Una de las obras más famosas de Botticelli, realizada para algún importante cliente florentino, posiblemente un miembro de las familias Médici o Rucellai. La gran cantidad de pan de oro empleada indica la riqueza de este cliente anónimo, como se aprecia en los rayos dorados, la corona o los bordados de los ropajes. El nombre de esta Madonna procede de las primeras palabras del himno a María que aparece en la página derecha del libro, mientras que en la izquierda -sobre la que escribe la Virgen- se ha identificado el himno que san Zacarías realizó con motivo del nacimiento de su hijo, san Juan Bautista, patrono de la ciudad de Florencia. María escribe las últimas líneas de ese himno bajo los dictados de su hijo, que dirige la mano de la Virgen. Los cuadros circulares reciben el nombre de tondos, siendo muy populares en la Italia del Renacimiento, sobre todo para decorar palacios o edificios gremiales. Botticelli ya había realizado uno anteriormente, la Epifanía de la National Gallery de Londres, pero esta Madonna del Magnificat resulta una composición mucho más acertada al adaptarse las figuras al marco con una admirable gracia. Así la Virgen se curva para formar un semicírculo en sintonía con el marco, de la misma manera que el ángel que protege a los dos que sujetan el libro agacha su cabeza. En los laterales hay dos nuevos ángeles que incluso se muestran cortados; al fondo, un paisaje deudor de las influencias de la pintura flamenca de los Van Eyck o Rogier van Der Weyden, cuyas obras llegaban a Italia gracias al floreciente comercio entre ambos países. Un arco de medio punto sirve de marco arquitectónico al conjunto, en sintonía con las obras que se realizan en el Quattrocento. Los personajes están sabiamente modelados gracias a la luz, acentuando el aspecto escultórico que Botticelli exhibe tras su relación con los hermanos Antonio y Piero Pollaiolo y Andrea del Verrocchio. La línea domina un conjunto en donde el color tiene también un papel relevante, destacando los tonos rojos y azules acentuados por el pan de oro. La delicadeza de los detalles y la minuciosidad que aporta Botticelli indican su aprendizaje como orfebre en su etapa juvenil, manteniendo un cierto rasgo de goticismo en un conjunto que respira equilibrio y belleza clásica por todas partes.
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Rafael de Sanzio fue autor de numerosas obras dedicadas a la Sagrada Familia. Casi todas sus composiciones sobre el tema se limitan a la imagen de la Virgen con el Niño y San Juanito, estructurados a modo de pirámide, siguiendo el estilo de Leonardo que Sanzio admiró a su llegada a Florencia. Las figuras se sitúan ante un fondo de paisaje donde destaca un lago identificado con el de Trasimeno, en la región de Umbria, la patria del maestro. Esta composición que contemplamos podría forzar a cierta rigidez, pero el artista supo imprimir a sus escenas la acción y el movimiento interno necesario para que el esquema no se impusiera a la naturalidad. De esta forma, sus visiones de la Sagrada Familia traen a la vista la intimidad de una familia más, enlazando con el Humanismo imperante en la sociedad florentina del Renacimiento. La elegancia y dulzura características de la pintura rafaelesca aparecen en estas primeras obras toscanas, incorporando el movimiento a sus composiciones para diferenciarse de su primera etapa influida por Perugino.Podría tratarse de una de las obras realizadas por Rafael para Taddeo Tadei, llegando en 1773 a las colecciones imperiales vienesas donde tomó el nombre de Madonna del Belvedere.
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En la década de 1850 Manet realizó dos visitas a Florencia, la primera en 1853 acompañado de su hermano Eugène y la segunda en 1857, junto al escultor Eugène Bruet. Durante esta segunda estancia ambos artistas solicitaron autorización para copiar los frescos de Andrea del Sarto en el claustro de la iglesia de L¨Annunziata. Manet realizó al menos 15 dibujos siendo éste que contemplamos uno de ellos, destacando la seguridad del joven artista a la hora de copiar a los maestros clásicos como ya había hecho en el Louvre, véase la Lección de anatomía o el Retrato de Tintoretto.
