El Tríptico de Módena se considera la obra cumbre pintada por El Greco durante la estancia en su Creta natal. La tabla central tiene en su lado anterior esta imagen de la Alegoría del caballero cristiano y en su parte posterior una Vista del Monte Sinaí. La acompañan en los laterales la Adoración de los pastores y el Bautismo de Cristo. El nombre de Tríptico de Módena procede de haber sido descubierto en los sótanos de la Galleria Estense de esa ciudad en el año 1937. La escena está presidida por la figura de Cristo, que porta la bandera de la Resurrección y pisa a la muerte y al diablo sobre un libro, sostenido el conjunto por los símbolos de los evangelistas - el ángel, el toro, el águila y el hombre -. A su alrededor se observan diferentes símbolos de la Pasión como la columna, la cruz o la escalera, sostenidos por ángeles. Cristo corona al caballero cristiano, en cuya figura también se ha visto a un príncipe o incluso a un santo. Sobre este personaje se sitúan dos ángeles, uno de ellos con el cáliz y la hostia. La zona baja está presidida por tres figuras femeninas - una de ellas rodeada de niños - y a ambos lados de ellas se observan la zona de los condenados - presidida por la boca del Leviatán - y de los bienaventurados, presidida por un obispo que imparte la comunión. Se puede entender esta enigmática escena como un Juicio Final, tan habitual en el mundo gótico. Doménikos organiza la composición a través de líneas zigzagueantes que preludian las diagonales del Barroco. Esta composición parece inspirada de un grabado veneciano mientras que para la zona del infierno se inspiraría en una obra de Durero. De esta manera, demuestra su marcada dependencia de las estampas procedentes de Italia, a las que añade elementos bizantinos, conjugando el "bilingüismo" tradicional de la Escuela cretense del siglo XVI. Sin embargo, la originalidad de Doménikos estriba en sus deseos de captar los conceptos del Renacimiento y superar los modelos de los que parte. No debemos olvidar el concepto intelectual que incorporará en buena parte de sus obras, en el que estriba su enorme originalidad. Podríamos encontrar en esta imagen el precedente de la Alegoría de la Liga Santa, que años más tarde pintará Doménikos para Felipe II.
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Con el transcurso de los años, la pintura de Giovanni Bellini se hace más íntima y moderada, pero mantiene idénticas riqueza expresiva y gestualidad de los personajes. Bellini insiste en el poder de la luz como elemento que unifica el marco arquitectónico con la representación de las figuras, que siguen teniendo volumetría pero ahora es más moderada y natural, como se aprecia en las posturas dúctiles y suaves de los protagonistas. El denso cromatismo de las obras de Giovanni Bellini y su brillante luz unificadora, así como su detallismo y el tratamiento realista de los personajes serán el punto de partida de su etapa final.
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Las obras de Houdon estaban desprovistas de la fría distancia formalista de Canova, mantenían la gracia atemperada del clasicismo anterior, y sabían servirse de un noble realismo, como podemos observar en esta Alegoría del Invierno.
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Siguiendo la inscripción que aparece en la parte superior del lienzo -"EX PRAETERITO - PRAESENS PRUDENTER AGIT - NI FUTURU(M)./ACTIONEM DETURPET", "del pasado al presente es preciso actuar con prudencia para no arruinar la acción futura"- Panofsky ha interpretado esta obra como una alegoría del Tiempo gobernado por la Prudencia.Las tres cabezas humanas -que se interpretan como las tres edades del hombre- se asocian con tres cabezas de animales que se asocian con la memoria, la inteligencia y la providencia: el lobo -que devora la memoria de las cosas como el pasado-, el león -que se agita como el presente- y el perro -que apacigua en la esperanza, el futuro-. Panofsky ha reconocido en las cabezas humanas al anciano Tiziano, a su hijo Orazio y su nieto Marco, surgiendo poco a poco de las tinieblas del pasado (el pintor), recibiendo la luminosa transparencia del presente (Orazio) y resplandeciendo con la luz del futuro (Marco). Cada una de las figuras está tratada con especial atención, interesándose por captar la personalidad del modelo, entregando de esta manera un testamento espiritual y figurativo a su familia.El estilo se identifica con la década de 1565 y los trabajos que estaba realizando para Felipe II. La pincelada es fluida y abocetada, creando efectos de atmósfera y contrastando luces y sombras, estilo éste que tendrá su continuidad entre los miembros de la escuela veneciana como Tintoretto y en el Barroco.
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El fecundo decorador al fresco napolitano, aunque cultivó los géneros más diversos, dejó a su paso por España algunas obras muy expresivas de un género decorativo barroco que habría de influir en el espíritu del nuevo siglo. Artista bien formado en la tradición italiana del siglo XVII supo agrandar nuestro ámbito pictórico con varios ejemplos definidores de una corriente en la que se combinaban enseñanzas venecianas, boloñesas y romanas. Como principal legatario de toda una tradición barroca de fresquistas italianos, el pintor ofrece puntualmente en esta obra, una de sus más bellas y frescas invenciones, la supervivencia bien recreada de Pietro da Cortona y de Gaulli.