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Las terracotas forman el apartado más notable de la producción artesanal de Ibiza; se han encontrado en tumbas y santuarios, en una cantidad y variedad que permite apreciar tendencias artísticas locales y las influencias que recibieron. La producción local de Ibiza con mayor carácter popular se compone de figuras masculinas o femeninas, de cabeza muy grande, piernas gruesas y brazos cortos que se adosan sobre un cuerpo rechoncho, sin precisiones anatómicas, pero cuajado de minucias ornamentales y sartas de adornos, que también se extienden a los complejos peinados y tocados de cabeza; los rostros son siempre planos de ojos enormes, labios finos y nariz pronunciada, incluso en los ejemplares que por la delicadeza de los adornos señalan la mano de un artista hábil.
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Esta escultura antropomorfa en bronce, representando un joven esclavo de rasgos negroides, desnudo y de pie sobre una peana hexagonal, es un lampadario. El joven sostiene en sus brazos doblados una bandeja en la que se colocarían los instrumentos con los que se encendían las lamparas. Por desgracia, esa bandeja esta incompleta. Tampoco conservamos los ojos del esclavo, pero deberían ser de pasta vítrea o incluso de un material más noble .La escultura, conocida popularmente como El Negret (El Negrito), está realizada a la cera perdida, mostrando una figura muy realista, con una atractiva gracia a pesar de la rigidez. La pieza fue hallada en 1860 en la cantera del Puerto. El hundimiento -debido a un intenso aguacero- de parte de la cubierta y los pisos interiores de edificio que en el siglo XIX albergaba el Museo Arqueológico de Tarragona provocó importantes daños en la obra que tuvo que ser restaurada.
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Muy ricamente ataviada aparece esta figura asiria de un devoto que ofrece una pequeña cabra como ofrenda, y que presenta los mismos rasgos impertérritos que la gran mayoría de los rostros escultóricos asirios que conservamos: larga barba, bigote finamente tallado, vestido largo a modo de túnica etc.