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La mayoría de los especialistas consideran como obra del taller esta composición, presidida por el Niño Jesús en una escorzada postura ante la atenta mirada de la Virgen. Santa Isabel y santa Catalina aparecen en la zona izquierda mientras san Juanito se sitúa en la derecha, dirigiendo su mirada al espectador y señalando hacia su primo. Al fondo contemplamos una estructura arquitectónica donde se muestra una ventana empañada que da nombre al cuadro.Se especula con los nombres de Giulio Romano y Gianfrancesco Penni como los autores de la mayor parte de la tabla mientras Sanzio ejecutó las figuras de Jesús e Isabel, dando los últimos toques correctores. Se piensa que el cliente que encargó el cuadro sería el banquero florentino Bindo Altovitti para su palacio en la capital de la Toscana, tremendamente satisfecho con el retrato elaborado años antes.El fuerte contraste de claroscuros, la acentuada diagonal, el brillante colorido y las posturas escorzadas de Jesús y san Juanito parecen anticipar el Manierismo y el Barroco, resultando una obra de gran belleza.
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Las incorrecciones que encontramos en esta tabla hacen dudar a algunos especialistas sobre la autoría de Rafael. El cuello excesivamente alargado de María, la musculatura de los dos niños, la ausencia de paisaje y la desproporción en los brazos de Jesús y en la cabeza de san Juanito otorgan cierto arcaísmo e ingenuidad a la composición lo que podría considerarse como señal inequívoca de su fecha inicial, especulándose incluso con un trabajo prolongado en el tiempo. En un principio se consideró obra de Perugino para atribuirse hoy por unanimidad a la mano de Sanzio. Los colores brillantes y los juegos de miradas de las tres figuras serán elementos dignos de resaltar.
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En los primeros años de la década de 1520 se manifiesta un significativo cambio estilístico en la pintura de Tiziano. Abandona la dependencia de Giorgione para interesarse por el arte centroitaliano, buscando como nuevas referencias la pintura de Rafael, Leonardo y Miguel Angel. En esta ocasión será la Madonna del Foligno de Rafael la fuente empleada por el maestro veneciano. La Virgen acompañada del niño y tres ángeles niños aparece en la parte superior del altar mientras que en la zona baja de la composición encontramos a los santos Francisco y Alvise con el donante, Alvise Gozzi, -un comerciante de Dubrovnik, en Dalmacia- arrodillado en primer plano. Al fondo contemplamos la catedral de San Marcos y el palacio de los Dux, dotando de esta manera de cierto realismo a la composición.La simetría de los primeros trabajos -véase el San Marcos entronizado con santos- continúa en esta obra pero Tiziano presenta una importante aportación: el empleo de la luz y el color, utilizando la iluminación crepuscular como elemento unificador. La vinculación entre la zona terrenal y la zona celeste se realiza a través de las miradas, estableciéndose un triángulo entre las tres figuras principales. El naturalismo de la zona inferior contrasta con la idealización de María y los ángeles. Las calidades de las telas y el rico colorido serán una importante aportación del maestro veneciano, apreciándose un estilo cada vez más independiente a pesar de no renunciar nunca a influencias externas que aporten mayor calidad a sus trabajos.La obra fue realizada para el altar de la capilla Gozzi en la iglesia de San Francisco en Alto di Ancona, donde reposa el donante, fallecido en mayo de 1538. En el siglo XIX el lienzo fue trasladado a la iglesia de Santo Domingo desde donde fue llevada al Museo Civico de Ancona.
