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Como Pintor de Cámara que era, Goya debía realizar numerosos retratos de los reyes de España. En 1799 trabaja en uno de los más atractivos, protagonizado por la reina María Luisa de Parma. En una carta a Godoy la soberana decía: " Me retrata Goya de mantilla de cuerpo entero, y dicen que sale muy bien". Doña María Luisa viste elegante traje de encaje negro, con mantilla del mismo color y corpiño dorado con blanca puntilla par no mostrar en exceso el escote. Chapines, anillos, abanico y gran lazo rosa completan el conjunto. La reina presumía de sus bien torneados brazos, imponiendo la moda de la manga corta en los vestidos. La figura se sitúa al aire libre, mostrándose la influencia de la retratística neoclásica inglesa. La expresión de la reina estaba determinada por carecer de dientes, debido a sus numerosos embarazos. Su genio y fuerte carácter serán perfectamente captados en todos los retratos que salen de los pinceles de Goya, especialmente en el ecuestre. Esteve realizó una copia de esta imagen que se conserva en el Museo del Prado.
Personaje Político
Hija del duque de Parma, al cumplir los veinte años contrajo matrimonio con Carlos, príncipe de Asturias y futuro rey de España. A pesar de que sus hábitos eran poco comunes para la época, introdujo en la corte costumbres licenciosas. Mantuvo una estrecha relación con Godoy, su favorito, al que dio toda clase de licencias e, incluso, las riendas del país. Su pasión hacia Godoy era tal que llegó a mostrar un desprecio absoluto hacia su hijo Fernando. La razón no fue otra que el enfrentamiento que mantenían ambos desde la coronación de Fernando. De hecho una de las primeras actuaciones del monarca fue encarcelar a Godoy. Ante esta situación, María Luisa apoyó a Napoleón para que sitiara España, su primogénito se quedara sin corona y su amante saliera de prisión. Finalmente, se retiró a Roma, donde pasó el resto de su vida.
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El retrato ecuestre de la reina María Luisa de Parma fue realizado años antes que su compañero, el de Carlos IV a caballo. La reina quería ser retratada sobre el caballo Marcial, regalo personal de Manuel Godoy, mostrándose satisfecha por haber conseguido domar al animal. Contemplamos a doña María Luisa vistiendo uniforme de coronel de Guardia de Corps, adaptado a su condición femenina, portando las riendas de Marcial con elegancia y naturalidad. Al fondo observamos un paisaje con un palacio, posiblemente El Escorial donde Goya tomó los bocetos preparatorios.El maestro continua la estela del retrato ecuestre español que Velázquez puso de moda para el Palacio del Buen Retiro. Concretamente se inspiraría en el retrato de Isabel de Borbón, aunque el caballo goyesco quizá sea más verosimil al adquirir mayor volumen. La figura de la reina se situa sobre un fondo claro, contrastando con los tonos oscuros del uniforme. Su gesto altanero está perfectamente captado, igual que la fuerza con la que sujeta las riendas, mostrando de esta manera quien es la persona que domina el país.La factura empleada por Goya se caracteriza por su soltura, creando los volúmenes a través de manchas de color y de luz, especialmente en el paisaje. Los detalles del traje de la reina y de la gualdrapa del caballo están exclusivamente esbozados, sin recurrir a la minuciosidad de los primeros retratos - vease el del Genaral Ricardos -. Este estilo rápido y alegre va a caracterizar la obra goyesca en el siglo XIX.
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Esta santa forma el ala lateral derecha del conocido como tríptico Braque. La obra completa tiene en el panel central a Cristo flanqueado por María y San Juan Evangelista, y en la otra ala, a San Juan Bautista. El tríptico recibe su nombre del cliente que lo encargó, Jehan Braque, caballero de Tournai, muerto en 1452 y cuyas armas aparecen pintadas en el reverso del tríptico. El estilo de Weyden aparece evidentemente influido por el arte italiano del Renacimiento, como por ejemplo en el hecho de que la santa esté captada de medio cuerpo en vez de cuerpo entero. Los trípticos con medias figuras eran populares en Italia pero tardaron casi un siglo en ponerse de moda en los Países Bajos. La santa posee una expresión introspectiva que se corresponde con la serenidad del paisaje. El volumen de la cabeza se corresponde a su vez con la formación rocosa de su espalda, que además sirve para cerrar la composición en el extremo derecho del tríptico abierto.
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Se permitió con el tiempo excavar diferentes capillas en la basílica Inferior de Asís, la cripta donde se encontraban los restos mortales del santo. Una de las más sobresalientes por su representación pictórica es la que Teobaldo Pontano, obispo de Asís, encargó decorar hacia 1314 a Giotto: la capilla de María Magdalena. El artista configuró un programa iconográfico en las paredes de la pequeña capilla, que desarrollaba siete escenas alusivas a su vida y otros frescos de temática diferente. Aunque Giotto diera el modelo, ninguna de ellas parece ser del maestro, más bien de algún discípulo adelantado del artista italiano. En el luneto de la pared derecha se presentaba esta María Magdalena en coloquio con los ángeles. La ascensión de la santa a los cielos tiene lugar en medio de un paisaje natural muy sumario, casi esbozado, que no tiene la ejecución ni la volumetría pesada de los macizos rocosos de Giotto de la basílica Superior. El color se muestra monocorde, excesivamente suave, aunque podemos afirmar que su dulzura cromática es lo mejor de la obra. La Magdalena centra la composición, flanqueada por ángeles a los lados, de líneas muy estilizadas, casi vaporosas, como la nube que sostiene a la Magdalena. El sentido ascensional de la imagen está bien conseguido, pero Giotto hubiera dado más consistencia y más plasticidad a los personajes.