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En los años iniciales del siglo XIII comienzan las obras de la catedral de Tarazona, siendo consagrada la cabecera en 1235. Las obras continuaron durante el siglo XV y la centuria siguiente, conformando un conjunto de estilos diversos que van desde el primer gótico al plateresco, pasando por el mudéjar. El templo presenta planta de cruz latina con tres naves, crucero y girola, rodeándose ésta y las naves laterales con amplias capillas. En el lado de la Epístola se adosa el claustro, de estilo gótico-mudéjar, con cinco ventanales por panda y bóvedas de crucería. Las naves se cubren también con bóvedas de crucería, mientras que las del crucero y la capilla mayor presentan una mayor complejidad. El crucero y la cabecera son recorridos por un triforio, elemento excepcional en tierras aragonesas. El cimborrio fue ejecutado entre 1543 y 1545 por Juan Botero, tomando como modelo el de la Seo de Zaragoza. En los pies del templo se levanta una torre con un primer cuerpo de piedra y un segundo de ladrillo, obra del siglo XVI que se remata en el año 1692.
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Juan Botero es el autor del cimborrio, tomando como modelo la catedral de Zaragoza, del que también fue autor, aunque el de Tarazona es bastante más modesto. Se trata de una estrella ocho puntas cuyos nervios no se cruzan en el centro, resultando en esta zona central una linterna también cubierta con una bóveda estrellada. Un cuerpo de ventanas rompe la estructura de la bóveda y permite el paso de la luz al crucero.
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Las naves de la catedral de Tarazona se cubren con bóvedas de crucería, mientras que las del crucero y la capilla mayor presentan una mayor complejidad.
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El templo presenta planta de cruz latina con tres naves, crucero y girola, rodeándose ésta y las naves laterales con amplias capillas.
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La catedral tarraconense, dedicada a santa Tecla, fue construida en un lugar estrechamente vinculado a lo divino, ya que allí alzaron sus templos romanos, visigodos y musulmanes. Presenta tres naves, con triple cabecera y un amplio crucero, mostrando la pervivencia de las formas tardorrománicas en territorio catalán.
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Edificada en la parte alta de la ciudad, y muy posiblemente en la misma zona en que se hallaban los edificios más importantes durante la época romana, presenta igualmente una trayectoria larga, no falta de aspectos oscuros y polémicos. El primer indicio claro de la construcción que hoy conocemos es el testamento del arzobispo Hug de Cervelló, quien en 1171 lega una cantidad anual "ad opus ecclesiae incipiendum", lo que indica que, prácticamente, las obras no habían sido iniciadas. Su construcción recibirá el impulso decidido de los arzobispos así como de los miembros de la Corona: en este sentido, Alfonso el Casto, en su testamento de 1194, legaba 300 sueldos anuales para ayudar a la construcción de la catedral; lo mismo hizo su sucesor, Pedro el Católico, en 1212, "per a que la fabrica de la Iglesia que se anave fent, se anés perfeccionant". Hay escasos datos para seguir con precisión el avance de las obras, de manera que el más determinante es la consagración de la seo en 1331. No debemos omitir el epitafio de la lauda funeraria del canónigo obrero Ramón de Miliá, fallecido en 1266, a quien se atribuyen diez bóvedas, claro indicio de actividad en el tercer cuarto del siglo XIII. El sucesivo análisis de la fábrica ha ido aportando nuevas ideas sobre su avance y posibles cambios de orientación en el carácter de la edificación. Lo que resultó es una iglesia de planta de cruz, con cabecera escalonada y amplio transepto, seguido de tres naves de cinco tramos cada una. Rasgo excepcional, las dependencias canonicales y el claustro se encuentran en el ángulo marcado por la cabecera y el brazo del transepto del lado del Evangelio, a causa del aprovechamiento de restos de época romana, algunos aún visibles. La composición de la cabecera viene marcada por un amplio y profundo presbiterio, a base del ábside semicircular precedido de dos tramos. El primero, cubierto por una bóveda de horno sensiblemente apuntada, destaca por su concepción románica, con la sencillez en el tratamiento de los muros