Estas escenas de género realizadas en los primeros años del siglo XX repiten las que Degas ejecutó en la década de 1870 como Dos lavanderas. En este caso las lavanderas penetran en un establo para representar así dos caballos en el fondo, creando un interesante efecto de interior. El protagonismo de las mujeres es indiscutible al estar trabajadas con mayor minuciosidad.
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Las primeras obras de Cézanne están inspiradas en las obras que había contemplado en el Louvre o en la literatura. En esta ocasión nos encontramos con una escena de la vida cotidiana, posiblemente protagonizada por sus hermanas y su madre, escena en la que la proporción entre las figuras no es muy acertada, especialmente la niña que sube al taburete para jugar con la caja de música que está sobre la mesa. Los colores empleados crean efectos de claroscuro, destacando la intensidad de los rojos, los naranjas y los blancos. La pincelada ondulada aumenta el dinamismo, sobre todo en las ondas de los trajes y los rizos de los cabellos. La influencia de Delacroix, su pintor favorito, se manifiesta en los tonos empleados.