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obra
Don Diego de Covarrubias era uno de los personajes más influyentes del círculo de amistades de El Greco. Catedrático de Derecho Canónico en la Universidad de Salamanca, teólogo, jurisconsulto, obispo de Ciudad Rodrigo y Segovia y Presidente de los Consejos de Castilla y de Indias, era toda una institución en Toledo. A la edad de 72 años, Doménikos ha sabido captar la inteligencia y perseverancia de este ilustre personaje, distinguiéndose del retrato de su hermano Antonio, mucho más humilde. Ambos aparecen representados entre los nobles toledanos que protagonizan el Entierro del señor de Orgaz. El Greco repite el tipo de retrato heredado de Tiziano al colocar a la figura sobre un fondo neutro, contrastando el blanco de los hábitos eclesiásticos con el fondo pardo y el negro del bonete y del cuello. Los pliegues del hábito están perfectamente conseguidos, resbala la luz por ellos y obtiene diversas zonas sombreadas; la luz procede de la izquierda, ilumina de lleno a don Diego para resaltar su personalidad.
contexto
A la misma generación que Andrade y Monteagudo pertenece también Diego de Romay, un magnífico arquitecto de personalidad quizá un tanto eclipsada por la de su coetáneo Andrade, si bien su prestigio social fue ya reconocido en su tiempo. Día a día, los archivos van desvelando datos que lo revelan como uno de los arquitectos más representativos del período en Compostela, en donde trabajó durante toda su vida, sirviendo de contrapunto a la actividad del maestro de obras de la catedral, con quien quizá hubo de coincidir en el círculo artístico de Vega y Verdugo, a quien tanto debe Diego de Romay, integrante de una fecunda familia de artistas compostelanos y que tuvo su primer contacto con la arquitectura en relación con Melchor de Velasco, de quien toma ese sentido armónico de las proporciones y ese gusto decorativo que Romay desarrolla en un sentido claramente barroco. En 1661 Romay realiza un dibujo de las trazas de la fachada de la Quintana y del Tabernáculo de la catedral de Santiago, pero en realidad hasta 1673 no se conocen obras suyas, lo que lleva a pensar que hasta entonces formaría parte de algún taller de arquitectura, quizá incluso trabajando fuera de la ciudad, en el mencionado año, los monjes de San Martín Pinario le encargan el remate de la sillería de coro a su iglesia, que vino a enriquecer, con su exuberante decoración de elementos fitomorfos, cabezas de ángeles y elementos arquitectónicos, la severidad clasicista de los tableros corales. Es probable que Diego de Romay realizase algunas otras obras en el monasterio benedictino, pero por el momento es difícil precisarlas. Intervino también en diversas obras en el Colegio de Fonseca y trazó y construyó la Casa de las Pomas, en la Rúa Nueva, edificio compuesto de bajo asoportalado y dos plantas en el que, al esquema palaciego derivado de Melchor de Velasco (palacio del obispo de Quito, en Padrón), se le superpone en las esquinas una magnífica decoración de sartas de frutas al modo de las de Andrade, a quien se había atribuido la obra. Los trabajos más importantes de Diego de Romay van a centrarse, no obstante, en el campo de la arquitectura religiosa: la iglesia del convento de las Madres Mercedarias, la conclusión de la iglesia de la Compañía y una probable intervención en la del monasterio de Conxo, todo ello en Santiago. El planteamiento de todas estas iglesias es muy similar, de una extraordinaria sobriedad decorativa, dotando al espacio interior de una gran armonía de proporciones, un recinto amplio y practicable presidido por una media naranja de extraña decoración de ramas y motivos vegetales en el caso de la iglesia de las Madres Mercedarias, fundación del arzobispo Girón, cuyo sepulcro se halla en el presbiterio de la iglesia y fue trazado por Diego de Romay a imitación del de don Francisco Blanco en la iglesia de la Compañía. La parte más novedosa del convento de las Madres Mercedarias es su fachada, descentrada respecto al lienzo de las dependencias conventuales para potenciar la visión desde el vecino arco de Mazarelos (una de las puertas de la antigua muralla), en una concepción urbanística que repetirá en la fachada de la iglesia de la Compañía. La estructura de la fachada recuerda a la del convento de la Encarnación de Madrid, sobre todo por el triple vano del cuerpo bajo el que contrasta con el efecto macizo del segundo cuerpo, en donde el relieve central de la Anunciación está flanqueado por escudos; recorre la fachada una exuberante y naturalista decoración de sartas de frutas que nuevamente ponen en relación a Romay con Domingo de Andrade. En 1670 Diego de Romay comienza a trabajar para la iglesia de la Compañía de Santiago, ya que en este año se le encarga una traza para concluir el edificio, según refiere el padre Rivera. Se construye entonces el actual cuerpo de la iglesia y la fachada, que hasta ahora se había considerado un modelo foráneo aportado quizá por un arquitecto jesuita; Bonet Correa ha analizado el tratamiento dado al hastial, de acusado aire civil y volcado en un diálogo con el entorno urbano, un espacio estrecho que condicionó la articulación muy plana de la fachada, así como la planta rectangular del campanario, erigido en 1719. La última obra conocida de Diego de Romay fue el mascarón levantado en honor de doña María de Neoburgo con motivo de su visita a Santiago en 1690, obra de arquitectura efímera, hubiese sido interesante poder contar con sus trazas o descripciones, ya que quizá contenía planteamientos novedosos que con posterioridad podrían desarrollarse en la arquitectura permanente. Diego de Romay murió en Santiago en 1694.