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Esta pequeña tabla es una de las más viajeras del catálogo de Rafael. Fue regalada por el papa Clemente XI a la emperatriz Isabel en el siglo XVIII quien la cedió al príncipe Kaunitz; tras su fallecimiento pasó a la colección del príncipe Esterhazy que le ha dado nombre. Se especula incluso que fuera una de las obras pintadas por Sanzio al duque Guidubaldo de Montefeltro. La obra está sin acabar lo que ha servido a los especialistas para considerar que se trata de un trabajo de los últimos meses florentinos. La aparición de unas ruinas clásicas en la zona de la izquierda - identificadas con el Foro Transitorio de Roma o las ruinas del templo de Vespasiano en la misma ciudad - han sido utilizadas como especulación de un posible viaje a Roma del pintor en 1506.Las figuras se disponen en una organización piramidal habitual en la pintura de Leonardo que Sanzio asumirá como suya, remarcándose sus posturas forzadas; así la Virgen se muestra de perfil y en una postura girada que acentúa la línea espiral mientras que el Niño está en absoluto escorzo al igual que san Juanito. El estatismo de las primeras obras bajo la órbita de Perugino ha dado paso a un acentuado dinamismo que casi anticipa el Manierismo. El pequeño san Juan está inspirado en el Tondo Doni de Miguel Ángel al igual que la postura de María aunque el lenguaje amable, humanista y grácil de Rafael envuelve todas las influencias para crear un estilo propio caracterizado por el diálogo entre sus protagonistas, bien fuera a base de miradas o de gestos, de sus expresiones en suma. El acertado dibujo que siempre hace gala el maestro se pone aquí de manifiesto al estar la obra inconclusa lo que provocará la pérdida de las veladuras determinantes para concretar los volúmenes.
Personaje
Músico
De padre italiano y madre canadiense, a los seis años de edad quedó huérfana de madre al morir ésta de un cáncer. Tras lograr una beca, realiza estudios de danza en la Universidad de Michigan. Más tarde se traslada a Nueva York, donde completa su formación y se gana la vida como bailarina, trabajando para Alvin Ailey y Pearl Lang. También participa en algunas películas eróticas y como modelo de fotografía. Interesada por la música, forma con un amigo un grupo musical, The Breackfast Club, en el que toca la guitarra y la batería. Tras resultar fallido la experiencia, cambia varias veces de formación y de representante musical. Su primer éxito se produce con la publicación del sencillo "Everibody", publicado en 1983. Ese mismo año sale a la luz su primer disco de larga duración, titulado "Madonna", que resulta un éxito de ventas. El triunfo continuará con su siguiente album, "Like a Virgin", publicado en 1984. Instalada en el éxito, es una figura mundialmente conocida y una de las cantantes más influyentes de la década. Su estilo provocativo, su imagen sensual y los ritmos pegadizos y muy aptos para las pistas de baile convierten a Madonna en un fenómeno musical y social de primero orden, amplificado por los medios de comunicación. Un nuevo éxito de ventas se produce con la publicación de "True Blue" en 1986, en el que incide en su estética provocativa y desenfada. Tres años más tarde se separa de su marido, el actor Sean Penn, al tiempo que publica "Like a Prayer", considerado por muchos de sus seguidores como el más completo. Nuevamente se convierte en un éxito de ventas, obligando a la artista a prodigarse en conciertos, intervenciones televisivas y presentaciones por todo el Mundo, siempre con resultados espectaculares. Su apuesta por el erotismo y la provocación, no obstante, le hacen recibir severas críticas desde los sectores más conservadores, especialmente la Iglesia católica. Decidida a probar nuevos ámbitos artísticos, interviene en una obra de teatro titulada "Speed the Plow" que, estrenada en Broadway, recibe una buena acogida. También alcanza un papel protagonista en el cine, de la mano de películas como "Shangai Surprise", junto a Sean Penn, o "Buscando a Susan desesperadamente", de 1985. No obstante, su carrera cinematográfica no es todavía notable. De nuevo dos álbumes la sitúan en la cresta de la ola musical. En 1988, sale a la luz "Who´s that girl", seguido de "You can dance", que rápidamente se convierten en record de ventas y dan pie a la realización de una extensa gira que le llevará a actuar en multitud de países. Una nueva incursión en el cine se produce en 1990, cuando protagoniza junto a Warren Beatty la película "Dock Tracy", de la que además interpreta la banda sonora. Ambos artistas mantuvieron un sonado romance. En 1992 sale a la luz su album "Erotica", bajo parámetros similares a los precedentes. Dos años más tarde su nuevo trabajo será "Bedtime Stories", refrendando los éxitos de ventas conseguidos con anterioridad. En 1996 de nuevo participa en una producción cinematográfica y, esta vez sí, logrará alcanzar un éxito de crítica y público gracias a su intervención, junto a Antonio Banderas, en "Evita", en la que da vida en la pantalla a Eva Duarte, esposa del presidente argentino Juan Domingo Perón. Por su trabajo, es premiada con el Globo de Oro a la mejor interpretación femenina, además de cosechar un nuevo triunfo gracias a la banda sonora que ella misma interpreta, en especial el tema central. En octubre de 1996, junto a su compañero Carlos Leon, tiene a su hija Lourdes María Ciccone,. Dos años más tarde edita "Ray of Light", también un notable éxito de ventas, siendo su más reciente trabajo "Music". Separada de su compañero, en diciembre de 2000 se casó con el director de cine británico Guy Ritchie, con quien tiene un hijo nacido en agosto de ese mismo año.
