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obra
En la planta baja de la Quinta del Sordo, enfrente de El Aquelarre, se encontraba la Romería de San Isidro, colocando en el lado corto de la sala a Saturno y Dos Viejos. En esta imagen contemplamos una procesión con extraños personajes, con rostros alucinantes, en un paisaje desolado e irreal. En el primer plano las figuras cantan y gritan para mostrarnos la alegría de la romería, apreciándose la procesión serpenteante entre los montículos del paisaje. La expresión grotesca y estúpida que Goya ha conseguido captar en las figuras de primer plano es lo más destacado de la composición.El significado de la escena es difícil de descifrar, pero resulta imposible evitar la comparación de esta imagen con la Pradera de San Isidro, realizada casi 40 años antes.
Personaje Político
Descendiente de una familia de labriegos adinerados, se trasladó a Madrid para cursar estudios. Completó su formación en Alcalá y Valencia, doctorándose en derecho civil. Comenzó a ejercer la abogacía, primero bajo los consejos de Francisco Antonio de Mendoza y luego con José Antonio Fita. Al tiempo que trabajaba, continuó estudiando y aprobó dos cursos de Cánones y uno de Derecho Natural y de Gentes. En estos años escribe su "Disertación sobre competencias". Fue designado por el partido y cuadrilla de Albarracín para asistir a las Juntas generales de la Mesta. Esta experiencia le sirvió para profundizar en sus conocimientos sobre materia económica. Desde 1794 ocupa la fiscalía de la Audiencia de Valencia e inicia su trayectoria como magistrado. Ocho años después era elegido oidor de la Chancillería de Granada y luego gobernador de la sala primera del crimen de 1805. Desde este cargo acusó a Rodrigo Riquelme, regente de la Audiencia, culpable de un delito y a Ventura Escalante, capitán general, de haber cometido crimen. A pesar de todo el juicio se suspendió y fue al propio Romero a quien estuvieron a punto de enviar a Canarias, si no lo hubiera impedido el estallido de la Guerra de la Independencia. Desde 1809, nombrado por Martín de Garay, ocupó el cargo de comisionado de la Junta Central para Jaén y Córdoba. Pero al poco tiempo le encarcelaron. Cuando recobró la libertad se trasladó a Alicante y después estuvo residiendo en Granada, donde se hizo pasar por afrancesado. Tras la marcha de los franceses, regresa a la Audiencia en Valencia. Es entonces cuando escribe "Wellington en España, y Ballesteros en Ceuta, Cádiz, Valencia y Granada" y "Pensamientos diversos sobre la conservación y la felicidad de la Patria". Llegados a 1814 le mandan a la Audiencia de Castilla la Nueva, pero la supresión de la Constitución le deja sin empleo. En estos años es cuando ingresa en la masonería. En 1818, coincidiendo con la fuga de Van Halen, es detenido y llevado a las cárceles del Santo Oficio de Murcia. Con el triunfo de la Constitución en 1820 fue nombrado diputado a Cortes por Aragón. Tanto sus discursos como sus folletos le convirtieron en uno de los más exaltados de la cámara. Al fin del Trienio Liberal se trasladó a Gibraltar y luego a Londres, donde sufrió grandes penurias. En 1827 se trasladó a Portugal pero no pasó demasiado tiempo desde que fue expulsado. Autor prolífico, algunas de sus obras más importantes son "Los tres días grandes de Francia", "Observaciones sobre el prestigio errado y funesto del general Espoz y Mina", "Proclama a los Aragoneses", e "Historia de la Revolución de España". Otra de sus obras más reconocidas fue "Discurso sobre lo que con la muerte de Fernando VII sucederá a la España". Al poco tiempo de regresar a España en 1834 le encarcelaron al ser acusado de participar en la conspiración de La Isabelina. No tardaría en recuperar la libertad al no poder probar ningún hecho en su contra.
