El retablo mayor de la iglesia de San Vicente de Sarriá en Barcelona parece que fue iniciado por Huguet en una fecha cercana a 1455 aunque permanecía sin concluir en 1492, momento del fallecimiento del pintor. De este conjunto se conocen nueve tablas, cinco atribuibles a la mano de Huguet y otras dos relacionadas con dos artistas anónimos. Desde el punto de vista figurativo, las cinco tablas atribuidas a Huguet han sido relacionadas con los Retablos de San Antonio Abad -contratado en 1454- y de San Abdón y San Senén -finalizado en 1460-.
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Este retablo fue hallado en la ermita de la Santa Creu de Menàrguens, en las cercanías de Balaguer, por lo que se considera que su destino original sería el monasterio cisterciense de Santa María de Poblet, con una capilla dedicada a san Vicente en uno de los altares de la girola. El retablo presenta tres calles y un banco. En la predela se representan cinco episodios de la vida de Cristo: el Prendimiento, Jesús ante Pilatos, la Flagelación, los Improperios y la Vía Dolorosa. En la tabla central se presenta la figura del santo con un libro, la cruz en aspa y la palma del martirio. En las tablas laterales se muestran cuatro episodios de su vida y martirio: la presentación de san Calero y su diácono Vicente ante Daciano, el gobernador de Hispania; el martirio del santo en una cruz aspada; el martirio en la parrilla; y la muerte del santo, cuyo cuerpo reposa en un lecho mientras su alma asciende a los cielos. En el remate se representa la Virgen de la Misericordia abrigando bajo su manto a san Benito, san Bernardo -protectores del Cister-, una reina, un rey y otos personajes secundarios. El guardapolvo muestra el monograma de Jesús y un báculo acompañado de las letras p y o, iniciales de Poblet. En sus obras, Martorell presenta una gran afición por el detallismo, tanto en ambientes como en indumentarias, demostrando en sus excelentes composiciones su gran maestría técnica, apreciándose claramente en él la influencia de la pintura flamenca.
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Entre las últimas obras de Tristán se halla el Retablo de San Clara, cuya escena central es esta Adoración de los pastores. Formado en el taller de El Greco, Tristán marchó a Italia para continuar su aprendizaje, recibiendo el naturalismo imperante en la Roma del primer Barroco. Orazio Borgiani será uno de los pintores que más influya en su obra, deudora también de Maíno y los pintores italianos del Escorial como Zuccaro. Sin embargo, en este trabajo final recupera su admiración por la obra de su maestro, retomando las figuras alargadas como observamos perfectamente en los pastores. Aun así, Tristán se presenta como un absoluto naturalista, mostrando sus figuras como modelos reales y destacando las musculaturas, inspiradas indirectamente en Miguel Ángel, como se aprecia en la pierna del pastor en primer plano. Las construcciones clásicas presentes en el fondo recuerdan al Renacimiento italiano, interesado posiblemente el pintor por mostrar la impronta de su estancia italiana. La composición remite al Manierismo al situar una figura de espaldas y otra de perfil, creando atmósfera de espiritualidad en la actitud de los personajes.
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En Burgos destaca, por su tipología, iconografía y calidad estilística, el retablo conservado en la iglesia de San Lesmes. Es una obra relacionada con la iniciativa de los García de Salamanca, familia de ricos comerciantes que mantenían contactos con los antiguos Países Bajos. Una de las aspiraciones de estas familias, pertenecientes a la alta burguesía de las ciudades durante los siglos XV y XVI era la de tener una capilla funeraria propia, con lo que se equiparaban a la vieja nobleza y al alto clero, grupos sociales que venían disfrutando de este privilegio desde tiempos atrás. A la vez, con esta decisión, ponían de manifiesto sus aficiones y sensibilidad artística, pues su fundación privada, generalmente en la iglesia parroquial, era enriquecida con diversas obras de arte entre las que sobresalía el retablo.
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El retablo, de madera policromada, totalmente esculpido, ofrece una clara organización con una parte baja -banco o predela- presidida por la escena del Llanto sobre Cristo muerto que queda flanqueada, en las calles laterales, por las representaciones de los donantes, arrodillados en actitud de oración y acompañados por sus correspondientes patronos. Esta fórmula que, ya aparece en varios retablos burgaleses desde finales del siglo XV (como en los retablos del Árbol de Jesé o del obispo Acuña, en la catedral, y de la cartuja de Miraflores, ambos obras de Gil de Silóe, y en la iglesia de San Nicolás, relacionado con la actividad de los Colonia), diferencia al retablo de San Lesmes de otros ejemplos flamencos, donde los donantes son incorporados a una escena religiosa, pero no aparecen en compartimentos aislados.
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Se trata del Retablo Mayor de la Catedral de Gerona, realizado por Pedro Fernández. Está dedicado a Santa Elena, que aparece representada en la tabla central amenazada por la Crucifixión. Las demás escenas representan episodios de la vida de Elena y Constantino, mientras que en el luneto aparece la Virgen protectora de los fieles, y en la parte inferior el Ecce Homo acompañado de cuatro figuras de santos.
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La autoría del retablo de Santa Elena es atribuida a diversos artistas: Juan de Leví o Pedro Rubert, entre otros. La tipología del retablo responde a un esquema habitual en el Estilo Internacional: en la tabla central se representa la santa correspondiente y en los dos cuerpos laterales se muestran pequeñas escenas dedicadas a escenas relativas a la vida de la santa. El conjunto destaca por su variado cromatismo y la delicadeza de su ejecución.
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Todas las obras conocidas de Domenico Veneziano están relacionadas con Florencia, donde trabajó la mayor parte de su vida, posiblemente procedente de Venecia, como indica su apellido. Su obra maestra es el retablo de Santa Lucía de´ Magnoli, realizado para una iglesia florentina y que hoy está disperso en varios museos. En la tabla central que aquí observamos hay una Sagrada Conversación - reunión de santos con la Virgen en el mismo espacio pictórico, abandonándose los polípticos - considerada como una de las primeras que se ejecutaron. La Virgen María y el Niño ocupan el espacio central, acompañados de cuatro santos, dispuestos en profundidad para acentuar la perspectiva. Una arquería típicamente renacentista refuerza la sensación espacial, mientras que el fondo está ocupado por una serie de hornacinas totalmente clásicas. Sus figuras están dotadas de monumentalidad, recordando a Andrea del Castagno - en el siglo XVI circuló la noticia de que Veneziano fue asesinado por Castagno por celos profesionales, lo que no es cierto ya que Andrea falleció en 1457 mientras que Domenico murió en 1461 - pero la gran aportación de Veneziano es la iluminación y los efectos de la luz en el color, siendo maestro de Piero della Francesca en estos conceptos. En la minuciosidad de los detalles y en los rostros de gran expresividad hay una ligera influencia de la pintura flamenca.