la integridad de los mismos. Las principales ciudades fueron fortificadas y el ejército se reorganizó, dotando de unidades de carros. La economía recibió un potente impulso al llevar a cabo importantes acuerdos comerciales con Tiro. Las riquezas afluían al reino israelí lo que permitió la construcción de un palacio real y el inigualable templo decorado con "paneles de cedro recubiertos de oro, columnas y capiteles de bronce, altar, candelabros y vajilla de oro". El auge económico trajo consigo una reactivación de la cultura, especialmente la literatura, la música y la poesía. El país fue dividido en 12 provincias que pagaban cuantiosos impuestos para sufragar los enormes gastos de la corte. Las tribus iban perdiendo su independencia y la estructura social y económica cambiaba rápidamente. Estas transformaciones no eran del agrado de los más conservadores, provocando un cisma en el pueblo israelí durante el reinado de Roboam.