La catedral de Toledo tiene 120 metros de largo por 59 de ancho, destacando la grandiosidad de sus cinco naves, alcanzando al central los 44 metros de altura. Ochenta y ocho columnas sostienen las bóvedas, iluminándose el interior del templo gracias a más de 750 vidrieras realizadas en los siglos XIV, XV y XVI por los mejores artistas de cada época.
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Al finalizar el siglo XIII las obras de la sede metropolitana no habían sobrepasado los primeros tramos al oeste del transepto. El resto se irá alzando en fases sucesivas. A pesar de su prolongado proceso constructivo, y salvo la apertura de nuevas capillas en los siglos XIV y XV, el edificio responde, en la organización de su planta, a un proyecto unitario. Consistía éste -como en la catedral parisina- en un cuerpo principal de cinco naves, la central más ancha, con transepto no saliente, pero sí destacado por una mayor profundidad del tramo (planta salón), y una doble girola formada por la prolongación de las naves laterales en torno a la capilla mayor. Es precisamente en esta parte del templo donde encontramos el más interesante de los logros constructivos de la época.
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Recién vuelto de México, el cardenal D. Francisco Antonio Lorenzana, arzobispo de Toledo entre 1772 y1804, nombró a Ventura Rodríguez Maestro Mayor de la Catedral (1772) y promovió la reforma de su fachada principal, cuyos proyectos presentó el arquitecto en 1773, siendo rechazados por el Cabildo. Era un pórtico o pronaos extendido entre la torre y la capilla mozárabe, con un frontis hexástilo de columnas con fustes estriados y capitel compuesto, sobre altos pedestales; presentaba a los lados un intercolumnio alineado con la torre y en él centró un saliente tetrástilo de columnas dobladas. El entablamento y ático con esculturas se adaptaba a la planta, fusionándose con un templete de pilastras, frontón recto y candeleros, que integraba sin alterarlo el rosetón gótico. Por si quedara duda de cuáles seguían siendo sus postulados estéticos, en la memoria explicativa Rodríguez recurrió a ejemplos de basílicas romanas, renovadas con pórticos barrocos como San Juan de Letrán (A. Galilei), Santa María la Mayor (F. Fuga) y Santa Cruz de Jerusalén (D. Gregorini), detectándose también rasgos palladianos en la columnata y herrerianos en el escalonamiento de los dos niveles, como ya había ideado en El Burgo de Osma. El mensaje era claro: si los cardenales romanos habían renovado sus basílicas con pórticos, la Catedral Primada podía hacer lo mismo, aunque de hecho los canónigos rechazaron la idea. El orden corintio era el adecuado a la Virgen, titular de la Catedral, siendo Rodríguez coherente con el uso modal clásico-barroco.
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La dirección de los trabajos de la llamada Puerta del Sol de la catedral de Toledo -hoy Puerta de los Leones- recayó en Hannequín de Bruselas pero en ella también trabajaron Egas Cueman, Francisco de las Cuevas y Juan Alemán.
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Los mejores escultores de la segunda mitad del siglo XV en España participaron en los trabajos de la puerta del Sol de la catedral de Toledo, llamada actualmente de los Leones. Hannequín de Bruselas será el director de las obras pero también participaron artistas de la talla de Francisco de las Cuevas, Juan Alemán o Egas Cueman. La nacionalidad de la mayoría de los escultores es determinante para el estilo utilizado: el nórdico, tan habitual en la época.