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obra
Dependiente del monasterio de San Juan de la Peña, la iglesia de Bagüés estaba dedicada a san Julián y santa Basilisa. Su importante decoración mural se conservó hasta 1966 que fue traslada al Museo de Jaca. Fue realizada al fresco, con algunos retoques de temple y ocupaba el ábside central, los muros del presbiterio y los laterales de la nave. En los muros laterales la decoración se desarrolla en zonas horizontales superpuestas. En el muro del Evangelio el conjunto está más mutilado por las diversas alteraciones realizadas en la iglesia. En la zona baja podemos apreciar la resurrección de Lázaro. El color dominante es el ocre rojizo, sobre fondo verde, ocre y azul. Los pliegues de los ropajes están determinados con tonos negros o rojos oscuros. Destaca el dinamismo del estilo, tendente a la narración.
obra
El conjunto de la iglesia está formado por tres sectores de organización y volúmenes muy distintos: la zona basilical, dividida en tres naves, de las que la central dobla el ancho de las laterales, el brazo de crucero, muy ancho y alto, y la cabecera de triple ábside. El concepto de San Julián de los Prados es el de una iglesia regia, en la que el crucero se convierte en la pieza fundamental porque allí se sitúa la tribuna real.
monumento
<p>Fuera del centro residencial y representativo de la Oviedo de Alfonso II, se levantó San Julián de los Prados, llamada tradicionalmente Santullano, en la que pueden estudiarse mejor los principios de la arquitectura asturiana con Tioda y Alfonso II. El conjunto de la iglesia está formado por tres sectores de organización y volúmenes muy distintos: la zona basilical, dividida en tres naves, de las que la central dobla el ancho de las laterales, el brazo de crucero, muy ancho y alto, y la cabecera de triple ábside. La separación entre las naves y el crucero, mediante un muro de gran altura, que se abre en un arco mayor, dos ventanas laterales a la nave central y dos arcos menores a las naves laterales, refuerza esta división del espacio, en el que no hay ningún recuerdo de las cúpulas y cimborrios de la arquitectura central bizantina. El concepto de San Julián de los Prados es el de una iglesia regia, en la que el crucero se convierte en la pieza fundamental porque allí se sitúa la tribuna real; hasta hace poco, se pensaba que esta tribuna podía haber estado en la sacristía del lado norte, pero la última restauración ha puesto al descubierto las huellas del envigado de madera y de la escalera que existía primitivamente en el muro norte del crucero, y desde la que el rey podía ocupar un sitio de verdadero privilegio en las ceremonias. En el muro opuesto del crucero había una ventana de grandes dimensiones, que iluminaba directamente la tribuna y realzaba más aún la posición del monarca. A este mismo concepto áulico de iglesia real corresponde el sistema de ornamentación del monumento. Los ábsides tienen arquerías ciegas en los muros interiores, sobre columnas y capiteles visigodos, reutilizados los de la capilla mayor, y pintados los de las capillas laterales. Además, todos los muros de la iglesia han conservado aceptablemente su decoración pictórica, en la que se contiene uno de los fenómenos más singulares de este momento. Se trata de una organización en bandas superpuestas, que imita aplacados de mármoles policromos en las zonas inferiores y en las bóvedas de las naves y capillas laterales forma repartos geométricos de casetones, entre los que hay guirnaldas y grecas variadas; la parte superior de la nave principal y del crucero tiene dos pisos de estilizaciones arquitectónicas, alternadas con colgaduras, soportes y vanos en perspectiva, de los que se excluye cualquier representación de plantas, seres animados o figuras humanas. Todo esto resulta insólito en el arte europeo de la época, y se remonta a modelos de la pintura romana clásica, que aunque tienen pervivencias en el arte bizantino, llegaron hasta Santullano por vías hasta ahora desconocidas.</p>
obra
Todos los muros de la iglesia de San Julián de los Prados han conservado aceptablemente su decoración pictórica, en la que se contiene uno de los fenómenos más singulares de este momento. Se trata de una organización en bandas superpuestas, que imita aplacados de mármoles policromos en las zonas inferiores y en las bóvedas de las naves y capillas laterales forma repartos geométricos de casetones, entre los que hay guirnaldas y grecas variadas; la parte superior de la nave principal y del crucero tiene dos pisos de estilizaciones arquitectónicas, alternadas con colgaduras, soportes y vanos en perspectiva, de los que se excluye cualquier representación de plantas, seres animados o figuras humanas. Todo esto resulta insólito en el arte europeo de la época, y se remonta a modelos de la pintura romana clásica, que aunque tienen pervivencias en el arte bizantino, llegaron hasta Santullano por vías hasta ahora desconocidas. El conjunto de simulaciones arquitectónicas es, claramente, una parte esencial del programa simbólico del edificio; el único objeto que las acompaña es una gran cruz de extremos lobulados, que ocupa el centro de la banda superior de los muros transversales; se trata de la cruz del Gólgota, bajo la que están representadas como edificios las ciudades de Belén y Jerusalén, y que simboliza aquí a la Jerusalén celestial como cabeza de todas las iglesias del orbe cristiano. Los edificios cubiertos de colgaduras representan las moradas celestiales, cuya visión interior está vedada a los mortales, y los pequeños edificios bajo cortinajes aluden a las distintas iglesias y sus correspondientes ciudades, que suelen representarse en los manuscritos tardíos como construcciones idealizadas. La semejanza de estas pinturas con el arte romano imperial indica una transmisión directa, que debió hacerse a través de un repertorio de dibujos y modelos, cuya llegada a Asturias, en el siglo IX, podría considerarse puramente casual; sin embargo, la intencionalidad del programa simbólico y su coincidencia con los propósitos áulicos de la arquitectura, indican que los temas se eligieron expresamente.
obra
En el ábside de la iglesia de Santullano se ha conservado una decoración pictórica similar a los artesonados, mostrando diferentes motivos. La sintonía de estas pinturas con la decoración romana imperial indica una transmisión directa, que debió hacerse a través de un repertorio de dibujos y modelos, cuya llegada a Asturias, en el siglo IX, podría considerarse puramente casual.
obra
La separación entre las naves y el crucero de la iglesia de San Julián de los Prados, mediante un muro de gran altura, que se abre en un arco mayor, dos ventanas laterales a la nave central y dos arcos menores a las naves laterales, refuerza esta división del espacio, en el que no hay ningún recuerdo de las cúpulas y cimborrios de la arquitectura central bizantina. El concepto de San Julián de los Prados es el de una iglesia regia, en la que el crucero se convierte en la pieza fundamental porque allí se sitúa la tribuna real. A este mismo concepto áulico de iglesia real corresponde el sistema de ornamentación del monumento.
monumento
Entre todas las ermitas románicas que se encuentran en las inmediaciones de Palas de Rei una de las villas más hermosas de la ruta Jacobea, se encuentra la iglesia de San Julián del Camino. Esta feligresía, aneja a la parroquia de San Pedro de Meixide, pertenece al arciprestazgo de Ulloa. Construida en sillería de granito, su planta de una sola nave está dominada por un gran ábside circular. El hecho de que el Camino francés pase por esta parroquia es probablemente el origen de su topónimo.