obra
El protagonista de este retrato es Diego Martelli, escritor y crítico artístico florentino, considerado como uno de los más acérrimos defensores del Realismo y del Impresionismo. Durante casi el año que pasó en París se convirtió en uno de los mejores amigos de Degas. El modelo ha sido retratado en su apartamento parisino, rodeado de objetos personales como sus numerosos escritos, el tintero, la pipa o las zapatillas en la zona izquierda del lienzo. Desplazado del centro hacia la izquierda, el escritor se sienta sobre una silla de tijera, en una postura muy forzada, especialmente las piernas. Su voluminosa figura armoniza con el sofá azul que contemplamos detrás, jugando el artista con las formas geométricas. La mesa se sitúa en primer plano, vista desde arriba como toda la escena. Y es que la perspectiva alzada era la favorita en aquellos momentos para Degas, llegándose a plantear la posibilidad de construir unas gradas en su estudio para poder contemplar los modelos desde lo alto. Dicha perspectiva alcanza su momento cumbre en el suelo de la estancia, elevándose a medida que se avanza en profundidad. La influencia de la estampa japonesa se encuentra presente en este concepto y en la planitud de algunas tonalidades. Precisamente los colores empleados son muy atractivos, al combinar los tonos azules del sofá y del mantel que cubre la mesa con los marrones del chaleco del personaje y del suelo, animando esas tonalidades oscuras con salpicaduras de colores alegres como el amarillo, el rojo o el rosa. La factura es bastante rápida, apareciendo una buena dosis de mancha en la composición, combinada con el dibujismo característico que se aprecia perfectamente en los pantalones, cuyas líneas se observan con claridad. La capacidad del pintor para captar la personalidad tranquila y afable del escritor demuestra sus buenas dotes como retratista.
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Personaje Político
En 1933 ocupó la cartera de Interior. En la década de los cuarenta, tras haber sido encarcelado por el Vietminh y residir en Estados Unidos, regresa a su país natal. Con el apoyo de los estadounidenses dio un golpe de Estado. Un año más tarde proclamaba la República y se convertía en su presidente. Sin embargo, al comienzo de los años sesenta perdió el respaldo de Estados Unidos y en 1963 fue asesinado en un golpe de Estado.
lugar
Pequeña población comercial de Vietnam situada cerca de la frontera con Laos y a unos 275 kilómetros al oeste y ligeramente al norte de la capital, Hanoi. Dien Bien Phu es famosa por la derrota que allí sufrieron las tropas francesas, en mayo de 1954, y que significó el final de la guerra de Indochina, que duraba ya ocho años y que supuso el final del gobierno colonial francés en Vietnam. El campo de batalla se conserva como lugar histórico. Dien Bien Phu tuvo grandes repercusiones posteriores, pues tras ella el país quedó dividido en dos, Vietnam del Norte y del Sur; el apoyo de los Estados Unidos al del Sur, supuso su entrada en la guerra. Actualmente, en el lugar donde se produjo dicha batalla se ha levantado una ciudad de medio millón de habitantes aproximadamente y considerada como una de las más pobres de todo el país.