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El soporte original de este cuadro era la madera, pero más tarde se trasladó a lienzo. Su autoría ha sido fuertemente discutida y aún hoy existen varias voces en contra de la teoría de que sea obra de Leonardo. Las causas para dudarlo son básicamente la dureza del modelado, la rotundidad de los colores que no llegan a diluirse en el aire, y la ausencia de perspectiva atmosférica. Sin embargo, también es cierto que el Museo del Louvre conserva un dibujo casi exacto de la cabeza de María, firmado por Leonardo, que se piensa pudo ser un estudio preparatorio. Así mismo, existen varios dibujos con estudios similares al Niño, también de Leonardo. Estos datos se unen a que el inventario del pintor cita la existencia de una Virgen amamantando al Niño. Una posibilidad intermedia es que efectivamente, Leonardo comenzara la pintura en 1480, pero como en tantas ocasiones, no la terminara y se ocupara de ellos uno de sus discípulos, el milanés Boltraffio, hacia 1495.
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En los primeros años del siglo XIV se le encargó a Giotto la realización de un retablo que decoraría el altar mayor de la iglesia florentina de Ognissanti. Giotto figuró en la obra el tema tradicional de la Maestà, la Virgen y el Niño rodeada por ángeles, en donde el artista renovó los modelos iconográficos anteriores. La pintura presenta a la Virgen, sentada en su trono, con el Niño apoyado en sus rodillas. Giotto la ha colocado sobre un trono que presenta un desarrollo absolutamente arquitectónico, ricamente ornamentado con motivos de carácter gótico en todos sus frentes, incluso en el pedestal del primer término, sobre el que se levanta. Es su estructura la que crea un espacio para la solemnidad e importancia que tiene el argumento de la obra. La Virgen presenta una volumetría excepcional, dada por el suave modelado de los pliegues de su túnica, que caen con peso hacia el suelo. También son de destacar las calidades que consigue el autor en cada una de las telas que viste la Madona, desde los finos ribetes dorados de la túnica, hasta las diversas matizaciones de blanco, dejando trasparentar el pecho de la Virgen. A su lado, la figura de Jesús también presenta fuerte corporeidad, vestido con finas telas y bendiciendo con la mano: justo este punto es el centro de toda la composición, al lado del corazón de la Madre. Flanqueando el grupo central, grupos de santos con rostros perfectamente caracterizados y dirigiendo sus miradas hacia la Virgen. Podemos ver hasta los que se encuentran por detrás de los brazos del trono, lo que certifica el espacio en profundidad conseguido. Más abajo, en primer plano, dos ángeles arrodillados ofrecen jarrones con lirios y rosas a María, símbolos de su pureza. La estructura propia de la tabla es la responsable de la monumentalidad de la Virgen y de su aspecto suavemente ascendente, siguiendo la verticalidad del marco. Pero la obra es también de una gran elegancia, tanto por la luminosidad que se alcanza por el fondo de oro y las orlas de los santos, como por la decoración minuciosa de ajedrezado, taqueados y en estilo cosmatesco. Y lo más importante, la confluencia de miradas hacia el núcleo compositivo, con lo que se establece una relación entre todos los personajes, y la mirada de la Virgen hacia el exterior del cuadro, invitando al espectador a formar parte de la representación. A esto último ayuda la imagen sencilla, de formas naturales y presencia humana de la Madona