Su verdadero nombre era Anselmo de Baggio. Desde siempre se mostró como uno de los grandes defensores de la reforma de Cluny. Contemporáneo de Enrique III, en los años cincuenta fue elegido obispo de Luca. Le costó mucho trabajo llegar al pontificado debido a la oposición ejercida por emperatriz Inés, regente de Enrique IV. Frente a la gestión de su antecesor Nicolás II, adoptó algunas medidas para reforzar la independencia de la Iglesia, además de introducir algunas reformas. Mantuvo enfrentamientos con Enrique IV. El papa Alejandro II movilizó, bajo su égida, e hizo predicar la Guerra Santa: la primera vez fue cuando los normandos empezaron su conquista de Sicilia, en 1061, bajo la bandera del Papa y su bula general para los combatientes; mientras que la segunda se realizó, en la Marca Superior, con la aparatosa cruzada franco-aragonesa de Barbastro ocurrida en 1064, que fue reconquistada por los andalusíes al año siguiente. Estas acciones del papado y la Cristiandad motivaron la entrada de los almorávides en al-Andalus. Cuando falleció le sucedió San Gregorio VII.
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Personaje
Político
Hijo de Alejandro II, no sube al poder hasta que en 1881 se produce la muerte de su hermano Constantino. Educado en las creencias ortodoxas, gobernó bajo un régimen autocrático y según directrices relacionadas con el autoritarismo de sus consejeros. Durante su estancia en el poder puso fin al terrorismo nihilista y defendió a los nobles, llegando incluso a crear un Banco de la Nobleza. En política exterior ejerció gran presión sobre la zona del Báltico, Polonia y Finlandia y ocupó Turkestán. Se enemistó con Alemania y mantuvo relaciones con Francia. Su política represora afectó sobre todo al colectivo de judíos, contra los que redactó un estatuto en 1882 que les obligaba a trasladarse a la zona occidental. Su sucesor en el trono fue Nicolás II.
Personaje
Religioso
De nombre civil Rolando Bandinelli, nació en Siena y ejerció el magisterio en Bolonia antes de ser nombrado cardenal y papa en 1159. Su elección fue compleja, por cuanto una minoría del partido imperial eligió al antipapa Víctor III, lo que dio pie a la intervención de Federico Barbarroja en tanto que protector de la Iglesia. Así, éste convocó un sínodo en Pavía en 1160 para resolver el pleito, decantándose por Víctor III y excomulgando a Alejandro III. Por su parte, éste revocó las conclusiones del sínodo, excomulgó al emperador y al antipapa y liberó a los súbditos del emperador del juramento de fidelidad. La cuestión planteó un enfrentamiento a escala europea, por cuanto Alejandro III recibió el apoyo Luis VII de Francia y Enrique II de Inglaterra en el sínodo de Tolosa (1160), lo que promovió a su vez las simpatías de buena parte de los estados europeos. Por su parte, Víctor III tenía de su parte al emperador alemán y a los estados controlados por éste, excepto al arzobispo de Salzburgo y algunos obispos alemanes. La muerte del antipapa en 1164 no solucionó el problema, al ser elegido Guido de Cremona, Pascual III (1164-1168), como su sucesor. El enfrentamiento de Tomás Beckett con el rey inglés Enrique II por la pretensión de éste de controlar la Iglesia de Inglaterra, suscitó el apoyo de Alejandro III al arzobispo de Canterbury y su enfrentamiento con Enrique II, su antiguo aliado. Desterrado Tomás Beckett, su asesinato en 1170 le granjeó las simpatías del pueblo inglés y provocó su canonización y la excomunión del rey inglés, sólo levantada tras la promesa de éste de respeto al papel de la Iglesia en Inglaterra y la peregrinación a la tumba de Beckett. El enfrentamiento entre el Papado y el Imperio continuaba, entre tanto, en suelo italiano, apoyado Alejandro III por la Liga Veronesa, lo que le permitió regresar a Roma en 1165. Sin embargo, hubo de huir en 1167 por la presión de Federico Barbarroja, quien instaló en el solio pontificio a Pascual III y se hizo coronar por él. Una epidemia afectó de lleno a los partidarios y ejército imperiales, falleciendo numerosos nobles y diez obispos, entre ellos Reinaldo Dassel de Colonia, lo que debilitó la posición del emperador. Además, la Liga Veronesa acrecentó su fuerza al transformarse en Liga Lombarda, lo que obligó al emperador a iniciar un tímido acercamientos a su rival. Los intentos de paz quedaron frustrados cuando Federico Barbarroja reconoció al antipapa Calixto III (1168-1178) e inició una nueva expedición contra suelo italiano, siendo esta vez derrotado en Legnano (1176) y obligado a firmar la paz de Venecia en 1177. Como resultado, al emperador le fue levantada la excomunión tras reconocer como papa a Alejandro III y al devolver a la Santa Sede los territorios italianos. Por su parte, el antipapa Calixto III renunció a su cargo, si bien la bicefalia de la Iglesia continuó al elegir la nobleza romana al antipapa Inocencio III (1178-1180) como su sucesor. El Concilio ecuménico III de Letrán (1179), convocado por el papa, intentó poner freno a las disputas surgidas en torno a la elección de los papas, estableciendo la obligación de contar con dos tercios de los votos de los cardenales. Alejandro III aun hubo de enfrentarse a la nobleza romana, siendo obligado a exilarse hasta su muerte en 1181.