y una iluminación consistente en tres ventanales de arco de medio punto dispuestos a media altura, a los que se sobreponen otros siete, marcadamente estrechos; en cualquier caso, el retablo gótico esconde dicho sistema. El brazo meridional del transepto presenta dos absidiolas, precedida de un tramo rectangular la interior, en el que se abre la puerta de Santa Tecla, y sobre el que se construyó la torre campanario, finalizada en el siglo XIV. La iluminación de esta zona es irregular, destacando la presencia de un amplio rosetón en el hastial y de ventanas como las superiores del ábside central. El brazo septentrional varía sustancialmente, y aparece constreñido, siendo el tramo externo más estrecho; además, el ábside correspondiente a la nave fue transformado a mediados del siglo XIV en la capilla de Santa. María dels Sastres, mientras que no existe el otro, a causa de la presencia del claustro. Sobre el crucero se levanta el cimborrio, de sección octogonal, a través de trompas. Los tramos de las naves parecen mantener una disposición regular, si bien las oberturas del nivel superior, estrechas en el primer tramo, apuntadas y ligeramente más amplias las siguientes, han sufrido también algunas modificaciones. El elemento básico sustentante es el pilar de sección cruciforme con pares de columnas adosadas sobre las que descansan los arcos fajones y perpiaños (sean de medio punto, en las partes bajas de la cabecera, o bien ojivales); los gruesos nervios de la bóveda de crucería descansan sobre las columnas de los codillos. Este sistema es distinto en los tramos rectangulares del presbiterio, donde las columnas llegan a una altura inferior, siendo continuadas por pilastras, lo mismo que en el lado correspondiente del crucero. El aspecto externo del conjunto viene marcado, sin tener en cuenta los cuerpos añadidos, de una gran severidad y austeridad. La utilización de gruesos y regulares sillares contribuye a dicho efecto. Hay que destacar aquí el carácter fortificado del ábside central, que debe tener relación con una función defensiva previsible por la situación de la ciudad ante el peligro de incursiones de los sarracenos. El carácter volumétrico del alzado está marcado por la configuración maciza que se percibe en la zona del presbiterio y el transepto, así como por los contrafuertes que se proyectan en la separación de los tramos. Incluso la fachada mantiene este espíritu, alterado posteriormente por el cuerpo del frontispicio.
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La iglesia mantiene el esquema de cruz, alterado por los habituales añadidos y transformaciones posteriores. Su cabecera, escalonada, sigue un sistema parecido al de la seo leridana; viene centrada por un profundo presbiterio, mientras que el transepto no parece destacar tanto en anchura como en Lleida. La localización del claustro entre el transepto norte y la cabecera puede ser la razón de la ausencia de una quinta absidiola, así como de la irregular forma de aquel. De hecho, las puertas abiertas en los tramos precedentes de los ábsides interiores pueden ser el reflejo del transepto de un primer proyecto de planta basilical, luego modificado.
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La fachada occidental de la catedral de Tarragona es considerada por algunos especialistas el primer ejemplo de la penetración del modelo gótico en Cataluña. Su autor es el maestro Bartomeu, quien la inició entre 1277 y 1293, finalizando las obras Jaume Cascalls y Pere Moragues durante los primeros años de la centuria siguiente. La fachada presenta dos cuerpos diferenciados: en el superior encontramos el característico rosetón, mientras que en el inferior se completa con una sola portada. Los apóstoles aparecen representados en las jambas mientras que en el parteluz se muestra a la Virgen María con el Niño, apoyando los pies en un pedestal decorado con escenas del Pecado Original. En el tímpano se describe el Juicio Final, presidido por el Cristo Varón de Dolores rodeado de escenas infernales y la resurrección de los muertos.
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La decoración escultórica constituye otro de los aspectos destacables y significativos a la hora de definir el arte de la época en que se realizó el claustro de la catedral de Tarragona. Capiteles, cimacios, ménsulas y claves de bóveda son el marco para una temática extraordinariamente rica y variada.