Personaje Pintor
Julio Romero de Torres es uno de los pintores que mejor definen la ambigüedad que domina todas las manifestaciones simbolistas. La fama popular que gozó en los últimos años de su vida y, especialmente, en los que siguieron a su muerte, popularidad que le ha llevado a protagonizar una copla popular; el que recree los tópicos de una Andalucía doliente y, muy especialmente, por el erotismo de sus desnudos femeninos, ha llevado a perder la perspectiva suficiente para enjuiciar a un artista que encarna uno de los momentos más complejos del simbolismo. Ramón del Valle Inclán, por ejemplo, se fascinó por la pintura de Romero de Torres, por su tendencia al arcaismo y, sobre todo, porque transgredía los límites entre lo sublime y lo decadente; un riesgo que ejercía una fuerte atracción entre los intelectuales del fin de siglo. Romero de Torres fue, sin ninguna duda, un artista de sólida formación y dominio del oficio. Sus primeras obras, en los años del fin de siglo, trasladan al ambiente andaluz las conquistas luministas y técnicas del impresionismo con matices decorativos de gusto modernista, configurando una obra que sintetiza la pintura europea contemporánea. Destacamos los murales que proyecta para el Círculo de la Amistad de Córdoba (1905), en un estilo ya muy estilizado, dentro del modernismo o el Art Nouveau. Hacia 1907, se orienta ya definitivamente hacia el que será su estilo personal en una versión muy independiente del simbolismo, dominada por las alegorías femeninas. En este mismo año, emprende un viaje a través de Francia, Inglaterra e Italia, que será decisivo para su evolución plástica y durante el cual se apasiona por la obra de los pintores prerrafaelitas, los simbolistas franceses -Puvis de Chavannes de manera muy especial- y los pintores del primer Renacimiento italiano, los tres fundamentos que inspirarán sus composiciones. Desde este momento será un pintor consagrado, siempre acompañado de escándalos por el contenido erótico de sus obras, se instala en Madrid, y se convierte en el pintor oficial de una España-Andalucía popular y hermética al mismo tiempo. El acierto de Julio Romero de Torres fue vincular el movimiento simbolista con el casticismo que había estado siempre presente en la cultura española de siglo XIX, un casticismo que se relaciona con la temática regionalista y que, desde la época del romanticismo y hasta muy entrado el siglo XX, dominará la producción de muchos artistas.
Personaje Literato
Ha ejercido su labor de periodista en distintos diarios, llegando a convertirse en director de importantes rotativos de Lérida, Alicante y Madrid. Por otra parte, durante años ha representado a su provincia natal en las Cortes. Entre los cargos que ha desempeñado cabe destacar la dirección de la Escuela Oficial de Periodismo y de la Mutualidad de Escritores de Libros. Su labor como periodista ha sido premiada con el título de Periodista de Honor. Es autor de ensayos, artículos y obras de teatro. Dentro de su producción literaria cabe destacar sus versiones de obras como "Mi marido quedó atrás" de Anna Bonnaci, "La muerte de Danton" de Georg Bücher, "Galileo Galileio" de Bertold Brecht o "La prisionera" de Eduardo Bourdet. De su faceta como dramaturgo cabe mencionar "Historias de media tarde", "Las ratas suben a la ciudad", "Lola, su novio y yo" y "Verde doncella". Ha escrito novelas como "El vagabundo pasa de largo", "Una golfa subió a los cielos", "El cacique", "Tres chicas y un forastero" y los ensayos "Los pobres del mundo desunidos", "Cartas a un príncipe", "Crónicas malditas" y "Testigo de la historia", entre otras. En 1957 le concedieron el Premio Planeta por su novela "La paz empieza nunca". También ha recibido las menciones periodísticas nacionales Francisco Franco, José Antonio Primo de Rivera, Jaime Balmes, Mariano de Cavia, Luca de Tena y Alfonso Rodríguez Santamaría.