Personaje
Político
Tras el año de reinado de Judas Aristóbulo, reinó Alejandro Janeo (103 - 76 a.C.). La esposa de Aristóbulo, después de la muerte de éste, liberó a los tres hermanos del rey fallecido e instaló en el poder a uno de ellos, Jonatan, cambiándose el nombre por el de Alejandro Janeo. Es decir, tomó el apellido Janeo y le añadió un nombre griego. Con él comenzaron las intrigas familiares; se casó con Salomé Alejandra, antigua esposa de Aristóbulo, que a la muerte de su marido le sucederá en el trono. De los otros hermanos hizo matar a uno. Alejandro continuó con las campañas bélicas a fin de ampliar el territorio, conquistando la torre de Estraton y Adora, ocasión en la que se enfrentó a Ptolomeo Latiro que, expulsado de Egipto por su madre Cleopatra, reinaba en Chipre. Janeo fue vencido cerca de Asafón pero, gracias a la actuación de Egipto, pudo obtener ciertas ventajas. Poco después continuó con las campañas en la parte oriental del río Jordán, finalizando con el saqueo de Gaza. Sin embargo, todas estas campañas no contaron con el apoyo de la comunidad judía, principalmente, de los fariseos. Murió durante el sitio a la fortaleza de Ragaba.
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Cuando el gran Alejandro alcanzó las orillas del Indo consiguió crear el mayor Imperio de la Antigüedad. Sin embargo, sus sueños fueron efímeros, pues a su muerte se disgregó su territorio, aunque la civilización griega pudo extenderse hasta los confines conocidos, inaugurando el Mundo Helenístico que alcanzará, más tarde, a Roma. Habían transcurrido poco más de 2000 años cuando la civilización egea inició su desarrollo en la isla de Creta. Paralelamente se desarrollaban en el continente heleno las culturas troyanas y micénicas, alcanzando un grado de civilización muy elevado. La famosa Guerra de Troya, cantada por Homero, abrirá paso a la Época Oscura, donde se establecerán las bases de la Época Arcaica, momento en el que Grecia manifiesta por primera vez la dualidad entre sus dos principales ciudades: Atenas y Esparta. Los tiranos y las oligarquías se van a enfrentar contra los persas en las Guerras Médicas del siglo V a.C., hecho que sirve de transición a la Época Clásica. El imperialismo de Atenas provocará las Guerras del Peloponeso, haciendo buena la frase de Homero "los hombres se cansan antes de dormir, de amar, de cantar y de bailar, que de hacer la guerra". Tras la pérdida de protagonismo ateniense, Macedonia empieza a despegar con Filipo, el padre de Alejandro. Su rápida intervención en Grecia permitirá hacerse con la hegemonía helénica, permitiendo a Alejandro la conquista de Asia. Las aportaciones del mundo griego a la cultura son casi innumerables, desde la filosofía al teatro, pasando por la poesía, la arquitectura, la escultura, la música o la danza. Roma beberá directamente del helenismo y en el Renacimiento la cultura griega alcanzará su momento de máximo apogeo, recuperado en el Neoclasicismo, donde todos los edificios serán una reproducción casi exacta del Partenón.
obra
Obra que imita a otra realizada por Cares de Lindos a principios del siglo III a. C. que representaba al dios Sol. Una leyenda cuenta que Alejandro tan sólo se dejó retratar por Lisipo en escultura. Sin embargo, y especialmente tras su muerte, su fisonomía aparece en gran cantidad de estatuas de diferentes autores, como ocurre en este caso.